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----------------Reina es la noche
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A mis amigos, habitantes de la madrugada
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Por José Miguel Sánchez (Yoss)
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Es agosto y 1995, reina es la noche, y nosotros sus príncipes. Siempre listos para vivirla y vacilarla, nosotros sus Cuatro Jinetes del Apocalipsis. Que todavía somos Los Tres Mosqueteros, tres con hambre de noche, niñas y Habana, esperando que Rocksonante muestre su cuerpo flaco y desgarbado por esta esquina de 23 y L donde todo sucede.
Somos Sancho Pinza, oscuro y enjuto en su jean tres tallas mayor, bien a lo gangsta-raper de Harlem. Somos El Recio, que rubio y robusto es como cedro del Líbano, con su eterna camisa a cuadros, pantalón ni ancho ni estrecho, tan formal como siempre. Y somos también un seguro servidor, Don Cojote, ferviente admirador del Maestro Lezama, como él con algunas libras de más (muchas, dicen las malas lenguas de mis amigos). Con la renguera que me apoda, porque una noche en la Unidad, tratando de imitar los guitarrazos frenéticos que Rocksonante mimaba trapeador en mano, olvidé que mi AKM estaba cargada. Y ahí fue el proyectil 7.62 mm a morder mi gemelo, sin metáforas. Dolor y sangre por las que salí antes de tiempo del Servicio, vulgo verde, para poder estudiar cómodo y en cama para las pruebas de ingreso y ganarme así el pleno derecho a cursar mi adorada Filología con sus sememas y sus semánticas.
Porque reina es la noche y hay que vacilarla estamos aquí haciendo tiempo y haciendo como que no nos importa si Rocksonante es genéticamente incapaz de llegar temprano ni a su propio funeral. Porque hoy se cumple un año del día en que todos (menos yo, que ya estaba fuera antes) recibieron la bendita baja del Servicio Militar Obligatorio, significante con el significado de la libertad y el derecho a la calle y a dormir la mañana y al pelo largo.
Era el trato reencontrarnos hoy y aquí, frente al cine Yara, en la esquina favorita de La Habana, lo único que junto con Varadero es Cuba, porque lo demás son áreas verdes. Para vernos, para saber qué habíamos hecho todos en este año de libertad y libertinaje. Una cita con el tiempo, y aquí estamos casi todos mirándonos y riéndonos. Asombrándonos de cómo hemos engordado o adelgazado en estos doce meses, contándonos de los apagones y el hambre y la falta de guaguas… Pero eso es lo de menos, eso es lugar común. Lo de más son las niñas formidables reales o imaginarias que hemos tenido o se nos han escapado, y los viajes que todos tenemos en proyecto sin que se acaben de concretar. Hablamos de la pelota y el último videoclip de la reloquísima de Madonna, que le para cualquier cosa a cualquiera, y de la situación, claro, que ya no se puede aguantar… pero todo el mundo sigue tirando y vacilando y nosotros no íbamos a ser menos.
Pero el tiempo va pasando y pasando con él van las niñas de espanto y soponcio. Todas vestidas para matar, en sus lycras bien ceñidas, contoneándose con ese sabor latino que nadie sabe qué es, pero queremos creer que es distinto, diferente y mejor. Aunque no tenemos para comparar más que el paso medio marcial medio masculino de las alemanas y canadienses que vienen a turistear, y con las que siempre hemos soñado pasar una noche y la vida y la barrera aduanal del aeropuerto.
El reloj sigue corriendo a 60 segundos por minuto, y el tiempo se va y no cree en nadie, ni en la belleza de este crepúsculo caliente de agosto cubano, después de que un aguacero ha sacado fuera la humedad para que acabemos de sentirnos como en un baño turco. Ya son las seis y no llegan ni Rocksonante ni las cuatro niñas de la CUJAE que prometió traer aunque fuera a rastras. Si fuera otro nadie lo creería capaz de tal hazaña, pero se trata de él, Rocksonante en persona. El rockero ojiazul y carilindo, el de más arrastre de niñas buenas y malas de esta ciudad, y con él entonces sí que todo puede ser. Así que seguimos mirando el caudal de hembras que sube y baja, gira y evoluciona en este vértice urbano que es el Yara, y buscando entre ellas el destello de su pelo negrísimo. ¿Por dónde tendrá ahora la melena ese flaco hijo de puta? Dicen El Recio y Sancho Pinza que se pasó los últimos meses del verde huyéndolo al jefe de pelotón para no salir rapado al cero, y con lo lacio que siempre ha tenido el tejo, como te descuides ya le llega por la cintura ese pelo de indio…
Pasan unas jineteras en sus tacones y sus minifaldas, luchando su español, pasan otras muchachas que parecen decenticas luchando con sus bultos y su bicicleta china. Unas van al Coppelia, otras a la Facultad de Economía. Unas beben flamantes Coca-Colas, ahora que ya se valen los dólares y no hay que esconderse para usarlos, otras lamen misérrimos helados Tropical, pura agua que se derrite en este calor insoportable. Porque todos somos iguales, pero algunos somos más iguales que otros.
Sancho Pinza está en todas. Los ojos vibrando con ese nistagmo vigilante que le quedó para siempre de cuando era el azote de las tendederas de Jesús del Monte, busca a Rocksonante pero no pierde el chance de burlarse de los bellísimos travestis que mariposean bajo las luces del vestíbulo del cine. Sancho Pinza, negrito machista y rutinero, siempre pañuelo en mano, buen socio y ambia a todo.
El Recio, la promesa deportiva de la UJC, el futuro campeón mundial de kárate, estudiando en la ESPA para profesor de Educación Física, mira también a los gays, pero medio aciscado, preocupado de que la moral de su carnet rojo se vea afectada por esta compañía de entes no convencionales que son y somos.
Y yo, que ya no sé que otro chiste culterano hacer para calmarlos. Si Rocksonante no aparece pronto por aquí, con sus greñas vagabundas, la noche, reina o no, pinta fea. Porque no tenemos ni siquiera la clásica botella de combustible alcohólico para compartir en el muro del Malecón, dándole cuero a bizneros y jineteras y salvándonos así del negro hoyo el aburrimiento.Y aburrirse significa empezar a quejarse de que no hay esto, no hay lo otro, no hay gas, no hay arroz, no hay ropa, no hay guaguas, no hay, no hay, y acabar pensando y diciendo que esto no hay quien lo aguante, y que no hay…
Pero no hay tampoco razón para pesimismo, porque reina sigue siendo la noche y he aquí a su hijo pródigo el príncipe Rocksonante. Porque no puede ser otro que él ese que en nuestras narices se baja de la grupa de una Vespa nuevecita. Ese que le suena tremendo beso a una rubia sólida y encantada. Hasta aquí nos llega su olorcito, ese aroma como a jamón que tienen todas las extranjeras y sobre todo las europeas, y nos llega él con ella del brazo, para presentárnosla. Livia, de Milán, muá, muá, y acto seguido el chistecito no se amilanen frente a la milanesa y la advertencia necesaria: hablen despacio el español, que algunas clases horizontales le he dado, pero no para tanto. Y cierto, mejor poner el parche antes de que salga el grano, que si Sancho Pinza le dispara a quemarropa su verborrea solariega confusa y velocisíma, la italianita se puede quedar como el cangrejo al que le hablaron de volar. Estos (y nos presenta y somos nosotros) son el resto de la pandilla, mis socios del alma, los que evitaron que me volviera loco en el servicio, pelado, vestido de verde y marchando día y noche. Presenta y despide, por si acaso, y porque Livia tiene una diligencia que resolver en el consulado, ciao, amici, arrivederci Milano, cara mía. Y runrún, se va la moto y la motera, la Vespa con su extranjera.
Quedamos de nuevo juntos los cuatro. Los dueños del pueblo. Los que nos comimos al mundo en la Unidad Militar 1105 y ahora nos vamos a zampar La Habana de un sábado por la noche como postre. Y por demorón, al loquísimo de Rocksonante le toca ahora aguantar la jodedera: vaya, jinetón, comiendo spaghetti como te da la gana (ese soy yo) buena retaguardia la de esa moto (El Recio, tan sin gracia para los chistes como siempre) Te la llevaste rápido, que si no… oye, ¿cuándo te va a sacar de este puñetero país? ¿No necesitarán un negrito que cargue las maletas y saque a pasear al perrito? (Sancho Pinza, siempre en la concreta). Y Rocksonante presumiendo con sus modales de gigoló conquistador: no me la maleen, socios… y el bombazo: caballeros, qué pena tengo con ustedes… pero parece las niñas de la CUJAE no van a venir… Suspiro general de desaliento y Sancho Pinza que dice: blanquito embarcador, yo lo sabía… pero Rocksonante siempre tiene un as en la manga y sonríe: no van a venir… de momento. Es que querían que yo fuera a recogerlas y no puedo quemarme con Livia, ya saben que las italianas y los celos… (sí que sabemos: cornuti, banditi, celosísimas…) pero quedé con ellas en vernos aquí un poco más tarde, a las diez menos cuarto, para ver la película en la próxima tanda, no hay lío, así que vamos (y nos muestra el fajo abundante e increíble de los verditodopoderosos suyos, nuestros) sí, vamos todos, que paga Livia, todos a sentarnos en Las Bulerías, la mejor taberna de Cuba, con las niñas más bellas y más caras, a ver si se nos pega algo… Y ¡hurra! Adelante.
Dicho y hecho. Cruzando 23, Las Bulerías, pero no bajamos adentro, sino que nos sentamos fuera, a mirar y ser mirados como dueños de la noche y el mundo que somos. Vacila y singa que la vida es pinga, mami, le susurra obscenamente simpático Rocksonante al oído a la rubia nalguda y teñida que nos trae el pedido a la mesa desde la que nos sentimos como reyes mirando el tráfico calle L abajo. Y ella, claro ¿qué va a hacer, si con Rocksonante no hay quien pueda? se ríe. Porque también anda por los veinticortos, y hay que vivir y gozar el momento y la jodedera, y no rajarse el cráneo con reflexiones sobre el fin del socialismo real y la caída del muro. Hay que pensar en la concreta de hoy, de esta noche, que para algunos es el trabajito buscando los verdes, y si pueden, la discoteca cada noche, y para otros los cassettes mal grabados de cuanto grupo de rock sacude su melena en un escenario. Para otros el bizne nuestro de cada día. O el training de alto rendimiento para ver si integra el equipo nacional le cae ese dichoso viajecito al campeonato mundial de kárate en Extranjia. Y para mí Saussure y su lingüística y mi futura tesis de doctorado en la Universidad de Salamanca si me quemo bien las pestañas. Final del gran sueño colectivo, bienvenidos a los sueños privados, individuales.
Lo único colectivo que queda somos nosotros, bebiendo juntos en este crepúsculo área dólar, cada uno su cerveza Hatuey. Menos El Recio, que está entrenando duro y prefirió una Malta Caracas, hipercalórica. Solo bebiendo, porque Sancho Pinza, a quien ninguna extranjerita encaprichada con su portañuela le regala los verdes, sino que tiene que lucharlos muy duro con su negocito de tallas de seudoartesanía afrocubana, piensa… y piensa bien, que comprar aquí sandwichs de queso de preservativo y jamón plástico es tremendo desperdicio, y si la cosa es gastar, él sabe de un tipo que es primo de la jeva de un socio de él, y el tal tipo tiene una paladar por aquí cerquita. La proteína es básica, caballeros, pregúntenle al Don Cojote y su panza. Aunque él engordó a base de libros…
No importa que me den un poco de cuero, que si no es por ellos las hubiera pasado negras en el verde. Yo les escribía las cartas de amor para las jevitas y ellos me resolvían las raciones extra de comida. Y evitaban de paso que los negrones me violaran. Pero mejor me olvido del ayer y me río del hoy, porque soy uno más de los Fab Four, el Cuarteto Cervantino; porque los apodos son míos, porque una vez más, como siempre y como nunca, reina es la noche y nosotros sus príncipes.
Vamos bajando Rampa abajo rumbo al paladar en cuestión. El descenso fuerza el músculo medio atrofiado de mi pierna herida, pero no me quejo y río, porque hay demasiadas niñas como para flojear. Niñas bellísimas, con sus pelos sueltos vaporosos y flotantes, con sus rotundas nalgas tropicales y temblonas.
O mejor dicho, en buen cubano: con sus tremendos culos pidiendo pista. CULOS, sí, en su expresión más prístina y salvaje, como solo se encuentran este día, aquí y a esta hora, bamboléandose, bailarines, retadores. A veces pienso que este país es como un gran culo despreocupado, que solo piensa en gozar, y al que a veces se le olvida que su función principal es otra muy distinta…
Niñas, muchas niñas, tantísimas niñas en esa edad de oro de los quince y alrededores, cuando hasta las feas florecen y las lindas encandilan. ¿Adónde irán? Nos preguntamos todos. Hasta que El Recio se acuerda de que hoy hay una burumba bailable de esas de la UJC en el Pabellón Cuba, con Paulito y su Elite y Los Sauces, y ahora ya sabemos por qué todo este increíble niñerío loma abajo.
Sancho Pinza, fanático incondicional y sanguíneo de todo lo que huela lejanamente a salsa, nos embulla a sumarnos ahora y ya mismo, aunque no le hace gracia la UJC (y recordamos el chiste a coro: Una Jodienda Comunista) pero sí, qué más da, a bailar y joder que el cielo se va a caer. El Recio se ríe, asiente y aprovecha para dejar bien clara su posición político-vital: él no pidió el carnet por comunista, le da lo mismo rojo que violeta, pero eso sí, dan tremendas actividades con fiesta y bailoteo. No digo yo si así cualquiera no tiene apoyo y arrastre popular: convierte un acto político en una fiesta y todos serán revolucionarios de la gozadera.
Pero al fin no entramos al Pabellón, porque Rocksonante nos describe otra vez a las cuatro niñas made in CUJAE: carne fresca, guajiritas las cuatro, de Matanzas, que quieren quedarse a vivir La Habana. Y nos dejamos engatusar, aunque sabemos que lo que pasa es que a él no le cuadra el tumulto salsero, porque los peludos en ese ambiente son como imanes para las broncas: cuanto tipo color teléfono se cree guapo y se toma tres tragos de cerveza de pipa se mete con él, como que dos y dos son cuatro.
Sancho Pinza se burla y dice todos los peludos son maricones, y yo defiendo el honor de las melenas y contraataco y todos los negros son bugarrones, y nos partimos de risa. El Recio, conciliador, sentencia da lo mismo el que lo da que el que lo coge... y más risas, y las cosas se quedan ahí. Porque ya estamos frente al paladar Manolo´s Jam, y Sancho Pinza entra a hablar y resolver, mientras afuera lo esperamos, tres tranquilos corderitos, pero a los que el olor a congrís y bistec va a volver lobos pronto…
Esperamos, la gente pasa y nos mira. Porque hay que mirarnos, a nosotros Los Tres Mosqueteros más D´Artagnan, los indiscutibles reyes de la noche su reina. Tan distintos y tan espléndidos. Rocksonante, heavy metal boy: pelo negrísimo por los hombros, el t-shirt de Megadeth con la calavera y la guadaña, el eterno short de jean mezclilla cortado por las rodillas. El Recio, belleza masculina en bruto: robusto, inocente, puro, más convencional, todavía medio guajiro; hace un año dejó el Servicio y sigue pelado a lo militar. Y yo, más gordo, casi informe, pero que igual me lo tapa el pullóver tres tallas mayor, que dice Carpe Diem, como en El Club de los poetas muertos. Y con Sancho Pinza, que regresa con la cara orgullosa de quien logró un precio especial para los socios, y dice esto está querido, caballeros, adentro y a jamar, el pelúo y yo invitamos, de nuevo estamos completos: somos las cuatro patas del gato. Somos La Habana y su noche, somos el mundo y 1995, somos los 19 años en las cuatro direcciones del zodíaco de los cuatro elementos, de agua, fuego, aire y tierra.
Hay hambre en el ambiente, pero se come y se habla a la vez, a la cubana. Rocksonante diserta del último concierto de Metallica que se echó en el video de Livia. De las tres prohibidas tabletas de euforizante parkisonil que se echó con la lívida italianita antes de venir. Del Rocketazo, catorce grupos de rock nacionales que van a tocar en los sacrosantos jardines dela UNEAC, concierto en el que él tiene que colarse de todas-todas aunque no sea miembro de la sacrosanta organización de artistas. Habla de su propio grupo, Los Mamertos, de onda alternativa, y de su triunfo total, ahora más seguro que nunca, con esa ayuda extranjera que no se amilanará a la hora de comprarles los indispensables instrumentos. Habla de su casa cayéndose a pedazos sin que tenga con qué arreglarla, de que le gustó más Reina y Rey que Fresa y chocolate. Porque lo que es a él los maricones, por muy Diegos y cultos y buenas gentes que sean, sí que no…
El Recio, monotemático, vuelve al disco rayado de sus entrenamientos de kárate, junto con la gente de Tropas Especiales, y en su discurso las mawachis y los sukis se confunden con las reuniones interminables del Comité de Base a las que hay que ir aunque uno esté muerto de cansancio. Especula cómo hacer para llevarle a su madre allá en Jatibonico, enferma y viejita como está la pobre, un poco de esa dieta deportiva superreforzada que les dan. Cuenta que tiene una noviecita atleta, de salto alto, se llama Mariana, es una buena muchacha, decente, de su casa, y a lo mejor hasta se casa con ella. Y los demás reímos pero lo envidiamos un poquito, con envidia buena, de socio. Guajiro, ingenuo y todo, El Recio es el mejor de todos nosotros. Uno que si tiene dos y yo ninguno, de pronto los dos tenemos uno. Y a veces hasta parece que él cree de verdad las versiones oficiales de que este país va a arreglarse con esa onda de las empresas mixtas y que las jineteras y los negocios por cuenta propia son puro malestar adaptativo, incidentes temporales, y que las donaciones solidarias y humanitarias van a mantener en pie a esta Isla de la Libertad…. Y ja, yo soy un pingüino, y le digo que hablaremos dentro de diez años. Pero cada loco con su tema, y somos socios porque entre nosotros no se discute lo que no tiene remedio, a otra cosa mariposa, y reina es la noche.
Yo cuento de mi lucha cotidiana con la lingüística, del significante y el significado, la semiótica y el semema y el idiologema, y ellos no me prestan mucha atención… les interesa mucho más saber si las niñas de Artes y Letras son tan locotas como parece. En este país estudiar en la Universidad es más un estatus que una carrera, nada de un futuro asegurado, sino un presente envidiable de juventud y swing y vaciladera. Y yo, claro, no digo que aún soy prácticamente virgen, a pesar de tanto cuento eroticón de socita locota de la Facultad. Porque aún no encuentro a la elegida de mi corazón, y que a veces me deprimo por eso y me pregunto si no será un poco sospechoso que siempre me haya gustado más la fresa que el chocolate (¿qué les gustará a las lesbianas ¿la naranja-piña?). Pero, callado y todo, sé que soy uno más en el cuarteto, que no importa lo que sea, ellos son y siempre serán mi gente, yo Don Cojote entre los Cervantinos, y reina es la noche y la llanura manchega esta Rampa.
Sancho Pinza, con la boca llena de comida, habla de su lucha de cada día en la feria de artesanía, la lucha por conseguir los materiales y controlar a los tres o cuatro tipos que tiene contratados por debajo de la mesa… gente hábil en eso de tallar, porque él nada más es intermediario, lo suyo es vender las esculturas y no hacerlas. Sigue ajuntado con la mulatica aquella que le llevaba comida a la Unidad, viviendo en la misma barbacoa en 10 de Octubre, calurosa y estrechísima; ahorita cuando empiecen a llegar los chamas van a tener que dormir por etapas, como en el Servicio. Sí, a las tres de la mañana ¡cambio de turno! ¡Los despiertos a dormir y viceversa! Y todos nos partimos de la risa, este negrito es un vacilón. Pero se pone serio enseguida: caballeros, tengo que ponerme las pilas y montar el tallercito, que el futuro aquí es la pequeña empresa privada, broders, yo no sé de economía pero estoy en la concreta, en la calle… ¡Y miren qué cosa más rica lo que está llegando!
Y sí… ¿Reina es la noche? ¡Mentira! La noche, cuando más, es princesa: reina es esta mulata de ciencia-ficción y reinas son también las dos blanquitas que acaban de entrar en el Manolo´s Jam campeando por sus respetos. Tacones, lycras, maquillajes, uniformes de combate urbano nocturno completicos. Jinetur, susurra El Recio con una mezcla de miedo y fascinación, como si todo quedara dicho. Y encima, para más INRI, se sientan en la mesa de al lado.
Tres locotas al alcance de la mano, casi es perfecto. Solo sobra un pequeño detalle: el tipo calvo y barrigón, moreno, con cara de indio y caminar bamboleante, pero con cadenón de oro al cuello y que viene con ellas. Y lo peor es que las tres bandidas andan muy acarameladitas, abrazaditas y besuqueándose con el sapo.
Me cago en las interferencias…
Pero el cuarteto Cervantino no se rinde tan fácilmente: mis socios son duros y cabrones. Hicimos la noche, señores, sentencia Rocksonante con ojos pícaros desde detrás de su plato: ese azteca está a punto del KO, y en cuanto se emborrache le levantamos a las ninfas. ¿Está claro? Por supuesto, clarísimo, todos asentimos, aunque yo pienso que todo se va a quedar en el blablabla de siempre, entre cubanos, más salsa que pescado. Quizás sea lo mejor, porque ellas son tres y nosotros cuatro, y ¿Adivinen a quien le tocaría quedarse con la carabina al hombro? A mí, claro.
Pero ahí están el pragmatismo y la malicia callejera de Sancho Pinza para impedir que Quetzalcoatl disfrute demasiado lo mejor de Cuba: Bueno, OK, se las levantamos. Pero vamos a montar bien la jugada, desde ahora. Así que yo consigo con Manolo el del paladar una botellita de combustible alcohólico de alto octanaje, como dice Don Cojote. Que con ron todo camina mejor… y, sobre todo: Recio, oye bien: desde este mismo momento tú eres alemán. El Recio pone cara de no entender. ¡Genial, negro, te la comiste! Sí, chico, alemán, de Düsseldorf, sigue la rima Rocksonante. Que para eso eres rubio y estás bien comido. Yo me sumo al juego y termino de instrumentarlo: Tú tranquilo… hablas un poquito de español, un tin na´más. Es fácil, pones acento de nazi de película o de entrenador de perros, y dices cada tres minutos ja, nein, kaputt y eso. Y gesticula menos, que los europeos cuando hablan son mancos…
Pero… ¿yo?¿Con esta ropa? trata de defenderse El Recio, ya sin mucha convicción. Fácil; te cayó arriba el aguacero y te cambiaste en casa de Don Cojote. Sancho Pinza apuntala la leyenda justificando el aspecto pobre, nacional y convencional de la indumentaria del Recio. Pero, yo… yo no sé, nunca he hecho eso… argumenta desesperado el ya-casi-alemán de Jatibonico. Mejor todavía, lo remata Rocksonante: nada más pon cara de sanaco, un poco más que la que tienes siempre, y ríete mucho. Todos los extranjeros hacen así y mira como levantan niñas… pero eso sí, dame acá ese reloj ruso tuyo que parece una lata de sardinas. Que los Poljots esos no los usan ya ni en Mongolia.
Y empieza el rodaje del filme Un alemán en La Habana, protagonizada por Friedrich Von Reciostein, para público exclusivo de tres chicas. Al principio ellas no nos hacen ni caso, ocupaditas como están en su Benito Juárez. Pero tantas preguntas de Berlín y de si su padre conoció a Hitler le hacemos al pobre Recio, y tanto exagera él su acento, que al fin nos enfocan con tres mirillas telescópicas desde la mesa de al lado. Y viento en popa anda bien pronto esta aventura loca e improvisada de convertir al molino de viento en gigante. Entre señitas bobas a la mesa de las tres cowgirls, Rocksonante le pasa un burujón de dólares por debajo de la mesa al Recio para que pague y ellas lo vean desde su mesa, bien clarito. Lo que seguro no ven desde allá es que habrán dos o tres billetes verdes de verdad, pero lo que hace gordo de verdad el paco son recortes del periódico Granma.
Benito Juárez será un bárbaro con el tequila, pero cerveza Cristal va, cerveza Hatuey viene, y ya está medio noqueado, cabeceando en el plato. Ni a comer alcanza. Las tres ninfas sí, que están en la viva. Y después que se atracan de bistec uruguayo, ahí están ya mirándonos con más sonrisitas y putería que nunca, calculando el próximo salto de la noche. Sancho Pinza susurra: perfecto, ya hicimos el pan. Esta noche, jinetera de postre, y al carajo las idioticas de la CUJAE y la película esa boba que las íbamos a llevar a ver. Y yo no dejo pasar el chance de joderlo: Y al carajo también Paulito y su Elite y sus mulatas sandungueras, que estas sí son locotas de verdad.
Pero el negro no me oye. Porque El Recio se asume como nunca, van a caer mansitas en el jamo de Friedrich Von Reciostein, nada más hay que planear bien el brinco para no resbalar. ¿Y qué hacemos cuando salgamos de aquí?¿Adónde las llevamos? quiere saber Sancho Pinza. Primero un paseo por el Malecón, y mucho alcohol. Rocksonante da su opinión de experto. Y luego, para acabar ponerlas horizontales, necesitamos cuatro paredes y una cama… coño, y yo tengo a Livia en el gao, si no… se lamenta el muy cabrón ¿Las llevamos a casa de Don Cojote? planifica el general Sancho Pinza. Y todos me miran. Soy el único que vive cerca y que tiene una casa con cuarto con entrada independiente, como los que buscan los extranjeros. Queda decidido: seré el que le alquila al alemancito que vino a probar la carne cubana, y la orgía ya va dibujándose mejor en el horizonte.
El azteca se derrumba al fin (después de pagar, claro), nosotros también pagamos y salimos… seguros de que ellas nos van seguir y dejar a Quetzalcoatl que duerma su borrachera debajo de la mesa si le da la gana. Exacto, ahí vienen detrás. Esto marcha. Vamos para el Malecón, people, sigue con la batuta el experto Rocksonante.
Afuera la noche, reina con cortejo de estrellas en el malecón, y ellas, reina mulata y damas de compañía, que primero nos pasan por delante con risitas de yo no fui, y luego se nos acercan superzalameras, con más risitas, con la excusa más vieja del mundo ¿tienen candela? ¿Nos dejan encender? Rocksonante saca su fosforera dorada y flamante después de que Von Reciostein les suelta, con tremendo acento de Obersturmbahnführer de las SS, que él no fumar, nein, cuánto sentir no poder ayudar bellas frauleins. Y ellas se agarran al clavo caliente: ¡ay, alemán? ¿no? con lo que nos gusta Alemania… bueno, alemancito lindo ¿ya tienes planes para esta noche o quieres improvisar? Y El Recio, muy en su papel, como para Premio Oscar: Los mios amigos und ioh querer eine fiesten esta nicht ¿tú entender. bella fraulein? Debía ser fan a las películas de nazis, porque engaña a Mahoma.
Y a ellas, claro, enseguida se tiran a querer coger los mangos bajitos, moviéndose hacia al aárea en dólares: ¿Te gusta el Palacio de la Salsa, NG La Banda? ¿Ya has ido? Y aunque a Sancho Pinza le brillan los ojos de tan solo pensar en tanto nalgatorio moviéndose al compás del Tosco y su superéxito Masca la cachimba, se controla y le hace señas discretísimas al Recio de que el varo no da para tanto. Y entonces Von Reciostein, obediente: nein, ir a casa, con el mío grande amigo Mikel. Ese soy yo, y por si ellas no se dan cuenta, me tira por arriba del hombro un brazo que debe pesar como dos arrobas, porque El Recio está recio y bien jamado de verdad.
Ellas desconfían, pero von Reciostein se supera a sí mismo y las desarma con su sonrisota: Yo mucho enfermo de lo estomak. Tener unas pastillas que tomar, y querer algo más íntimo, tropical, autentiken cubanen… Sancho Pinza pone los ojos en blanco y susurra: sí, volvernos todos locos, a quitarse la ropa y armar el desorden, y menos mal que ellas están 200% pendientes del Recio y su germanismo y no lo oyen.
Miren, esa es buena idea, además, queda cerquita, y no íbamos a caber todos en un solo taxi para ir al Palacio de la Salsa, argumenta Rocksonante, pero más que el argumento las convence la mirada de sus ojos de indio pícaro con guiñito incluído. Como garantizando que si resulta que el alemán, por robusto que parezca, es más salsa que pescado, podrán desquitarse de lo insípido europeo con el auténtico sabor de un cubanito rockero que las puede llevar al cielo y al infierno, como quieran ellas.
Ellas dudan, se miran, cuchichean, ríen, pero parece que van a aceptar ¡reina es la noche! Y acabo de pensar, optimista yo, que aunque sean tres, seguro que alguno de mis socios me deja ser segundo plato, que siempre es mejor que nada…
Entonces, cae del cielo la mierda. Los boinas negras, la puñetera Brigada Especial de la PNR. Guajiros como El Recio, pero de más lejos… recién desembarcados de la República Popular del Lejano Oriente. Parece que no acaban de entender como son las cosas aquí en La Habana, y que Jinetur es una empresa tan respetable como la que más: Ciudadanos, buenas noches, sus carnets de identidad…
Al Recio, claro, se le va el alemán a los pies y el pobre, siempre tan bruto, no se da cuenta y lo que saca es su dichoso carnet rojo, y adiós Lolita de mi vida. Nuestras hipotéticas presas sacan los suyos, sin decir palabra, pero mirándonos con un odio más rojo que el carnet del Recio. Y de contra, Sancho Pinza, como siempre, sin carnet, el de Rocksonante que parece un trapo de piso de tan roto y resudado, y lleno además de fotos de grupos de rock. Y una de las blanquitas matanceras tampoco trae identificación. La cagamos. Los socitos con uniforme, encantados, ya van a cargar con los tres. Por no identificarse, por conducta sospechosa, por atentado al orden público, por su real gana… pero, gracias a Dios, uno de los Rambos con boina reconoce al Recio: Ven acá, rubio ¿tú no eres Carlos Saavedra, el que entrena Shito Ryu en la ESPA? Y El Recio, sonrisa de oreja a oreja y abrazo ¡teniente Francis! El oficial, contentísimo, que le susurra El mismo, campeón… dime ¿esos dos individuos son amigos tuyos! y El Recio asiente casi como con pena de conocernos: Sí, teniente, desde hace años, pasamos juntos el Servicio Militar, son buenos muchachos…
Y la magia se concreta en un gesto casi condesciente del oficial. No hay lío, déjenlos ir, si son socios del campeón no pueden andar en nada malo. Disculpen, y ustedes dos, la próxima vez no dejen el carnet en casa. Usted, tome su documento, ciudadano ¿Ariel Cervantes? Y Rocksonante que lo coje, con pena, y le da el pecho a la descarga. Cambie pronto este carnet de identidad, y cuide más el nuevo. Además, recuerde que no es un portadocumento, guarde en otra parte esas foticos de pelúos ¿americanos, no, rockeros de esos? , se lo aconsejo, por su bien.
Un último abrazo al Recio: Cuida esa mawachi tuya, campeón… que en la próxima copa Moncada vamos a discutir el oro. Y nuestro rojo paladín karateca, todo amabilidad, le brinda de nuestra preciosa botella… No, gracias, estamos de servicio, nada de alcohol, otra vez será. Y cuidado con las botellas que compren por ahí… revísenlas bien, ayer mismo hubo cuatro envenenados con alcohol de madera.
Se alejan los guardianes del orden, providenciales conocidos del Recio. Sancho Pinza respira hondo, mostrando todos sus dientes: pensé que ni el médico chino me salvaba esta noche del calabozo, con lo que se preocupa luego mi mujer.
Queda demostrado por si alguien tenía dudas, que esta es una sociedad sociolista (si eres socio, estás en la lista) aunque ya no sea socialismo.
Lo lógico ahora sería que la mulatísima de campeonato y sus dos acólitas, desengañadas de la identidad alemana del Recio y frustradas en su intento de hacer su noche a costa de dólares made in Germnay, nos vendieran el cajetín sin excusas ni pretextos, sin mirar atrás, sin siquiera un hasta luego, y se fueran a buscar farra a otra parte.
Pero ¡la vida te da sorpresas, sorpresa te da la vida! Nada de eso. Una de las blanquitas se le para delante a Rocksonante con las manos en la cintura, lo mira de arriba a abajo con cara inescrutable… y cuando ya todos esperamos la galleta que le borre a nuestro socio su eterna sonrisa de perdona vidas: ¿Conque Ariel Cervantes, eh? Bajista de Los Mamertos, supongo… Rocksonante, precavido, retrocede un paso, asiente…y todos nos quedamos completamente fundidos, fuera de órbita, porque las tres se echan a reír y se presentan: Yulibeth, Layra y Jenny. La cara de asombro de Rocksonante es un poema, y nosotros todavía sin entender, ni tampoco el por qué de la carcajada de los cuatro, acto seguido.
Seguimos oyendo y las cosas empiezan a aclararse, Rocksonante explica: ah, porque a la única que yo conocía era a Teresa ¿qué le pasó a ella? ¿Por qué no vino? ¿Sarampión, a estas alturas? Ah, no lo cogió de chiquitica. Vaya…
Resulta, claro, casualidad de casualidades, en esta Habana en la que todo el mundo se conoce, que estas son tres de las cuatro famosas muchachitas de la CUJAE. Sancho Pinza lo pesca al vuelo, y se parte de la risa conmigo, pero al Recio hay que explicárselo despacito, parece que el alemán de Düsseldorf se le quedó montado, y no entiende nada de nada…
Pero al final, no problema, se ríe también. Y, mejor que mejor, la mulatísima Layra me echa una ojeada de arriba a abajo y dice que tiene una amiga que estudia en el ISA, medio intelectual ella, y a la que a lo mejor un seguro servidor le cuadra. Y reina es la noche. Porque, después de todo, son apenas las nueve, y quedan todavía tres cuartos de hora para ir a ver la película de las diez menos cuarto, que además resulta que es De amor y de sombra, según la novela de Isabel Allende, y que seguro que todos vamos a disfrutarla mucho…
Ellas ¿qué van a pensar de nosotras? ¡Qué pena, qué vergüenza! Y nosotros serios por fuera bueno, a cualquiera le pasa, pero por dentro riendo como debió reír Sancho sin que lo viera el Quijote, cuando la aventura de los molinos de viento. Ellas que el mexicano estaba perdido, no conocía a nadie y nos dió pena, y nosotros ripostando que como no las encontrábamos nos pusimos a dar a una vuelta para hacer tiempo. Aunque lo que quiera decir en realidad la mulata, que ya vemos que tiene más espuelas que un gallo de pelea, es que encontraron al azteca borracho y había que aprovecharlo. Y lo que quiere decir Rocksonante es que cómo ellas no aparecían, nos daban lo mismo otras cualesquiera…
Pero todos fingimos creernos mutuamente, es el juego. Claro, ellas tienen que insistir: no vayan a pensar que somos unas descaradas y unas inmorales, nosotras no hacemos esto todos los días, qué va, tienen que por lo menos parecer más un poquito más apenadas, porque las cogimos en el brinco, porque según la ética no escrita del machismo-leninismo de que el hombre puede y la mujer también, pero solo si nadie la ve, están embarcadas.
De cualquier modo, las apariencias mandan: todos tenemos que fingirnos apenados un ratico, mirar al suelo, reír bajito y todo eso… aunque yo quisiera gritar bien alto que basta de aparentar culpabilidad por haber intentado lo que todo el mundo hace. Decir entre pillos anda el juego u otra frase de esas que suenan bien. Pero lo pienso mejor y me callo, porque, tal y como son las cosas en esta bella Habana de calor, extranjeros y hoteles, lo que sucede siempre conviene…
Sí, mejor aprovechar la ocasión, que la pintan calva. Dejarlas que se sientan un poquito culpables y no cojan mucha confianza, que se sientan que nos deben algo, y luego todo a a ser más fácil. Y que sepan que ya sabemos que son candela, que caminan con los verdes, y que tenemos algunos. En el amor y en la guerra todo está permitido, y no es pecado aprovechar una ventaja. Así que cuando salgamos del cine, y aunque proteste Rocksonante, como seguro que todavía está a toda marcha el concertazo salsero de Paulito y su Elite, nos metemos todos ahí, y compramos otra botella, como que dos y dos son cuatro…
Sí, a divertirse, al cine y luego a lo que sea, el mundo por delante. Reina es la noche, y nada de pensar demasiado. Y nos vamos todos Rampa arriba, mis socios los Tres Mosqueteros ya oportunamente abrazados cada uno a su niña, y yo detrás, solo pero esperanzado, pensando que a lo mejor hoy sí. A ver cómo resulta ser esa amiga de la mulata que estudia en el ISA… aunque yo no estoy como para andar eligiendo mucho, lo sé…
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JMS/Yoss en Efory Atocha, Aquí.
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Es bueno volver a Yoss, alguien que disfrutaba en la Gaceta en los 90'...gracias por ello
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