viernes, 25 de septiembre de 2009

Leonardo Rodríguez: El discreto Bielinsky

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--------"El discreto Bielinsky"

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-Por Leonardo Rodríguez

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-Descubrí hace un par de años la obra breve de Fabián Bielinsky (Buenos Aires, 1959- São Paulo, 2006). Mi orden fue su orden, concentrado: primero Nueve reinas, de 2000, después El aura, de 2005. Ricardo Darín actúa en las dos. El no menos notable Gastón Pauls, el pibe de las estampillas, en la primera. Lástima no haberlas visto en pantalla grande. Hay motivos que se repiten en Bielinsky: el delito, el juego. La estafa retorcida pero casi inocente de Nueve reinas se hace crimen organizado en El aura. El puro juego de manos se convierte en amenazante juego de armas. La primera ocurre en Buenos Aires, la segunda en la provincia argentina.

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De la atmósfera urbana de Nueve reinas, entre el barniz de un hotel cinco estrellas y la pátina callejera, pasamos a la densidad poética y apocalíptica de la región de El aura. Los lugares, en uno y otro film, pertenecen sin más al reparto dramático. Comparten un aire de asfixia moral o es argentina.

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Los personajes de Nueve reinas no son delincuentes de vocación. Apenas juegan a serlo o se disfrazan de tales. La estafa es una manera de no ser o no parecer tonto. Como quien dice, de seguir la corriente. Credo picaresco: soy un pillo, pero no tengo nada que ver con la ley. De todos modos ¿quiénes son la ley? Nadie lo sabe pero nadie lo ignora. Buenos Aires es una ciudad cualquiera y ellos también se parecen a cualquiera. Son-la ciudad y los protagonistas-seres del desplome, con algo, sí, de perros callejeros. Alguno hasta tiene a su viejo en la cárcel. Los más piadosos sentimientos son falsos. O quizá sólo imaginarios.

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El personaje principal de El aura (alias Esteban Espinosa) ya no tiene nada que perder: ni mujer, ni dinero ni casi alma. La mujer nunca aparece, y esa gravitación invisible es parte del temple y el desvelo del protagonista. Ricardo Darín es un taxidermista taciturno, epiléptico y rutinariamente tramposo que se siente, a su vez, estafado por la vida. La estafa es un arte y el arte es una estafa: ya en las escenas iniciales del arreglo del lobo disecado los naipes de Bielinsky están sobre la mesa. Es decir, en la pantalla.
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Si en Nueve reinas me encantó la perfecta relojería del timo, en El aura fui cómplice de la farsa desde el comienzo. El melancólico estafador fantasea con robar un banco, porque robar un banco no es tan malo como fundarlo. El problema es que el taxidermista será un alma en pena, pero no canalla. Eso espera (esperamos).

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El protagonista y la anécdota misma de El aura, me parece, tienen un aire de familia con el protagonista y la anécdota de El sur, el gran cuento criollo de Borges. Recuerdo que el borgiano Juan Dahlman es un hombre que busca su "particular destino suramericano" donde nadie lo espera. Mejor: donde lo espera-no sin meticulosa ironía- un cuchillo y la pampa. Una escopeta en el bosque, en el caso de Esteban Espinosa.

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No hay fanáticos ni inquisidores en Bielinsky sino pícaros y falsificadores. No desprecian la ley: la evitan. Tampoco se la apropian o la enfrentan: sólo extorsionan a quienes la encarnan. El delito no es glamoroso, ni redentor, ni nihilista ni justiciero, pero sí un resuelve y más que una opinión. Dijo Bielinsky a propósito de la violencia en el cine: “Una pistola en la mano pesa y no hacen falta mil disparos para entender lo violento. Uno sólo basta y es brutal”. Una cámara también pesa y no hicieron falta mil películas para entender que este argentino discreto tenía algo (¿puedo decir verdadero?) que contar.


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En la imagen: Fabián Bielinsky con Ricardo Darín en la filmación de El aura.

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Otras colaboraciones de Leonardo Rodríguez, Aquí.

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1 comentario:

  1. Santiago Méndez / Chago25 de septiembre de 2009, 6:47

    Ciertamente muy curioso, como creador. No tuvo mucho tiempo y por alguna razón, muy personal, por aquí tenemos una posible analogía con el Cine de FLde Aranoa, este último gracias a Dios, vivito y coleando. Pero encuentro en ambos una preocupación por temas socialmente perversos, conflictivos.

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