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Un cuento (inédito) de Susana Della Latta
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"En los Jardines del Emperador de Jade"
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Tus labios temblaron, hablando de sueños.
Lo sé, pedías perdón a tu madre.
Gu Cheng
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Ho Hsiang-Ku señalaba el cielo y luego dirigía su mano al corazón. Cada milenio con idéntico ritual. De los 8 inmortales el único que continuaba prestándole atención era el juglar Lan Ts’ Ai-Ho. Los demás se divertían luchando con la espada mágica que le robaron a Lu-Tung-Pin. Hasta que en el último encuentro la emperatriz Wang, cansada de tal desobediencia decidió no volver a convocarlos y guardó los melocotones del árbol de la inmortalidad para que comieran las serpientes.
-“Ay de mi, -exclamó uno de los reptiles escondido debajo de las piedras de siete colores- nunca me gustó la fruta”
-“Prefiero ser cola de los dioses, esclava de dragones, rayo de luz para las epidemias, que pedirle los melocotones a Wang”
Cientos de jóvenes serpientes salieron a la plaza en desaprobación, pero en ese momento, quien abrió la boca rechazando el fruto, cambió de piel y regresó al trasero de la gran diosa Nüwa, como si nada hubiera sucedido.
Después que las demás se empacharon de tanto y tanto comer, la rebelde serpiente asqueada del conformismo de su especie, se arrastró por las montañas de Jiangsu hasta encontrar un árbol de manzanas.
-“Ay de mi… ¿Por qué será que no puedo comer carne?”
Enroscó varias manzanas en su cola, las hizo volar hasta donde Pangu separó el cielo de la tierra y volvió cansada a los pies de Siddhartha cientos de años más tarde.
Pero uno de los frutos se desvió a otro paraíso.
Lo que viene después de tal manzana, aún lo están investigando.
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SDLatta en Efory Atocha, Aquí.
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