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..........................."Temporada Zen"
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Por Idalia Morejón Arnaiz
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“Koyaaaniskatsii...koyaaaniskatsiii...” es lo único que le viene a la cabeza que ahora toca el suelo de la Pagoda Recreativa –uno para todos y todos para uno, Gran Maestro Kosen Tibor, Mifune parisino que la obliga a curvar la espalda bajo la presión de una vara debidamente sacramentada. "Koyaaaniskatsiii", repite, sabiendo que nada que ver, pero el sonido es místico y gutural, hace con que su voz grave no desentone con la de los monjes, depositarios de los sutras que dentro de escasas semanas estará dispuesta a incorporar a su modesto repertorio en lenguas extranjeras: hotel california-ne me quittes pas.
En coreográfica reverencia gira alrededor del altar. Velas, incienso, granito pulido por la escoba de una aspirante a monjita que parece una abejita zen-zen-zen, toda su energía concentrada en un único anhelo: mostrar devoción por sus líderes. Será la primera en llegar y la última en retirarse, siempre envuelta en un tosco quimono de kárate-do. Camina descalza y de espaldas, con pasitos de geisha en película japonesa. Nada más le falta el maibelline para acentuar sus ojos rasgados, india de La Concordia, del Alto Orinoco, figurita de semanario. Es el lugar de honor que codiciaría de ser otra que no una insignificante criatura del azar, “pero sin lástima”. Plumita de oro en pantalón de lycra y sandalias de turista preocupada con su falta de capacidad para meditar. Flor de loto acalambrada “de seis a siete y media lunes miércoles y viernes, martes jueves y sábado, puedes escoger, y no desayunes pesado para no dormirte” –como si fuera posible.
En sus horas libres borda un tapete de alpaca, punto cruz. Tonos verdes y naranjas. La ergoterapia de los tiempos fucoltianos flotando frente a la pared blanca, atenta a un milagro. Fuma menos y come más, algo que podría conseguir de múltiples maneras sin llegar a comprometer su reducidísimo stock de ideas originales, pensamientos profundos. Pero qué hacer, si ahora Orlandito prefiere departir sobre asuntos cuya importancia contrasta con su trivialidad. Los primeros pasos en el camino hacia el Oriente se le revelan como una nueva serie de gestos inconsecuentes desprovistos de mala fe.
Meses atrás era él quien no sin cierta vocación antropológica se interesaba por el tamaño exacto de Santa Bárbara. “Muy grande”, le declaró ceremoniosamente una tarde. Ella, aterrorizada, sentía que debía afirmar algo a la altura de aquella revelación de hueco sin fondo, mientras se abría paso entre un enmarañado de confesiones poco sentidas sobre su disposición para salir a buscarlo a cualquier lugar del planeta, pues no demoraría el Poeta en entonar La Marsellesa –arco de triunfo coronando su poder de seducción.
Larguísimas semanas de espera paciente, también en la distancia. Con Vulgarcito al brazo, veinte años después de haberse mudado para La Habana, Poquita Cosa desanda el terraplén. Guanal Grande Covadonga – Covadonga Guanal Grande. Manjuarí. El Rosario. Jocuma. Yaguaramas, Las Mercedes: para vivir en paz.
Horas, sentada a la máquina de coser frente a la ventana, en un cuarto iluminado pero con sombra. Afuera el platanal y los pollos. En el horizonte, un bando de guajiros alzan los brazos para saludarla. Envanecida, enciende el fogón de luz brillante, cuela café.
“La gran ventaja de Covadonga es que es normal casarse con los primos. En la capital, si alguno posee un valor debidamente legitimado dentro del grupo –haber leído a Proust, o a Mestre Eckhart- ya está bien para mí. El prestigio ajeno me invade por vía seminal”.
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IMArnaiz en Efory Atocha, Aquí.
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Idalia Morejón Arnaiz, Santa Clara, 1965, Cuba. Enyista y poeta. Su libro último publicado se titula, "Política y polémica en América Latina. Las revistas Casa de las Américas y Mundo Nuevo" (Educación y Cultura, México DF, 2010). Reside en Brasil.
Imagen tomada de la web.
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