martes, 14 de diciembre de 2010

Jorge Luis Mederos / Veleta: poemas

-
--
Tres poemas (inéditos) de Jorge Luis Mederos Betancourt/ Veleta
-
-
-
Resumen de noticias
-
-
-
En mi país se mueren los caballos.
Yo los he visto espuma y corazón desde el asfalto heridos
y los he visto muertos masticando el látigo
como quien ruega al cielo la clemencia que Dios no puede darle.
-
A golpes los veo morir;
tienen los ojos tristes de color como a pradera en el alma
y no gritan, no juzgan, no maldicen.
A palos los veo morir
ignorantes de tanto poderío; mansos
y venturosos de inocencia.
-
Lo más triste no es
el golpazo ni el látigo;
lo más triste es que mueren los caballos y nadie lo quiere ver.
Caballos y caballeros marchan juntos, criaturas del polvo:
unos ponen el casco y la paciencia,
otros ponen el fierro y el chasquido de dientes,
unos cuelgan monedas al pescante de su alma,
otros tiemblan debajo del machete.
Unos alcohol y negras.
Otros lomo y silencio.
Ambos ignoran mucho de vivir y todos sufren.
-
Por eso es que en mi país
en cualquier callejuela de la tarde se revienta un caballo
y deja su poca suerte desmembrada bajo plena canícula.
Desamparo y Caballo son la misma resurrecta miseria,
condominio del hambre y el país en la mejilla menos perdonada.
-
Y con el paso triste de los reyes enfermos veo pasar los caballos
tan limpios como Jesús de todo mal de conciencia.
Cuando han muerto setenta veces siete no precisan del odio,
no reniegan del cielo que no ven ni sueñan el pasto simple;
su desaliento es viejo como su hambre,
su cansancio es azul.
Y como llevamos dentro la cicatriz del caballo
esquivamos los ojos y apretamos el paso.
-
En mi país se mueren. Se están muriendo todos los caballos
y nadie lo quiere ver.
-
-
-
Yo estoy aquí para decir “lo siento”
-
-
-
El día que se avecina
conoce el hambre de ayer
y una punta de mujer
muestra su oreja asesina.
Qué falsa estela ambarina
precede su trasnochada
reticencia (desfocada
luz-sombra, luz-espejismo)
devorándose a sí mismo
viene con hambre atrasada.
-
Miles de buitres callados
que hieren como amenazas
abren mi puerta: tenazas,
dolores bien trasnochados…
Asombros agazapados
(un viejo susto en acecho)
castran la mujer del lecho
y al fin se queda con una
amarga canción de cuna
tatuada con sangre al pecho
Y luego, desdobladiza,
como quien se sabe pobre
mi mujer abraza el cobre
de lo que fue una sonrisa.
Masacrada la ceniza
del hambre que compartimos,
del odio y de los racimos
(aderezados los muertos)
pasan, con ojos desiertos,
los hijos que no tuvimos.
-
-
-
-
La calle, regurgitándose en la nada
bajo el andamio ronco y el desplome.
Y el loco de cada día. Y la mujer que come
del borracho los sueños...Y la espada
pendiente de una ciudad harto embrujada
con su herida despierta en cada arteria.
Hablo de la caída y de la histeria
del andamiaje adusto. Y la testuz
de la ciudad doblada por su cruz
al paso entre la pobreza y la miseria.
-
Hablo de un corazón enfermo y redivivo,
de una improbable culpa toda máscara.
El andamiaje es túnica y es cáscara
de otra herida más vieja. Hablo cautivo
de una ciudad que a duras apenas vivo
apuntalando sueños desplomados;
interiores andamios que me fueron dados
en la magra parodia de un invierno
donde dos legionarios del infierno
apuestan la vieja túnica a los dados
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
Otras colaboraciones de JLM/Veleta, Aquí
-

1 comentario: