lunes, 4 de abril de 2011

Alberto Lauro: poemas

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Tres poemas (inéditos) de Alberto Lauro
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La rabia de Hiponax
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¿Por qué piden que sea discreto, comedido y correcto?
Pues no. Me niego.
Acaso Arquíloco de Paros no fue embustero,
Mercenario, aventurero y sinvergüenza.
¿Y de qué otra forma iba a ser,
Hijo de noble y esclava,
Él que nunca en el amor fue afortunado
Y supo como yo de innumerables penurias:
Su pan ganaba con una lanza
A favor del primer postor que le pagara.
En vino ahogó pesares
Y del gozo como Alceo, que se opuso
A los déspotas de Malancro, Mirsilo y Pítaco,
Prefiriendo el exilio a la sumisión, hizo su bandera.
Toda la patria es sólo un cuerpo
Donde hallamos el placer por unas horas.
Queramos o no, como Anacreonte
Acabaremos lamentando la juventud que pasa,
Los dientes que se caen
Y el espantoso Hades del que,
Una vez descendido, nadie vuelve.
Nada de llorar tal plañidera como Asclepíades:
Mejor beber pues las flechas de Eros,
Que tanto anhelaba, le dieron un final tormentoso y amargo.
Como Teognis por un tirano he padecido destierro,
Confiscación de bienes y vida miserable
En comparación con el lujo en que nací.
Lleno de rencor y rabia y odio contra su pueblo
Yo detesto el mío como él Megara,
Donde abrió los ojos. En el exilio
Sólo en los brazos de Cirno,
Su amante aristócrata y al mismo tiempo rufián,
Andrógina mezcla de jactancia, capricho y candidez,
Halló un poco de consuelo a su pobreza.
No me den consejos. No los quiero.
Dejen que me arrastre y me hunda en lodo si así lo quiero,
Que me reúna en antros con ladrones y prostitutas,
Que me emborrache del día a la noche,
Que haga abluciones cuando quiera o vista harapos,
Que me drogue.
¿A quién le importa el destino de un poeta
Que no se presta dócil a las patrañas del poder?
Pago a gusto el precio de ser libre. En ello está mi dignidad.
Abyecta es mi vida de réprobo. La ironía, don de mi lengua.
La palabra, mi consuelo. El verso, mi música.
Dicen de mí que soy abominable, aborrecible,
Despreciable, una execración y no se cuántos insultos más.
Dulces y amables suenan ya esas injurias a mis oídos.
Dueño de mi destino, nadie puede humillarme.
¿Qué soy vulgar? Ya lo sé.
De poco me valió en otro tiempo ser refinado y elegante
O frecuentar salones de familias con linaje.
Déjenme en paz de una vez.
Y ahora váyanse, que llegan los putos que pago
A sueldo y ardo en ganas
De ponerme a fornicar.
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Amantes en Teruel
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Tienes ante tu edad todo el tiempo para ti.

No existen las horas ni los relojes.

Tiempo es lo que ante tus ojos imprevisibles

Se extiende como aterciopelada alfombra

De algas de cristal.

¿Quién soy? –a veces te preguntas.

¿Y cómo? ¿Y por qué?

Exhausto de no hacer nada

Crece en tu pecho

La oscura rosa del hastío:

Tiembla y perfuma entre tus pezones delicados.

Tienes el tiempo de la indolencia.

Todo el tiempo

Ante ti, nimbado en la transpiración

De lo absorto, ser palpable

Como si no tuvieras cuerpo.

Estatua dormida entre la hiedra,

El sueño de mármol deja la quietud

En tus brazos, en tu cuello, tus cejas

Puras como el otoño al respirar.

Tu cincelada nuca perfumada está de jazmines y heliotropos.

Allí se dormirían mis labios en tu espalda,

Encima de tu sexo como un trigal que renuevo.

El mar está lejos y lo sueñas

Mientras yo estoy aquí

Mirándote como una perra echada a tus pies.

Oigamos el murmullo lejano de la tierra

Como el agua inmutable que corre por la alberca.

Ya nadie podrá oponerse a celebración de este amor.

Nadie podrá detener el latido de nuestro corazón de piedra.

Que la malvada alondra no desafíe a la mañana

Que la luna cómplice no nos traicione.

Que nunca más el sol vuelva asalir

Iluminando las ruinas y miserias

E infamias de este mundo.

Rogaría a estos cirios que no ardieran,

A sus llamas que quemándose

Fueran eternas, inalterables.

Dame la mano en el sueño,

Exánime como difuntos

Quedemos petrificados,

Atentos el uno al otro, en tanto

La tierra gira inerte en el espacio.

Y que nadie nos venga a despertar.

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Aviso de Socrates
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Cálmense, ciudadanos. No se desasosieguen ni irriten.

Nadie es peor consejera que la premura.

Soporten al tirano como un tósigo inicuo sin sublevarse.

Poco importa que su conducta tenga razones

Sacadas de su voluble conducta o de una cloaca.

Domestíquense como borregos. Da igual.

Después de él otro crápula vendrá.

Él ignora que es un cretino que sólo ama que lo aplaudan.

Sabe lo que hace: lo guían execrables consejeros

Desde la impunidad, la arrogancia y el nepotismo.

Su cordura da vértigo. Su juicio

Lo orienta una infalible una brújula sin Norte.

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ALauro en Efory Atocha, Aquí.
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3 comentarios:

  1. ¿Qué soy vulgar? Ya lo sé.
    De poco me valió en otro tiempo ser refinado y elegante
    O frecuentar salones de familias con linaje.
    Déjenme en paz de una vez.
    Y ahora váyanse, que llegan los putos que pago
    A sueldo y ardo en ganas
    De ponerme a fornicar.

    Ya por esto, este chico esta en mi cielo!!!!
    abrazos y gracias Chago.

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  2. No siempre leemos versos tan seguros, ni poemas tan bien estructurados!
    Gracias Lauro, Efory, por la plenitud!
    Pedro A. Assef

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  3. Muy buenos textos, un placer leer a Alberto Lauro de nuevo. Saludos Efory.

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