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TRES ÓRBITAS DEL JAZZ CUBANO
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Por Humberto Manduley López
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Tres maneras de enfrentar la música cubana con acentos de jazz transitaron La Habana con apenas un mes de intervalo, entre fines de 2009 y principios del nuevo año. El 10 de diciembre el Museo Nacional de la Música presentó un homenaje al maestro Carlos Emilio Morales, eximio guitarrista que fuera fundador del grupo Irakere y uno de los decanos de su instrumento en Cuba. Iniciando el 2010, el día 2 de enero, el pianista Harold López Nussa actuó en la sala Caturla del Teatro Auditórium Amadeo Roldán, mientras que una semana más tarde el percusionista cubano afincado en la Bretaña francesa Celestino López hizo una aparición especial en la Casa de Cultura del municipio Guanabacoa.
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I
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Dentro del ciclo de homenajes que el Museo Nacional de la Música organiza con carácter mensual en su sede provisional en La Habana Vieja, el de Carlos Emilio debió tener un sello especial. Estamos hablando de la cátedra viva de la guitarra eléctrica en Cuba. Alguien que ha tocado de todo, desde rock & roll (con Los Satélites en 1959) hasta música popular bailable, bossa o boleros, pero siempre con el jazz como libro de cabecera. Por otro lado, su membresía en colectivos antológicos como la Orquesta Cubana de Música Moderna y el grupo Irakere lo sitúan como referente absoluto a la hora de establecer un repaso por la guitarra en el jazz cubano.
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A la vez, tengo la impresión de que es uno de los músicos más subvalorados en Cuba. Instrumentista preciso e imaginativo, no tiene un disco a su crédito que le haga justicia. En Irakere su guitarra, integrada al concepto armónico general, era sepultada bajo un torrente de metales y percusiones, inaudible casi siempre, y brillando en muy pocos pasajes solistas. Sin embargo, para quienes lo recuerden tocando en tempranas ediciones del festival Jazz Plaza junto a Leonardo Acosta, Calderín, Frank Emilio, Tony El Millonario y otros, sabrán de su valor en improvisaciones de alto voltaje.
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Por eso me llamó la atención que su homenaje, aunque parezca una paradoja, haya carecido de la guitarra. El grupo Bajo Techo, jóvenes valores del jazz local, funcionó de perlas, con buenas composiciones pero sin la presencia de dicho instrumento. Colegas como Jesús Ortega, Rey Montesinos y Jorge Luis Chicoy estaban en el público, pero nadie subió a marcarse alguna improvisación como tributo a quien tanto le debe la guitarra en Cuba. Pienso en sus alumnos y admiradores, de Radamés Upierre a Rey Ugarte, pasando por Mister Acorde, quienes habrían aportado un elemento indispensable a esa fiesta en honor de los 70 noviembres de "El Gordo".
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Más allá de la necesidad de reconocer a quienes han dedicado toda una vida a la música en Cuba, Carlos Emilio sigue siendo magisterio humano y artístico, fuente de sabiduría y modestia, habanero que trazó un puente entre calle y academia desde el día que agarró una guitarra y no la soltó más, para suerte de todos nosotros. El respeto y afecto de quienes estuvimos allí para tributarle abrazos y aplausos va entonces implícito entre esas seis cuerdas que nunca dejarán de sonar.
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II
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El multipremiado pianista Harold López Nussa eligió el formato de trío para su concierto. Con su hermano Ruy Adrián en batería y el bajista Gastón Joya, repasó un set conciso, con jugosas melodías e inspirados solos de cada instrumentista. Junto a su labor como intérprete Harold enfatizó su condición de compositor, en piezas como "Herencia" y "La jungla", además de enfrentar algunas versiones.
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La música de Harold ha tomado cauces personales en muy poco tiempo. Junto a una pasión melódica que conecta cierta tradición clásica europea con el lirismo de danzones y baladas, une su interés por explorar los ritmos cubanos desde una óptica carente de toda rigidez conceptual. Ese zafarse de estereotipos es algo saludable que debiera ser más abundante pro aquí.
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Gastoncito se lució cada vez que le tocaba su momento, pero en todo momento ofrecía ese compás seguro, sólido, que es la base de cualquier buena descarga de jazz. Ruy Adrián, explosivo como siempre, dominó la batería con facilidad, aunque es un creador que tal vez debe cuidarse de su propia exhuberancia. En contextos así, guardar ases en la manga está permitido. Los invitados fueron Maykel González en la trompeta, mostrando por qué es uno de los valores más cotizados en su instrumento ahora mismo, y la cantante Haydée Milanés quien interpretó un solo tema, poniendo acento de lirismo en una velada dominada por la música instrumental.
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Harold, cuyas credenciales van desde giras con Omara Portuondo, El Greco y Yusa, hasta el máximo galardón en la Competencia de Solo Piano del Festival de Jazz de Montreux en su edición de 2005, cuenta además con un par de discos a su nombre. Lo que mostró para comenzar el año fue ejemplo perfecto de un talento que ya clasifica entre los imprescindibles del nuevo jazz cubano.
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III
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Celestino López, con más de una década lejos de Cuba, desempeñándose como multi-percusionista, profesor y jovial showman en Francia, hizo una actuación breve junto al trompetista galo Frank Bougier, colaborador habitual de sus proyectos. Mientras apresta contactos y resortes para coordinar una futura gira a trío por comunidades del oriente nacional, ofreció este encuentro concebido sobre todo para integrantes de la Banda Municipal de Música de Guanabacoa.
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Su trabajo está basado en la polirritmia y los matices, dos conceptos que a veces parecen reñidos pero que son en realidad la quintaesencia del buen hacer. Independencia de pies y manos, agilidad, conocimiento y perfeccionismo, pero también carisma, son las armas de las que se vale Celestino para echarse auditorios en el bolsillo. Los temas se asientan sobre la multiplicidad de ritmos cubanos, contaminados saludablemente con especias que aportan otras culturas (norteafricanas, centroeuropeas, asiáticas, caribeñas, neoyorkinas) presentes en el entorno cosmopolita donde este creador desarrolla su arte.
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¿Swing con katá? Tal fue impresión al escuchar "Mack the Knife" por estos dos músicos. El reducido set de cajas chinas complementó el efectivo juego melódico de la trompeta, en una interpretación que casi puso a todos a bailar. También Celestino mostró sus composiciones ("Imagen yoruba", "Diálogo"), pensadas para formatos y espacios más amplios, pero que llevadas a la escueta instrumentación del dúo no perdieron sus jugos y esencias. En realidad aquello era la punta del iceberg, pues su labor en Europa tiene un toque visual y participativo que la particulariza, y que aquí no pudo desplegar en toda su ambiciosa propuesta. Un público poco numeroso, pero cuyo interés fue "in crescendo" hasta la conversión total, aprovechó esta ocasión única para acercarse a una manera distinta de encarar tradición y creación. El contagioso entusiasmo de Celestino convirtió la clase en un festín.
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Excelentes maneras de despedir un año y arribar a uno nuevo. Carlos Emilio Morales, Harold López Nussa y Celestino López mostraron el quehacer de tres generaciones de músicos cubanos
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Otras colaboraciones de HManduley, Aquí.
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Gracias Manduley y Chago por esta inyección de Jazz cubano.
ResponderEliminarGracias a ti, Rafa: un placer siempre saberte por aquí.
ResponderEliminarHoy en la noche te escribo: abrazo.
Oye los Lopez Nussa son todos brillantes. Salutaciones
ResponderEliminarTal vez la musica cubana de los ultimos 40 años, en particular la música alternativa, le debe un monumento de gratitud a la curiosidad, el interés y la pesquisa incansable de periodistas como Humberto Manduley y Joaquín B. Triana. Las crónicas y los testimonios más delirantes sobre la musica cubana de los ultimos años llevan su sello y firma, sin su inestimable trabajo habría muy poco registro y orfandad en una de las tradiciones más emblemáticas de la cultura cubana: su música. Enhorabuena a Manduley, en especial por recordar al gran Carlos Emilio. Gracias Chago¡¡¡
ResponderEliminarAbrazo
Julio Fowler
Ciertamente, Julio: tanto Manduley como Joaquín son dos críticos imprescindibles de la música cubana.
ResponderEliminarAbrazo para ti.