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--------------En el sofá
Y entonces lo vi...
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- Cuentame más.
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- Lo tenía en el dedo meñique... Era inmenso. Plateado y negro en las hendidura. Tenía una especie de reptil en la punta. La boca del animal estaba abierta y los dientes se veían afilados. Brillaba. Todo se reflejaba en él. Hasta el cielo... Ahora que lo pienso, cuando él lo sacó del dedo sentí que se venía encima... Fué raro. Sus ojos también se me encimaban. Empecé a temblar. En serio. Lo cogí en las manos y era como si no pudiese detenerlo. Uno de los dientes me hirió. Primero me penetró y luego la sangre. Salía sangre de mi dedo y se suponía que era inofensivo. Estuve a punto de soltarlo. No podía. Era más fuerte que yo y que mi miedo. Me lo probé primero en un dedo y luego en el otro. Dedo por dedo... No quedó bien en ninguno. Era como un dedal mucho más ancho que todos mis dedos. Era frío. Me provocó el frío. Empecé a emitir sonidos. Los dientes. En mi estómago comenzó una guerra. Todo contra todo. Apreté el dedal, fuerte, dentro de mi puño y junto con él mi cuerpo. Temblaba. Así como ahora. Le pregunté;
- ¿Para qué te sirve? -
- Para tocar.
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Le pregunté; -
- ¿Qué?
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Y empezó a tocar. Lo cogió de mi mano, abriéndola muy suavemente, se lo puso en el dedo meñique, y lo tocó todo. Daba contra un espejo; el mostrador donde Rita vende dulces y frutos secos; el cristal que permite ver la calle; él; se empezó a tocar con el dedal por todo el cuerpo. Un golpe, otro, otro... otro. Lo único que tenía frente a mi era su dedo con el reptil tocándole el cuerpo y el cinto... Su cinturón era como el arcoiris y brillaba tanto como el dedal. Dejé de temblar. Sí. Puso el dedal en mi cuello y tocó la gargantilla. Ésta. Nunca me la quito desde que me la pusiste. Él me la quitó. Me dijo que le gustaba el sonido que provocaba el dedal con la gargantilla. Me la quitó y le dio golpes... Era increíble. Demasiado atrevimiento
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¿No te parece?
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Yo estaba pasmada, no sabía si quitarle el dedal o la gargantilla. Realmente el sonido era muy distinto. Como el de un instrumento hindú. Algo así. Metal agudo. Sentí el sonido que el viento provocaba cada vez que el dedo lo partía en dos. Después del décimo golpe y la partida del dedo hacia el impulso hice un movimiento rápido y saqué la gargantilla. Me la puse y él me miró. Había una intensidad animal en sus ojos. Me contagió su intensidad. Entonces tuve ganas de correr y lo hice... Junto con mi miedo. Sentí gritos que pronunciaban mi nombre. No volví la cabeza. No me detuve hasta llegar a mi casa. Abrí la puerta tan rápido como pude y entré. Un portazo y me desnudé y ¿sabes?... Fue la masturbación más larga que he tenido. Me toqué tanto. Mis manos llegaban hasta mis brazos y entonces me acosté en el sofá, y le hice el amor. Se la di toda... Varias veces, por mucha horas, y dormí... en el sofá...
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Claudia Rojas es actriz y escritora cubana. Ha participado en algunos filmes como;
- 90 millas (2005) actor
- Guardad los labios por si vuelvo (2003) actor
- La novia de Lázaro (2002) actor
- La caída del imperio (2001) actor
- La vida es silbar (1998) actor
Imagen tomada de la web.
Muy bueno. Saludos.
ResponderEliminarSaludos Ernesto; la Claudia tiene algunos relatos bien intensos, como ella.Ya iré poniendo algunos que me mandó y que yo conozco.
ResponderEliminarJe...Además escribe...Muy bien.
ResponderEliminarClaudita...Le enterré...Por mi y por todas mis compañeras.
ResponderEliminarChago, la busqué en YouTube y encontré un entrevista de ella en Telemadrid sobre la película "La novia de Lazaro" que no conocía. Es como dices bien intensa la muchacha, una brava, y eso está muy bien.
ResponderEliminarSaludos.
Es realmente intensa esa Claudia y escribe muy bien Que se le va a hacer¡...
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