miércoles, 30 de julio de 2008

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Tres poemas (inéditos) de Ángel Fernández

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POEMA CUATRO


(Ingerencia de Critias después del desenlace)

Timeo, estos son los mares:

el sueño que aún queda lejos de las bocas, cualquier manantial.

Aquella fue nuestra primera vez, cuando creamos los mundos

sin ver parir al antílope, el frío de las Crisálidas.

No respires el instante de este cielo

ve donde tus amantes,

reparte el pan de sus pechos,

el río que llega lejos hasta el silencio.

Yo, solamente tengo una camisa que no fue hermosa.

Un cuerpo con un corazón sin lluvias,

sin el compromiso de soñar despacio.

Si te enteras de otros mares,

reparte mis ahogados, sueña con tus hijos.

Llámame.

Un Dios hizo mi isla.

Un Dios desconocido, eterno.

Un Dios que no es tuyo y es mi odio.

Alguien está junto a la puerta y ríe.

Si te enteras, descúbrelo con tu pecho,

con tu pecho que luego vi llorar tras el árbol.

Anda, separémonos a otra historia,

donde la frontera sea una tarde con ventanas.

Donde el rumor sea un país de algún sitio.

Ya mis manos no mueven los domingos,

mis gestos han saltado siglos

hasta que apareció alguien a quien soñarle.

Salgamos,

este escollo no nos pertenece

un pájaro tiene arrecifes en su viudez.

Nadie, al fin, nos ha escuchado.

Busquemos otra libertad para morir.

Para morir tan sencillo como el mar.
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POEMA DIEZ

Timeo, desciende, piensa en mí mismo.

Escribe las islas a tu amigo,

sírvele un destierro invisible, muy pronto

alimentado del maná de tu muerte

pues ya sabías del tiempo en que peno.

Usted y yo somos hoy menos humanos,

solo piedras y nombres.

Nacer ha sido nuestro juicio.

Deja la paz, yo mismo

y ten la cadencia de lo hermoso,

pues quizá mañana seamos

el recuerdo de toda nuestra ausencia.

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POEMA CATORCE

Partir, hacia la soledad sin luz

son otros naufragios,

mi puerto,
un filamento de muerte se esconde tras los compendios.

Detente, simplemente hay otras tierras

donde se puede tallar el nombre.

Crecer un hijo es la conquista,

Mostrarlo, el tributo

construir más pedazos para el hambre,

puede ser el hecho de cimentar un hombre triste.

Carcome el fruto que nos traerá la piedra

el Nombre del Padre y un difunto inadvertido

será el Pan cada día.

Sal, sobrevive a la luz,

atrápala con tu incienso

y llévala a la sangre. Luego viaja, parte

y serás otra historia, más personal

para derribar otras puertas quedadas en el olvido.

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Ángel Fernández (Gélico).
Sancti Spiritus, 1972, Cuba. Dibujante, escritor, poeta. Sus trabajos han sido publicados en diferentes partes del mundo. Ha obtenido diferentes premios y menciones con su obra literaria. Actualmente reside en Toronto, Canadá, ejerciendo la labor de Promotor Cultural. Dirige la Revista digital, "Caña Santa".

2 comentarios:

  1. Es grato descubrir tras el ánimo y el aliento de estos versos de Papito el espíritu poético de una época y de un grupo de poetas que eligieron la búsqueda de otros referentes culturales y estéticos opuestos a los que divulgaba e imponía el establishment (realismo socialista) y se refugió en la neo-fabulación para construir una identidad poética distinta. Leyendo estos versos de Gélico (Papito) tengo la sensación de que allí en el centro de la isla (entre los 80 y los 90) se gestó un movimiento literario que compartió no solo aquel espíritu sino que creó un ethos poético diverso y común, plural y convergente, de alguna manera autónomo. No sé si percibes lo mismo Chago. Te felicito Papito, bellísimos versos y mensaje; solo te discuto la (neo) epicidad que contiene este: "busquemos otra libertad para morir". La libertad no exige sacrificios ni muerte, ese es un invento de demagogos, de ideólogos perversos y tramposos. La libertad solo puede alimentarse de la vida. La muerte _ seguramente lo que menos deseamos buscar_ de cualquier forma nos espera. MI abrazo

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  2. El comentario anterior es de Julio Fowler, a quien se le agradece su participación.

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