martes, 10 de marzo de 2009

Segunda Entrevista a Maria Elena Cruz Varela

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"Estamos más cerca de algo nacional, a lo que no sé cómo llamar"
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Entrevista a Maria Elena Cruz Varela
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--Por L. Santiago Méndez Alpízar
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Bueno, parece que los consejeros, adivinos políticos y cubanólogos están “más perdidos que un loro en bote”. El régimen ha defenestrado a más de una decena de altos cargos, incluidos dos de los pilares en los que se ha apoyado internacionalmente; sus “rostros visibles”, y ni por asomo, hasta el día de hoy se sabe ciertamente la causa. Los expertos ni siquiera “la vieron venir”. ¿Qué opinión le merece las nuevas maniobras en la cúpula del poder en La Habana?
¿Cuáles, según su punto de vista, serán las consecuencias de los nuevos cambios?
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Esto es como analizar la partida de ajedrez que juegan dos locos detrás de un cristal blindado. Hay que ser, de cierto modo, partícipe de esa locura. Remitirse a Lampedusa puede ilustrarnos algo mejor porque, en la media centuria transcurrida, lo único verdaderamente sistemático y predecible es el “gatopardismo”, estudiado con lupa a pocas o muchas millas de distancia por esos consejeros, adivinos políticos, cubanólogos y demás especies surgidas al fragor de cincuenta dramáticos, pero también patéticos años. Siempre me sorprendieron las apuestas en ciertos sectores del exilio cubano sobre las pretendidas aptitudes “aperturistas” o “reformistas”, primero de Roberto Robaina, pasando por el mismísimo Carlos Aldana para seguir con Lage y el recién estrenado ex ministro de Relaciones Exteriores, Pérez Roque. Nunca los pude ver como prospectos de Gorvachev preparándose clandestinamente en las oficinas del Comité Central, pero tampoco me sorprende que un viejo carcamal como R.C., ante tantas expectativas por parte del enemigo, haya decidido quitárselos de en medio, tanto a Carlos Lage como a Pérez Roque, tecnócratas en última instancia, cambiándolos por militares históricamente endeudados con esa especie de dúo Pimpinela en el que han devenido los hermanitos C.
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Estos cambios son con-secuencias en sí mismos, si analizas bien la palabra, es una secuencia continuada de lo que es igual.
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¿Estamos más próximos o más lejos de una posible reconciliación nacional?
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Personalmente creo que, como esta ficción que llamamos tiempo no perdona, estamos más cerca de algo nacional a lo que no sé cómo llamarle. Yo no tengo que re-conciliar- me con nada ni con nadie, nunca estuve en ningún concilio, soy libre desde mi propia libertad y he trabajado muy duro conmigo misma, ¿sabes?, todos, como loros, hemos repetido hasta el cansancio que “Sólo la verdad nos hará libres”, pero nadie nos dijo qué era esa verdad, dónde se hallaba y cómo encontrarla, por tanto, tampoco sabemos mucho acerca de la libertad, es un aprendizaje que comienza con la responsabilidad, y, por desgracia, a los cubanos no nos enseñaron ni una cosa, ni la otra, ni la otra tampoco.
Incluso, he notado, no sin aterrorizarme, que hasta el sentido del humor lo hemos extraviado en el camino. Cada vez hablamos con más solemnidad de nosotros mismos, nos tomamos a la tremenda nuestras propias opiniones, que no pasan de ser eso: nuestras opiniones y no le hacemos gastos al presupuesto que los dictadores cubanos debían invertir en combatirnos; nosotros solitos nos encargamos de ello y con muy buena disposición. Debíamos empezar a practicar el valor del silencio por lo menos en el cuarenta por ciento de las ocasiones.
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Se agradece la participación de sectores ultra (y nadie se disculpa) que se manifiestan a favor de la democracia en Cuba. Pero se cuestiona y enjuicia la participación de escritores afines a la revolución en eventos con exiliados. ¿Siempre fue así o es una nueva ola de un sector del exilio?
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Sí, me han comentado que en una reciente manifestación , en la Puerta del Sol participaron numerosos miembros de grupos, sectores, asociaciones o partidos, como quiera que se llamen, de tendencias ultra más plus. Yo no estuve, pero no creo que me mintieran al respecto. Mira, ¿qué quieres que te diga? Los extremos se tocan, no es una novedad y lo más común es que quienes no observen atentamente sus motivaciones reales, terminen perdiendo el rumbo y pareciéndose a aquello contra lo que pretenden luchar, podrían, en virtud de sus creencias y del presupuesto de que éstas son “verdaderas” y “legítimas”, desde poner un petardo, hasta condenar a muerte o establecer extrañas alianzas. Eso, digan lo que digan, no es libertad, es desorientación.
Desde mi experiencia, luchar por la libertad es sólo un primer, mínimo paso para algún día ser total y verdaderamente libre, y libre, es lúcido, transparente, sin miedo a nada ni a nadie y mucho menos, a equivocarte y reconocerlo.
En cuanto a lo de participar en eventos junto a escritores afines a la “revolución”, merece otro comentario aparte. En primer lugar te diré que nunca he temido confrontar mis opiniones con nadie, sea quien sea y ocupe el bando que haya elegido. El que se inviten a distintos sectores a debatir es algo relativamente nuevo, al menos en España, casi siempre los discursos a favor o en contra se han dado como aburridos monólogos paralelos. Para mí es un ejercicio desde mi propia libertad no dejar vacío el lugar que me han asignado, en boxeo creo que se llama K.O. por no presentación. Si alguien del “otro lado” no quiere participar donde yo esté, puede no hacerlo, en cualquier caso, los de “allá” tienen más que perder que yo, que no tengo nada que perder, excepto, la posibilidad de romper mi propio monólogo paralelo y hacer un ensayo de, por ejemplo, democracia parlamentaria. Es de ilusos creer que si el régimen cae o desaparece por desgaste, que es lo más probable, todos los que han tenido que ver con él y no huyeron a tiempo, desaparecerán también. ¿Qué Cuba es la que queremos? Esa, para mí, es la pregunta crucial.
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Su nombre suena donde el enojo de algunos. Aunque siempre se hacen salvedades para con usted. A día de hoy y luego de lo vivido; ¿Le preocupa ser atacada? ¿Qué piensa de los ataques? ¿Y de los halagos?
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Hace años te hubiera dicho que sí, que temía ser atacada que es lo mismo que no ser aceptada. Hoy no. En cuanto a los ataques, los agradezco desde el corazón. No me afectan porque me permiten aprender más acerca de quienes atacan y los halagos también los agradezco, aunque, en honor a la verdad, son las dos caras de una misma moneda susceptible a cambiar en cualquier momento. Creo que es más sano colocarse lejos del alcance de ambos. Ninguno podrá cambiar lo que realmente eres y eso es verdad. Un ataque no me hará peor ni un halago me hará mejor tampoco. Sencillamente, agradezco.
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Así como al propio convaleciente en jefe -me consta que no le gusta nombrarlo- se le encendieron las alarmas en cuanto escuchó a su vecino, Barak Obama, hablar de posibles mejoras en las relaciones, facilidades de envío de divisas y visitas a la isla por parte de los familiares que quieran, comienzo a sospechar que la marca Fidel Castro ha sido, y es, una manera de resolver la vida. Me refiero a la conveniencia de no llegar a soluciones, tanto por parte del castrismo, que de un sector influyente del exilio cubano.
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¡Ja, ja, ja! Perdóname la risa, pues la pregunta, o mejor, tu banderilla, se las trae. Siempre supe que el coma-andante -recuerdo haberlo bautizado así en mis primeros años en La Razón, aunque no se me ocurrió inscribirlo en Derechos de Autor- haría cualquier cosa porque los EE.UU. no cambiaran un solo inciso de sus leyes respecto a la isla. La práctica ha demostrado que cada vez que algún presidente norteamericano hace un movimiento de aproximación, el loco en el tejado de la isla empieza a tirar latas, cáscaras de mandarina, cabos de tabaco, en fin, lo que tenga a mano para espantar la amenaza de normalización. El castrismo es un negocio del que muchos han sacado ventajas y sí, lamentablemente, la marca F.C. es altamente rentable, tanto para los tirios como para los troyanos. Mientras más cerca hayas estado del poder, si abandonas el barco y llegas a USA, tienes el pan garantizado y, ¡si escribes un libro que lleve su nombre en la solapa o que anuncie revelaciones de su vida privada, etc., tienes las ventas aseguradas también! Así es, Jodorowski lo llamaría La danza de la realidad, yo, que no he perdido el sentido del humor, le llamo “alimentado por el enemigo.” Cosas de la paradoja…
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¿Algo que agregar a los lectores?
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Agradecerles la paciencia y decirles que sí, voy al encuentro en Barcelona porque es mi libertad y no depende de nadie, porque tampoco he invertido energías en estar contra nadie, hay demasiadas cosas que tienen prioridad en mis pensamientos, como la democracia verdadera, la libertad sin restricciones, las expresiones libres llenas de amor y responsabilidad. No espero cambiar nada en ese encuentro, y sé que nada me cambiará. Para mí, reitero, no asistir no es un síntoma de patriotismo ni de rebeldía, ya bastante es que no visite el país en el que nací, como para que, en un mundo democrático, la silla que me asignen quede marcada por mi ausencia. Eso, me parece, es demasiada esclavitud.
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Muchas gracias y feliz estancia en Barcelona
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Gracias, otra vez.
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Otras colaboraciones de María Elena Cruz Varela en Efory Atocha, Aquí, Aquí...

3 comentarios:

  1. Buenas tardes, amigas.
    He vuelto a leer esta entrevista, intentando entender además ciertas posturas, otras, parcelarias... Por no confundir más y ser bien claro: BIENVENIDO SEA EL CONSENSO. ESTOY HARTO DE LA CULTURA DEL “QUE DA PRIMERO…”; con algo más que berridos, rebuznos y palizas habrá que entenderse con el “adversario” y aceptarlo como tal en igualdad. Nunca se sabe nada, además, hasta dónde puede llegar un buen argumento meditado, medido, mesurado... Siempre hay alguien que, aunque callado, está a la expectativa, permeándose.
    Ah, el disentir, nunca podrá ser patente, se manifiesta en su máxima expresión en los atajos de la mente reprimida. Yo sé que me reitero siempre, soy un loop: me inclino desde el respeto y la admiración, no dejo de estar orgulloso y lleno de esperanza, hay tantas, muchas razones para ello.
    Otro abrazo.
    (Pinchar sobre mi nombre y agregados..., hay más razones)

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