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Tres poemas (inéditos) de Sigfredo Ariel
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Epístola a la señora Andrew Jackson
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Pongo en sus manos el destino de este avión
atestado de santos, collares de cuentas,
sagradas pedrerías que atendieron plegarias
en arcaicos idiomas africanos
para hacer por fin el viaje.
Le encomiendo, señora, esta forma volátil
que atraviesa solitaria un estrecho de agua,
que es estrecho de tiempo.
Mire cómo su sombra corre sobre el mar caliente,
el mismo en que ahora mal navegan dos o tres
barcazas ilegales repletas de familias que ennegrecen
al resistero de un sol con forma de pez,
o mejor dicho:
del hambre humana de un gran pez
acostumbrado a probar el sabor de la gente.
Para que las maniobras en el aire lleven menos esfuerzo
haga soplar al viento en dirección favorable, si es posible,
desde la dimensión pragmática que usted debe habitar.
Detrás de la sustancia de este viaje
hay interminables plazos con días y noches
ante la puerta oficial de amigos y enemigos,
escarnecidos y escarnecedores.
Piense que para los emigrantes la incertidumbre
siempre finge cierta forma de interés,
gira en su silla satélite, escribe y sobre escribe
nombres de parientes con dos dedos
en su piano eléctrico, acepta sobornos y se deja acariciar
como una gata de cuartel que juega todo el día
con su bola de estambre.
(He visto parcas, señora, cortando hilos y anudando hilos
en la piel de una recepcionista o de un hombre mecánico
en la cima de una enorme montaña de expedientes.)
Ruego que detenga todo impulso del viento
cuando cese la espiral de las turbinas y los del avión
desciendan por caminos en forma de spaghetti.
En especial, que se respire calma en el instante
en que ajusten una Ley sobre la gente esperanzada,
muchedumbre que llega con sus estribillos
y dicciones callejeras ante la ventanilla altiva:
entonces se internan en
mi señora, que sólo atiza carbones encendidos,
no la dicha.
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Mire cómo se sienta un instante una mujer
en el lomo de una íngrima maleta donde ha metido fotos
de una remota boda de unos remotos primos,
la escritura de la casa perdida en Santa Fe
y la partida de bautismo de un vecino de enfrente.
Mire cómo
una media luna, cómo permanece indescifrable,
señora, como un reloj que no señala horas
sino sobresaltos y puertas y puertas de emergencia.
Y aunque entre en la boca
la gente no le reconocerá sabor alguno
ni peso conocido sobre la lengua del amor,
y las porfías sobre espartanos juegos de pelota.
Nada tiene qué ver.
Toda ley parpadea como una doncella
que han dejado esperando en una esquina.
Toda ley se redacta con precipitación una noche
sobre dos rodillas juntas sobre el destino
de gente esperanzada que decide un cambio
de estación, de trenes, un cambio
de casa, simplemente.
Y llegará el animal doméstico aún aletargado
por la química de la transición, y una pareja trunca,
el amante y su fantasma solos llegan, un estibador que aspira
a no ser más estibador y una niña que aspira
el humo de
En esa multitud distinga, si es posible, a mi hijo.
Viste una ropa vagamente militar o una camiseta
de algún grupo de rock del que ni usted ni yo, señora,
jamás conoceremos nada.
Sáquele la gorra de visera hacia atrás,
organice en lo posible el mechón castaño
que cae sobre la frente, tapándole los ojos.
Verá qué dulce peso adquieren las palabras
total indiferencia ante la ley o lámina de sueño
sobrevuela el mar Caribe.
No olvido que en el cielo, señora,
también hay un gran pez
del tamaño del cielo.
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Chinese Soup
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En la esquina donde vienen las putas en la alta noche
hay una fonda china que las putas frecuentan
poco antes que cierre a cal y canto
y el cerrojo caiga como un trueno.
El olor histórico a verdura hervida
se disipa con el olor ahistórico de la calle Monte
con sus altas luminarias que hacen que tu sombra
se convierta en sombra de esquimal.
En el extremo de la fonda donde las putas fuman
sus cigarros bermejos está mi sopa china de 50 centavos
vigilante, sin nada qué esconder y en la televisión
hay interferencia y fútbol: Italia y Argentina
con los mismos gritos sicilianos.
Un camarero lanza su terrible profecía sobre nuestro futuro:
gota persistente cayendo del extraño cielo raso
en una boca de cerámica
que no es por cierto china, sino turca o malaya,
industrias de la imaginación central.
Entonces la cerveza caliente evoca
no sólo la cerveza nativa del carnaval de julio
frente al mar caminando de una punta a la otra punta
donde pudren su esplendor los castillos españoles
/ también caliente la gota de cerveza
lleva estos ojos de gato hasta la almohada
de aquella duermevela y la anterior y la anterior,
tan poco dignas en la esquina fumando
con sus nombres supuestos
quejándose de todo tras el biombo chino,
sierra madre para guarecerse de afilados diluvios
y la noción de que estamos siempre en tránsito
es decir, siempre de viaje hacia un lugar
que muy poco se parece
según dicen
a este
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Con Marilyn Bobes
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Con un lápiz en papel cuadriculado
a la luz de una vela de ciclón
la mano pasajera se ha acordado
de tu conversación
acerca de cómo permanecen
las personas en uno. Sobre marismas
y cambios de gobierno personal
algunas, por cierto, no parecen
ser las mismas que dejamos entrar
por puerta angosta un día. Lo real
no vive en el país que habitan: allí no crecen
ni obran ni maduran.
Más de llegar
una noche a tu puerta un otro, el mismo
a quien no reconoces, esas personas quitan
al recién llegado intruso del lugar
sin miramiento alguno
y continúan sin cambiar, pues así duran
igual que dura y dura en Cuba el comunismo.
-Foto tomada de Internet.
Sigfredo Ariel: Santa Clara, 1962. Poeta, narrador, ensayista, dibujante, guionista de radio, cine y televisión, productor musical. Desde hace veinte años trabaja en la radio y la televisión cubanas, escribiendo y dirigiendo programas culturales. Ha publicado artículos, ensayos y entrevistas sobre estos temas en revistas especializadas de varios países. Poemas suyos han sido traducidos al inglés, alemán, ruso, italiano y francés. Aparece en numerosas muestras y antologías de la poesía cubana contemporánea.
Ha recibido los premios de poesía El Caimán Barbudo (1985 y 1988), Premio Abril (1990), Premio La Gaceta de Cuba de Poesía (1995), Premio UNEAC de Poesía (1998 y 2005), Premio Nacional de Poesía Nicolás Guillén (2002). Premio Nacional de la Crítica (2002 y 2006), Premio Internacional ULCRA del Audiovisual Latinoamericano (México DF., 1990), Premio al mejor guión inédito en el XVIIII Festival de Cine de La Habana de 1997 y, en ese propio año, la Distinción Por la Cultura Nacional. Recibió en 1999 la Medalla conmemorativa Fundación de la Ciudad de Santa Clara. Los poeamas aquí publicados pertenecen al libro inédito, Objeto Social.
OBRA PUBLICADA:
- Algunos pocos conocidos (Ediciones Unión, 1987): Premio David - UNEAC, 1986.
- El enorme verano (Editoria Abril, 1995): Premio Pinos Nuevos.
- El cielo imaginario (Ediciones Vigía, Matanzas, 1996).
- Las primeras itálicas (Miguel Gómez Editores, Málaga, España, 1997).
- Hotel Central (Ediciones Unión, 1998): Premio UNEAC, Julián del Casal, 1997.
- Los peces y La vida tropical (Editorial Letras Cubanas, 2000).
- Manos de obra (Editorial Letras Cubanas, 2002): Premio Nacional de Poesía Nicolás Guillén, 2002.
- Born in Santa Clara (Ediciones Unión, 2006 y 2007): Premio UNEAC de Poesía “Julián del Casal “ 2005, y Premio Nacional de la Crítica 2006.
- Cielo imaginario (2008).
Actualmente reside en La Habana.
La existencia de Radio Tres en España es toda una suerte. Recuerdo con cariño muchos espacios de la mejor "Radio Ciudad de la Habana" en los ochenta en Cuba. Este Señor es de los grandes de entonces y hoy. Un abrazo, perdone el atrevimiento, he disfrutado al leerle.
ResponderEliminarOtro para los amigos TODOS.
Ah, olvidaba algo. He intentado buscar un enlace al podcast de "pioneros" un programa de radio tres dedicado entonces a F. Zappa, un dramatizado, pero bueno…, imposible, todo cambia en esta vida. En su lugar dejo esto, es una nueva muestra de la emisora. Un día que iba para el cine, al sintonizarla, me acordé de su trabajo, S. Ariel.
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