jueves, 9 de diciembre de 2010

Un Cuento de Armando Añel

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"Agradecido como un perro"
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Un Cuento (inédito) de Armando Añel
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El penetrante olor de la vagina de la prostituta tras casi una hora de fornicación. Tanto tiempo sin dar cabilla durante tanto tiempo. Deja la cama en pos de un trago. Recuerda.

Aquellos seis palos de una noche con Eslava fueron el hito histórico (ni su propio padre se los creyó). Tenía 22 años. Aunque quizá algunas tardes con Renana, en torno a la cannabis sativa, fueran de lo más extendido en cuanto a la duración y profundidad del acto aislado, no de su sucesión escalonada.

Querida Renana. Inteligente Renana. Paciente Renana. Sonriente Renana. Hasta templando sonreía (recuerda).

Las nalgas rusas de ella rebotando contra el pubis grecolatino de él. Plaf, plaf. La desembocadura del ano de ella, sus mejillas, rojas como un tomate.

A la salud de Renana, agradecido como un perro (se relame). Baja el trago de golpe. Se aclara la garganta.

La prostituta lo mira sonriente, desde ninguna parte: Ni rastro de devoción.

--Nos vamos –dice, por fin, el cliente grecolatino. Recuerda.

Cruza la calle un Silky Terrier.

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Otras colaboraciones de AAñel en Efory Atocha, Aquí.
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