martes, 13 de julio de 2010

"Carta a Chago por sus filosos versos de punta y hacia el cielo"

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"Carta a Chago por sus filosos versos de punta y hacia el cielo"
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Por Mariana Bernárdez
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Chago sabe lo que es traer tanto olvido a cuesta como si con ello se limpiara el desarraigo; también conoce los días deambulando perdido de un lado a otro, sin rumbo salvo el oriente que dicta la esperanza; quizá por ello le sea familiar la caricia que proviene de cruzar tanta frontera para terminar por perder el origen natal y encontrar el fundacional en las palabras.

Intercambio correos con Chago, y entre líneas nos adivinamos, me azuza para que escriba algo sobre Zambrano, le hablo de mi infancia, de la ciudad y sus árboles, y él a cambio me da a conocer su pálpito, me asombra que tal movimiento de sístole y diástole sea trazado con tanta nitidez, en ese dibujarse me anuncia el alumbramiento de Bagazo, y no puedo evitar el desearle “[…] que este libro sea en buen augurio de los muchos por venir, que el éxito acompañe a esta empresa y que la alegría con la que la llevas acabo sea una reverberación que ilumine a tu alrededor.” Luego sus páginas invierten la travesía y en paquete sellado llega a México, me asombra la pulsación que lo habita, recorro en sus líneas, la cartografía en vaho que recorre infinidad de lugares, su testimoniar se vuelve una radiografía de los vagones del metro, de las calles en Madrid, en Soria, en París, en Cuba, de la comida, de las diferencias y las semejanzas, del problema de la migración, del desenfado de la pobreza en las grandes urbes, de la melancolía que lo invade cuando sueña con su hamaca y sus chanclas que se mojan con la lluvia de otro litoral…

Chago corta los versos, los taja, del monosílabo al galope furioso del encabalgamiento, de la enunciación al vértigo de la imagen cuya estridencia rompe los sentidos del ojo que mira el verso y se detiene en sus sílabas para tratar de comprender ese marasmo en el que vive el poeta. Cierro el libro, me detengo, necesito de nueva cuenta escribirle un correo: “[…] tu poesía no es compleja es conmovedora, y conmueve porque logra anudar el vaivén de los tiempos, la circularidad temporal, la multiplicidad temporal..., en un tiempo memorioso-interno que generosamente nos das, pocos tan valientes como tú.” Romper no es huir aunque el cielo se anuble, pero que solo debiste sentirte, que ajeno debió serlo todo, cuánto ruido de ciudad habrá erizado el compás de otra música que fue tras de ti en este arrancarte, cuántas chinas habrán rodado desde entonces por caminos polvorientos y borrados. Algo te acompaña a través del asidero forjado en el lenguaje: esas imágenes que configuran la historia personal, y que a pesar de repasarse una y otra vez, no se deslavan, por el contrario, su luminosidad se adentra hasta tatuar la piel.

No conozco a Chago, no sé cómo es su rostro, si ríe a carcajadas, si siendo niño trepó por montes, si nadó en mar encrespado; ignoro el periplo que le ha significado estar y serse, no sé si en las noches recorre Madrid buscando algún indicio que lo despierte o lo sumerja en sueño tan profundo que le lleve a soltar las amarras de la cordura, ¿pues perdido hasta el olvido quién quiere hacer un recuento sino de lo hallado?, pero sé de su generosidad y sus ganas de vivir, de su arrebato que me confirma de nueva cuenta que la poesía es lo que nos hace verdaderamente humanos, como bien versa: “Las cosas todas sellan una suerte/ una manera de suceder lo inevitable”.
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