jueves, 26 de febrero de 2009

Prosas: José Antonio Parra

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----------------Prosas inéditas

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Por José Antonio Parra

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Usted recorre con suavidad la avenida que lo conduce de uno a otro sitio sin saber que en el trayecto pedazos suyos van quedando desperdigados y que hay un montón más que le siguen mientras camina por pasillos en split, mira mundos que se abren, seduce con suavidad y mientras tanto practica el vacío, sigue por la avenida, el rostro extraviado de los viandantes, las conjeturas de las personas conglomeradas en la esquina, el cielo azul, cielo terracota que te diviertes con nuestros dramas y platicas al azar.

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Ondulante: va y viene y está y no está, carece de forma aparente y de unidad definida, no le puedes asir porque así te lo recuerda el pensamiento pitagórico y camina contra la ventisca imaginaria, los convidados muy sorprendidos sonríen intermitentes, las gradaciones de color se van con suavidad de un extremo a otro, de tal suerte que lo que antes era verde se torna en un rojo saturado, intervención inefable del tiempo, un tiempo que la hace, que le permite establecer matices y vibrar sobre cualquier plano o superficie corporal. Dimensión de la coexistencia que se refleja en mundos vecinos, y mientras tanto el ser cuya existencia referimos se ha vaciado en el no ser; el contenido sin continente.

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Vibración: intervención practicada sobre la atmósfera de tal manera que ésta se desplaza con rapidez de un universo psíquico a otro, en un movimiento corto, aun más impreciso que el de lo ondulante, y nos vemos cerca y lejos y así es el ritmo de nuestras metáforas, uno que pareciera estar destinado a mundos que no comprendo tanto como desconozco este desde el que te hablo.

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Hombre sagrado: estado que consiste en un fuera de sí absoluto. Carencia plena del deseo. Uno se vuelve lo otro, una realidad simbólica e inconsciente. Nada existe y nada escapa al tambor creciente de la mañana, a su ascenso, a su mirada extraviada y a la vez penetrante, nada escapa a este estado, su plenitud es fácil y simple. Su retorno a lo Uno ya ha tomado lugar en un plano imaginario. Al adquirir conciencia real de que se es parte de lo Uno, su contenido se vacía en lo otro, quedando sólo la forma animada, esto es la imagen, en multiplicidad de mundos, en este mundo infalible, en tu mirada perpleja.

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Singularidad: en términos de lo que puede ocurrir, es lo menos esperable, un grado dentro de la realidad insólita. No obstante, aparte de todas las significaciones que a ésta se le pudiere dar, bien como la singularidad Dios dentro del acontecer universal o, el propio momento del estallido primigenio no dudamos en afirmar que no hay nada improbable. Sin embargo para los comensales debo aclarar que en este caso se debió a ella este revuelo en el lugar de los encuentros, en el momento que silbó contra un cielo esmeralda y sus ojos miran.

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--José Antonio Parra, (Caracas, 1969) poeta, ensayista y editor. Tiene publicado el poemario "Grado superlativo", así como también ha escrito un libro inédito de ficción en prosa titulado "Desde la elasticidad del párpado" y una serie de poemas, en los últimos años, que se mantienen en el territorio de lo inédito. Ha sido publicado en diversos medios de cultura, tanto impresos como en la red. Ha hecho crítica de arte y su búsqueda; en lo referido al pensamiento, está orientada hacia el misticismo y el trascendentalismo. Siempre se ha mantenido al margen pero no indiferente. Coordina la revista digital, La Casa Azulada.

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Otras colaboraciones de JAP., en Efory Atocha
: Aquí, Aquí, Aquí...

martes, 24 de febrero de 2009

Ángel Escobar: poemas

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Tres poemas de Ángel Escobar
------- (Cuba: 1957 - 1997)

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-------Llegan

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Que mueca así quedar con esta sombra

que me da por la cara cuando salgo

por esta puerta en que se abrilla el límite,

que me da por la espalda en cuanto entro

por esta puerta en que se anubla el círculo

abierto hasta no ser sino sólo este

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golpe!

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Oh, rostros que olvidé que me olvidaron.

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-------La edad

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Alicia, ya Lewis Carrol te dejó. Y ahora,

ahora eres tú quien corre, la que indaga

debajo de una piedra. Hay manchas

y límites torcidos. Hay otra imagen y otra,

y hay otro espejo y rostros y muñecas

recitando una historia de borrachos.

Hay gorriones -una vez vi un candil- y hay

ómnibus apáticos.

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Domingo. Dominó. Domino. Deus.

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Blanca, Blanca Armenteros,

Alicia te dejó.

"Toma tu píldora" ,húyete

me dicen.

-Di el paso al frente y ahora

ya está

dado

-----al frente al frente

-----al lado al lado

-----al frente al frente al frente

-----al lado al lado al lado

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Blanca, Blanca Armenteros.

Ya Lewis Carrol qué sé yo.

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-------Hospitales

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Yo vi a Rimbaud amarrado en una cama

y al Papá Protagónico amarrándolo duro,

y su piyama, soltándolo -gritaban y se soltaron

los huesitos vírgenes con doctores soplando

el fagot roto,

se quebraron los vasos, las persianas, los símbolos

y luego cada cual según su síntoma

le llegaron su píldora, sus ojos, su cuaresma.

Era el año bisiesto de estos días de Marzo y vi

como se ahorcaba al chivo en un pedrusco.

El choncholí explotando su cercado, y él sentado

mirando por arriba-

responsabilidad y culpa a los teléfonos,

a los viejos modales de los jueces

y a sus hijos. Yo vi a Rimbaud escupiendo

en una cesta de ojos bien templados,

y sanos como agujas. Lo vi "No me

arrepiento". Estoy tranquilo, soy

el escriba, el buey

que no ha tenido nada. Estoy tranquilo.

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Ángel Escobar Varela. Poeta, narrador, dramaturgo (Guantánamo 1957 - Vedado 1997).-

Poemas del Libro, Abuso de Confianza, de 1992.
Imagen tomada de Internet.

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lunes, 23 de febrero de 2009

"La Tabla": por Luis de la Paz

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La tabla

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----------Por Luis de la Paz

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El primer contacto que tuve con Armando de Armas fue a través de su literatura. Llegó a mis manos Mala jugada, su primer libro de relatos. Portada verde, dedicatoria a su mujer, padres e hijos, para que no quedara fuera nadie importante de la familia. Pero también “a los que no se envilecieron”, a “un caballo negro que a golpe de espada avanza hacia la luz”; también a “aquellos que hicieron de mí un marginal”. La contratapa mostraba un hombre sonriente, de aspecto alegre, muy bien plantado con saco y corbata. Un retrato que no transmitía marginalidad alguna, sino más bien rigurosa compostura. Mientras más palpaba el libro se me revelaban otros detalles curiosos. Varios relatos estaban escritos en bloque, en una pieza, apenas comas y puntos y comas para separar las oraciones. No había punto y seguido. Difícil estructura, me dije, mientras pensaba lo trabajoso que podría ser mantener la energía de la composición sin dañar la narración. El regreso de Osvaldito El Loco, Como un pavoroso caballo que les viene encima, eran algunos de los títulos que llamaban mi atención. Otra vez la contratapa: “La novela La tabla y la colección de cuentos Mala jugada logran pasar al lector el conocimiento y hasta las emociones que conforman el horror de la sociedad cubana”, señalaba con acierto una nota firmada por Juan Manuel Salvat.

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Esa fue la primera vez que tuve una referencia sobre La tabla.

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Luego supe que Mala jugada se presentaría en la alcaldía de West Miami. Delicado lugar para una literatura irreverente y provocadora, me dije, pero allí estuve, y allí vi y escuché leer por primera vez a Armado. Volvía a vestir formal, saco blanco, corbata roja, parecía más un Yarini, que un escritor marginal. Leía despacio, oraciones cortas, dibujando en el aire el ritmo que le imprimía a las palabras que articulaba resaltando los adjetivos con fuerza. Con dos dedos extendidos y produciendo un giro de la mano, abría y cerraba numerosos paréntesis.

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Cuando terminó de leer, conversó con el público y se refirió a lo que denominaba su más ambicioso libro, La tabla, una novela de mil páginas, “escrita en un sólo párrafo”, decía sonriendo con malicia, es decir, de nuevo, como en algunos de los relatos de Mala jugada, se volvía a repetir una estructura en bloque, sin interrupción. Esa fue la segunda vez que escuché mencionar La tabla (que ya se convertía en una curiosidad) y la segunda vez que me preguntaba: ¿cómo lo habrá hecho? Si para mí unos cuentos de 10 o 12 cuartillas, me parecían un desafío tremendo escribirlo con mínimos signos de puntuación, la idea de una novela de mil páginas con semejante estructura iba mucho más allá. No era que se tratara de algo original y nunca antes visto. No. Existen novelas memorables como Las puertas del paraíso del polaco Jerzy Adrezejewski y el famoso monólogo interior de Ulises, la gran pieza de James Joyce –éste último sin ni siquiera comas o puntos y comas–, por sólo citar dos ejemplos bien conocidos. Pero la peculiaridad de la novela de Armando de Armas radicaba en que nuestro autor caribeño se extendía por un millar de páginas.

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Tiempo después de La tabla se habló hasta la saciedad en largas y madrugadoras jornadas donde botellas de vino, rebanadas de salami y lascas de queso, marcaban el ritmo de las tertulias. Cada vez que Armando hablaba de su monumental y peculiar novela, creaba más expectativas, hacía crecer la curiosidad entre los contertulios. Se refería al complejo proceso de escritura a finales de los años ochenta, a las dificultades para esconderla de la policía, a las peripecias para sacarla de Cuba clandestinamente. Detalles que luego aparecieron en Crónica de la escapada, un extenso artículo que escribió para una publicación en Alemania: “Bajo fuego de ametralladoras, la noche iluminada por las balas trazadoras, y braceando a lo loco en medio de las olas luego del hundimiento de la chalupa que nos conducía al barco en que escaparíamos de Cuba, yo, que me las doy de valiente pero que apenas sé nadar, no pude sostenerme en la superficie cargando con el pesado manuscrito que portaba convenientemente envuelto en plástico dentro de una mochila y, ante el dilema de vida o manuscrito, solté el manuscrito, y entonces ocurre que Mimí (mi mujer) que no se las da de valiente pero que sí es una excelente nadadora, logra la hazaña de rescatar el manuscrito de entre las olas y, con el mismo a la espalda, llegar hasta el barco para ambos escapar a tiempo de las tropas guardafronteras, del fuego de los guardafronteras, de la muerte, de la isla en suma”, apuntó en uno de los párrafos.

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A pesar de mi interés y numerosas insinuaciones, Armando nunca me dio a leer el manuscrito de La tabla. He tenido que esperar más de una década para leerla y puedo decir que si la espera no se justifica de ninguna manera (ni tampoco la actitud del amigo), sí valió la pena la lectura de esta excelente novela que hoy, además, tengo la oportunidad de presentar junto al autor y al amigo Armando Álvarez Bravo.

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La tabla recoge las vivencias de Amadís, Amadís Montalbán, tal vez el alter ego de Armando de Armas. Y como la vida misma, es una pieza que se mueve como una espiral ascendente, un torrente de ideas, reflexiones, lecturas, vivencias. El flujo de la memoria, más que de la conciencia, el gran monólogo (que no cesa hasta la muerte) que acompaña a cada individuo durante su existencia. Eso explica quizás que la única forma de escribir La tabla fuera así, sin interrupción, sin rompimientos, sin estorbos.

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En la novela los personajes, los abuelos, sobre todo la abuela que guía la infancia, aparecen y ocupan su lugar, señalan los caminos por los que se transita, pero no tienen formas, de ellos no hay apenas descripciones, son como sombras vivas, fantasmas que transmiten el conocimiento, dando pie a reflexiones, valoraciones que casi siempre rondan el tema de la libertad, dejando claro que la esencia de todas las posibilidades del hombre ante su destino tiene como ineludible camino el de la libertad.

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El autor ha tenido la oportunidad de leer su libro y trabajarlo hasta el cansancio. Eso es evidente, la primera versión está fechada en 1990 y la última revisión, en marzo del 2008, poco antes de emprender el camino editorial con la Fundación Hispano Cubana, en Madrid, España. Es un texto bien cuidado, fiel a una época en muchos aspectos, revelador en muchos otros. De las mil páginas originales desaparecieron varios centenares para quedar comprimida en un texto de 440 dividido en dos partes. Se agradece el respiro. De cualquier manera es un desafío para un escritor un libro semejante. Armando lo consigue. Sin duda pudo mantener ese exigente ritmo, gracias al oficio literario como lo ha demostrado tanto en Mala jugada como en su otro libro de cuentos, Carga de la caballería. La musicalidad de la narración, la cadencia de las palabras, dan significación a una parte importante de los relatos.

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Pero, ¿de qué trata La tabla? De nada. De todo. La tabla es un fresco de una familia, de un pueblo, de una ciudad, de un país, donde el tiempo, individual y colectivo, avanza o retrocede en torno a Amadís. Es curioso percatarse que la novela comienza fuera del libro. Cuando uno abre la primera página ya la novela tuvo sus inicios hace rato. Lo único que podemos hacer es dejarnos llevar por aquel torbellino, incorporarnos sin hacer preguntas, con curiosidad. Las primeras palabras que nos encontramos son “la pistola”, así en minúscula. Una “pistola entre la pelvis y el calzoncillo”. Ese es el punto donde convergen lector y texto. Se unen y ya no se sueltan hasta la palabra “tren”, el primer respiro que nos brindan. Hay en ese momento un rompimiento de tiempo y de espacio hasta que nos adentramos en la segunda parte que arranca con un show, nada más y nada menos, que con Otro amanecer de Meme Solís. Y así seguimos, ya sin descanso, ya sin aliento, hasta brincar el charco, “que Amadís miraba con una sonrisa; medio-sonrisa, medio-mueca; casi feliz”.

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Ya dije que La tabla es un fresco de una familia, de un lugar, pero también y sobre todo, el reflejo de una nación y de una época. Es el testimonio de una niñez, de una adolescencia y una juventud vapuleada por las consignas –que la novela sabe recoger, mezcladas oportunamente con canciones infantiles, con rondas y expresiones del folclor popular–; víctimas del disparate elevado a la categoría de régimen social. La tabla es una novela escrita con las entrañas, desde la memoria, desde la marginalidad. Una novela cargada de símbolos, de numerosos guiños, de copiosas lecturas. Una novela mural, irónica, desfachatada a veces, tierna, cándida. Siempre auténtica. Un grito de libertad y una evaluación de la misma, desde la perspectiva de un hombre que le ha tocado vivir bajo un sistema represivo y colectivista. Por eso La tabla, hay que leerla como una enorme espiral, pero también como la serie de eslabones que tejen una cadena, en la que se hilvanan eventos y situaciones, entrelazan experiencias y deseos, convergen vivencias y aprendizajes, se funden lecturas y desafíos. Lo que me hace pensar que tal vez pueda ser ésta la gran novela de la revolución que todos estábamos esperando.

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Texto leído en la presentación de la novela en el Centro Cultural Español de Miami, el 17 de febrero a las 8 de la noche.

Imágenes cortesía de Armando de Armas.



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Algunos asistentes con el autor de La Tabla.



viernes, 20 de febrero de 2009

LA TABLA O LO TERRIBLE DE LA IDENTIDAD: Armando Álvarez Bravo

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LA TABLA O LO TERRIBLE DE LA IDENTIDAD



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Por Armando Álvarez Bravo

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Las tareas que esperan a los cubanos cuando desaparezca el totalitarismo castrista son tan complejas como esteparias. Será preciso reconstruir un país, una nación tanto material como espiritualmente. Ese renacimiento que pasa por el rescate y reconstrucción de una tierra arrasada sólo será efectivo cuando el cubano recupere algo esencial que le arrancó el ya geriátrico régimen. Y no hablo ni de techo, ni de cultivos, ni de fábricas, ni de escuelas, ni de hospitales, ni de infraestructura, todo aquello que es imprescindible para vivir, sobrevivir y desarrollarse. Hablo de su identidad. Porque el sistema, desde la toma del poder el funesto año de 1959, se empeñó, y no cesa de hacerlo, en despojar al ser nacional de su identidad más allá del tan constante como irreversible saqueo patrimonial. Así fraguó, y fragua a los impulsos de sus necesidades y caprichos, una nueva historia a la medida de sus intereses políticos y propagandísticos; adulteró nuestras más que centenarias tradiciones; hizo de la cultura un instrumento al servicio de la propaganda, el proselitismo y la represión y desgarró el tejido espiritual del cubano buscando destruir sus valores fundamentales. Así, la creciente metástasis del régimen de La Habana le ha asegurado un lugar de excepción en los anales del horror histórico-político contemporáneo.

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Llegado el ansiado momento en que los cubanos accedan a la libertad, la democracia y la justicia, será imprescindible rescatar nuestra verdadera historia, cultura y tradiciones. Estas han de servir para, desde el cabal rencuentro de nuestra identidad, entregarnos de forma fructífera a hacer encarnar de una vez la pendiente posibilidad cubana. En ese proceso jugará un papel fundamental la literatura. Es sabido que siempre se encuentra en los libros el más y los matices que a veces faltan a las páginas de la historia. Va de suyo que esto no será tarea fácil. Por una parte, la literatura cubana ha padecido tanto de censura como de la inevitable autocensura que se gesta en los regímenes totalitarios. De igual suerte, se ha perdido mucha obra legítima, mucha obra valiosa. También hay una amazónica literatura oficial de ínfima calidad y ninguna veracidad, que es lo único que a derechas llega a manos del lector en la Isla. Por otra parte, está la literatura que se ha hecho en el exilio, y la que escrita en la Isla ha logrado publicarse en el exilio. Una obra que no se caracteriza precisamente por la complacencia con el totalitarismo castrista. En ese conjunto habrá que buscar, desechando demasiada obra mala y mediocre escrita en las dos orillas, lo esencial al rescate de nuestra identidad y también lo que es eslabón fundamental de la continuidad de nuestra legítima tradición literaria.

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Armando de Armas es un narrador y ensayista que ha publicado dos libros de relatos: Mala jugada y Carga de la caballería y un ensayo: Mitos del antiexilio. Acaba de publicar en la Editorial Hispano Cubana la novela La tabla. Obra que aclara concluyó en la ciudad de Cienfuegos el 4 de mayo de 1990 y terminó de revisar de nuevo en Miami el 8 de marzo del 2008. En la nota de la contraportada se dice al lector: “El tema medular de su obra escrita pudiera definirse como la defensa de la identidad del individuo frente a las fuerzas del espíritu colectivista”. ¿Tengo que decir lo que es tratar de defender la propia identidad sumido en el horror del totalitarismo? Pienso que no. No somos pocos los que, fieles a nuestros principios, desde siempre encajamos ese certidumbre y deber en nuestra triste tierra tiranizada, como dijera el Padre Velásquez en los albores de la conquista y colonización.

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Sin lugar a dudas, La Tabla es un adentramiento en la identidad de un protagonista que conocemos en su niñez y abandonamos en su juventud. Una criatura que es presa de una angustia existencial porque se rebela contra la realidad totalitaria que determina sus jornadas y que, por otra parte, debe establecer para esa rebeldía y para sobrevivir un código de valores continuamente comprometidos por los embates hostiles de la realidad y por la ausencia misma de aquello que simboliza y comunica la esencia y sentido de los valores que deben regir la existencia. Es decir, estamos ante un ser humano despojado de asidero pero que sabe existe algo fuera de su alcance en su paisaje en que su vida puede tener un sentido distinto, otro tipo de gratificaciones que van más allá de las que logra atrapar precariamente desde su marginalidad.

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¿Podemos designar la vida del protagonista como un ejercicio del delirio en el delirio? Vayamos por partes. Si nos atenemos a la redacción del texto, el hecho de que La tabla, dividida en dos partes, pueda ser vista como dos únicos e inmensos párrafos, por una parte, y por otra, el constante salto en la escritura entre realidad y pensamiento, pasado y presente, inmediatez y referencias, voces desesperadas y alaridos, y tanto una sensualidad en que la satisfacción de los instintos más primarios es suprema justificación, aunque al cabo se inmense el vacío, son suficientes para establecer que Amadís es un condenado que aspira constantemente a su redención aunque hay etapas de su existencia en que sabe que alcanzarla es imposible.

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La tabla ─en que de Armas vuelca elementos de lo popular y de lo vernáculo, referencias muy elaboradas y no deja de mostrar que el humor y el placer clandestinos que participan de lo delincuencial son la única salida al alcance de los que como Amadís están atrapados por la maquinaria totalitaria─ es un discurso que se vuelca sobre sí mismo. Es decir, la cronología de la novela que es establecida por la vida de Amadís, por la misma concepción narrativa y verbal que le da el autor hace que ella se convierta en un texto caleidoscópico en que cada imagen se constituye en absoluto aunque un breve giro haga que los cristales del relato nos entreguen otra imagen bien distinta pero igualmente definitiva. No ha tenido miedo el escritor en usar este modelo narrativo, que no es exactamente un monólogo interior, para plasmar la existencia de un condenado por su circunstancia pero que, sin embargo, tiene la capacidad de soñar y desear, aunque todo lo mejor que pueda querer devenga frustración.

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La primera novela de Armando de Armas tiene la singular condición de que a pesar de no ser de fácil lectura por su estructura y por la configuración de su discurso, resulta efectiva y legible. Lo es precisamente porque establece que en una criatura de identidad comprometida, todo elemento, real o irreal, súbito o producto de la causalidad, delirante o elegíaco ─y hay en estas páginas una dosis de elegía de Amadís por sí mismo─, violento o menos violento ─y tengo plena conciencia del matiz que establezco─ podemos hallar elementos en que reconocemos al otro o a nosotros mismos, si hemos estados expuestos a un ámbito y circunstancias similares. Un espacio de horror y sordidez. Así, esta obra escrita por de Armas desde el cabal conocimiento del totalitarismo castrista por haberlo padecido, es más que un hecho literario. Estamos, desde la literatura sin peros, en el campo del testimonio singular, minucioso y aterrador de la tragedia cubana.

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Creo que La tabla es uno de los libros que servirán en ese futuro de libertad, democracia y justicia que no acaban de llegar a Cuba, para la tarea que señalé el principio de estas páginas: rescatar y redactar actualizada nuestra verdadera historia para que fragüe la pendiente posibilidad cubana desde el dominio de nuestra identidad personal y nacional. De igual suerte, creo que ilustra como para la voluntad creativa del cubano, y recuerdo que esta novela se escribió en la Isla, no hay ni terror ni represión que valgan, sean cuales fueran los riesgos y las consecuencias. Por eso La tabla es un libro que recomiendo al curioso lector.

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Texto leído en la presentación de la novela en el Centro Cultural Español de Miami, el 17 de febrero a las 8 de la noche.

jueves, 19 de febrero de 2009

Referendo en Venezuela: de cara al decimonónico

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Referendo en Venezuela: de cara al decimonónico

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-----Por José Antonio Parra

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La situación venezolana no es de fácil análisis; más allá de los resultados del referendo aprobatorio al que Chávez sometió a la ciudadanía (haciéndonos incurrir a todos los votantes en graves delitos contra la constitución ya que ésta impide que una misma pregunta sea hecha más de una vez en un mismo período presidencial como, en efecto, fue realizada en el año 2007) nos encontramos frente a un pueblo sin ninguna conciencia ciudadana, un país dividido cuya mitad busca salidas democráticas novedosas y cuya otra mitad se apega a un caudillismo con tintes decimonónicos y matices nazi fascistas disfrazados de socialismo.

Ahora veamos los eventos en su secuencia diacrónica: a raíz de su derrota en el año 2007 y la simbólica derrota en las elecciones regionales del año 2008 Chávez da instrucciones a su sumisa asamblea para que ésta convoque un referendo aprobatorio, esta vez los mecanismos son expeditos a diferencia del llamado que la oposición hiciera años atrás a un referendo revocatorio. La velocidad con que esto fue hecho responde en parte a que Venezuela espera un crack económico para el mes de marzo por el déficit presupuestario debido a la caída de los precios del petróleo que no fue considerada en el presupuesto. Inmediatamente todos los recursos del Estado se pusieron al servicio de una campaña goebbeliana que incurrió en graves delitos electorales; a saber de aproximadamente 247 horas utilizadas por el presidente mediante cadenas de radio y televisión, propaganda en organismos gubernamentales y el metro de Caracas el cual pertenece al Estado y, todo esto sin contar el rumor de que el viernes antes del referendo se hizo un depósito misterioso a una parte de los empleados de la administración pública de unos 300$ (así puede tener el lector una idea de cuánto cuesta una conciencia en Venezuela por estos tiempos, de modo que aproveche la oportunidad de adquirir esclavos venezolanos; eso si, no tan a la altura de la moda romana).

Con toda la situación anteriormente descrita las encuestas empezaron a dar resultados cruzados con una tendencia a favor de la opción de Chávez; las últimas que se obtuvieron la semana antes del referendo y correspondientes a mediciones de enero arrojaban un resultado de 50.9% al SI contra 49.1% al NO con un margen de error de 2.3%. Las grandes ciudades mostraban una clara tendencia a favor del NO mientras que en las zonas rurales se imponía el SI.

El día de la infamia

El domingo 15 de febrero no mostraba el clásico caos de otros procesos electorales, fue un día tranquilo, en los centros de votación todo era sumamente rápido; claro, por supuesto que hubo los típicos abusos por parte del oficialismo; el gobernador chavista de Anzoátegui Tarek William Saab rompió la papeleta electoral y se le permitió votar dos veces al igual que al ciudadano Aristóbulo Istúriz miembro del PSUV, estos hechos fueron cometidos en flagrancia y frente a las cámaras de televisión lo cual constituyó noticia criminis, no obstante ninguno de ellos fue detenido como ocurrió con otros ciudadanos que rompieron las papeletas dado que éstas no reflejaban la opción por la que habían votado. Con el mismo espíritu de amedrentamiento fue allanado, por parte de la policía política, pistola en mano, el comando estudiantil. Ya hacia el mediodía comenzaron a tenerse noticias de los exit polls que daban como triunfador al NO, se difundieron de boca en boca unas extrañas páginas de Internet que dieron como ganador al NO hasta el cierre del proceso en donde la curva extrañamente se cruzaba apareciendo la opción SI triunfadora con el 53%.

A las 8 de la noche la información era completamente cruzada; había rumores de todo tipo; a través de mis fuentes me enteré que Chávez se encontraba festejando de antemano en palacio junto a su grupo de secuaces, tales como Ramiro Helemeyer, convicto por terrorismo en la década de los noventa y Juan Rodríguez Reggeti, ex novio de Alicia Machado y personaje que forma parte de la tribu jurídica chavista imperante en el país. Del mismo modo estaban muy activos personajes como el pseudo Goebbels sirio del chavismo Aran Aronian, responsable de buena parte de la estrategia propagandística chavista, hombre detrás de Tele sur y de quién sabe qué contactos con grupos del medio oriente. En este preciso momento mi fuente me informó que de la sala situacional chavista se desprendía un resultado del SI sobre el NO por unos 10 puntos, algo mucho más allá de lo que arrojaban las encuestas más favorables al gobierno en días anteriores.

A las 9:30 de la noche el arbitro electoral dio resultados que correspondían exactamente con los de la sala situacional de Chávez. La gran sorpresa fue que, pese a la importancia de esta elección, la abstención se situó en un 30 %; esto puede dar una idea al lector de aquello a lo que me referí al comienzo de esta nota: Venezuela es un país sin conciencia ciudadana, una vulgar república bananera con un dictador bufo folklórico y ridículo donde se exporta dengue, fiebre amarilla, malos servicios y por sobre todo inseguridad. No hubo mucho más que pensar; al día siguiente, varios de mis allegados se encontraban comprando pasajes para emigrar de Venezuela, conversé con una que otra persona y llegamos a la conclusión de que Venezuela es un país con una patología masoquista, ávida de ser dominada y de que, seguramente, veremos a Chávez el resto de nuestras existencias temporales sin que sea castigado por ninguno de sus crímenes.

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José Antonio Parra, (Caracas, 1969) poeta, ensayista y editor. Tiene publicado el poemario "Grado superlativo", así como también ha escrito un libro inédito de ficción en prosa titulado "Desde la elasticidad del párpado" y una serie de poemas, en los últimos años, que se mantienen en el territorio de lo inédito. Ha sido publicado en diversos medios de cultura, tanto impresos como en la red. Ha hecho crítica de arte y su búsqueda; en lo referido al pensamiento, está orientada hacia el misticismo y el trascendentalismo. Siempre se ha mantenido al margen pero no indiferente. Coordina la revista digital, La Casa Azulada.

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Otras colaboraciones de JAP., en Efory Atocha
: Aquí, Aquí, Aquí...

miércoles, 18 de febrero de 2009

Recital en el Libertad 8

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Hoy Miércoles 18:
yema con fe
Único recital de poemas de:
Jorge Luis Arcos y Santiago Méndez Alpízar

Con la participación especial del cantautor, Julio Fowler y la violinista, Gladys Silot

El 18 de Febrero a las 21:30 lo podrás ver en Libertad 8

martes, 17 de febrero de 2009

Ernesto González: poemas

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Tres poemas (inéditos) de Ernesto González
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---------Habana

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Estos son los fragmentos que nos unen

las calles de La Habana llenas de olor a orine

los balcones desprendiéndose del solar

la calle Reina buscando entre columnas al Parque de la Fraternidad

la ruta 34 el mono que nunca llega

el Capitolio tan inmenso tan inútil

Estas son las historias que nos atan

Infanta y Belascoaín besándose sin pena alguna

Mañach definiendo nuestro gusto del choteo

nuestro miedo a ser profundos

nuestro rechazo a lo solemne

trompetillas pa’ ti mi socio

Nicolás recitando su poema a Jesús Menéndez

Lezama perdiéndose entre caracoles (ah que tú escapes)

El grito desesperado de la rumba habanera

El caballero de París asomándose por cualquier esquina

Las palabras de Chivas retumbando vergüenza contra dinero

luego un disparo mortal

la historia de Cuba está llena de muertes inútiles

Martí cayendo sin vida de su blanco caballo

los ojos de José Antonio llenos de temor ante las balas

morir por la patria es vivir en los libros de historia

Carpentier arrastrando sus erres desde París

él era el verdadero caballero de París

Maceo protestando en Baraguá

Bola de Nieve cantando drume negrito

Lecuona amando a un Siboney

El Malecón protegiéndonos

resguardándonos

La calle Obispo y su Moderna Poesía

el monumento a Albear

que nos trajo el agua para purificarnos

Cirilo Villaverde y su Cecilia

debatiéndose entre dos hombres

el Maine que explota

el Diario de la Marina que publica

Miguel Matamoros que canta

la Caridad del Cobre que observa

Estrada Palma Menocal Machado

Prío Socarrás Batista Fidel

Cuba que salta Cuba que explota Cuba que desperdiga

sus hijos por el mundo

Pero La Habana nos une pero esos fragmentos regresan a su imán

nuestras memorias no son tan baldías como nuestra historia

la memoria nos sacude

lo que somos es lo que recordamos

esas piezas arman el rompecabezas

En Madrid en Nueva York en Miami

en Ciudad México en Estocolmo

eso somos

somos algo que escapa a la política

esa mierda que merece nuestra más vital trompetilla

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Ron-roneo

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El ron es claro y precede

las más enajenantes ensoñaciones.

El ron está a mi lado, como un amigo más

que regresa de la guerra

preguntando sobre el pasado que no vivió.

Un vecino pone música bien alto

y me ayuda a escucharme a mí mismo

y a tomarme este trago amigo.

Día gris, de viento de sur,

de velas encendidas y codornices degolladas.

Su hambre para alimentar las esperanzas.

El fuego para iluminar el camino.

Dentro de poco sólo oiré la ronca voz

de mi alma, algún que otro

versículo sagrado, y el alentador olvido.

Dentro de poco ya ni veré

ese claro ron que precede

las más enajenantes ensoñaciones.

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La montaña rusa

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Ya no espero más:

nada cambia y yo muriendo

en dolores sucesivos.

Esto ya lo conozco, ya lo vi antes,

ya lo escuché, ya estuvo en mis pesadillas.

Es recurrente como la luna,

una historia alargada sin fin,

un capítulo que no se cierra,

que se abre al infinito

como una rosa inmortal.

¿Hablar entonces de qué?

¿Con quién? ¿En qué idioma?

¿Cambiar la realidad

o cambiarme de realidad?

Nada cambia, nada nunca puede cambiar,

sólo unos pocos colores, unas palabras,

alguna que otra ceremonia,

pero todo es lo mismo al fin y al cabo.

Estoy aquí

aunque confieso

que no sé lo que esto significa.

Ya no espero más.

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Ernesto González, poeta cubano residente en los EE.UU. Los poemas aquí publicados fueron escritos en Cuba. Coordina el blog Ernesto´Page

Foto tomada de Internet.

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Aviso e invitación:Yema con fe

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Único Recital de poemas de:
Jorge Luis Arcos y Santiago Méndez Alpízar

Con la participación especial del cantautor, Julio Fowler y la violinista, Gladys Silot

El 18 de Febrero a las 21:30 lo podrás ver en Libertad 8

lunes, 16 de febrero de 2009

Bachelet vino a La Habana

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Bachelet vino a La Habana

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-----Por Luis Cino

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LA HABANA, Cuba, febrero - Lo más positivo del viaje a Cuba de la Presidenta de Chile, Michelle Bachelet, fue su participación en la Feria del Libro de La Habana. Al menos, tendremos el gusto de darnos un atracón con la poesía de Huidobro, Neruda y otros. Por ser Chile el país invitado este año, la editorial Arte y Literatura puso a la venta antologías con lo mejor de la literatura chilena y el Libro Mayor de Violeta Parra.

La Presidenta chilena asistió a la inauguración de la Feria el 12 de febrero en la fortaleza de La Cabaña. También estuvo, entre otros sitios del tour que preparan los anfitriones para estas ocasiones, en Casa de las Américas, el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños y el Aula Magna de la Universidad de La Habana.

En todos los casos, pronunció discursos en los que habló de la integración latinoamericana, de las ventajas de la cooperación entre los países de la región y de los desafíos comunes. En cambio, no se entrevistó con líderes disidentes ni habló de derechos humanos. Bachelet nos dejó con las ganas de escuchar sus experiencias de cómo Chile afrontó el tránsito de una sanguinaria dictadura militar a la democracia.
Luego de la visita en enero de la Presidenta argentina, ni siquiera la información de la doctora Bachelet de que Fidel está bien, fue sorpresa.

La Presidenta vino también a Cuba, sabrá Dios por qué, a poner su granito de arena en la legitimación del régimen de sucesión. A hacer al General Raúl Castro otro par entre sus primos, como cualquier otro presidente latinoamericano democráticamente electo. ¿Acaso no entró Cuba al Grupo de Río?

No es que los cubanos nos creamos el ombligo del mundo y esperemos más de lo que realmente merecemos de la solidaridad internacional. Pero esperábamos algo a favor de nuestra libertad de la Presidenta con nombre de canción que alguna vez se enfrentó a una tiranía y luchó por los derechos humanos.

Durante la Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile admiré el desempeño de Bachelet. Vociferaban un puñado de energúmenos disfrazados de presidentes y el monarca español perdía la paciencia y mandaba a callar a Hugo Chávez. Bachelet logró salvar la Cumbre. Luego, cantó con un grupo de niños y con Inti Illimani.

El 11 de febrero, Michelle pasó revista a la guardia que formó filas en su honor en el Palacio de la Revolución. Junto al General Raúl Castro lució marcial. Después de todo, la señora, que además de médico y ministra de Salud, lo fue también de Defensa, está acostumbrada a tratar con militares. Incluso a tolerar, Pinochet mediante, a los militares represores de los que su padre, que era General, fue víctima. Los mismos milicos fascistas que la forzaron, como a otros millares de chilenos, a marchar al exilio.

El perdón, el olvido y la tolerancia son cosas de las transiciones democráticas. Los cubanos tenemos mucho que aprender al respecto, pero Michelle Bachelet no parece dispuesta a enseñarnos.

Es una lástima que el tiempo sea largo y la memoria tan corta. Puede que eso o algo parecido lo haya dicho alguno de los buenos poetas chilenos que podremos leer gracias a la Feria del Libro.

luicino2004@yahoo.com

Texto extraído de www.cubanet.org

viernes, 13 de febrero de 2009

Mermer Blakeslee: Cómo enterramos a los muertos

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Un poema de Mermer Blakeslee

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Cómo enterramos a los muertos

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¿cómo enterramos a los muertos

apilados en el patio contra

el marco de nuestra ventana? apenas puedo ver

más allá del último cuerpo aventado aquí por otra bomba

de racimo-

cada cuarenta minutos, cada veinte, cada diez, cada cinco,

cada cuatro cada tres cada dos

cada minuto-

ya no puedo ver el jardín

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qué hacemos con todos estos niños

tumbados enfrente de nuestra cocina

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hasta que cada una de sus muertes sea llamada muerte

hasta que cada uno de nosotros sepa a quiénes hemos matado

¿qué edad tiene ella?-¿cuatro, ocho, trece?

¿veintidós? ¿apretaba sus manos

de una cierta forma? ¿estaba a punto de hacer una pregunta?

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su cara alguna vez de campo recién labrado

donde nos hubiéramos demorado de haber podido

dejando salir de nuestros ojos semillas

nacidas de nuestra mirada

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pero ahora

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podemos enunciar repetir enunciar repetir

matar, muerte, matar, muerte

deteniéndonos en cada palabra como cada una merece,

repitiéndolas en nuestro sueño,

con nuestro aliento, alto y claro, en televisión

hasta que nuestras palabras se hagan arena sangre mordaz

de nuestras manos

alzadas hacia el viento elevándose

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mira ahora lo que queda de su cara, el suelo desgarrado y arrasado-

el de ella, luego el de él, también el de él, y el de ella de nuevo-repite

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deprisa

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arena al menos para cubrir su ligero

cuerpo alguna vez radiante

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Mermer Blakeslee es novelista, poeta y esquiadora norteamericana.

Traducción del inglés: Leonardo Rodríguez.