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Tres poemas (inéditos) de Fayad Jamís
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Las casas de los dioses
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Las casas de los dioses son de piedra
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los palacios de los dignatarios son de piedra
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los aposentos de los sacerdotes son de piedra
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las moradas de los guerreros son de piedra
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los corazones de los amos son de piedra.
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Nuestras chozas son de paja,
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todo lo que poseemos es ajenidad
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Somos hombres de paja, de paja de maíz.
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Pueden convertirnos en ceniza en sólo un instante
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Somos escoria,
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Sólo poseemos almas de piedra.
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El fuego de los dioses y de los semidioses
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que señorean esta tierra y sus criaturas
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se mantiene perennemente despierto
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para deslumbrarnos e infundirnos temor.
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Somos ceniza irrealizada, escoria sin nombre:
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somos lo que los amos quieren que seamos.
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Pero vivimos con un consuelo oculto
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y tenemos tesoros que hasta los dioses ignoran:
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las almas duras como el basalto.
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Amo el tiempo de amar, ahora la noche
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Amo el tiempo de amar, ahora la noche
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se desparrama en astros y tibieza.
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En una esquina yo te espero
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mordiendo tiempo, buscándote
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en los rostros que llegan, en la prisa
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de los que temen que la noche se pierda.
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Te espero con mis años golpeados por el fuego,
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Atado a la bestia de mi juventud.
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Quiero crecer en ti, darte vida en mis manos,
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hacerte de la tierra más pura
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enteramente mía, ciegamente mía,
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criatura del color de los sueños más hermosos.
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Amo el tiempo de amar. Y tú eres la lluvia
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porque ahora tengo tus ojos
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todo puede estallar en color y fragancia.
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Eres la lluvia que llega por sorpresa,
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eres la claridad de mis ojos, el agua que desean
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mis labios,
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criatura del color del viento en la noche.
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Te espero, amada mía. Bella es la noche.
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Las voces de la gente no pueden apagar el ruido
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de tus pasos.
Te siento venir presurosa, invadida
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de inquietud, asustada por algo,
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y tus ojos me miran, pidiéndome ayuda
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mientras yo mido y golpeo el tiempo.
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Cuando llegues no habrá muchas palabras.
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Bella es la noche, inmensa, y tengo sed, amasa.
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Date prisa. Mis manos tienen sed
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Voy a llevarte hasta el fondo de la noche,
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allí donde ya no será posible tu regreso.
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Yo te enseñaré los viejos secretos y las más
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terribles ceremonias
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del país de mi sangre.
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Agüita mansa Mar
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Tus ojos son dos obsidianas
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que tornasolan las mañanas
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Tu boca es fresa y es sandia
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Y es el nacimiento del día
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Tu cuerpo es un agüita mansa
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Que el venadito no alcanza
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Ni en su momento de agonía.
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Foto y poemas cortesía de Margarita García Alonso.
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Gracias Chago, muy humanas estas conversaciones con el poeta.
ResponderEliminarun abrazo
Gracias a ti, Margarita, por ayudar a conseguirlo.
ResponderEliminarCh
los poemas de Feyad, también son muy humanos, y es además de todo su permanencia.
ResponderEliminarLei mucho a Fayad. Fue uno de los primeros poetas cubanos que lei (empece con los franceses pero no me quede ahi por suerte, jajaja). Necesito volver a su poesia.
ResponderEliminarAlguien sabe de alguna antologia de Fayad que se pueda comprar en la Internet?
Saludos, Chago.