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Tres poemas (inéditos) de Sonia Díaz Corrales
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MANZANAS VERDES
El día empezó con ese tipo de esperanza
que no da lugar a réplica
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y luego fue derivando a una serie de carencias
-de las que normalmente,
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los que saben,
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llaman de segundo orden
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—mientras hacen un esquema en forma de pirámide—
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donde no cuenta este dolor punzante en la rodilla
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ni estos recuerdos en blanco
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en blanco- ---- y negro
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en negro ---- que luego se despinta hasta llegar a la neblina.
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A las diez y media cortas unas manzanas verdes ácidas
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—las preferidas de tu hijo—
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que rezumaban un jugo lechoso
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y dices mango mango
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guayaba del Perú
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guayaba
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y empiezas un diálogo amistoso con las manzanas
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presentes y libres
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sobre el precio prohibitivo de los mangos
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sobre la dudosa calidad de las guayabas
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donde pierden mangos y guayabas
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por no presentación
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ausencia
de la que quiere decir olvido
decir tinieblas
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y ganan las manzanas en su presente acidez
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y su derecho a dialogar.
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En este punto
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el día empieza a torcerse levemente
a hacerse autónomo y disímil.
El día iba tan bien
llano y aséptico
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día ejercicio de olvido.
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Iba tan bien
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y entonces eliges uno de esos ensayistas patéticos
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de los que suelen decir lexicología,
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incisivo —y no refiriéndose a los dientes—,
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y extranjero en una misma frase.
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A estas alturas viene un frío del que las mantas detestan
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frío adentro.
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Piensas en todos los funcionarios antipáticos de tu vida
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en tu padrino de bautismo
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y en la maestra que enseñaba matemáticas
que te hacían desear que se extinguiera la raza humana.
Acabas en la amplia ventana mirando afuera
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te preguntas unos porqués de pura letanía
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de jugar a quién pregunta más
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a ver si recuerdas
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cuántas veces has hecho esas maletas definitivas
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donde siempre se queda algo importante
en Cabaiguán los zarcillos renuentes
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y unos pocos amigos
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en Pérez Zeledón ya no tenías zarcillos
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pero se quedaron cinco amigas
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y una migración de cacatúas por año
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y la lluvia
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la lluvia siempre
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la lluvia que no paraba
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aunque saliera el sol
y no lloviera.
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En San José se quedó el caos
y un césped inmenso
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de hierba verde recortada
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y más amigas
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nunca hubo lágrimas sin amigas
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si las hay ya no son lágrimas- --- sino dolor.
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Y en Ciudad México o Ciudad de La Habana una Feria del Libro
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y en otros sitios
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habrás dejado algo más que no recuerdas.
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El día iba tan bien en el principio
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tan bien hasta que has recordado
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—esa transgresión—
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cuando habíamos convenido olvidar.
Para la comida no faltan ni el postre ni el café.
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Y luego la siesta
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la voraz parafernalia del descanso.
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El día sigue estando dispuesto a ser un buen día
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pero exige obviar
cada buen día exige un voto de silencio
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un voto de no recuerdo,
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y haces tu voto
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y crees en ti sin límites
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tanto que vuelves a poner manzanas verdes
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para la merienda de la tarde
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y dices mango- ----y lo repites
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y ya no duele
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y lo repites
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y nunca más y lo repites
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aunque falte el aire lo repites
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porque sabes que el olvido- --- y la memoria
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pasan de largo
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y tú te quedas con las cosas que has creído.
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ENCUENTRO CON LAS LIMITACIONES
Ah, pero era un ángel tan azul y rancio
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tan ángel y truncado
tan sometido a su condición de ángel en toda circunstancia
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que le confundí con un hombre
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con un hombre común
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que quizás resplandecía un poco
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pero a veces los hombres son así
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—tienen sus momentos de luz—.
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Y como él no dijo nada
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y yo tampoco
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parecía que todo marcharía bien
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hasta que en la tarde
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en esa hora calma del atardecer
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—donde por demás si no lo tienes
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necesitas un ángel—
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aleteó con un poco de reticencia
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—pero sin rebasar el límite—
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y dijo que esto no estaba funcionando
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que yo estaba demasiado preocupada por sobrevivir
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por el sexo
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por los demás y por mi misma
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dijo que la poesía era un método burdo de complicar las cosas.
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No omitió nada
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el café
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los ansiolíticos
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las alergias
los insomnios
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y terminó con esa dependencia hiriente los afectos.
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Yo estaba desnuda y harta
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y el ángel estaba apagado
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confundido como un hombre
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de modo que me vestí
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lentamente
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como si el ángel fuera yo.
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En realidad tenía unas ganas enormes
retorcidas
de hablarle del infierno
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pero le dije que tenía toda la razón
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y que esto
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efectivamente- ---- no estaba funcionando.
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APARENTE OLVIDO
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Cuando yo hablaba del olvido
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del olvido a rajatabla
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del nunca mas de lo que olvidas
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no sabía
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que el olvido recuerda muchas cosas.
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Yo quería olvidar
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como esos locos geniales que olvidan todas las palabras
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y pareciera que siempre
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estuvieron instalados en el espacio que ocupan del silencio
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pareciera que nacieron allí
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que nunca salieron
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de ese mutismo infranqueable
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insondable
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imposible a nuestro parecer.
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De modo que pienso
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necesitamos una especie de olvido plus
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una dosis definitiva
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que nos haga olvidar los viernes en la casa
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esa cima del mundo
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desde donde todo parecía tan pequeño
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poco importante ambiguo.
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Que nos haga olvidar
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lo que el olvido no olvida aunque quisiera
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aquello con lo que el olvido no puede
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y digamos que de algún modo nos recuerda.
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Yo quería el olvido
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lo quería como el de esos que olvidan con tanta facilidad
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como si se ensañaran en olvidar
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y lo consiguen
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y luego
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cuando parece que ya no pueden más
-siguen olvidando.
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-
Otras colaboraciones de SDCorrales en Efory Atocha, Aquí.
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Los poemas de Sonia, nunca dejan de provocarte esos sentimientos que te inspiran, no importa que no sea un descubrimiento nuevo, pero siempre uno se deslumbra, porque pasa el tiempo y ella escribe como ayer, que es hoy con esa manera en la que la atiendes, la sigues, reeles y disfrutas, mujer tienes en esa forma de decir tantas cosas que me cuesta trabajo atrapar y así con esa soltura tu lo logras, gracias por esto, que no alcanza ni sobra para hacerlo desde la lectura.
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