lunes, 5 de septiembre de 2011

Gabriel Zanetti: poemas

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Tres poemas inéditos de Gabriel Zanetti

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Amanecer en la plaza

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para Pedro Núñez

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Vaciar la última botella, caminar kilómetros sin avanzar

hasta llegar a la misma esquina, una casa

oscura por territorio, del otro lado la luz

acá la cordillera una puerta demasiado tiempo entreabierta

apenas se cuela un rayo cansado de viajar, aparece tarde

el sol para tapar los ojos con las manos, se calientan

los cerebros en la parada, la cerveza en la banca, las máquinas

moviendo sus piezas donde no caben, tornillos que no calzan

los ojos cerrándose en los asientos, se confunden

el humo volviéndose cielo con los pájaros condenados a volar

los insectos que mueren cantando la misma canción, como nosotros

no se aburren, los aspersores mojando el pasto, haciendo barro

nuestros pasos por los charcos cuando volvemos sin poder regresar.

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Vuelvo y no están

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La soledad que buscaba en la calle

se hace insoportable en casa.



En youtube una canción infantil con su última imagen

las cartas de la baraja roja están mordidas y mojadas

repartidas por el piso.



Suena el portón de entrada

no se escucha el coche bajar los escalones

ni tus botas golpear la cerámica.



Nunca dejan una nota

temo no volver a verlas sin que hayan dejado una.



Espero sólo hayas ido

a dar una vuelta a la manzana para hacerla dormir.



Se te olvidan las cosas

no fuiste al Quintanar como te pedí

a devolver el vaso de whiskey

que llegó conmigo anoche.



Está en tu escritorio

como mi retrato sin ustedes.

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Composición de ropa tendida para Claudia


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En la terraza del frente se estira un pentagrama

varias corridas de cuerdas azules, verdes

y blancas, no son perfectas sólo son

mejores que las nuestras; forros de cojines

de un sofá blanco –jamás podríamos

tener uno- las blancas, las negras los calzones negros

de quién suele asomarse por las mañanas.



Quisiera ponerle un nombre, la llamaré Claudia.

Ayer nos miramos, estaba en pijama con un vaso de leche

yo bebía vestido de la llave de agua, había dormido así

una paloma comía para disimular migas invisibles en su ventana

movía la cabeza hacia los lados, como a nosotros

una extraña fuerza la seducía a mirar el precipicio.



Antes de cerrar la persiana sonrió, toda edad

tiene su encanto, su miseria, supongo

le hacían gracia los calcetines guachos

las camisas manchadas secándose con el aire frío.



No debe haber visto las prendas que dibujan un cuerpo desbaratado

en el patio donde unos niños siguen jugando a esconderse

ahora del invierno, de su presencia.

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GZanetti en Efory Atocha, Aquí

Imagen tomada de la Web



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