jueves, 21 de octubre de 2010

Margarita Vélez Verbel: poemas

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Tres poemas (inéditos) de Margarita Vélez Verbel
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HERENCIA FAMILIAR
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Cómo me duelen mi madre y mis abuelas.
Cómo me duelen sus mundos reducidos al fogón y a las salas de parto,
sus vidas envilecidas, sus esclavitudes.
Pobres seres reducidos, pobres mariposas de llanto.
Cuánta violencia les pesa,
cuánta violencia agazapada en los cuartos,
en sus faldas, en sus cópulas de goce exclusivo del macho.
Cuánto silencio se cierne sobre sus hijos procreados y paridos a la fuerza,
como un doloroso hierro clavado al vientre.
Cuánta mierda escondida bajo el techo,
entre la manteca caliente y el café en las mañanas.
Cuánta podredumbre.
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ATLAS
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Quién no ha sido alguna vez presa de la desesperación
y víctima de alguna infamia.
Quién no ha albergado algún resentimiento
y visto morir alguna esperanza.
Quién no ha estado dolorosamente maltrecho,
desposeído hasta los huesos.
Quién no ha esperado un buen tiempo para vengarse
o para explotar por algún dolor agudo y sordo que le devora.
Quién no ha descendido, hasta hallarse inmensamente
solo ante el mundo como un Atlas.
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JUAN EL BAUTISTA
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Que no era digno de calzar la sandalia del que vendría después de él, decía Juan el Bautista,mientras se deslenguaba en contra de la madre de salomé por todas las calles de su provincia.Ramera, le gritaba ante la multitud cada vez que la mujer atravesaba las plazas públicas, por que se había tirado a algún soldadito de su marido, un general de cinco soles.
Ramera, le gritaba, cada vez que podía, alborozado, exaltado, como un loco y en una especie de extasís místico.Era el mismo juan que recitaba el antiguo testamento y los salmos del rey salomón, quien se había follado a unas dos mil mujeres, la mayoría niñas que apenas llegaban a los doce años, llevadas a la fuerza por sus padres, como premios para el ungido de Dios, "el sabio", que las accedia y luego las sacaba del lecho, como quien se limpia con una servilleta, pequeñas que temblaban de temor ante el inminenete dolor de entregarse a un hombre que sucumbía ante el paso del tiempo lleno de cicatrices y de fealdad.
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Nada de innoble observaba Juan en el gran sabio, como tampoco en Abraham, que se comía y preñaba a Sara al igual que a Aghar en la misma tienda.Por ellos, como por el resto de profetas violadores de mujeres y de niñas, nunca salía a desgañitarse por las calles de jericó.Tampoco recibió mensaje alguno de su dios altísimo que le indicara que había en tan altos escogidos alguna afrenta, alguna tacha que le ofendiera.Pero ante esta mujer era distinto:era una ramera, por que era una mujer,por que disfrutaba su cuerpo en abundancia y se gozaba con su vigor de hembra y se extasiaba con uno que otro soldadito de su marido, cogido en la posición de firme.
Juan, juan el afrentoso, Juan el deslenguado, el que veía la viga en el ojo ajeno, y no la veía en el ojo del judaismo.
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Nunca hubo una cabeza más justamente cortada.
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Otras colaboraciones de MVVerbel en Efory Atocha, Aquí.
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Imagen tomada de la Web.
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1 comentario:

  1. me reconozco un admirador de la poesía de Margarita Vélez Verbel, a quien agradezco la posibilidad de que podamos renerla por estos lares.

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