jueves, 31 de enero de 2008

PALABRAS EN LA PRESENTACIÓN DE MI LIBRO, ¿Entonces, qué?, EN LA FHC., EL 30 de enero de 2008.

PALABRAS EN LA PRESENTACIÓN DE MI LIBRO, ¿Entonces, qué?, En la Fundación Hispano Cubana, El 30 de enero de 2008.


He decidido trazar estas palabras antes de leer ningún poema, con vuestro permiso. Palabras que quiero que entiendan, en primer lugar, como de agradecimiento.

Las escribe y pronuncia un ilegal. Un forajido de una dictadura. Quiero decir, un ente que por motivos subjetivos, razones burocráticas, fechas de caducidad y divorcios, luego de más de una década viviendo y conviviendo en esta generosa tierra que heredamos por historia y tradición , desde mi periferia, se ve obligado a flotar en lo que se ha llamado, “limbo legal”. Un sin papeles.

Un ente que se niega también rotundamente a seguir pagando los absurdos precios por gestiones absurdas del Consulado General de Cuba en Madrid. Un pasaporte cubano es más caro que un fin de semana en Canarias en agosto. No quiero reiterar lo de absurdo.

Tengo una hija de siete años, nacida aquí con nombre Galego, y otra que está a punto de llegar. Creo que hay más de 20 personas que me conocen y eso hace, además, que me sienta presente en muchas vidas. Conocido. Soy real y existo. Aunque para cuando llegue a la barrera, el guardia no esté para poesía. Quiere mi NIE en regla.

Presentado de este modo, es para mi importante decir que la casa donde nos encontramos, es un sitio de referencia en la defensa de los más sufridos, razón que avala de sobra mi repetida gratitud. Aquí me han dado cobijo para leer y publicar mis poemas en la RHC., algo que no olvido, pues he vivido el silencio de infinitos editores. Aunque en dicha revista, no siempre se publicara lo que yo prefiero.

Yo hablaré, estoy hablando, desde un punto de vista, pongámosle, civil e individual. Compartiré con ustedes mi mensaje a los políticos, a los que se encargan de gestionar, supuestamente, el concilio entre esta diáspora, exilio de medio siglo y los que viven allende los mares. En nuestra isla génesis. Compartiré mi deseo.

Todos los aquí presentes estamos de acuerdo en que es el gobierno de Cuba quien reprime y encarcela a sus opositores, todos estamos de acuerdo en que la última palabra la tienen ellos.

Pero igual es momento para que los políticos del exilio se encarguen de gestionar que no sea un sueño al infinito, el que algunos quieran y puedan regresar a casa.

Hay que propiciar el encuentro entre representantes de las dos orillas de un modo real. Pero no me refiero a congresitos o descarguitas poéticas, donde cada cual va a desarrollar su ejercicio de ego, sino, eventos donde participen representantes del gobierno de la isla y dignos representantes del exilio, con mediadores internacionales, de ser posible.

Para todos los países del mundo se realizan estas maniobras oficiales, exijámoslas para Cuba.La convalecencia de Castro caudillo no será infinita, ni los caudillos Castros tampoco. Es necio ignorar el presente, y el presente indica que si no un cambio, al menos no serán los mismos los que dentro de muy poco, menos de 50 años seguro, cotejarán los parches, manejarán las riendas de nuestro país. Hay que comenzar a emplazar a los políticos y a los intelectuales, al pueblo todo, para la reunificación de los más de 3. 000. 000, los que lo deseen, de cubanos desperdigados por el orbe, y es de empecinados suponer que muchos de los mayimbes de Castro hoy, no estarán jugando roles decisivos en la Cuba de mañana, no serán, también, los que propicien una verdadera democracia. Lo contrario sería exterminarlos, pero ahí, ya no llego, guardo mis escrúpulos.

A los políticos va mi mensaje, les toca la honorable tarea de, por lo menos, apaciguar los odios; no hay que olvidar para perdonar.
A estos, a los políticos, que son en definitiva la casta que define, y los que deben iniciar el camino de todos.

Por ello puedo decir: ¡Basta de encarcelar a las personas por disentir pacíficamente en la isla! ¡Basta del inútil bloqueo y de la política de confrontación!

Una tercera Cuba puede ser real y nada extraordinario se vería si desde un brutal, pero agónico caudillismo, surge una democracia, conviven en paz los antagónicos históricos.

No quiero terminar la intervención, sin antes mencionar unos cuantos nombres, el primero, el de mi hija Luar, a quien dediqué junto a su tía, mi hermana Mayra Méndez Alpízar, quien vive en la miseria caribeña y friega los suelos del hospital de su pueblo, el libro que nos reúne. A ellas dos, gracias por quererme. La otra persona es una chica que aún no ha llegado, y que estará escuchando todo esto como ruidos disparatados, está en la barriga de su madre, quien me tolera y ama. Sin quien este libro no hubiera sido posible en más de una manera. Para ellas dos, muchas gracias. A su mamá, Doña Eva, a mi cuñada, Eva igual.

A mis hermanos, Olga, Sayli, Pilar, Eduardo, todos Méndez, marca de la casa.

Gracias a mis amigos. También a mis enemigos, con los que me he hecho a la vida y los que espero no me falten. La sal y la pimienta. A Felipe Lázaro, que me publicó un librito de versos cuando llegué a la ciudad que nos acoge, me enseñó algunos bares.

A maese Pío, que sabe bien lo que significa publicar tantos versos para mi ego. Que me sabe torear y que sabe que no mato ni una mosca, no me peleo ni con mi sombra. A su señora Aurora, más amable que él por teléfono.

A Yoyi, con quien he vivido la tirantez y el verso y otra vez la cálida charla
de la amistad. Siempre en la poesía, en la yema con fe. Gracias brother.


Gracias para Ana M. Mireles, con quien ya tengo más de 15 años de poesía y amistad. Algún roce enemistoso. Algún pasaje inconfesable.

A mi amigo Ponte, que sufrió el exilio en Cuba y ahora lo hace desde Infanta Mercedes, y que me vio vagabundear por La Habana Vieja. Amigo ayer, amigo hoy. A Raúl Rivero, que me contesta escuetos correos a altas horas de poesía. Que me debe 3 poemas para mi blog, Efory Atocha. A Jorgito Aguiar y Pedrito Marqués, Almelio Calderón. A Pablo Díaz, gracias por publicar mis irreflexiones en el diario Encuentro.

A mi amigo Mundito, negro y habanero que está pagando aquí, años de cárcel por una fechoría jamás análoga a las de los políticos que salen en los programas de televisión. En fin, que para mi amigo Mundo va mi abrazo y mi memoria.

A Marcos Pimienta y en él, a todo mi barrio de La Plaza en Remedios. A los libreros amigos de la Plaza de Armas, y a mis vecinos de La Habana Vieja.

Quiero agradecer a todos mis amigos del barrio de Lavapiés. A Tinito de la Calma, que salió cuando el Mariel y pagó en vida el derecho a ser poeta. A cantar en los parques. Para él y para sus Soneros Barrio Bajeros, mis poemas. Para Nemury, amigo desde los primeros días de la noche madrileña. Hijo de Magali, pura del exilio, en paz descanse.

Para mis amigos, Julio Fowler, Raulito Torres, Pavel Urquiza, Alejandro Gutiérrez, Javier Massó Caramelo, banda sonora de mi vida.

Para Lázaro Duyos, Rogelio Curiel, Luis Mesa, Amaurys García, Joél Rojas, Boris Mesa, Carmen Ortega, Rolando Puerto, Omar Rodríguez: alguna vez nos sentaremos en la esquina de frente a la Loma de Tesico, de frente al norte, por donde el aire entra más fresco. Para mi padrino Frank, mis madrinas Hilda y Mirian. Para los Alpízar todos.

A la memoria de Abundio Fuentes, que me publicó los primeros versos. Me enseñó a no dar la espalda al público.

Para mi padre donde esté y para mi madre, ibaé bayé tourun.

Para todos ustedes, gracias. Muchas gracias.


L. Santiago Méndez Alpízar / Chago. 30 / 01 / 08. Madrid.

miércoles, 30 de enero de 2008

Una Invitación y un Poema. Palabras de agradecimiento


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PRIMARIO


Ya sabes del carácter bucólico

de las hojas del sauce en las aceras

de esperarte mientras me atropella un Volkswagen CrossFox-diesel

a alguna hora de la tarde

Ya sabes de las Torres de Kio /
que su inclinació
n no es tal

/ más bien un efecto /

una magia de hormigón

Has comprendido que se puede
entrar a un túnel y salir a la otra nalga de la
luna

dormir apiladito

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Hoy es día de festejo. Hoy se presenta mi libro, ¿Entonces, qué?, en la Fundación Hispano Cubana. Ya sabéis que, menos tú, M, todos estáis invitados. Dejo abajo las referencias. Quiero agradecer, desde ya, la amabilidad y disposición de la FHC., y a los poetas, Ana M. Mireles, Jorge Luis Arcos, Pío E. Serrano, este último además el editor. Gracias por arroparme.

A los amigos Enrique del Risco, Jorge Ferrer, Zoé Valdés, N. Díaz de Villegas, Ramón Alejandro, Agustín Labrada, Ramón Fernández Larrea, Odette Alonso, Julio Fowler, Pedro Marqués de Armas, José Kozer, Luis Mesa, Jorge Carrigan, Jacobo Machover, José M. Pozo, Joél Rojas, Abel Barroso, Declan M. Hemp, María Lado, Iván de la Nuez...muchas gracias.

---------------------------L. Santiago Méndez Alpízar / Chago.

FUNDACIÓN HISPANO CUBANA

C/ Orfila 8-1º.
Metros, Colón, o, A. Mtnez. A las 19. 00.

domingo, 27 de enero de 2008

"Bailar Con La Más Fea", Sinopsis y Primer Capitulo de la Novela (inédita) de Jorge Carrigan.


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Grandes visitas para Efory Atocha. Desde la distante Canadá, el amigo Jorge Carrigan nos hace entrega, en absoluta primicia, del primer capitulo de su novela:
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"Bailar Con La Más Fea"

..........................-Sinopsis

Una mañana de domingo un paranoico es visitado por una esquizofrénica.

Benjamín siempre tuvo suerte. Gilda nunca la tuvo. Benjamín ascendió hasta lo más alto en la escala social. Gilda descendió hasta tocar fondo. Ambos han vivido circunstancias muy difíciles y sobreviven lacerados por lo que les ha tocado en suerte.

Aquella mañana de domingo comienza una tortuosa historia de amor transida por el miedo.

Esta es una novela sobre el miedo. La trama sucede en un lugar y en un momento en el que se ha convertido en habitual ese nunca pasar nada a pesar de que algo pasa, ese nada estar claro aunque la injerencia de lo desconocido, de lo oculto, sea clarísima, esa duda, ese síndrome de la sospecha, ese desamparo de cualquier idealismo. Y que no haya esperanzas ni perspectivas. Sólo bailar y tener la desoladora certeza de que nadie va a entender tu miedo, ni el del otro, y saber que alguien se fue, siempre alguien se fue, alguien falta, alguien no está, alguien no va a estar. Todo placer mediatizado por la llegada y el establecimiento de la miseria, la miseria física; pero, sobre todo, la otra miseria.

..................“Bailar con la más fea”.

Por, Jorge Carrigan.




a Marie-Catherine Chiasson

a Mercedes Garrido

“... no espero a nadie, e insisto en que alguien tiene que llegar.”

José Lezama Lima.


CAPÍTULO I


Abrirás la puerta. Nadie. Te asomarás al pasillo para mirar en ambas direcciones. Nadie. “Tanto mejor. Le ronca tener que hablar con alguien a esta hora”. Después de cerrar la puerta te acercarás a la ventana instintivamente y apartarás la cortina para mirar hacia la calle: el hombre de la camisa gris estará allí, en su lugar, fumando plácidamente. Será las seis y nueve minutos de la mañana, Benjamín, cuando enciendas la radio. En honor a la verdad no nos podremos quejar. Los habitantes de este país tendremos el privilegio de vivir en la tierra más hermosa que ojos humanos vieran; etcétera, etcétera, etcétera. Apagarás la radio un momento antes de que suenen tres toques en la puerta una vez más y no puedas evitar otro sobresalto. Irás a abrir a toda velocidad, pero nada encontrarás. Saldrás, mirarás a un lado y a otro... nadie... te asomarás a la escalera... nadie... volverás al interior... “¿quién será el estúpido?... ¿quién será el comemierda?... ¿quién será el maricón?...” imposible pensar que a esa hora pudiera ser uno de los niños jodedores del edificio. Cuando niño tú mismo tocaste a la puerta de algún vecino para luego esconderte a disfrutar de la reacción del pobre imbécil cuando salía y no veía a nadie. Pero un chamaco nunca lo haría a esa hora, casi de madrugada, un domingo.

Apartarás la cortina, para mirar a la calle de nuevo, y el hombre de la camisa gris que fuma constantemente habrá desaparecido. ¿Cómo es posible que ya no esté allí? Será preocupante, incluso. ¿Sería él quien tocó a la puerta en dos ocasiones?... claro que no... no habrá por qué asustarse; si la primera vez miraste inmediatamente... sí, es cierto que habrás mirado, pero no inmediatamente... ¿cuánto tiempo necesitaría una persona normal para llegar desde tu puerta hasta la calle y pararse allí como si nada? Probablemente entre uno y dos minutos... eso es caminando a un paso normal, pero si corriera podría hacerlo en un poco menos, tal vez en la mitad del tiempo... además, parecerá obvio que es él mismo porque en esa ocasión no le habrá dado tiempo a llegar y colocarse en su puesto. ¿Qué hacer? Si bajaras podrías comprobar si es posible o no hacerlo en menos de un minuto. Tal vez podrías ir hasta la esquina para cerciorarte de que el hombre no está escondido al doblar... o registrarlo todo. Sí, porque también podría ser que esa vez se haya escondido allí mismo, en el edificio y que es por eso que no está en la esquina. Sentirás algo raro, Benjamín, algo muy raro, que en el fondo se parecerá al miedo. Encenderás de nuevo la radio. La voz del locutor te hará sentir esa otra sensación que se asemeja tanto a la seguridad de estar acompañado; de que alguien podría venir en tu auxilio si lo necesitaras y muy poquito a poco el Benjamín temeroso se irá convirtiendo en un primer boceto de Benjamín Fernández, el seguro, el fuerte, el valiente... Tomarás una silla, la llevarás hasta justo detrás de la puerta y allí te sentarás a esperar. Deberás estar preparado para la próxima.

La radio te repetirá que no puedes quejarte. Este es el mejor país del mundo. Por ahí andarán tantos sociólogos, politólogos, economistas; hablando maravillas de nuestros logros en todas las esferas de la vida... transcurrirá más de media hora antes de que sientas unos pasos cerca de la entrada del edificio. Pegarás la oreja a la puerta para captar cada detalle. Qué maravilla. Desde esa posición podrás sentir cada uno de los movimientos de la persona que se moverá afuera: Atravesará el pasillo... comenzará a subir la escalera... llegará al primer descanso... subirá otro tramo... se acercará... se acercará... unos nudillos débiles golpearán la puerta. Te pondrás de pie, levantarás la silla con una mano mientras con la otra abres de un tirón.

La persona será una mujer a la cual no recordarás haber visto antes. “Buenos días”, dirá ella. “Buenos días”, responderás, y te darás cuenta de lo ridículo que deberás parecer allí, con la silla en una mano y el picaporte en otra, como la reproducción grotesca de un domador de fieras. Relajarás los músculos, dejarás caer la silla y la moverás un par de veces en un esfuerzo por fingir que la estabas poniendo allí cuando la mujer tocó a la puerta, aún cuando fuera absurdo que la estuvieras colocando en ese sitio. “Buenos días”, repetirá la mujer. “Buenos días”, repetirás. “¿Tú eres Benjamín Fernández Yañez?”, preguntará ella con voz suave y una entonación un poco extraña. “Yo mismo soy”, responderás, y ambos quedarán estáticos, frente a frente; y pasarán unos larguísimos treinta segundos antes de que cualquiera de los dos pregunte alguna otra cosa.

“¿Se te ofrece algo conmigo?” Estarás ansioso cuando preguntes eso. Se habrá hecho evidente que la mujer no piensa decir nada más. Tal parecerá que llegar allí y pararse frente a ti hubiera sido su único objetivo y que, una vez conseguido, no tendrá otra cosa que hacer.

“¿Puedo pasar?” La mujer seleccionará cada una de sus palabras con muchísimo cuidado; como si la pregunta tuviera alguna particular significación.

“Sí, pasa”. Estarás tan molesto... pero te resignarás a tratar con aquella persona que además de venir de manera inoportuna, a una hora increíble, no te estará dejando otra alternativa que atenderla.

“Gracias”. Será muy formal la mujer, y su extraña entonación agregará un elemento más a lo molesta que es ya la situación misma para ti, Benjamín.

“¿Se puede saber a qué se debe el honor de esta visita?” Tendrás ganas de definirlo pronto, pero no evitarás que tu frase lleve una evidente carga de ironía. Por supuesto que no estarás dispuesto a perder más tiempo con aquella aparición; pero no habrás querido ahorrarte el sarcasmo.

“Sí, sí, claro. El motivo de mi visita es que...” Ella dudará mucho, pero además, hará que su duda sea obvia, como si darle a aquello un toque de misterio fuera a hacerla más interesante ante tus ojos.

“¿Qué?” Tratarás de cortarle el paso. Será posible que sea una vecina nueva o algo por el estilo; alguien que venga a pedirte un poco de azúcar, pero a esa hora...

“Oye, ¿no te parece que nos conocemos?” La mujer evidentemente estará regodeándose en no se sabe qué idea con la cual pensará despertar tu curiosidad, sin embargo, lo único que conseguirá será molestarte un poco más.

“No”. Tu respuesta tratará de ser tan rotunda que impida cualquier otra especulación.

“¿Estás seguro de lo que estás diciendo?” La muy estúpida actuará con la naturalidad que cabría esperar si fueran las nueve de la noche de un día cualquiera y la estuvieras tratando con la mayor amabilidad del mundo; cuando de lo único que tienes deseos es de que...

“Si para lo único que has venido hasta aquí es para preguntarme esa mierda te puedes estar yendo ahora mismo por donde viniste”.

“Lo que vine a decirte es más importante que eso, Benjamín”. Continuará ella en su terca naturalidad, pero, dejará que en sus palabras se infiltre cierta sensualidad muy muy muy velada.

“Ojalá que lo sea, porque si no...” Dirás y, hablando de infiltraciones, dejarás que tu frase inconclusa sea infiltrada por cierta amenaza, tan ambigua como cualquier otra, pero tan elegante como pueda pronunciarse una amenaza. Sin embargo, seguirás teniendo miedo de algo que no sabrás muy bien qué podría ser. Y será ese miedo el que te hará posponer el momento de mandar al carajo definitivamente a aquel ser.

“¿Sabes de qué vengo a hablarte?” La mujer usará un tono de “eso mismo que estás pensando”. En ese preciso instante tu no pensarás en otra cosa que no sea que te gustaría verla desaparecer, pero así, por las buenas.

“¿Tienes algún interés especial en mi?” Le dirás con el tono del Benjamín seguro que habrás usado en este disparate de conversación, sin embargo, por primera y única vez, pasará por tu cabeza la idea de que podría haber alguna relación entre esta mujer y el hombre de la camisa gris que fuma constantemente; entonces la pregunta sonará tímida porque eso que sientes que se parece al miedo, comenzará a tener la forma de “eso que estás pensando”.

“¿Puedo sentarme?” Preguntará y señalará la silla sobre cuyo respaldo apoyarás la mano aún.

“Sí, como no”. Te sentirás amable, tan amable como hacía tiempo no lo eras, y un poco ridículo también. La amabilidad te saldrá forzada, por supuesto. La ridiculez será genuina.

“¿Confías totalmente en tu memoria?” Ella se habrá sentado ya y usará otra vez ese tonito de mierda del principio y que tan raro sonó a tus oídos. A pesar de que preferirás hacerte el bobo, Benjamín, sabrás muy bien que estás teniendo problemas de memoria. No se tratará de olvido absoluto, gracias a Dios. Será, en todo caso, una cuestión de lagunas momentáneas, que habrán comenzado siendo dispersas, pero que irán convirtiéndose, día a día, en más frecuentes. Habrás comenzado por olvidar, por ejemplo, los nombres de tus vecinos, los de tus antiguos amigos y hasta el de tu madre, que en paz descanse. Pero no sólo se te irán escapando los nombres, sino también los rostros. Pero eso qué le importará a ella...

“Por supuesto que puedo confiar en mi memoria”. Estarás tan cabrón porque la mujer se haya referido a algo como lo de la memoria; y sobre todo que lo haya dicho así tan fresca como una lechuga. Pero además, ¿de dónde habrá sacado ella que podrá ser posible siquiera que tengas problemas de memoria? La insinuación resultará dolorosa por ser cierta. Será tan difícil escuchar la alusión a tu memoria porque ya a esas alturas habrás olvidado, por momentos, cosas tan elementales como cuánto es ocho por nueve o quién fue el hijo de puta almirante que descubrió América. Todos los libros que hayas leído; todo lo que aprendiste en la universidad; irá y vendrá en tu mente, de manera que en muchas ocasiones pronunciar el nombre de un gran novelista o la notación de un teorema matemático, te provocará una sonrisa hueca, porque sabrás, sin dudas, que novelista y teorema existieron, pero no significarán ya nada para ti. Eso será cuando tengas las lagunas de memoria; sin embargo, cuando amanezcas con la mente clara...

“Si yo fuera tú no estaría tan segura”. Cargará sus palabras de un aire enigmático que no sólo será bastante falso, sino también tan estúpido... ¿Por qué ella lo sabe? Puede que sea casualidad... pero, ¿por qué una casualidad en medio de tantas irregularidades que habrás notado últimamente?... ¿por qué...? Ay, qué bueno sería sacarla de aquí con una buena patada en el culo.

“¿Quieres decirme quién carajo eres tú?” Estarás más que convencido de que, si no la presionas, ella se pasará todo el tiempo hablando sandeces y, cuando se vaya, no podrás sacar nada en limpio. Claro que lo mejor sería que se fuera en ese mismo instante. Es más, si ella se fuera en ese momento estarías dispuesto a sacrificar la curiosidad de saber quién es y a qué habrá venido y la dejarías ir sin hacerle una sola pregunta, pero, por favor, que se vaya.... que se vaya... que se vaya...

“Puede que haya sido tu novia”. Que ella habrá sido tu novia. Ja ja ja... qué disparatado... qué ilógico... qué estúpido... ¿Cómo va a ser posible eso? Si hubieran sido novios por lo menos la recordarías, ¿no es cierto? Sí, sí, lo de los problemas de memoria será cierto, pero no... es imposible. Sin embargo, ella hablará con tanta seguridad que si fueran otras las circunstancias; si aunque fuera la recordaras un poquito no dudarías de que lo que estará diciendo es cierto. Pero no, si ella se habrá aparecido en tu casa a las seis de la mañana... ¿cómo pensar entonces que no es una loca?

“Qué disparate”. Esbozarás una sonrisita que te saldrá amarga y la mirarás con desprecio, pero con desprecio evidente, para que note, si es que puede, que es eso lo que ella te inspira.

“Puede que hasta nos hayamos casado”. Será obvio que la humillación a la que te propusiste someterla con tus palabras anteriores y, sobre todo, con tu actitud despectiva, no consiguieron herir a la mujer que seguirá más fresca que una tarde de enero.

“No, eso sí que es imposible”. Tu carcajada será sincera, aunque, en medio de tu risa, pensarás también que pocas cosas pueden ser tan insultantes como una risotada incontrolable, entonces te esforzarás en continuarla incluso cuando te sientas en condiciones de pararla.

“Puede que tengamos una hija”. Ella habrá esperado con muchísima paciencia a que tu carcajada se apague para hablar. En ese instante, aunque ella apenas se percate, comenzarás a preocuparte. Por supuesto que la posibilidad de que tengan una hija... pero no... ni pensarlo... ¿cómo te vas a poner a creerle una sola palabra a esa loca?...

“Eso es más increíble todavía. ¿Por qué no me dices de una vez para qué has venido aquí a esta hora y te dejas de payasadas?” Con esa pregunta cáustica sentirás, Benjamín, por primera vez en mucho tiempo, algo ligeramente parecido a la satisfacción y te extrañarás tanto frente a tu propio placer que dejarás incluso de sonreír de golpe.

“Si vine hoy ha sido, más bien, por casualidad”. Aunque lo que esté diciendo sea una insensatez, una locura, una necedad; la mujer parecerá totalmente sincera. ¿Cómo va a ser posible eso de que sea casual? ¿Cómo va a ser posible cualquier razón que pueda dar ella? ¿Y de la hija, qué? ¿No va a hablar más de la hija que dice que tuvieron?

“¿Has venido por casualidad y has tocado tres veces a la puerta para luego esconderte?” Escupirás las palabras una a una como el juez que tiene en sus manos todas las evidencias y sabe que si el acusado se empeña en negarlas se convertirá en descarado además de culpable. Sabrás, o intuirás, que no existe mejor recurso, para que el otro diga lo que oculta, que decir todo lo que uno sabe. No obstante, tampoco tú preguntarás de nuevo por la hija de la que ella hablara antes. ¿Tendrás miedo de hablar de eso? No, pero es que...

“Está bien. Perdóname. Es cierto que toqué a la puerta y no tuve valor de presentarme delante de ti; por eso fui a esconderme; pero juro por mi honor que fue una debilidad pasajera”. Por muy sincera que parezca a la hora de hablar, por supuesto que no estarás obligado a confiar en ella, mucho menos en su honor. ¿Qué honor puede tener esta mujer? No lo sabes.

“¿Y, para qué viniste?” Recuperarás la paciencia y hablarás muy despacio. Será demasiado el misterio que se estará moviendo detrás de esta visita para ponerte a arriesgar con malos humores lo que podría convertirse en algo muy grave en un par de días. Bueno, tampoco habrá que ponerse tan dramático. Esta mujer será una loca y punto final. Pero si todavía ni siquiera sabrás a ciencia cierta quién carajo es el hombre de la camisa gris...

“¿Para qué vine? Ya te lo dije. Después de todo lo que pasó entre nosotros era lógico que volviera algún día para verte, ¿no?” Oh, no. Esta mujer probablemente no sabrá que tu paciencia se ha ido haciendo, con el paso de los años, cada vez más frágil; y que no se podrá estar jugando con ella. No sabrá que tienes muy malas pulgas; que te importará un pito que ella piense lo que le parezca...

“Está bien. Ya me viste. Lo único que quiero ahora es que te vayas”. Descartarás de nuevo la posibilidad de que la aparición de esta dama tenga que ver con el hombre de la camisa gris que fuma constantemente o con cualquier otro asunto. Pero si no tiene alguna relación con otras cosas, entonces ¿qué hará ella aquí?... ¿se tratará de verdad de una desquiciada, de una loca y nada más?... pero, en todo caso, ¿por qué te habrá escogido precisamente a ti?...

“Yo no pensaba venir”. La mujer empezará a entrar en crisis cuando diga estas palabras. Se notará por su voz un poco alterada y sus gestos que se volverán relativamente más torpes y nerviosos. Haciendo honor a la más estricta verdad, no se podría decir que los gestos de ella fueran elegantes y delicados en algún momento, pero también resultará evidente que algo en tus últimas palabras le habrá hecho daño. Qué bueno será sentir que estás ganando terreno.

“Claro que tú no querías venir, pero un día, por casualidad, te despiertas de madrugada, llegas a mi casa y tocas a la puerta a las seis de la mañana”. Hablarás de un tirón y eso será un error tremendo. Parecerá increíble porque deberías haber sabido que en nada te podría ayudar hacerle un reproche como ese a aquella mujer; sin embargo, en esa ocasión no habrás podido resistirte a subirle el tono a la ironía aunque te cueste extender la discusión hasta no se sabe cuándo. Antes de hacerle el reproche tu inteligencia habrá sabido que ponerte irónico lo iba a complicar todo en lugar de arreglarlo, pero será tan bueno...

“Lo que pasa es que anoche no dormí”. La mujer estará tan segura de que ese es un buen argumento que lo dirá casi con lágrimas en los ojos; lo que no sabrá es que a ti eso te va a importar un rábano y que si algo estarás empezando a disfrutar será la posibilidad de ser implacable, golpeante, lacerante...

“¿Y a mi qué me importa?” Estará estrictamente definido que no te importará si ella durmió o si se morirá de insomnio algún día; porque tú, Benjamín, ni siquiera le regalarás la opción de quedarte callado y perdonarla, sino que te habrás empeñado en seleccionar, de todas, la frase más hiriente que encuentres para decirla en el más hiriente de los tonos y la disfrutarás infinitamente.

“Sé que a ti no te importa que me desvele, pero lo que vine a decirte puede ser muy importante para ti también”. A esta mujer no le molestará en absoluto hacer el ridículo. Eso lo habrás notado desde el principio, pero se habrá hecho más obvio aún en la frase que acaba de pronunciar. ¿Cómo se le ocurre seguir hablando?

“Suéltalo entonces”. Te sentirás un triunfador. Hará tanto tiempo que no experimentabas una sensación de superioridad tal como la que estarás sintiendo ante aquella dama, que el placer de ese momento tendrá visos, incluso, de la más legítima felicidad.

“Lo siento, pero no puedo decirlo así como así. Tendrás que darme más tiempo”. La mujer se dará cuenta de inmediato de que una frase como esa estará entre las cosas que no debe decir. Y será claro el instante en el cual se percate, porque enseguida se pondrá de pie, como para defenderse mejor de la furia que le anunciarás de inmediato.

“Vete ahora mismo”. Gritarás esta frase que no dejará dudas de tu deseo. Irás hasta la puerta y la abrirás de par en par, como para apoyar con una acción concreta, inequívoca, tu deseo.

“Quería decirte que tendríamos que vernos con cierta frecuencia, conversar...” Ella estará en una posición de escape, pero no se moverá del lugar. Sin ninguna duda deberá saber que está en peligro de que le hagas daño físico, si dice algo más, a juzgar por sus gestos evidentemente defensivos que se opondrán a la desfachatez de las palabras. ¿Tendrá alguna esperanza de que su diálogo contigo podría continuar?

“Vete”. Percibirás, apenas hayas terminado de gritar esta palabra, de cuánto bienestar te produce, no sólo mostrarle tu superioridad, sino también ser enérgico, violento. Tendrás ganas de seguir. Tendrás ganas de aplastarla y de sentir cómo ella se deja aplastar. Estarás sintiendo algo nuevo; una sensación inédita, pero tan placentera...

“¿Me estás botando de tu casa?” Dará la impresión de que ha notado todo el bien que te hace humillarla y parecerá estar colaborando en el juego, permitiéndote que la maltrates...

“Si tienes alguna duda puedo empujarte por la escalera”. Y te sentirás tan a gusto disfrutando de tu vieja y conocida ironía, esta vez mezclada a partes iguales con esa violencia nueva.
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Jorge Carigan es dramaturgo y poeta. Reside en Canadá y nació en La Habana, 1953.

sábado, 26 de enero de 2008

"background". Por, Omar Pascual

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"background", Un Poemario (inédito) de: Omar Pascual.
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background

(destellos)


a ismael gonzález castañer

y bárbaro martínez-ruiz

por la síntesis (la pragmática)


instancias de la memoria: laboratorio
recipiente:

        la soledad es un animal angosto

        que le recuerda al hombre su miserable naturaleza

        cristalina


lejanía:

      enunciado que duele en su trayecto

      ha de ser el trazo de tus labios

      si con ellos mi aliento no descansa


guillotina:

        cuando una tachadura lapidaria del dolor (un ahogamiento)

        fustiga los salones del recuerdo para así sepultarlos al olvido

        sólo puede el dolor (el dolor mismo)

        reblandecer las carnes del cadáver que se es

        cuando de amnesia sufre la memoria


ladrido:

      para encontrar nuestros umbrales plañideros

      ha de ahondarse en la sangre reseca en los huesos

      cuando la soledad suicida lo que vibra


luz:

    una alegría marina son tus ojos

    entre las olas de tanta ventisca desértica


herida:

      piedra soldada al fango

      es el silencio de lo que destierra mi cabeza

      si con ella no llega

      nuestra propia piedad


iceberg:

      agua que no pertrecha su cuerpo nacarado

      es la dolencia que de mi sangre hiela

      tu letargo


hueco:

      es la quietud la peor de las pruebas

      pues coloca las riendas del cuerpo

      al mismísimo filo cortante donde cordura y caos

      comparten territorios transparentes


viaje:

    simple mortal termina siendo quien clausura sus puertas

    por pánico a perder la senda de regreso


relato:

      si bien en el placer se dialoga de muerte o temor sostenido

      es allí

      donde el duelo diario descubre su sosiego

      donde se halla el sabor mundano de lo real

      donde respira el mar interno que nos puebla

      (en silencio)

      donde reposa dios (bajo las pieles) por tanto regocijo al descubierto

      ...visto

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jueves, 24 de enero de 2008

"Hilvanando el Mito". Por, Felix Varela

----Como es día de entrevistas, aquí les va otra que me hiciera el periodista y amigo, Felix Varela.

------------------- "Hilvanando el mito".

Por, Felix Varela.

Según se dice, el Hombre Colgado, también llamado El Ahorcado, es una de las cartas más misteriosas del Tarot. Es simple, pero compleja. Atrae, pero también perturba. Se contradice a sí misma de muchas maneras.

Sin embargo, ese loco que lleva la contraria al común de la gente, un desestabilizante símbolo de la acción de la paradoja en nuestras vidas, también enseña que podemos avanzar permaneciendo quietos, nos recuerda que la mejor manera de encarar un problema no es siempre la más obvia.*

Cuando entramos en contacto con la poesía de L. Santiago Méndez Alpízar (Chago), la idea de péndulo en reposo del Colgado resalta. En la ironía de lo contradictorio lo hallamos, la inversión del pensamiento es su signo, el aparente "llevar la contraria" es su sino.

Méndez nació en Remedios, Las Villas, en 1970, y reside en Madrid desde 1996. Siempre quemando, pero incombustible, tiene publicados dos poemarios: Plaza de Armas (Letras Cubanas, 1995) y Rockason con Virgilio Piñera (Betania, 1996). Además, muchos de sus poemas han aparecido en revistas de Cuba, México, España y EE.UU., así como en otras de tipo electrónico.

Aprovechando la publicación de su libro “¿Entonces, qué?” -una antología de tres poemarios escritos entre 1994 y 2006- (Editorial Verbum), con portada realizada por el artista pinareño Abel Barroso y palabras de contracubierta por el ensayista y poeta Jorge Luis Arcos, le hice unas preguntas a este hombre que sueña con vender libremente gazpacho en la playa de Jinaguayabo.


P: ¿Quién es Santiago Méndez Alpizar? ¿Es el mismo que Chago o es un alterego?

R: ¡Un jodido intruso perdedor! ¡Un tipo ignorado en su país y fuera de él! Nadie importante a juzgar por sus contemporáneos. Un poeta fuera de todas las antologías que se hicieron de poesía cubana, que son tantas, que de querer, construiríase una pared de 1000 metros de alto por 1000 de largo. ¡Un escritor fuera de todas la Revistas Literarias de su país! Aunque eso no esté mal del todo. .

En realidad Chago es una extensión. Era a mi padre a quien le llamaban Chago, por su nombre, que es Santiago. Yo fui Chaguito y luego crecí. Como es natural creció hasta el nombre. Hubo un tiempo en que me hice un lío con mis nombres. Me había ido a La Habana a buscarme la vida y de cierto modo intentando escapar. Entre la familia que me llamaba por mi primer nombre, Lázaro, los amigos, Chago, y en la Facultad de Letras, donde limpiaba el piso y me colaba de oyente gracias al desaparecido Redonet, Santiago, que yo lo empecé a usar para darle un poco de lógica al Chago que arrastro hereditariamente, por nada me trauma. En fin, pongamos que son el mismo y a la vez distintos. Depende dónde y con quién me encuentres. Más todo lo dicho anteriormente.

P: ¿Cuándo empezó Usted a escribir? ¿Qué llegó primero, la poesía, u otras manifestaciones?

R: La Poesía, que es lo que más me importa de la Literatura. Fue en sexto grado y yo estudiaba en un colegio internado, a las afueras del pueblo frente a un antiguo matadero, devenido almacén de cemento y materiales de construcción, luego parking para bicicletas y motos, Rin de boxeo, si mal no recuerdo, sitio para tirar con escopetas de perle. Cualquier cosa menos lugar donde se sacrifican los animales con fines alimenticios.

Estamos hablando del año 1981, en Remedios, Las Villas.

Mi madre había fallecido hacía poco tiempo y mi padre estaba mal. Le escribí un poemita y se lo regalé. Luego en la clase de literatura el maestro nos convocó a escribirle un poema a José Martí y a concursar. Cambié donde decía Papi, puse Martí. Gané. Mi primer poema y mi primera trampa. Luego he escrito y he perdido lo escrito en más del 80 %. Pero sigo.

P: ¿Cuál es su libro de cabecera, si tiene uno? ¿Cuál fue el último libro que leyó y que recomendaría?

R: No tengo un libro de cabecera. Trato de tener muchos. Leo antes de dormir y no me gusta leer lo mismo. La última lectura que estoy haciendo es más bien de Historia: “Grandeza y Decadencia de los Romanos”, de Montesquiu. Un librito que desmenuza todo lo que fue Roma y los romanos y que da claves para entender cómo fue que se hizo tal imperio, el porqué de su éxito, sus derrotas. Digo un “librito”, pero en realidad es una obra imprescindible y exquisita de leer.

Casi a la par, “Whathek, Cuento Árabe”, de William Beckford. Alguien ha quien he llegado, a su vez, gracias a Jorge Luis Borges, quien le admiraba y escribió sobre él. Sospecho que el ciego alguna vez deseó tener la misma colección de manuscritos, la misma fortuna que el jodido de Beckford, rico de cuna, hijo de un Lord de Inglaterra, de quien heredó pronto y se gastó una enorme cantidad en incunables, pergaminos, sellos, libros raros y güisquis. Este inglés de Fonthill Girad, sólo tuvo una hija, Duquesa de Hamilton, quien a la muerte de Beckford, subastó una parte de la biblioteca por una escandalosa cifra en una subasta de la época, finales del XIX. La otra mitad la donó a una Biblioteca alemana. Definitivamente su libro no es ni la mitad de interesante que su vida, de la que me voy a procurar más información.

Pero si me pides que recomiende una lectura, entonces digo que toda aquella persona que no se leyera “Boarding Home” de Guillermo Rosales, publicado en España bajo el horrible y garcíamarquiano, (nada más alejado de la literatura de Rosales, por cierto) titulo de, “La Casa de los Náufragos”, (Edit. Siruela), salga cagando leches y se procure uno en La Cuesta de Moyano, por ejemplo, si vive en Madrid. Una lectura que hice el año pasado, seguramente tarde, pero que agradezco enormemente.

P: ¿A quién cree que le debe más Usted cómo poeta? ¿Y cómo periodista?

R: Seguramente tenga muchas deudas literarias, pero serán con los amigos. No sé decir quien más y quién menos, pero sí asegurarte que hay unos cuantos poetas cubanos, amigos, de los que he bebido y sigo aprehendiendo.

Luego me interesan los poetas yanquis de la Beat Generation; sobre todo Corso y Ginsberg… Piñera y Borges son lecturas recurrentes. Pero no sabría decirte si los que he mencionado me gusten más que Pound o Arthur Rimbaud. Siempre leo a Vallejo y me gustan los poemas del Chaca, a quien, sin dudas, deba tanto como al resto.

Tampoco me gusta, casi, ningún poema de Martí, y no soy periodista.

P: ¿Se ha reprochado alguna vez el silencio?

R: Soy parte de un silencio. Siempre he estado en la zona donde los callados. Imagino que te refieres, más que al silencio, si me he sentido cobarde, si no me arrepiento de haberme callado alguna injusticia: la respuesta es, sí.

P: ¿Qué viene a su mente si le menciono nombres como Javier Massó (Caramelo), Alain Pérez, Pedro Luis Ferrer, Pavel Urquiza o Gorki Aguila?

R: Javier Massó es uno de los pianistas cubanos más talentoso que conozco. Además, es una gente con una bondad desmedida. Yo voy todos los domingos a verlo tocar en el Tempo Club, que está en Plaza de España. Francamente es alguien muy especial, a quien le mando un abrazo ahora mismo, pues sé que no lo está pasando bien en estos momentos.

Alain suele tocar, cuando no está de gira. Yo le hice una entrevista cuando salió su segundo CD, “En el Aire”, que es un disco lleno de virtuosismo. Es un geniecillo, un tipo extraordinario. ¡Toca todo! Compone y arregla y canta con mucho sabor. Yo creo que entre Alain y Caramelo han contaminado a medio Madrid de jazz y timba cubana. Bueno, habría que también nombrar a Jerry González, que por carambola es medio cubano igual, y a otros muchos, por supuesto.

Con Pedro Luis Ferrer tengo una buena amistad y he compartido algún trabajo. Hemos estado por Las Canarias, Galiza, además de Portugal. Yo hago de manager, pero en realidad somos amigos. No creo que pueda agregar nada sobre Pedro Luis, ya él se ha encargado de hacer saber sus canciones y lo que piensa y cómo lo piensa. Seguramente se ha ganado el derecho a ser libre. Es un clásico.

Pavel es un amigo cercano, aunque ahora no nos veamos tanto como antes. Él se pasa mucho tiempo en el estudio, siempre está trabajando. Alguien con una musicalidad extraordinaria. Un tipo lleno de imágenes y de música. De buena música. Propietario

-junto a Gema Corredera- de una discografía de culto.

A Gorki no le conozco más que por referencias. Pero me cae de puta madre. Algunos amigos me cuentan de él y sus canciones las he bajado por Internet. Posiblemente sea el Punk Cubano. Desde luego tiene un par de berocos, pues lo que canta, cuando lo dejan, no es ninguna bobería. Ya lo dijo quien lo dijo: “Porno es el futuro”.

P: ¿En su opinión, qué necesitan los artistas cubanos aquí, y desperdigados por el mundo, para avanzar?

R: No tengo la menor idea, pero, algo sí es muy necesario: talento y posibilidades. Imagino que como a todos, prosperar.

P: ¿Qué le ha dado España a Usted, y que le ha quitado?

R: Lo que llamas España ahora mismo es una papa caliente. Ojalá se entiendan y se respeten las diferencias, que no se desarme el puzzle y por muchos siglos prevalezca la voluntad de seguir conviviendo en paz. No hay que olvidar que este país sabe del sufrimiento y de la barbarie, tanto y más que cualquier otro.

Madrid, Santiago de Compostela, Tenerife y antes Gran Canarias, Fuerteventura, me han permitido ver y aprender. Han sido y son mi Casa, también. Aunque existan algunos que no quieran asimilarlo y se ciñan a las viejas manías de creerse propietarios, esas otrora manipulaciones patrioteras que colmaron el siglo XX. Me siento tan Gallego, como Canario. Cada día comprendo mejor la necesidad de dejar de arrastrar el lugar donde se nace e implicarse seriamente en un pensamiento pacifico, antipatriótico. Hay que defender la libre circulación del ser humano. Su libre albedrío. La libertad para que decida dónde es que quiere asentarse y crear su hogar, su descendencia.

Cuando vives en Europa, que es mi caso, tienes la posibilidad de situarte en medio de dos antagonistas que desde antes de venir al mundo estaban en litigio. Yo nací en el 70, en plena ebullición patriótica. En plena anarquía y enfrentamiento de Cuba y su vecino EE.UU.

Desde aquí he visto como esos dos grandes y endiablados adversarios se complementan.

Son, ya esto creo que lo he dicho anteriormente, cóncavo y convexo, para traerlo a título de canción brasileña. Si te fijas un poco, no buscan el entendimiento, ni lo han buscado. Solamente han construido el farallón del odio y la crispación, modo de perpetuar políticas, mandatos, gobiernos, leyes y mucho miedo y dinero gastado en envilecer, armarse.

España me ha dado la posibilidad de vivir y de sentirme más libre que seguramente lo que soy.

P: ¿Es la democracia buena para todos?

R: Es el sistema menos malo, como se ha dicho. La Democracia, varía según donde te toque vivirla. No está claro que vivamos de un modo libre y que sean iguales las oportunidades para todos, pero lo que sí está más que diáfano es que el Comunismo y los sistemas totalitarios son enfermizos por naturaleza. A la Historia me remito.

P: ¿Cree Usted que el camino a la democracia está hecho de buenas intenciones?

R: Creo que esta pregunta empata, la respondí anteriormente. No conozco caminos para la Democracia. De hecho, en la única que he vivido es ésta, que cada día es cuestionada desde los medios de comunicación, pero que no resiste analogía con Cuba o con Irán, Venezuela, o un número mayor de países africanos. No es lo mismo la Democracia en Londres que en Rusia. No es lo mismo Holanda que Madrid. A esto hay que sumarle el lugar desde donde te toque vivir esa supuesta Democracia. Si tienes 30.000.000 de euros -bueno, si tuvieras esa cantidad de ‘magua’, no me estarías haciendo preguntas, pero es muy posible que gozaras de muchísimas más libertades- cambiaría tu visión de esta democracia.

P: ¿Cree que Dios sea un demócrata?

R: Se supone sea un ser supremo. Luego hay que ver cuál Dios es el que dices tú. Coincido con Freud, Dios es a imagen y semejanza del Hombre, no es más que una neurosis de la humanidad. Me refiero al dios absoluto, al que viene con Moisés, primero, y luego en Jesús, Mahoma… Yo cargo con mi Echu, que es en esencia una piedra que lleva adentro otra piedra que yo escogí en un camino de piedras y que llegó a la isla protegiendo a un negro cautivo. Por eso es único y de estar, seguramente esté más cerca de O Demo, para decirlo en celtiña. Confío y creo más en la buena voluntad del Dios de un Indio de la amazonía Peruana, por ejemplo, que en el Dios del que predica desde un pulpito de oro y se mueve en un coche de 1.000. 000 de euros y discrimina a los homosexuales y a las mujeres.

P: ¿Pueden los dictadores ser buenos en ocasiones?

R: Los dictadores utilizan, aprovechan, usan, manipulan… No son buenos, son dictadores.

P: ¿Sería importante para Usted ir a votar, si estuviese en una Cuba democrática?

R: Jamás lo hice. Pero creo que sí, que si nos dieran la oportunidad de votar a un candidato de libre elección, alguien en quien yo confiara, con gusto marcaría la papeleta. Tienes que tener en cuenta que entonces estaríamos hablando de una Cuba pos-Castros, y eso sí que es bien importante que suceda, pues sería síntoma de cambio, confiemos que para bien.

P: ¿Qué le haría iniciar una revolución?

R: Nada. Las revoluciones, si son como la nuestra, no las quiero para nadie. Hay que dejar de ser un animal bélico, en guerra. Hay que mejorar como persona, como individuo, exigir el derecho a la salud y a la educación sin la obligación de ir a tirar bombas a otro país, enfrentarte con tu hermano, fracturar la familia por razones ideológicas. No quiero que otros repitan todos los días lemas y consignas sobre guerrilleros, que los preparen para una supuesta guerra venidera. Será una gran tarea regresar al pueblo cubano a ser una masa civil ocupada y preocupada por lo suyo. En asuntos solamente civiles. Sin la parametración y la sobrevigilancia, militarización, que sufre. La única Revolución que podría iniciar la llamo, “La Gran Sentada”. Es lo único que pienso podría cambiar algo en el mundo actual. Que nos sentáramos. Que se sentaran. ¡Todos! ¡Qué se sentara el Mundo!

P: ¿Cuán ligado está el futuro de Cuba al suyo?

R: No creo que el futuro de Cuba esté ligado al mío. No soy quien la salva ni la hunde. En cualquier caso y si hay futuro posible para ello, no tengo intenciones de regresar a vivir allí, ni me dejan, ni es tan fácil, de momento.

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*Meditación con los Arcanos Mayores, por Alonso Berrío Cárdenas.

-----------------------Aquí, otra en "Encuentro en la Red"

martes, 22 de enero de 2008

Unas Palabras de Jorge Luis Arcos

Estas palabras aparecen en la contracubierta de, ¿Entonces, qué?, antología de algunos versos herrumbrosos de Chago. Otra vez, gracias al Yoyi.

Por, Jorge Luis Arcos.

Como alrededor de un escueto, casi indiferente, pero nunca olvidado –por inquietante- punto negro, se desenvuelven las piruetas de Chago: visiones rapidísimas, como de otro Casal, el que sí realiza un exotismo cotidiano, visceral, imantado, con un olfato infalible, por lo raro, que es siempre la entraña de lo real. Un barroquismo de lo visceral, entonces. La marginalia de la realidad. Todos los alrededores de una ciudad casi mítica, por ubicua, que está y no está. Un leve guiño a la realidad para que nunca falte el pasaje hacia el país de al lado. Entonces hay que fumar, hay que comer, hay que singar, hay que vivir la música, las imágenes insaciables, hay que coger la realidad, manosearla, como si fuera una mezcla de todos los sentidos: los alimentos terrestres. El mundo vital confundido, mestizo, de lo sagrado Hay que emborracharse, anegarse, inundarse con todas las imágenes. Imágenes liberadas de toda tradición, de toda jerarquía. Como un conjuro, un tributo a dioses desconocidos, para permanecer siempre en la noche, para que no termine nunca esa extraña intensidad. De esa alquimia insular, se destilan sus poemas, como un polen náufrago, un residuo, un don oculto. Tienen que ser cantados, dichos, susurrados. Su oralidad es innata. Chago siempre es el pre o el pos, la víspera o la postrimería, de ese Hombre Nuevo que le profetizaron a su generación. Un más allá o un más acá. El se ocultó en la fiesta, en la noche, en una alegría natural, casi infantil. Con una delicadeza en la obscenidad, hizo de los márgenes un reino incorruptible. Siempre exiliado del centro, en una isla a la deriva, en la resaca, como un clown. Ante esa imagen bárbara, goyesca, el Hombre Nuevo es como un hombrecito patético, kitsch estéril. Poesía, pues, la de Chago, auténtica, rota, inacabada, con un ritmo interior antiguo, casi salvaje, que escapa siempre hacia la oscura pradera, hacia la otra noche, hacia la otra ciudad.

lunes, 21 de enero de 2008

DE CUANDO La Baronesa Tissén SE ENCADENÓ A LOS ÁRBOLES DEL PASEO DEL PRADO. FRENTE POR FRENTE A SU MUSEO

DE CUANDO La Baronesa Tissén SE ENCADENÓ A LOS ÁRBOLES DEL PASEO DEL PRADO. FRENTE POR FRENTE A SU MUSEO

Ninguno de estos será un Mango. Una Ceiba. Ninguno será una mata de Mamey Colorao. Tampoco hallarás más que gorriones / sucias palomas. Árboles para apalear hollín / mirar algún mendigo dar de comer a sus perros y recostado

Para escondite de negros africanos. Árboles para que mi hija sepa que hubo una vez tales rarezas.Para que la Baronesa realice su ejercicio glorioso

sábado, 19 de enero de 2008

En Mi Onomástico...

Hoy es día de mi onomástico y voy despacio para llegar a la noche. Que me conozco. Hoy me iré a ver a mi vecino Antonio Serrano al Café Central, y luego siempre hay varias opciones. A todas están invitados.

Para la semana entrante, dos escritores más. Grandes visitas se aproximan a los predios de Efory Atocha, que le pese a quien le pese, está al borde de su primer año de vida y por el que han pasado unos cuantos escritores, ensayistas, poetas y pintores, fotógrafos y anónimos.

Feliz fin de semana.

Sanos humos.
EA.

viernes, 18 de enero de 2008

Aloyahé. Un Poema (inédito) de Ana Mireles


"Aloyahé"
, Un Poema Inédito de Ana Margarita Mireles


Aloyahé, te he visto y si aún no he cantado es porque el silencio extiende la maravilla.

Aloyahé espejo. Tu paso de latir a ciegas fue lo que trajo tus ojos abiertos a la luz. Tus ojos que recuerdan la próxima certeza de lo insondable.

Aloyahé, hermano en el intento. Sé que me llamas.

He tenido tantos rostros, Aloyahé, ¿cómo me reconoces? ¿Y cómo muestras posibles columnas sobre la paz del lago? Pilar y dintel, entiendo cómo el mundo descansa sobre tu espalda, de tierra y agua yo, un rostro familiar naciendo entre tus manos.

Tú que preguntas por los símbolos, tú que no quieres adelantar un remo sin sentido, bien puedes alejarte. Cierta dosis de abandono, alguna que otra ausencia de estrellas, es suficiente para encontrar otra joya en un arcón aparentemente agotado. Marca la distancia como un círculo, perfecto en el recuerdo de cada transformación. Todo Aloyahé, todo es una cuestión del tiempo.

Y es así que el instante detenido y los cuerpos que propician el viaje quedan ante la alternativa de puerta o muro. Solos cada cual y su recuento.

El primer día hay una fiesta en la ausencia de color y hay una flor muy blanca recibiendo invitados. De repente entra azul frío viento y caprichosa llovizna. Cambia plata en oro y uno en humo de acercamiento. Igual penetrado por el tiempo el día se contrae y se dilata hasta el dos que surge como clave posible de la cábala. Se hacen pedidos y juramentos.

Dos primero al alimento y casa que se levanta. Es la batalla del gris que siente la amenaza de ser invadido por el blanco. Busca noble alimento que ese polvo erosivo que hay en cada comienzo es más bravo que la ausencia de color, todo lo gris defiende con valor su derecho a la inercia.

Fíjate cuánto verde dice que los muros están cambiando y así llega el tres que es domingo con agua. Equilibrio, descanso y reflexión. Y sigue la barca como la luna en el cinematógrafo, belleza en toda tendencia del lenguaje. Es el cuarto día, hermano, aquello que se expresa y te lleva al quinto comienzo del dolor. Por suerte hay sol y el ánimo se regala en el invento. Entonces surge un lecho en el centro de la muerte y la nueva vida.

Hay cosas que hoy no puedo recordar, Aloyahé desde que entró mi suerte y tus ojos recibieron la muerte que me llegaba regida por el vientre. Es la misma batalla, muerte y vida, el signo espejo que llevamos. Que me hagas tú dormir protegido por un planeta más que amoroso. Esta armonía no es fácil.

Nos tocaba el silencio. ¿Y cómo otra vez lo oscuro después de haber visto la luz? Acaso es otra prueba de péndulo. La infancia dura siete días y termina en una mezcla de sangre y risa. Es cuando el Mundo me habla de ti y pide que me detenga. Descubro que soy fuerte porque igual renuncio y el día de partir te despido en la puerta con una historia pendiente. Dime, Aloyahé, ¿dejamos de ser niños para siempre?

Cuando me veo separada voy al mar, ese ocupado cristal de los orígenes, o traigo el mar en forma de faro porque hay sueños en soledad con vastos horizontes. El mar y el faro traen otras imágenes donde el alma aprende y conjura. Esto es ausencia, Aloyahé, ausencia de ti mismo.

Dime cómo defiendes tu libertad y sabré dónde reinas. Y si eres rey son cuatro tus aspectos:

Cuando ves acercarse la serpiente y sigues sonriendo.

Cuando escuchas la serpiente y sigues tu propio rumbo

Cuando danzas con la serpiente a pesar del miedo y la decisión.

Cuando tú y la serpiente se amigan y no se confunden

Miro pájaros con esta mente de ánfora a ver cuán lejos llega mi respiración a pesar de la niebla implacable y el polvo del camino. La tristeza no hace milagros. Pero el afán de vuelo es como Dios, perdona sin piedad cada transgresión de límites.

¿Es cierto, Aloyahé, que la quietud del corazón no siempre es síntoma de muerte? ¿Y por qué cuando cae la primera pluma del ángel no puedo yo tocar tu corazón? Cae un pedazo de ángel y corto la noche a sobresaltos. Entonces miro pájaros en el amanecer y el ángel me recuerda el quieto corazón, más poderoso que la nieve.

Una mujer extraña dada a la armonía y el cambio es como decir lo que cubre el abismo es un arpa.

Una mujer extraña sola sobre una cuerda es como decir vive lo invisible y avanza. Que la descubras y quieras tocar su oscuro es como decir donde comienza la luz todo el peligro acecha.

Allá en el colmo de la aventura eres recibido, Aloyahé porque mientras la cuerda se sostenga es como decir alguien riega las plantas, que es como decir una mano en el arpa avecina la lluvia.

Entre quien eras antes de nacer y quién seré después de morir hay una semejanza inédita, un hermoso juego de sombras. Por ejemplo paseo con llave de cambio, sin dura licencia en la cabeza. A mayor velocidad el juego se ralenta. Cuando cuentas tus historias sé que vas a morir y que yo aún no he nacido. Acuérdate inmortal, el corazón vacío.

¿Qué es la duración de un planeta sino su órbita, serena ley? Es por eso, inmortal, que habiendo entrado a este mundo olvida la intensión y abandona el propósito. Incluso así hay pocos planetas seguros y ancha es la Vía del Universo. Hijo de la cautela, baila con sigilo entre máscaras no vaya a ser que expongas piel cuando el granizo se refiere a las heridas del cielo. Incluso así, celebra; conciencia de ley conquista libertades.

Hablas de un viaje como alcanzar nueva órbita y digo yo que un gesto amable siente cielo y tierra sin distancias. Sabemos cuánto puede un beso de amor y el cetro del amor y el trémolo que se escapa cuando pronuncias órbita después de hacer elipse con raras estaciones.

Cuando el espejo persevera la imagen se unifica. Entonces miramos dejando que ayude Dios, ojo en el ojo y serpiente en el abismo. ¿A qué puede llamarse realidad y a qué fijeza?

Lo que aligera el paso de la repetición es la risa. Ríe y se vulnerable que es muy difícil despertar guiado por la máquina del tiempo. Así aquel que no posee aprende a vivir mientras el fuego crece y las minas se derrumban. Ligero, más ligero que un punto a la Suprema Escucha.

Toda la potencia del Azul se transparenta en una ola. Tú, viajero que ha marcado el mar de tanta aspiración a los orígenes, sabes que una ola como un anhelo se levanta y puede ser el viaje perfecto hacia la orilla. Aloyahé, certeza en la potencia, vienes de una raza que aceptó el mar con el mismo corazón del misterio.

El tigre provoca con su lengua la puerta del Maestro de Samos. Dialéctica, Armonía y Ciclo Numérico. El cuerpo, Aloyahé, se inicia con bautismo de aguas minerales. Eros ve una mujer extraña que le recuerda un arpa en una cola de pez llevada hasta una isla donde juega el sol como hijo único. No importa desde cuándo existe la leyenda; confirma realidad, que es la sorpresa.

¿Y quién va a decir que el amor no es solo eso que dice? Una verdad como la experiencia, canción de la fiera calma. Así por colmar el tiempo, se pronuncia extasiadamente Sólido Platónico. El tiempo no es más que el transcurrir de la metáfora.

El muerto que serás cuenta estrellas en un cuenco cósmico. Yo que juré quererle he decidido que vivamos.

Recientemente se le habló con voz muy queda, humo en la tertulia de la luna. La muerta que seré iba de ojos radiantes, su historia es simplemente un velo ingrávido, no obstante mostró bellas fotografías de un anciano en un jardín. Mojé sueños y ofrecimientos porque la luna no cesaba. Luna, tiranía del agua.

Aloyahé, confianza es orden oculto en un salto inmortal de paradoja. Y como todo oscila, miedo al miedo se deshace con afán de comienzos. Así puedo ver la aguja en el mar y la verdad en tus ojos. Ante la duda un puente. Ante los decorados paisajes y mapas, un solo espectador haciendo el Universo.

Si digo no, es que no cruce un sable por la seda. Seda cortada: agua salada. Una trama tan fina porta su propio filo, ¿para qué contradecir la Mano que dispuso el tejido en la variable cadencia del aire?

Un rostro es la presencia del alma donde unos ojos quiebran infinitos y una boca se deslía sobre la fuente como un animal armónico.

Un cuerpo, una muralla, exótico espejismo ante el diamante. Mil apetitos buscan trono adecuado. ¿Alguien quiere blanquear el oro del otoño? ¿Puede alguien impedir que el alma provoque una orquídea en la muralla?

A la vista de un cuerpo sin rostro un punto de fuga cierra el círculo. Y puede ser la fuga tan extensa como el abismo que separa. ¿Qué es lo que salva el cuerpo dividido entre la magia y la lujuria? ¿Acaso no es lo mismo que una vez prendió esa luz como dos ojos? Palabra de fuego.

El mismo amor conjunta a Dios y al Hombre, bestia en la mirada angelical de Fortuna. Une, comprende y juega, llama feliz del eterno inocente, que entre la comprensión y el viaje hay un párpado azul. Lo que dura el amor.