lunes, 6 de abril de 2009

Leonardo Rodríguez: Blues para Juliette

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--------Blues para Juliette



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Por Leonardo Rodríguez

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Después de escribir una postal crítica para Juliette Lewis, me quedé pensando en películas con ella y en ella misma, en el personaje detrás de la actriz, en los tiempos no remotos en que me seducían y hasta perturbaban sus personificaciones. Pensando en ella, que es una como ex novia cinematográfica, vi una de las películas suyas que me gustan. Me refiero a What's eating Gilbert Grape? (¿A quién ama Gilbert Grape?) La recordaba con placer pero no tan bella, bien contada y sugestiva. Se trata de un cuento sureño, situado en Endora, un pueblo perdido o insignificante o escueto de los EE UU, con una madre obesa (memorable Darlete Cates) que no resiste el menor asomo de conflicto ni en la mesa, un Johnny Depp que lleva la casa (con madre y culpa incluidas) en sus hombros, el alma curtida de pesadumbre. Becky (quién si no Juliette), de viaje con su abuela por las carreteras norteamericanas, se queda varada en el pueblito por un desperfecto del carro. Llega para complicar (encantar) la escueta vida de Gilbert (Johnny Depp) y de su sombra, Arnie, un muchacho down que puede “morir en cualquier momento”, interpretado por el tantas veces magnífico Leonardo Di Caprio. A cada rollo exterior a sí misma la madre rolliza entona un estribillo: “¿No podemos ser una familia normal?” Nadie responde.

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La película es una historia de familia y de lugar. Me recuerda cuentos de Faulkner y la maravillosa Balada de Carson McCullers, historias con idiotas y madres memorables. La película invoca ese Sur Americano que es casi suramericano, la tierra del blues y del gospel. Algo de esa música se siente en What’s eating Gilbert Grape?

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No quiero olvidar una escena recurrente, una llave narrativa y poética de esta obra feliz de Lässe Hällstrom. Arnie, hermano-sombra de Gilbert, suele subirse a un árbol y jugar allí al escondite. También se sube a la torre de electricidad, el “árbol” más grande del pueblo, para desespero de Gilbert y la policía. Algo semejante se ve en una película de Fellini, Armarcord (1974), donde un idiota cuarentón se sube a un árbol para gritar a los cuatro vientos: “Yo quiero una mujer”. Recurrencia: nos gustan los árboles. Y las mujeres, porque a Arnie le gusta, de una manera todavía más expansiva que la de Gilbert, esta Juliette para quien estar en la carretera con su abuela es estar en casa. Arnie y Gilbert, de todos modos, y salvo en los momentos en que este último ya no puede con su alma o con su deseo, son un solo personaje multiplicado por dos.

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Foto de JL tomada de la web.

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