martes, 20 de julio de 2010

Sonia Díaz Corrales: poemas

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Tres poemas (inéditos) de Sonia Díaz Corrales

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MANZANAS VERDES

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El día empezó con ese tipo de esperanza

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que no da lugar a réplica

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y luego fue derivando a una serie de carencias

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de las que normalmente,

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los que saben,

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llaman de segundo orden

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—mientras hacen un esquema en forma de pirámide—

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donde no cuenta este dolor punzante en la rodilla

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ni estos recuerdos en blanco

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en blanco- ---- y negro

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en negro ---- que luego se despinta hasta llegar a la neblina.

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A las diez y media cortas unas manzanas verdes ácidas

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—las preferidas de tu hijo—

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que rezumaban un jugo lechoso

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y dices mango mango

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guayaba del Perú

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guayaba

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y empiezas un diálogo amistoso con las manzanas

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presentes y libres

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sobre el precio prohibitivo de los mangos

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sobre la dudosa calidad de las guayabas

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donde pierden mangos y guayabas

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por no presentación

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ausencia

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de la que quiere decir olvido

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decir tinieblas

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y ganan las manzanas en su presente acidez

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y su derecho a dialogar.

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En este punto

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el día empieza a torcerse levemente

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a hacerse autónomo y disímil.

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El día iba tan bien

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llano y aséptico

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día ejercicio de olvido.

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Iba tan bien

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y entonces eliges uno de esos ensayistas patéticos

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de los que suelen decir lexicología,

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incisivo —y no refiriéndose a los dientes—,

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y extranjero en una misma frase.

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A estas alturas viene un frío del que las mantas detestan

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frío adentro.

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Piensas en todos los funcionarios antipáticos de tu vida

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en tu padrino de bautismo

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y en la maestra que enseñaba matemáticas

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que te hacían desear que se extinguiera la raza humana.

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Acabas en la amplia ventana mirando afuera

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te preguntas unos porqués de pura letanía

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de jugar a quién pregunta más

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a ver si recuerdas

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cuántas veces has hecho esas maletas definitivas

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donde siempre se queda algo importante

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en Cabaiguán los zarcillos renuentes

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y unos pocos amigos

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en Pérez Zeledón ya no tenías zarcillos

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pero se quedaron cinco amigas

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y una migración de cacatúas por año

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y la lluvia

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la lluvia siempre

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la lluvia que no paraba

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aunque saliera el sol

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y no lloviera.

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En San José se quedó el caos

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y un césped inmenso

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de hierba verde recortada

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y más amigas

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nunca hubo lágrimas sin amigas

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si las hay ya no son lágrimas- --- sino dolor.

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Y en Ciudad México o Ciudad de La Habana una Feria del Libro

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y en otros sitios

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habrás dejado algo más que no recuerdas.

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El día iba tan bien en el principio

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tan bien hasta que has recordado

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—esa transgresión—

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cuando habíamos convenido olvidar.

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Para la comida no faltan ni el postre ni el café.

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Y luego la siesta

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la voraz parafernalia del descanso.

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El día sigue estando dispuesto a ser un buen día

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pero exige obviar

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cada buen día exige un voto de silencio

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un voto de no recuerdo,

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y haces tu voto

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y crees en ti sin límites

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tanto que vuelves a poner manzanas verdes

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para la merienda de la tarde

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y dices mango- ----y lo repites

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y ya no duele

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y lo repites

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y nunca más y lo repites

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aunque falte el aire lo repites

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porque sabes que el olvido- --- y la memoria

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pasan de largo

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y tú te quedas con las cosas que has creído.

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ENCUENTRO CON LAS LIMITACIONES

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Ah, pero era un ángel tan azul y rancio

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tan ángel y truncado

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tan sometido a su condición de ángel en toda circunstancia

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que le confundí con un hombre

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con un hombre común

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que quizás resplandecía un poco

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pero a veces los hombres son así

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—tienen sus momentos de luz—.

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Y como él no dijo nada

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y yo tampoco

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parecía que todo marcharía bien

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hasta que en la tarde

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en esa hora calma del atardecer

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—donde por demás si no lo tienes

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necesitas un ángel—

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aleteó con un poco de reticencia

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—pero sin rebasar el límite—

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y dijo que esto no estaba funcionando

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que yo estaba demasiado preocupada por sobrevivir

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por el sexo

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por los demás y por mi misma

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dijo que la poesía era un método burdo de complicar las cosas.

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No omitió nada

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el café

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los ansiolíticos

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las alergias

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los insomnios

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y terminó con esa dependencia hiriente los afectos.

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Yo estaba desnuda y harta

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y el ángel estaba apagado

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confundido como un hombre

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de modo que me vestí

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lentamente

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como si el ángel fuera yo.

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En realidad tenía unas ganas enormes

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retorcidas

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de hablarle del infierno

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pero le dije que tenía toda la razón

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y que esto

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efectivamente- ---- no estaba funcionando.

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APARENTE OLVIDO

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Cuando yo hablaba del olvido

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del olvido a rajatabla

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del nunca mas de lo que olvidas

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no sabía

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que el olvido recuerda muchas cosas.

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Yo quería olvidar

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como esos locos geniales que olvidan todas las palabras

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y pareciera que siempre

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estuvieron instalados en el espacio que ocupan del silencio

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pareciera que nacieron allí

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que nunca salieron

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de ese mutismo infranqueable

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insondable

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imposible a nuestro parecer.

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De modo que pienso

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necesitamos una especie de olvido plus

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una dosis definitiva

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que nos haga olvidar los viernes en la casa

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esa cima del mundo

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desde donde todo parecía tan pequeño

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poco importante ambiguo.

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Que nos haga olvidar

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lo que el olvido no olvida aunque quisiera

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aquello con lo que el olvido no puede

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y digamos que de algún modo nos recuerda.

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Yo quería el olvido

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lo quería como el de esos que olvidan con tanta facilidad

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como si se ensañaran en olvidar

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y lo consiguen

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y luego

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cuando parece que ya no pueden más

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siguen olvidando.

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Otras colaboraciones de SDCorrales en Efory Atocha, Aquí.

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1 comentario:

  1. Los poemas de Sonia, nunca dejan de provocarte esos sentimientos que te inspiran, no importa que no sea un descubrimiento nuevo, pero siempre uno se deslumbra, porque pasa el tiempo y ella escribe como ayer, que es hoy con esa manera en la que la atiendes, la sigues, reeles y disfrutas, mujer tienes en esa forma de decir tantas cosas que me cuesta trabajo atrapar y así con esa soltura tu lo logras, gracias por esto, que no alcanza ni sobra para hacerlo desde la lectura.

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