viernes, 17 de diciembre de 2010

Santiago Méndez/Chago: "A propósito de Wikileaks y de cómo van los tiempos" (Primera parte)

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"A propósito de Wikileaks y de cómo van los tiempos"
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(Primera parte)
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Por L. Santiago Méndez Alpízar/ Chago
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Porque, más allá de la teoría, gustos o fe: ¿dónde lo justo? O, a fin de cuentas, ¿lo que interesa no es el bienestar y mejoramiento? La intoxicación, manipulación a la que somos sometidos con toda la violencia -visual-económica-policial- y con total impunidad, de manera generalizada, al servicio de los grandes intereses -latifundistas, empresarios del ladrillo, bancos, petroleras- capaces de provocar una crisis económica global y salir reforzados: capitalismo al que el estado unta, recoge a ras de suelo cuando sus adalides, gestores visibles -cabezas de turco en definitiva - son quemados en público, a la vista de todos como supuesto escarmiento: consuelo para los pobres que son los que financian, por incongruente que resulte.
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Lo que sucede, y sigue siendo tabú hablar de ello, es la repartición, el casting, los papeles: y que nadie quiera entender otra cosa: hablo de la repartición de las riquezas con relación a los que la producen, trabajan.
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(Ahora dilo con otras palabras)
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Existe una creciente universal molestia, una inconformidad que ha ido madurando con años de explotación, deshonestos contractuales. Una innegable resistencia variopinta, que puede abarcar desde los sectores más humildes a los más encumbrados. Escarmentados con una situación coyunturalmente favorable, únicamente, y creo que como ninguna otra vez anterior, visible, a los que menos necesitan amparo, y ahondando en las carencias de los menos favorecidos: de manual marxista pareciera, pero es la vida misma.
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Tras el descomunal chute -rescate- de gobiernos -el Estado- a los bancos más significativos, vinieron las subidas de impuestos y la congelación de los salarios a funcionarios, cuando no la reducción. Esto se vivió casi al unísono en toda Europa, otros países de distintos continentes. Como de costumbre pagaron los mismos, mientras las ganancias desorbitadas de los propios culpables se reflejaban en los diarios y la ley se veía impedida de justicia: a veces, las tantas leyes impiden la justicia. Nada puede detener lo injusto de un sistema donde el dinero es el latido que propone la vida, vivir. Pues lo injusto, si lo fuere, que a estas alturas ya uno no lo tiene tan claro por duro que resulte, emana justamente del consumo, la capacidad que tengas para desarrollarte dentro del mercado, o mejor, Súper Mercado en el que te realizas.
Sin opciones al individuo poco más que escasos refugios naturales queda.
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Con la agudización del consumo unificado, o sea, la globalización, de manera escandalosamente paulatina fueron desapareciendo los matices, variedad de medianos y pequeños negocios de familia, tradiciones que no soportaron la escenificación y que de por sí eran minoritarias, sucumbieron. Se enfocaron aquellas que podían suponerse autorentables, que significan industria, dinero. ¡Todo de manera que jamás entorpezca el flujo de necesidades -creadas- a cubrir en el primer mundo! Primer mundo al que no afecta el que exista un tercero o cuarto mundo, y que por el contrario, los subcontrata: desde la chacha ecuatoriana semianalfabeta nacionalizada española, hasta los célebres diamantes de sangre.
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(Ahora dilo con otras palabras)
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El antídoto que proporciona una relativa normalidad es la Hipocresía. Para funcionar es indispensable un baño en piscina de cinismo: desde el partidismo comprometido, hasta las monedas que dejas en farmacias, McDonald´s...No hay alternativas, pues las alternancias siempre están de acuerdo en lo esencial de lo dicho, en la disposición a no cambiar las reglas del juego -Nada que ver con alguna idea griega de las máscaras; esto es más carnavalesco- .
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Pues en Occidente se llama democracia a una vieja costumbre de solucionar entre dos, viejos conocidos: la derecha, e izquierda. Cualquiera que esté fuera de esas opciones no tiene cabida. No hay otra que introducirte en el establishment aunque sea para erosionarlo luego. Ejemplos hay sobrados: desde Michael Moor, hasta el multimillonario que aloja al señor, Julian Assange por estos días en una mansión londinense.
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Foto de Chago: DR.
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