lunes, 26 de septiembre de 2011

Adán Echeverría: "Asesinarse bien asesinarse"

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Asesinarse bien asesinarse
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Por Adán Echeverría
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Ya no queda muchacha que violar
Nicanor Parra

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Sabido es que tenemos las mismas posibilidades de ser un santo que el peor demonio encarnado. Nadie nos puede dejar de platicar de esas oscureces que pueden habitar en nuestro cuerpo –ese recinto del espíritu santo, dirán algunos-, y nos miramos al espejo y en ocasiones, si entrecerramos los ojos, o nos descuidamos tantito, podemos percibir que el sujeto del espejo se burla un poco de nosotros, quizá, como lo ha dicho Sabines, hay que sacarle la lengua al diablo, y no perderse en: cruz cruz cruz, que se vaya el diablo y venga Jesús.

Por supuesto que soy bautizado en el seno de la iglesia católica, ¡y qué seno! déjenme decirles, todo chupeteado, y lamido por cualquier bribón que se precie de sacrosanto virgen y mártir. Mexicano al fin, hasta me tocó correr tras los huesitos de alguna amiga antorchista, eso que ni que. En México, se sale de la cantina y el burdel, directito a misa y al confesionario. Nos preciamos de celebrar el día de muertos, y de honrar al genial Posadas, pero vemos con malos ojos a los seguidores y las efigies de la Santa Muerte.

A mi encantan esas chicas que uno ve en los mercados y tianguis del Distrito Federal vendiendo pornografía pirata. Me fascinan, porque incluso, profesionales al fin de la piratería, saben qué películas pueden ofrecerte para el pleno disfrute, mientras le acarician la cabeza a su crío y vigilan que cumpla con las tareas escolares.

Así que de oscureces y luminosidad están hechos los cuerpos. Aún así, continúan ahí las ataduras en los discursos.

Mientras el gobierno federal que hasta ahora rifa en las cúpulas gubernamentales, que rodea a Felipe Calderón Hinojosa, nos ataca con sus: Checarlo se vale, o sus campañas de Tienes valor o te vale, o en las mas melodramáticas de Tengo un papá pirata, se la pasan acusando a la sociedad de ser cómplice de los malos, pero no le dicen: el Banco de México es la única institución autorizada a producir billetes y monedas en México, todo otro billete que exista y, peor, que se distribuya en la sociedad, es fruto de nuestra incompetencia. Hablan de tener valor, cuando no lo tienen para renunciar a los millones de pesos que obtienen del trabajo de todos los mexicanos vía impuestos. Hablan de “papás piratas”, pero a mi no me digan que todos esos puestos juntito a la Basílica de Guadalupe en la ciudad de México, son personas que decidieron poner su changarro, cuando a leguas se ve que tienen los mismos menús, las mismas carpas, los mismos mandiles de los que las atienden, los mismos productos a ofrecer, con los mismos cantos o las mismas películas, y ahí juntito, comiendo los patrulleros y filmando las televisoras, nadie los molesta, ni les pide que desalojen, ni les embargan la mercancía. La piratería está ahí, enriqueciendo a pequeños grupos ligados al poder político, ¿acaso pretenden que creamos que los que atienden los puestos son dueños? Claro que no, a leguas se ve que sólo son asalariados. Alguien los contrata, alguien con algún puesto de poder o ligado a él.

Lo mismo, mis señores, pasa con las armas. Por ley, toda arma en México debe estar registrada ante la Secretaría de la Defensa Nacional, existe hasta todo un procedimiento y requisitos para poder registrar un arma. Requisitos que incluso hacen necesario un perfil del psicológico y social del que quiera registrarla. Entonces toda arma que se dispare en México, que circule en México, de manera ilegal, vuelve a hablarnos de que alguien en el gobierno federal no está cumpliendo con su trabajo, o peor, que está violando fragantemente la ley.

Si la cabeza del gobierno federal, en este caso Felipe Calderón, sabe, como todo ciudadano, que eso está pasando, entonces debería llamar a cuentas a sus subalternos, y mover toda la pirámide jerárquica hasta dar con los responsables, pero no lo hace, no le importa, o –dirán los nimios- no se entera.

¿Cómo entonces, si tenemos leyes que son violadas por los que las erigen, podemos exigir justicia, podemos hablarle al pueblo de valores, podemos llamar a la unidad? Este gobierno partidocrático que gobierna nuestro país, al que no le importamos, ¿por qué nos tiene que importar? ¿Cómo dialogar de paz con los que declaran guerra? Es hablar con el enemigo, es reunirse con hipócritas, ya lo hizo Javier Sicilia y seguidores, y a ellos les valió puritita madre. El enemigo de México es la partidocracia toda. Los partidos políticos lo son, ¿por qué no son ellos y sus familias los que mueren en las balaceras de las armas “ilegales”?

Leo por acá y por allá, en columnas y en las redes sociales, esa perorata de ignorantes que dice cosas como: no escribiendo contra el gobierno se logran las cosas, es fácil criticar pero no actuar, por acá y por allá lo leo y me sirve de laxante. Qué mal está la sociedad que no pueden ni conmoverse con la muerte de niños, con la muerte de mujeres y ancianos, está visto desde todos lados que “el otro” no nos interesa.

¿Y actuar, para aquellos de la bandera de paz, significa caminar de costa a costa, de norte a sur en caravanas quesque pa la unión de México, mientras el Ejecutivo se ríe de nosotros no llevando ni el informe, pidiendo luto, baleando personas inocentes?

¿Quién costea las marchas? ¿Acaso aquellos que van a marchar no tienen que ir a la escuela, no tienen que ir a trabajar, que se la pasan días y días caminando y dándose besos y abrazos? Ojalá que ellos no sean igual asalariados, y que ese sea su trabajo: marchar y marchar.

Yo no voy a hablar de paz, vine a traer la guerra, dijo alguien por ahí que luego fue crucificado, porque los valientes a su alrededor corrieron.

Por ahí hay una canción del rock mexicano que dice: bájate de la cruz, tu muerte ha sido en vano… y ahora es cuando esa letra tiene más y más razón. No estamos para mártires. Al que asesina, hay que asesinarlo, y asesinarnos todos hasta que los sobrevivientes puedan llegar a un arreglo de paz, que solo será posible cuando el otro (el gobierno) sepa que el uno (el pueblo) tiene la misma fuerza.

Si solo ofreces la mejilla y oraciones por la paz, ellos vendrán y te darán de golpes una y otra vez, por una simple razón: ellos pueden, ellos tienen armas.

Yo a los únicos que he visto con armas son los que se supone guardan el orden. Seguro estoy de que hay miles de más que viven armados, al amparo de alguien en gobierno, el de la aduana, el del registro de las armas, el amigo político, el amigo empresario, porque, créanmelo o no, las pinches armas cuestan sus buenos varos, y aquel muerto de hambre armado, mucho dudo que haya robado pa comprarse un arma, más bien creo que se la pusieron en las manos.

Así las cosas, el mundo gira y gira, y cada día, cualquier hijo de vecino, o hijo de diputado, sacará su arma, conseguirá su arma, y abrirá fuego, culpando a los Z, a los Y, o a los X, y así seguirá, hasta que la sociedad deje de marchar por la paz, y cambie la paz por el grito de batalla, por el grito de: ¡Tú también sabes sangrar!

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AEcheverría en Efory Atocha, Aquí
-Imagen tomada de la Web

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