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-Tres poemas (inéditos) de Rigoberto Rodríguez Entenza
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-----------------------LOS DOS CAMINOS
---Es una plegaria y una verdad el hombre ante dos caminos. La memoria rueda bajo su nada y mira al hijo comiendo un rigor y una oración. Esa sombra tiene un regidor, una ciudad atravesada por la acequia y la historia.
Luchas y mueres. Abdicas y mueres. Mueres y mueres y la multitud pierde su cara multitudinaria. Si lees tu carta no saldrás anunciando el otro día. La palabra es también un muerto y su cortina de abrojos. Nadie es más que la plenitud en que no existe.
El hombre se mece en el declinar y abre su olvido y muerde el ojo quebrado en la cena.
El olvido es su mar, su música. La algarabía y la mesura en el punto circulado en que la noche abre y cierra el azar.
Él abre su casa y su lengua dobla y entra en el confín. Nosotros aplaudimos desde la otredad. Chiflan los pajaritos saltando de página en página, entre el tiempo que los excluye. El hijo tararea una jugada y en el ayer no tiene pasado ni hermanos.
La palabra no es el hombre sino la metáfora perpetua de Dios. El agua de la acequia labra el fragor trémulo que ofrecieron las aguas.
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-------------------CÍRCULO
----A Manuel González de los Ríos
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El prisionero, a través de una diminuta ventanilla enrejada
ha mirado la luna. O seamos precisos: el prisionero
a través de una diminuta ventanilla enrejada
ha mirado un diminuto lago y allí la imagen de la luna.
Como de un sueño, bajo una luz fina pero intensa
sus ojos entraron y salieron. Luego deshizo una postal.
Es falsa, le había dicho el otro inquilino de la celda.
Somos vigías del olvido, solo eso es cierto esta vez.
Al amanecer un guardia repite cierta parábola.
La escuché anoche, dice y explica el sueño.
Después salen a tomar sol y un hombre, trazando
una parábola cruza el aire azul. Si entramos en la historia
y creemos en su profundidad seríamos ese hombre.
La aventura consiste en detenerse y no mover ni un dedo
ni decir una pregunta. Estoy en un hueco del mundo
ante mí mismo. Tropiezo conmigo. Soy el caos
de mi boca y el silencio que le brota. Las puertas no se abren
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--------------------JUEGO DE LA PUERTA
--Me extiendo por lo inmenso
como las raíces de un árbol sagrado,
como la música, como el mar.
Octavio Paz
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Entro en la primera voz del árbol.
Con mi humilde traje rodeo la mesa
y mastico la música que escuchan todos.
El canto va al centro del óvalo
y su oro hacia la lúcida tarde cruza.
Un hijo anuda el silencio a su violín
a las formas perfectas y variables de la rosa
a los ciegos y apurados pedacitos de olvido
a las preguntas que reinan en el pudor de nuestras calles.
Mi lomo es un animal invisible.
El filo rígido de la soledad va hacia el fondo de mi ala.
Mi ojo en su mitad podrido es vuestro sueño.
La luz nos cerca.
Señor, dígale que soy como los otros
bajo el caos de un clavel herido.
Señor, hazle mirarse en la otra orilla.
Se balancea la costumbre.
Se balancea la costumbre.
Se balancea la costumbre.
Precarias sombras en equilibrio.
Ellos y yo estamos en el clamor.
El mar repliega las voces
hacia iguales palabras cómplices.
Somos el coro del verdugo.
Con su lengua de hierro
el hijo del rey nos ha marcado la cara.
El rostro y la herida somos.
El viaje envuelve ese peligro
y en la claridad se diluye.
Juego de la puerta blanca como la estrella.
Bajo un árbol habrá siempre esa verdad como principio.
Se incrusta el pie del animal en la tierra resbaladiza.
La realidad no es trigo ni paz sino un hombre allí.
Jadeo y no logro el otro paso.
Al apagarse la tarde
cada gota de sal entra en el crecido abismo
y yo con el rumor de mis anhelos y raíces
bendigo la mano que abre la puerta clara
y el aire que se sienta en el ojo del silencio.
Rigoberto de
Ha publicado:
- De tales amantes tal historia (Ediciones Luminaria, 1990).
- Hombre colgando de un pie / del mundo (Ediciones Luminaria, 1991).
- La mano y el silencio (Ediciones Luminaria, 1998).
- Cuerpo de álamo (Ediciones Luminaria, 2002).
- Sitios Cruzados (Ediciones Sed de Belleza, 2003).
- Último día del naufragio (Editorial Letras Cubanas, 2004).
- Otras piedras talladas en silencio (Ediciones Unión, 2006).
Además, es autor de la selección Una mirada (poesía cubana contemporánea) y de los libros para niños La señorita traga truenos y otros cuentos, Las 120 monedas, y A la orilla del sendero.
Textos suyos han sido incluidos en antologías poéticas como Jugando a juegos prohibidos (1988) Poesía espirituana (1994) La ciudad en sus poetas (1994) Nuevos poetas cubanos (1994) La verde espiga de la paz (1995) Nuevos juegos prohibidos (1997) Hermanos (1997) Poesía cósmica cubana (2000), La estrella de Cuba (2005) y La madera sagrada (2005).
Su obra ha sido publicada en numerosas revistas como
Mi amigo Coco!
ResponderEliminar...vaya, la gente del Yayabo.
ResponderEliminarSaludos.