martes, 29 de julio de 2008

Trópico de Circe

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Por Magally Ramírez Ripoll

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Saluda a las mujeres miembro en mano.
Henry Miller, Trópico de Cáncer

Trópico de Circe es un libro de poesía, Karelyn Buenaño, su autora, convoca en una magistral puesta en escena, el humor, la denuncia y el sin miedo a la palabra, con un lenguaje que corta el resuello, con un espíritu burlón y reflexivo rebautiza ciertos parajes del viaje heroico y amoroso de Ulises, las diversas maneras de existir, se plantea, quizás, lo mismo que la escritora francesa Marguerite Yourcenar la cual afirma que no se puede explicar ni la congoja ni el éxtasis sobre el mero frote de dos cuerpos. Particularmente llama la atención el poema "Ama de casa", donde lo enunciado adquiere características de una verdad transparente, profunda, llena de humor; “el día domingo no es día de descanso” la autora desaloja todas las “bisuterías del espíritu”, es el día de la liberación femenina, para “no hacer un coño”, porque la “mentira universal” dice que es el “día del señor”, es más es el día de irse para el carajo, no hacer un coño, no amo, no rezo, no me acuesto más con nadie, no paro más, no me quejo no lloro, ya no me calo este madero de mierda, no joda, cómanse un cerro cabrones, coños de madre; el amor se convierte en un problema de comunicación.

Frustraciones, decepciones, mal entendidos reiterados, sentimientos de hostilidad y enojo que actúan como fuerzas devastadoras de los cimientos de una relación “amorosa”, Trópico de Circe en sus cinco secciones estructurales es una parodia del viaje de Ulises narrado en La Odisea de Homero y en el Ulises de James Joyce, para ver a Ulises, al que nunca nombra, la autora se ha puesto en los ojos “dos teclas de piano”, tres silencios a capella, sin “do ni fa ni si”, instalando una visión pitagórica del amado. Y el Ulises silenciado en esta ópera bufa, andina, “entre aguaceros, ventoleras y nevadas” un día domingo, también, santas y putas propician una liberación que podría estar insinuada en la presencia de ese Odiseo dominguero que es capaz de hacer cambiar de sindicato aun a las beatas. La Circe tropical se trasmuta y por arte de magia aparece con los rostros de Hera, Artemisa, Afrodita, Julieta, Eva, La Gioconda, Marilyn Monroe y Ofelia. Lo que le espera al Odiseo moderno es tela marinera y Dulcineo y Dido serán también los que paguen el pato.

En la sección La caída pasamos a lo del parto, hemos dejado a un lado a Dido con el rollo de la cangreja de Ofelia, y nos encontramos en el consultorio del ginecólogo, donde la futura madre descubre por “la verdad, la fidedigna” que lo que tiene en lugar de un embarazo “es una inmensa bola de mierda” llamada Jazmín, pero “La mierda no tiene nombre” la sensación de preñez y su avance parecieran anunciar una parodia más, y Karelyn, la poeta, dejará la verdad de la palabra escrita y su evolución. Con Odiseo se pasa de invierno a verano sin pasar por la primavera y la rabia vence y traspasa la garganta “a veces sueño... que mueres cien veces apuñaleado, y yo mil veces me seco... de la arrechera”, fanfarria Wagneriana y moraleja: “hay que darle matarile al matamoscas de la carne con el espíritu baygón”, la autora denuncia la brevedad del amor, el azar a que nos sometemos los seres humanos cuando nos acorralan los sentimientos, y la fabricación sin tregua de cien mañanas para la eternidad de Eros, se erosionan los días para ganar un instante y este “Nadie” sale con las tablas por la cabeza “coronado con ruda, mastranto y dientes de dinosaurio”, el texto podría darnos a entender que la preocupación de la autora no es sexual ni religiosa, que lo que le interesa sobre todo es que el lector alcance la auto-liberación, auto-liberación que podría significar por ejemplo: poner el derecho al revés, la idea de una gran alcantarilla universal traga-cosas llamada araña o Dios, amanece y ella en su cárcel oscura desde hace algunos días, titánica e implacable es la oscuridad, cada momento es una vagancia milenaria, desde afuera se oyen las voces llamando a Myriam, son innumerables, indefinidas y Myriam es la nueva máscara, la transparencia, la otra voz, eco milenario de Circe que habla desde un tiempo dinosáurico, ésta no se encuentra en un templo de la religión mediterránea, la confusión es total, se aproxima el derrumbe y al final queda la náusea, el apuñalamiento, los sueños no han crecido, y Myriam se da cuenta de que está“un consejero familiar”, “un sacerdote” o “un trabajador sexual”. Lo epicúreo surge, junto al atrapada, paradójicamente entre sus emociones y pensamientos, que no puede disfrutar ni del prefacio ni del desenlace, lo único cierto es la caída de las ramas del árbol y que son lo mismo malestar, la náusea o la risa ¿cómo llamaríamos a esta entelequia?

Karelyn ha dejado a un lado la “teogonía de los aprendizajes caseros y universales”, sabe que Prometeo no le puede ofrecer la esperanza de la inmortalidad y la irreverencia de la autora acuna un nihilismo, ateísmo que disuelve todas las posibilidades y bienvenida es la brevedad de todo lo que acaece en el campo amoroso y existencial. Junto con lo cínico de la filosofía clásica griega, emerge, de oriente, el oráculo del I-Ching o libro de las mutaciones, el Feng-Chuy, la adivinación brota de la voz que habla en el largo poema, posee bajo la blusa un hexagrama, bajo la blusa la “única santa hereje” y ¿Odiseo?“el único emperador o gárgola insomne del Olimpo”.

Intermediaciones del paganismo griego testimonian la lectura de voces antiguas que se hicieron presentes en el siglo XX, Cortázar, Juan Rulfo, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, y de los filósofos Epicuro o Diógenes. Paisajes marinos y montañosos combinados forman un escenario de intertextualidad, se me ocurre que Bloom, el personaje del Ulises de Joyce, está allí con el espectro de una vaca artificial, acompañada de toros y bueyes y hasta del Minotauro, que en el caso de Karelyn sería el “coyote más pendejo”, una comiquita. La consulta de un libro como la Biblia, hace referencia a la figura de un Cristo cuestionado y Dios es visto como epifanía del rostro del galán, uno se pregunta ¿la lectura es en la cueva de Polifemo descrita en el poema Nadie? La apostasía, la entelequia, el arjé de las cosas, constituyen la ética de la poeta que va hacia una especulación ontológica que permita profundizar acerca de lo que la misma autora llama, en otro libro por editar, “Las bisuterías del espíritu”.

Todo se derrumba, “las cosas importantísimas”, una inmensa telaraña cubre todos los supuestos de la existencia y buscar explicaciones es absurdo “¿Por qué mejor no me pongo a vivir, y listo?” El ser racional que somos todos se deshace frente a la única divinidad, el azar, y aún así en este estado de conciencia queda la desconfianza “mil telarañas sin tejedores ni propósitos”, “cada quien con su caída” y la voz de Heráclito se escucha en el devenir del tiempo, el hombre y la naturaleza están expuestos al vaivén de todo “sólo andabas de paso con el alma asustada como un insecto” y el vacío llamándote con su eco milenario, mira, observa, “Myriam, Myriam…” y con Myriam vuelve uno al día de descanso y lo envía todo al carajo y al consultorio del ginecólogo, triste patán cuya voz registra “mierdas absolutas” y en el poema en medio del frio de la cumbre la autora asegura que vivimos en un “mundo pútrido y cursi”, que la vida es una arrechera, que el violento quehacer del tiempo secará sus manos dormidas de “derrota y tristeza” y esperará “el momento de la poda” y más allá del pensamiento hay una mosca y una araña.

En “Paréntesis”, la autora plantea su arte mágico y de su pecho prende un hexagrama del oráculo chino I-Ching, hace su epifanía el humor y vuelve de nuevo a sus andadas, se advierte en la frase, “bajo la blusa palpita un deseo” “sin malos augurios ni confrontaciones”, una extraña voz de amante rocolero y borracho surge del tono musical donde el Odiseo simbólico, en la alta hora de la noche, le habla de usted como que si él fuera inocente del jueguito amoroso, y “bajo la blusa”, y en idiomas modernos, unas cuantas recetas de hechizos para la amargura casera y el “sarcófago se desarma” y se convierte en “jardines colgantes de conejos”, las imágenes surrealistas se ponen de manifiesto, y aparece el hexagrama del “Pleito, Sung” que le avisará a Myriam que no se deje calentar la oreja “ni ser la miss Universe del Kama Sutra ni consagrarme a la masturbación ni ser virgen ni ser reputa ni llamarme Myriam o parecerme a Pancha ni ser niña ni hombre ni mujer”.

Hay pecados o malos recuerdos ocultos por el hombre en los rincones más oscuros del corazón, pero allí quedan y esperan, sin embargo una palabra casual los evocará de repente y se levantarán para enfrentarlo las circunstancias más diversas, (una visión o un sueño como en el episodio de la Circe de Joyce). El amor es una forma refinada del libre albedrío, un libertinaje, una estratagema para pasar el tiempo y el placer efectúa en pleno cielo un aterrizaje forzoso, envuelto en el ruido del motor loco de los últimos estremecimientos del corazón, “Cierro los ojos… Los ladrones sólo desean nuestras sortijas; los amantes, la carne; los predicadores, nuestras almas; los asesinos, la vida. Pueden quitarme la mía: los desafío a que cambien algo en ella. Echo hacia atrás la cabeza para sentir por encima de mí el murmullo de las hojas… Estoy en el bosque, en un campo… Es la hora en que el Tiempo se disfraza de barrendero y Dios tal vez de trapero”, son “Fuegos” de Marguerite Yourcenar.
Magally Ramirez Ripoll, escritora y ensayista Venezolana. Otras colaboraciones de Magally, Aquí. Otros poemas de Karelyn Buenaño, Aquí.

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