lunes, 30 de junio de 2008

Seis Poemas de Ramón Fernández Larrea

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Seis* poemas de Ramón Fernández Larrea.

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-----JUANITA PETITÓN NO CAMINA

debo de estar en realidad enfermo

jamás he amado a greta garbo

enceguecido por la fiebre

tampoco soñé con un rolls royce

las leyes de los hombres me dan vértigo

y cuando los campesinos vietnamitas

festejan que les otorgaron la tierra

bostezo de aburrimiento

he de tener glándulas muy podridas

nunca entendí a brigitte bardot

la miro y en ocasiones mis papilas

encuentran algún sabor en sus ojos

a esa hora sale una foca detrás de su pelo

perros lanudos me interrumpen

las victorias que proclaman los pueblos

me hacen soñar con islas en el profundo sur

sospecho que mi salud no es buena

el cerebro me juega malas pasadas

los ancianos aplauden y nunca sé qué hacer

si alegrarme por sus próximas muertes

o pedirles con amabilidad que me mientan

los dictadores y los futbolistas

no despiertan en mí ninguna pasión

lo peor de todo es mi odio por los hospitales

ese olor a sábanas de angustia

por mí se hubieran ahorrado muchas cosas

el asalto al palacio de invierno

los venenos sutiles de jósef stalin

la construcción de tian amen

la alegría selvática de la sierra maestra

el embalsamamiento de evita y vladimir

abandonar a laika en el cielo

es posible que esté en fase terminal

los castillos medievales y las fuentes

me provocan un ligero hastío

no entiendo el júbilo del hombre

con sus victorias y enterramientos

pero lo que son tus ojos y el mar

me hacen ascender por las frondas

de todos modos estoy grave

jamás me gustó greta garbo.

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-----NO EBRIOS

se ruega a los hombres que dejen de arder

se les conmina a lanzar su memoria

lejos de los tizones y si en esos recuerdos

vienen mujeres o dolor no entren

se le ordena a ese andrajo que se ha lanzado a zigzaguear

que pare en firme y se quite las alas

las carreteras no son para el vuelo

las mesas están preparadas para la tristeza

es allí solamente que se permite llorar

junto a un vaso el cenicero una luz azul que muerde el corazón

el gobierno se compromete a mantener la penumbra

a amenizar los desgarramientos con tangos y boleros

a romperle las cartas que no indiquen precisamente desamor

se indica en los carteles que la felicidad ha de cumplir normas y horarios

inscriba en esta planilla su amor perdido

su hijo lejano su madre casi muerta

el número de algo realmente imposible

llámese hambre o cielo nómbrese del tamaño que sea

tenemos una oferta bastante especial para cadáveres que no cesan

las pasiones de infancia irán aparte cuidamos la clientela

favor no mezclar recuerdos y deudas

se nos hace difícil clasificar penas y olores

sugerimos que no se llegue al extravío

nuestra misión es que pueda sufrir con absoluta tranquilidad

siempre en ligeras dosis siempre dejando un hueco al prójimo

se sugiere con absoluta convicción

que admitimos sólo a quienes cumplan lo previsto

la desesperanza ha de tener un orden lógico

beodos hijos de la noche hombres tristes

ligeramente desgarrados

prohibido protestar cuando cerremos

el patrón les regala esta ronda

se ordena que regresen mañana o pasado

con un desgarramiento mejor.
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SALUTACIÓN DE OCHOSI

la palabra palíndrome la más sangrienta contubernio

la palabra poder que huele a lejanía

la que cercena y se posa en las ramas

otra que me dijeron al borde del mar

la palabra imposible oreja no respires

la que te aprieta en un zapato marrón

la palabra enemigo la malapalabra enemigo

la dolorosa palabra enemigo

como una lanza un dardo en la oscuridad del planeta

el bisturí que poda tus razones

y con ella

el nido de ave libre que te ampara

la palabra distancia con su costado enfermo

la palabrita carta que no llega

o llega balbuceando con el amor ya viejo

la palabra peligro esa que pone cepos

alambradas enormes ante el sol

y renuncia y confianza y dignidad

como vestidos de una rancia tela

despedazada humeante por la ciénaga

de quien la pone en vientre ajeno

la palabra jamás

que debe ser tachada

de la garganta de los reptiles

la palabra sudario la palabra extranjero

cuando hay caminos que llevan al hombre

y si no llevan la ilusión alcanza

la palabra vecino la palabra alcatraz

que sobrevuela a los marinos

la palabra traidor esa grotesca navaja

la palabra estoy solo la palabreja adiós

hierbas de cruel incendio malparidas

y las otras que inventa la muerte

y esta mañana no las sé

encerrado en mi selva

con una luna que gotea.
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-----MINIMALISMO


yo te quería

tú ponías de tu parte

escribí cosas sobre tu cuerpo

incluso

apuntes de un domingo desenfrenado

tú sonreíste en silencio

la noche era tu territorio

a mí la luna me espantaba

amabas los teléfonos

el cenicero de barro

sentir los duendes del romero

mi país son las puertas

el cadáver que cuelga

al final de mi infancia

el rechinar de una carreta negra

veo demonios en el agua

un sello de correos

nos hace flotar o morir.
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HISTORIAS ESCUCHADAS DEBAJO DE UN PUENTE


una vez le miraron el corazón los doctores
y tenía una mujer atravesada entre pecho y espalda
o cristalitos pequeños de una mujer que había sido
le analizaron también otras cosas
y resultó que orinaba espejos
llenos de esa mujer que vio una vez en la distancia
y que no pudo oler decirle buenos días
se prohibió tanto que murió de anhelo

luis el molinero de mi infancia
abrió la quijada ya muerto de tal modo
que yo pensé iba a tragarnos a todos
con casas y barrio y tejas y las tiñosas que sabían
tal vez pidió perdón o agua
o tenía otra mujer organizando sus cristalitos

en nueva york encontraron un asesino
igualito al vampiro de dusseldorf
que mordió una manzana y sus dientes quedaron en la memoria
yo como soy del tercer mundo
me doy golpes solemnes en la encía
que no registrará jamás el fbi
cuando veo una manzana la trago como si fuera una mujer
y el día de mañana al abrirme
te encuentren a ti o pedazos de ti
como los cristales del cielo que he soñado.
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-----CAGUAYO

caguayo era el inicio la sorda lengua del amanecer

caguayo era la lumbre el gran pez que se transforma en vida

el olor de mis manos cuando aún no se metían en tu cuerpo

era la catedral es la navaja que corta mis hilos

un aroma en la proa de mi corazón que llega a otros pueblos perdidos

caguayo era la fe es la esperanza tibia de quien recién se levanta

la sombra de uno mismo en un espejo sin azogue

las ocho patas de la historia la mutilada de siempre

ahora que silbo lejanísimas notas

atravesando el mar que toda luz ennegrece

ahora en la mañana de domingo en el tumulto de sant antoni al sur de otra ciudad

que viene el susto la humedad más antigua esa muchacha de la sangre

ahora que no me ruborizan tirios o troyanos

he descubierto a través de tu lentitud caguayo que todo era falso

lentos hombres que hablan a través de mis ojos son una moneda derritiéndose

las fachadas de la infancia y el pregón que nadie sabe ahora qué vendía

su alma o su pereza

todo envenenado bajo la única nube recurrente

y la solemnidad una pose la máscara para hacernos más verdes contra el cielo

ahora que subes este domingo como una espiral de casa incendiada

en el destello de algo que no se apresa que ha partido que nunca estuvo libre en la saliva

me haces recordar que el mundo son paredes

un muro otro el muro más ancho nadie derriba esos inconvenientes

se sube o se cae se fertiliza la paciencia

el olvido es la flor más común un cardo

y nuestra vida rota como esas piedras donde sumerges tu liviandad de luna borracha

tú caguayo dragón de todos mis desterrados miedos

ahora que me asombra más un mediodía y el galopar de la muerte

ahora que aprendí cómo tararean los asesinos

en mi memoria que posee una piel ríspida como un adiós

he descubierto los rastros ruinas en la ceniza de aquella enorme esperanza

sólo queda besar o alguna estrella inesperada que se ahoga en el café

la mujer ebria de la esquina lo ha descubierto también

y el ómnibus que pasa como con un puñal en cada mano

todo era un sobresalto todo garganta un sobrecogimiento

en la piedra angular de los amaneceres que se sumergen

lo digo ahora bajo tu piel de fino esperpento sobre el horizonte lo digo

como un golpe en la nuca donde se van muriendo las cosas

caguayo en el inicio de la palabra ensoñación

en la ene turbulenta de todo la vértebra

nadie será nadie

juro que no cantaré más en el pozo del alba

cantar es engañarse soltar un ojo en la pendiente

por donde nunca más regresa el mundo que has soñado.

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*Estos poemas fueron publicados en el blog que tenía alojado en el portal del Diario Cubaencuentro.
Ramón Fernández Larrea, Bayamo, 1958. Tiene publicados, El pasado del Cielo, Poemas para ponerse en la cabeza, Terneros que nunca mueren de rodillas, Cantar del tigre ciego, y la reciente antología, Yo nunca canté en Broadway, entre otros títulos.

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