jueves, 21 de abril de 2011

Octavio Armand: poemas

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Tres poemas (inéditos) de Octavio Armand
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Dedicatoria
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A la llama porque huye hacia arriba;
a la sombra porque cae sin hacer ruido;
a las mujeres que cuerpo a cuerpo
he conocido en cuerpo y alma
y a las que a mí me han conocido
cuerpo a cuerpo en cuerpo y alma,
que quizá no sean tantas, o no las mismas;
a la espina que hiere y al pétalo que duele;
a los amigos que han aprendido a quererme
a pesar de las lecciones, tan difíciles;
a los pájaros, esas noticias del cielo;
a ti que lees estas palabras confiando
que quieren decir lo que dicen;
y a quien en vano las escribe para huir
hacia arriba o caer sin hacer ruido.
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Caracas, 3 de mayo 2008
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Estética
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Hielo batido en las alas no basta.
Lustre de azabache segmentado,
pronoto, labro, cocotiloidea, prosternón
suman milagros a la tenacidad del vuelo.
Los ojos plurales también, que siguen
tu sombra como la penúltima línea
de un libro que fue aserrín y recuerda
haber sido tronco, nudo, cerno,
y antes rima enhiesta de hoja y humus.
Al ver esos ojos con los tuyos,
pregunta qué hielo semejante
podrías regalar, devolviendo
luz por luz, qué belleza esquiva
capaz de posarse sin asco ni remilgo
en as arriba o dos abajo.
Indistintamente, sin asco ni remilgo,
solo hielo batido y azabache
a ras de tanta podredumbre
adivinada, o ya cierta, insólita
ella también, y bella, viva.
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Caracas, 13 de mayo 2010
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Epicúreo
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Al vive oculto le puso cuatro paredes.
En una, la ventana colmaba la vista
de un placer inagotable: el espectáculo
del mar, la fijeza en lo sucesivo, lo cambiante
en lo inmutable, atenuaban con reiterados límites
las angustias del infinito. Una lección de la naturaleza
que aprendía cada mañana al abrir los ojos
o al sentir su corazón en el tumbo de las olas.
El era un eco de todo aquello que sentía con dolor
para gozar de placeres mayores: al tocar la piel marchita
tocaba nubes; y aunque cualquier esfuerzo lo agotara,
al llenar y vaciar los pulmones jadeantes
sentía el trajín del fondo de la tierra.
__ Cuando me quede ciego, todo seguirá igual
por dentro y por fuera. Recibiré la muerte sin murallas.
Que el faraón se ocupe de su sepultura.
La mía me rodea desde que nací. Desde antes.
Ya en el vientre de mi madre estaba enterrado.
Ahí aprendí a nacer y morir a cada instante.
Ni a la necesidad le rezo. Ni el azar es un dios.
A las otras paredes las llamaba pasado, presente y futuro.
Estaban vacías. Eran también, según él, ventanas.
Como los vanos y la soledad, sus otros trofeos,
disfrutaba la intemperie. Inmensamente rico,
solo deseaba lo que tenía. Lo que daba.
El oro del no. Nada.
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Caracas, 5 de marzo 2010
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OArmand en Efory Atocha, Aquí.
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4 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho la poesia de este hombre, su ritmo; su melodia interna para "asuntos" graves me es cercana. Gracias Chago y por supuesto al poeta.

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  2. Gracias Chago, despertar en vacaciones, venir aquí aprender buena poesía, saber que estuviste trabajando para colgar los textos, un saludo afectuoso.

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  3. Todos los méritos del maestro Armand: un lujo tener su literatura y su amistad: en mi opinión, sin duda, uno de los más grande de nuestra lengua hoy día.

    Gracias igual por llegar, los comentarios, abrazos y sanos humos.

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  4. Siempre me ha gustado mucho como personje y como poeta O. Armand, desde lo tiempos en que su revista Escandalar estaba vetada para los lectores de la Biblioteca Nacional de cuba. Alberto Lauro

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