jueves, 4 de octubre de 2007

5 POEMAS DE Al Berto. (2da Entrega) SELECCIÓN Y TRADUCCIÓN: Pedro Marqués de Armas.

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Al Berto -Alberto Raposo Pidwell Tavares
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es uno de los mejores poetas portugueses de la segunda mitad del siglo XX.

Nacido en Coimbra en 1948, creció en su mítico Sines en una familia de la alta burguesía, de origen británico, contra la que parece marcar su diferencia de artista errante e irreverente.

Exiliado en Bruselas en 1967, donde estudia artes visuales, en lo adelante se dedica a la literatura, pero sin abandonar sus vínculos con la pintura, recurrentes en su obra.

En su primer libro, Á procura do Vento num Jardim d´Agosto (1977), se aprecia cierto apego surrealista ligado a su propia experiencia vital, de nómada en una Europa nocturna y underground por la que desfilan los fantasmas de Rimbaud, Genet y Bataille, abriéndose paso entre superficies y geometrías desoladas.

La trasgresión sexual (y criminal) y el vértigo de la muerte son los tópicos obsesivos de sus poemas, prosas y "diarios": escritura sin tiempo -y a la vez perfectamente teatral, excesiva- donde los verbos mudan y se está siempre lejos de cualquier suelo estable.

En sus libros asoma el concepto nietzscheano -más que intelectual, delirantemente asumido- del devenir como desierto poblado. Por eso su pathos apunta a una intensidad en permanente deriva por donde pasan vestigios de otras latitudes -India, Yucatán, "Arabias y Américas"- que vienen a enganchar en un cuerpo sometido al desgaste, las contorsiones de la soledad y las resacas químicas.

Al Berto falleció de Linfoma en 1997.

Entre sus libros más importantes se encuentran: Trabalhos do Olhar (1982), Salsugem (1984) A Seguir o Deserto (1984), Uma Existência de Papel (1985), A Secreta Vida das Imagens (1991) y Horto de Incêndio (1997).
En O Medo (1998) quedó reunida toda su obra


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Presentación, Selección, y Traducción: Pedro Marqués de Armas
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--5 poemas de Al Berto



---------Lápida


la continua oscuridad se torna claridad
iridiscencia luz
que incendia el corazón de aquel cuyo oficio
es escribir y mirar el mundo a partir de la tiniebla
humildemente
fue este el trabajo que te predestinaron
vivir y morir
en ese simulacro de infierno

dios mío!
tenía que escoger la mejor manera de arder
hasta que nada quedase de mí sino un hueso
y media docena de sílabas sucias
calcinadas

(1984)


JEAN GENET Y EL MILAGRO DE LA ROSA

dos grietas enrejadas por donde la noche escapó
una mano en lo claro intenta alcanzar la rosa blanca
que otra mano en lo oscuro parece ofrecer

se nos fuga la complicidad simple de este gesto
o del milagro que un pétalo de rosa puede desencadenar
en el pecho nítido del condenado a muerte

el temblor de los nervios se esparce por los músculos
extendido en el catre los dedos enroscados al sexo
consuelo o deseo de un rostro en la sospecha
que de la excesiva claridad del esperma irrumpa
la máscara deshecha de lo mío

-Qué pena perpetua esconderemos de nosotros mismos?
-El silencio y la ceguera son caminos únicos para la visión.
-Ese lugar de Dios donde crecen mandrágoras del esperma bebido por la tierra

nos agarramos a la memoria uno del otro
el tiempo es cosa que no existe más
donde vertiginosas pasiones se transmutaron en tatuajes
sonidos imperceptibles a través de húmedos granitos y tinieblas
que sólo la insondable noche de la prisión enseñó a descifrar

vivimos en la precisión milimétrica de la celda
con el amargo susurro de una ausencia apagando el habla
y del pensamiento cualquier noción de Mundo
permanecemos inmovilizados bajo la densa cuerda de luz
que ahorca la secreta y blanca oscuridad del alma

(1985)


RETRATO DE FUGITIVO POR PAULO NOZOLINO

camina por la soledad nocturna de los cuartos de hotel
y de fotografía en fotografía llega exhausto
al minucioso poema en negro y blanco
pero ya no lo sorprende la violenta visión del mundo
este lento destrozo que un líquido susurro de plata
revela a partir de la iluminada fracción de segundo

y bebe
y ama
y huye de sí mismo
con la leica dispuesta a herir como una bala sonando
en el fondo de la memoria un neón una piedra
una arquitectura de luz y sombra o un desierto
donde se echa para retocar los días con un lápiz
en la certeza que sobrevivirá a estos perfectos accidentes
a estos restos de cuerpos cada vez más turbios
por el tiempo por el sonido o por la melancolía

pero regresa siempre a la trashumancia de las ciudades
cuando el alba del flash atrapa el furtivo gesto
sobre el papel fotográfico muere el misterioso fugitivo
después
viene el miedo
que se desprende de la mirada inmovilizada y del rostro
nace una vida de infinito caos

(1985)


RECADO

escúchame
que el día te sea limpio y
en cada esquina de luz puedas recoger
alimento suficiente para tu muerte

ve hasta donde nadie te pueda hablar
o reconocer -ve por ese campo
de cráteres extintos -ve por esa puerta
de agua tan vasta como la noche

deja que el árbol de las casiopeas te cubra
y las locas avenas que el ácido enmoheció
se alcen en el vértigo del vuelo -deja
que el otoño trague los pájaros y las abejas
para que pernocten en la dulzura
de tu breve corazón -escúchame

que el día te sea limpio
y más allá de la piel construye el arco de sal
la morada eterna -el mar por donde fugará
el etéreo visitante de esta noche

no olvides el navío cargado de luces
de deseos empolvados -no olvides el oro
el marfil -los sesenta comprimidos letales
al desayuno


(1996)


NOTAS PARA EL DIARIO


dios tiene que ser sustituido rápidamente por poemas, sílabas sibilantes
lámparas encendidas, cuerpos palpables, vivíos y limpios.

el dolor de todas las calles vacías.

me siento capaz de caminar en la lengua aguzada de este silencio.
y en su simplicidad, tan clara, en su abismo.
me siento capaz de acabar con este vacío, y de acabar conmigo mismo.

el dolor de todas las calles vacías.

pero gusto de la noche y de la risa de cenizas. gusto del desierto,
y del ocaso de la vida. gusto de los engaños,
de la suerte y de los encuentros inesperados.
pernocto casi siempre en el lado sagrado de mi corazón,
o donde el miedo tiene la precariedad de otro cuerpo.

el dolor de todas las calles vacías.

pues bien, mario
se sabe que el paraíso llega a lisboa en la fragata de alfeite.
basta poner una luna nerviosa en la punta del mástil y mandar arrear el velamen.
y es preciso decir: de aquí nadie sale sin registro.

el dolor de todas las calles vacías.

sucios los ojos de sangre. llueve torrencialmente.
el filme acabó. no nos conoceremos nunca.

el dolor de todas las calles vacías.

los poemas duermen en el desasosiego de la edad.
fulguran en la perturbación de un tiempo cada día más corto.
y, a veces, los oigo en el trance de la noche. me asolan imágenes,
me arañan metáforas insidiosas, puercas... y nada escribo.
el regreso a la escritura terminó. la vida también
-y el alma agujereada por una saudade del tamaño de este mar.
el dolor de todas las calles vacías
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