lunes, 6 de diciembre de 2010

Andrés Mir: poemas

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Tres poemas (inéditos) de Andrés Mir
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félix savón transita por las calles de mi barrio

ofreciendo de buena gana botella a transeúntes que como yo,

acortan la distancia paso a paso bajo el sol de unos días o la lluvia

de unos días o el polvo, semanas tras semanas. félix savón sujeta el volante;

sus manos parecen juguetes inflables, monigotes de tela

rellenos con dios sabe qué: cuelgan de unas muñecas tan delgadas

como mis delgadas muñecas de poeta. manos de tantos trompones ahora quedas

oscilando a favor o en contra de las manecillas del reloj, en la ruta

semicircular de no llegar a ningún lado; qué otras manos estrecharán, dónde

queda la lija de su caricia, a cuál lágrima darán espanto. félix savón

perdido del cuadrilátero acorta la cuadriculada fuga de las cercas pyrle;

félix savón sueña que le zafa la mandíbula a quién de un carajazo

y se da media vuelta en la tarde o se da media vuelta en la vida o da media vuelta

en la carretera y sus manos y sus ojos prendidos del pavimento sueñan

velocidad, el sordo temblor del golpe en el mentón, sueñan el vaivén

asertivo de hierbas en la cuneta mientras me volteo y extiendo la escueta mano

--muñeca delgada--, harto de caminatas bajo el sol de unos días o la lluvia

turbia de tanto calendario que como golpes me pega contra las sogas, sin conteos

de protección, sin la blanca agilidad del árbitro para medir mis fugas.

félix savón no se cansa, gira en la tarde del vecindario; yo que vengo

cansado en cambio, con mis zapatos de suela inmersa en el peso del mundo;

cada sueño suyo resulta un misterio para los recorridos que comparo

con caídas: gravedad hacia el mismo eje, oscilación a favor o en contra

de las manecillas, no llegar a ningún lado y aún con todo fluir, pesado

como el viento de tantas dudas, como la densidad de esas manos

forjadas por golpe golpe golpe. podría creer acaso en el envés, la forma de saltarme

los cometidos (trabajo igual a fuerza por desplazamiento; punto A, punto B)

mientras pretendo ignorar que vivo arrinconado por mis propios puños,

que félix que savón que mañana me toca volver a caminar de nuevo

y observo cómo al distanciarse me ignoran los autos a mi izquierda

sin que ello altere mis pasos más allá del extender –obstinada determinación—

la escueta mano de latido huérfana.
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félix savón transita por las calles de mi barrio

ofreciendo en cambio de buena gana botella a transeúntes que como yo

ya no distinguen entre aburrimiento y cansancio el bello jolgorio de esa paliza

llamada vida.
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Mientras zurzo las sandalias (porque soy pobre y tengo comején en la mirada)

agoto la paz del calor entrante a la vez que del sol –también entrante—busco

cierto merodeo que me indique

dónde clavar la próxima puntada. Mientras remodelo mis pasos,

(porque gozo tanto de las enmiendas de la razón como de las licencias poéticas)

pongo especial cuidado en eludir el acero con la yema del índice,

señalado e ignorado, pongo el sudor sobre el yerto cuero de mis tránsitos urbanos,

sitio la comprensión de la incomprensible misión, mi libertad en juego

--mi juego en libertad--, lo hago sin preguntarme (porque soy y etc)

y a la vez torciendo la mirada hacia el patio o hacia la calle donde todos los círculos

gozan sus vicios con natural competencia. Mientras busco

deslizar el hilo por la ruta del anterior hilo, mientras doy secos tirones que junten

cuero con cuero, intimidad que gime a cada paso, me harto de los callejones

sin salida, sueño con las piras y mis engarrotados brazos en sus furias: ato

el hilo, corto, me aguzo el ojo frente al ojo de la aguja. Retorno

al ejercicio de continuar lo agotado, prolongar los pasos sobre la timidez de la navaja,

el oficio de la permanencia. Tuerzo el cuero –otra puntada—más allá de sus hábitos

(más allá de los míos, debo confesarlo también), y lo enderezo, atento

de cómo el hilo se vierte sobre el surco de la ausencia, lineal y predecible.
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Mientras repito los mismos ritos (porque debo retornar a mis sandalias, a estas calles)

me tiendo trampas, cuelgo origamis de las ramas del durazno

que lanza sus mejores frutos

al patio del vecino, lanzo enardecido mis propios frutos dios sabe a dónde, dios sabe

si tengo siquiera frutos que lanzar, si no son más que fragmentos de mi destino

en la quebradura del espejo universal (porque soy pobre, porque hay pobres

en este mundo, estimados señores del jurado, porque hay poetas), si mis sandalias

no saben acaso qué ruta tomar si no les impusiese mi planta atribulada, impía,

asesina de sandalias.
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Mientras pierdo todo cuidado y dejo al acero

confundir el recio cuero con la carne demasiado suave, y patentizo la existencia

por medio del puente de los sentidos, mientras la tinta de mi sangre recurre a los pasos

(porque da lo mismo, por dentro o por fuera, la pertenencia es absolutamente relativa),

mientras se quiebran las agujas –impresionadas-- y las reemplazo,

se me salta el reloj de la utilidad (mientras) vuelvo a ser primario, ambiguo, descartable.
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Me gustaría hacerte desnuda como un pie al sol,

de esas ronchas que cuando surten efecto

es porque sueñan su picazón sin labios:

eh, mi cansada lucidez, cómo te pesco a estas alturas;

las gallinas neumáticas pasan exactas frente a la puerta

de la casa que habito: casa de tantas ventanas

donde por añoranza el invierno dibuja flores.
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soy como el pez que tras su boca guarda tres bocas,

desconocen todas el sincronismo de la discreción:

quisiera tomarte fotos en la oscuridad más sólida

mientras lamo fiero el cuello de la fertilidad.
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me gustaría tanto deslizarme por las terminales

siempre que estén vacías: pero la gente corre, la gente

precisa del ocio que implica toda traslación, y yo

que no soy distinto me invento los sueños que nadie

como tú sabe poner en su preciso lugar.
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porque de tales horas busco hasta el retorno al asco,

tanto placer me seca la garganta y quiero disipar

la certeza de mi embriaguez, mas su perenne trote

no calcula el rechinar de botas, la mano

con vocación de brisa empedernida.
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me gustaría también colgar de tantas vísperas

algún escándalo en la noción del desamparo: colgarlo

en el horcón más visible de mi barrio para que sirva

de formal escarmiento a quien se atreva con mis sueños,

con los tuyos que acaricio, mudo de ira y ventricular sosiego.
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aspiraciones. Oye que se me seca la virtud, di que sus longas ramas

también cortadas pueden convertirse en fustas: me brindo

todo el dolor de vérmelas conmigo mismo, ensimismado:

ah, esta vida que me toca: cómo la llevo puesta, por cuanto desaliño

ofrezco los pocos mendrugos que la mordida universal

dejó caer sobre tus palmas.
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y es que me gustaría ser un cofre de risueñas bisagras:

perdóname por mi pedazo de letanía arcaica; a veces suelo pensarme

como el periódico multiplicado con las mismas noticias

en cada estanquillo: y me rebelo contra esta posesiva vocación

de repetidos párrafos, cintillos, columnas; me gustaría tanto

amar sin desear: traen las aguas del río peces

de cuádruple boca, descalzas botas, virtudes sin permiso, y nada

necesita el cauce, más que agua, para rodar sus piedras.
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Otras colaboraciones de AMir en Efory Atocha, Aquí.
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1 comentario:

  1. Un poeta existencial que descubre un mundo que lo supera, pero que él sabe captarlo con belleza, Mir es imprescindible en la geografía de poetas cubanos. Muy buenos textos para Efory.

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