jueves, 12 de noviembre de 2009

Ángel Fernández / Gélico: Poemas

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Tres poemas (inéditos) de Ángel Fernández
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Foto de una mujer
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Estaba sentada
y la espalda no era más que el equilibrio del deseo,
una línea que puede bordear la muerte.
Sidonie Nádherná pudo llevar lo que ahora es mi cuerpo.
Un horizonte mide todo el espacio de un sueño.
Estaba sentada y parecía morir en el misterio,
detrás de la bestia que tiene mi nombre.
No fue la música de su saliva y el feroz temblor
de su sexo lo que ha quebrado la niebla.
Lo admito: esa madurez de su fruta tiene
la urgencia en mis vísceras
que reclama los atardeceres, esa ausencia del delito.
Yo tuve un hombre secuestrado en mi pecho
que busca esas tierras en tu tierra
para que la felicidad sea sólo un paso inerte,
una herida que cerrará en la fiebre,
esos panfletos que ocultarían otros.
Estaba sentada y el jugo inválido de su veneno
desgarró mi piel con tantos bautizos,
que el amor sólo fue un juego de niños,
una nuez con gestos tardíos.
Bajó mi boca: ese monstruo que guardo calladamente
para ocultar el crimen----el otoño---mis manos:
ese lugar donde llegan sus pechos,
donde sueña el sueño debajo de sus sueños.
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Pequeña romanza para un atardecer en forma de durazno
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Nemo es un hombre que está labrado en mi patio
y todas sus túnicas se han convertido en tejados y gatos.
Él mira
y su luz no es más que una finísima lluvia,
donde llegan los ladrones a repartir la plaga.
Sin dudas es un suicida que se ha olvidado de naufragios,
de construir un mapa en el fondo de una botella,
que publica sus mentiras, como un ancla, en su pecho blanco.
Un pedazo de cielo puede ser un animal muerto,
la rabia con que pienso mataba los enjuicios.
Nemo,
el corazón es sólo una grieta para ocultar los temores.
Tú eres un puente y un árbol donde
se confiesan aquellos pájaros que andaban de prisa.
Los enemigos que leyeron tus mares
han hecho de tus flores un sueño de papel.
Luego, todas tus islas serán el miedo de los años.
Alguien tenderá trampas a la tristeza,
yo no tendré un crepúsculo bilioso como mi espanto,
para decirles a los mortales el cuchillo con que se ahorca la noche.
Has nacido y es la eutanasia de tus rencores,
el delirio donde duerme la fábula de tu entraña:
ese oleaje anónimo de pieles y jaulas.
Recuerda, un rumor es la espalda del cadáver.
Yo he sembrado tu playa en mi otra orilla,
el contratiempo de mi nostalgia en mi otra orilla;
para alimentar aquello que fue tu invierno, tus cartílagos.
He revivido, como un pacto, la espiga del fuego;
pues no es justificable, para nada, que nos deje lejanos
como un globo azul, reposando, en la distancia.
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Poema Cuarentaicuatro
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te he vestido de oscuridad
más allá de Lócrida y sus barcas,
donde los hombres beben su hambre
y hablan de lluvia y luz después de la guerra.
Te he apostado en un pueblo sin ventanas
donde en la noche
la piel viaja y la sangre es otra palabra.
Afuera están los gritos que duermen a los uranios,
el temblor de las mañanas, los autobuses y un almendro;
pero continúas en el ascensor de mis huesos,
en el espacio secreto donde no llega el corazón y
debo poner un nombre.
Te he vestido de mí y me bebo,
para olvidarme mientras fumo del final.
Yo me seré infiel, llegaré a la carne, a las preguntas
de mis bestias, a la llovizna del destino que no
tiene otro hombre para saldar cuentas.
Mejor vuelve, sí
justo debajo de mi puerta.
Vuelve a ser otra montaña hermosa, un náufrago.
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Ángel Fernández (Gélico).
Sancti Spiritus, 1972, Cuba. Dibujante, escritor, poeta. Sus trabajos han sido publicados en diferentes partes del mundo. Ha obtenido diferentes premios y menciones con su obra literaria. Actualmente reside en Toronto, Canadá, ejerciendo la labor de Promotor Cultural. Dirige la Revista digital,
"Cañasanta".

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3 comentarios:

  1. Gélico es muy hermoso leer tus poemas, no importa cuanto hemos intercambiado, son versos perennes, que sublimisan tu estado de poeta, y para mí es una fiesta verlos publicados, reeler, palpar como desde hace mucho nos permite la bitácora de este amigo Chago, estoy para parafrasear a Alcides, agradecido como un perro por las dos cosas, estos versos y la oportunidad de Efory.

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  2. Magníficos poemas, rotundos, muy sólidos. Y sobre todo el primero es hermosísimo.

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  3. Muy buenos los poemas Gelico.
    Gracias Chago por compartirlos

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