miércoles, 28 de enero de 2009

José Martí: Fragmento del Diario de Campaña

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José Julián Martí y Pérez:
La Habana, 28 de Enero de 1853 - Dos Ríos, 19 de Mayo de 1895
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De Jagua salimos, y de sus mambises viejos y leales, por el Mijial. En el Mijial, los caballos comen la piña forastera, y de ella, y de cedros hacen tapas, para galones. A César le dan agua de hojas de guanábana, que es pectoral bueno, y cocimiento grato. En el camino nos salió Prudencio Bravo, el guardián de los heridos, a decirnos adios. Vimos a la hija de Nicolás Cedeño, que habla contenta, y se va con sus 5 hijos a su monte de Holguín. Por el camino de Barajagua -"aquí se peleó mucho", "todo esto llegó a ser nuestro"- vamos hablando de la guerra vieja. Allí, del monte tupido de los lados, o de los altos y codos enlomados del camino, se picaban a las columnas, que al fin, cesaron: por el camino se va a Palma y a Holguín. Zefí dice que por ahí trajo él a Martínez Campos, cuando vino a su primer conferencia con Maceo: "El hombre salió colorado como un tomate, y tan furioso que tiró el sombrero al suelo, y me fue a esperar a medía legua". Andamos cerca de Baraguá. Del camino salimos a la sabana de Pinalito, que cae, corta, el arroyo de las Piedras, y tras él, a la loma de La Risueña, de suelo rojo y pedregal, combada como un huevo, y al fondo graciosas cabezas de monte, de extraños contornos: un bosquecíllo, una altura que es como una silla de montar, una escalera de lomas. Damos de lleno en la sabana de Vio, concha verde, con el monte en torno, y palmeras en él, y en lo abierto un cayo u otro, como florones, o un espino solo, que da buena leña: las sendas negras van por la yerba verde, matizada de flor morada y blancas. A la derecha, por lo alto de la sierra espesa, la cresta de pinos. Lluvia recia. Adelante va la vanguardia, uno con la yagua a la cabeza, otro con una caña por el arzón, o la yagua en descanso, o la escopeta. El alambre del telégrafo se revuelca en la tierra. Pedro pasa, con el portabandera desnudo, -una vara de...: A Zefí, con la cuadrada de plomo en la cruz de la bandolera, le cose la escarapela el ala de atrás. A Chacón, descalzo, le relumbra, de la cintura a la rodilla, el pavón del rifle. A Zambrana, que se hala, le cuelga por la cadera el cacharro de hervir. Otro, por sobre el saco, lleva una levita negra. Miro atrás, por donde vienen, de cola de la marcha, los mulos y los bueyes, y las tercerolas de retaguardia, y sobre el cielo gris veo, a paso pesado, tres y uno, como poncho, lleva por la cabeza una yagua. Por la sabana que sigue, por Hato del Medio, famosa en la guerra, seguimos con la yerba ahogada del aluvión, al campamento, allá detrás de aquellas pocas reses. "Aquí, me dijo Gómez, nació el cólera, cuando yo vine con doscientas armas y 4,000 libertos, para que no se los llevasen los españoles, y estaba ésto cerrado de reses, y mataron tantas, que del hedor se empezó a morir la gente, y fuí regando la marcha con cadáveres: 500 cadáveres dejé en el camino a Tacajó". Y entonces me cuenta lo de Tacajó, el acuerdo entre Céspedes y Donato Mármol. Céspedes, después de la toma de Bayamo, desapareció. Eduardo Mármol, culto y funesto, aconsejó a Donato, la Dictadura. Félix Figueredo pidió a Gómez que apoyase a Donato, y entrase en lo de la Dictadura, a lo que Gómez le dijo que ya lo había pensado hacer, y lo hacía, no por el consejo de él, sino para estar dentro, y de adentro impedirlo mejor: "Sí, decía Félix, porque a la revolución le ha nacido una víbora". "Y lo mismo era él", me dijo Gómez. De Tacajó envió Céspedes a citar a Donato a conferencia cuando ya Gómez estaba con él, y quiso Gómez ir primero, y enviar luego recado. Al llegar donde Céspedes, como Gómez se venía con la guardia que halló como a un cuarto de legua, creyó notar confusión y zozobra en el campamento, hasta que Marcano salió a Gómez que le dijo: "Ven acá, dame un abrazo". -Y cuando los Mármol llegaron, a la mesa de cincuenta cubiertos, y se hablo allí de la diferencia, desde las primeras consultas se vio que, como Gómez, los demás opinaban por el acatamiento a la autoridad de Céspedes. "Eduardo se puso negro". "Nunca olvidaré el discurso de Eduardo Arteaga: "El sol, dijo, con todo su esplendor, suele ver oscurecida su luz por repentino eclipse; pero luego brilla con nuevo fulgor, más luciente por su pasajero oscurecimiento: así ha sucedido al sol Céspedes." Habló José Joaquín Palma. "¿Eduardo? Dormía la siesta un día, y los negros hacían bulla en el batey. Mandó callar, y aun hablaban. "¿Ah no quieren entender?" Tomó el revolver, él era muy buen tirador: y hombre al suelo, si una bala en el pecho. Siguió durmiendo".- Ya llegamos, a son de corneta, a los ranchos, y la tropa formada bajo la lluvia, de Quintín Banderas. Nos abraza, muy negro, de bigote y barbija, en bitas, capa y jipijapa, Narciso Moncada, el hermano de Guillermo; ¡"Ah, solo que falta un número!" Quintín, sesentón, con la cabeza metida en los hombros, troncudo el cuerpo, la mirada baja y la palabra poca, nos recibe a la puerta del rancho: arde de la calentura: se envuelve en su hamaca: el ojo, pequeño y amarillo, parece como que le viene de hondo, y hay que asomarse a él: a la cabeza de su hamaca hay un tamboril. Deosdado Carvajal es su teniente, de cuerpo fino, y mente de ascenso, capaz y ordenada: la palabra, por afinarse, se revuelve, pero hay en él método y mando, y brío para su derecho y el ajeno: me dice que por él recibía mis cartas Moncada. Narciso Moncada, verboso y fornido, es de bondad y pompa: "en verbo de licor, no gasto nada" su hermano está enterrado- "más abajo de la altura de un hombre, con planos de ingeniero, donde solo lo sabemos unos pocos, y si yo me muero, otro sabe, y si ése se muere, otro, y la sepultura siempre se salvará." ¿Y a nuestra madre, que nos la han tratado como si fuera la madre de la patria? "Dominga Moncada ha estado en el Morro tres veces: y todo porque aquel General que se murió la llamó para decirle que tenía que ir a proponerle a sus hijos, y ella le dijo: "Mire, General, si yo veo venir a mis hijos, por una vereda, y lo veo venir a usted por el otro lado, les grito: "huyan, mis hijos, que éste es el general español". A caballo entramos al rancho, por el mucho fango de afuera, para podernos desmontar, y del lodo y el aire viene hedor, de la mucha res que han muerto cerca: el rancho, macho, está tupido de hamacas. A un rincón, en un cocinazo, hierven calderos. Nos traen café, jengibre, cocimiento de hojas de guanábana. Moncada, yendo y viniendo, alude al abandono en que dejó Quintín a Guillermo.- Quintín me habla así: "y luego tuvo el negocio que se presentó con Moncada, o lo tuvo él conmigo, cuando me quiso mandar con Masó, y pedí mi baja." Carvajal había hablado de las decepciones sufridas por Banderas. Ricardo Sartorius, desde su hamaca, me habla de Purnio, cuando les llegó el telegrama falso de Cienfuegos para alzarse: me habla de la alevosía con su hermano Manuel, a quien Miró hurtó sus fuerzas, y "forzó a presentarse": "le iba ésto", la garganta.- Vino Calunga, de Masó, con cartas para Maceo: no acudirá a la cita de M. muy pronto, porque está amparando una expedición del sur, que acaba de llegar. Se pelea mucho en Bayamo. Está en armas Camagüey. Se alzó el Marqués, y el hijo de Agramonte. Hiede.
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Fragmento del Diario de Campaña de José Martí.
Imagen tomada de Internet.

martes, 27 de enero de 2009

Poemas de Francisco Jesús Muñoz Soler

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Tres poemas (inéditos) de Francisco Jesús Muñoz Soler
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--CONTRA LA LUMINOSIDAD DEL CIELO
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“Contra el cielo de aquella isla,
contra sus ojos, más grandes
y más pavorosos que el silencio.
-DELFÍN PRATS

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Contra la luminosidad del cielo
todo él escrutador ojo de sentencia,
se alzó la mirada que nada espera
para evitar morir de tristeza.
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Hiram del ambiente de posibilidad perversa
animal salvaje entre palmas de obediencia
esponja de mar de desesperación
para evitar ahogarse en la tormenta.
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Irreverente de la educada y falsaria noche
donde la luna se tiznó de crespones de ocaso,
abertura del corrosivo vomito de espanto
donde pacieron los más variados pájaros.
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Declamador de brasas de paciencia
sustentador de paisajes inefables
de los más bellos y perfumados aires
de constelaciones abiertas e inmensas.
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Donde amanece la soledad más plena
estoica adalid de los perdedores
del transido mundo de espera
donde caimanes devoras silencios.
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Vencedor de la fatalidad última
hija del determinismo estricto
misero recuerdo de cómplices furias
que sepulta mientras en la radio
se deleita con Tributo a Arsenio
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“Calla como yo callo mis sentimientos
frena como yo freno mi decepción
ponle rienda suelta al corazón
enséñale a ocultar sus amarguras…”
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---AL SALIR DEL TÚNEL DE LA HABANA
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Al salir del túnel de La Habana
en dirección a las Playas del Este
desembocas en una autopista
rodeada de un verde intenso y bello
que acciona como dientes
en las pupilas de los neófitos viajeros,
el paisaje tiene una personalidad deslumbrante
al margen la peculiaridad de las luces
que en forma de aspas adornan la mediana
repletas de bellas retamas de matas,
inundado de formidable belleza
llegas a la ciudad dormitorio de Alamar
un conjunto urbanístico impropio
de la exuberante riqueza del entorno,
la construcción primera y sus ampliaciones
muestra una impersonalidad dolorosamente ajena
a las gentes que pasean por sus insalubres calles,
bullanguera, trabajadora, inventora, resignada
así son las gentes de esa parte de La Habana
todos tienen una mirada lontana
te miran de cerca pero sus córneas traspasan,
traspasan espacio y tiempo
están más allá que su corpóreo sustento,
son formaciones de deseos y frustraciones
la ausencia de un hijo, el inquietante futuro de otro,
del mañana descontado en los años que les quedan,
miradas bañadas en una humedad de antaño
que les pesa como un estigma sin aparente solución.
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---------ALAMAR
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En el extremo este de la gran señora del trópico
rodeado de deslumbrantes tesoros naturales
se halla un laberíntico e inhóspito crisol,
entre roquedales, espumas y brisas de aromas
y un perfumado e intenso verde enamorado,
Alamar resplandor de espejos quebrados
de arterias sin centro de mares sin sirenas,
erial de asombros de perfiles girados
germen de mixtura autóctona de estrellas,
árido escenario de alumbramiento poético.
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Sobre Francisco Jesús Muñoz Soler, Aquí.

lunes, 26 de enero de 2009

Tres poemas (inéditos) de Ivette Guevara

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Tres poemas (inéditos) de Ivette Guevara

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Cuando en Europa uno se tropieza con Sofía, cuando en Sofía uno se tropieza con Europa



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-----Le sobrevive,

-----le sobrevive a todo,

-----la frialdad.

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--Hayku

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Sofía es una trampa de Sofía

la fábula en su cabeza de aspas rojas,

es un diseño equilibrado de perfiles

cuyo centro vital es la ausencia de centro.

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Los lunes su gato viene a lamerle el alma.

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Sofía es gazapo de Sofía,

el culto a lo tangible

que lega un repertorio

mientras maúlla el gato.

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Plétoras de matronas

ahogadas junto al lecho

cuando Sofía intenta ser Sofía,

la que parió su madre.

Su gato coquetea en los aleros.

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Es Sofía la meta de Sofía

el precio a la emancipación pactada

por la imbuida inercia

de un reino atormentado.

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Es Sofía la muestra que Sofía

posee la esencia donde colgar sus pieles,

las caprichosas raciones de sí misma.

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Su gato es un designio.

Es Sofía la prueba que Sofía

busca el humo disgregado en la leyenda

de Sofía semejante a Sofía.

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Es Sofía la gracia de Sofía,

fardo de epidermis bautizada

emblemas en aliño

de excomuniones truncas.

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Y Sofía va haciéndose Sofía,

cuando su gato viene a lamerle el alma.



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----------Cenicienta

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En la tierra del sueño

contó mi abuela sus lentejas

más allá de las doce

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y quedó agachado

el sortilegio

y los granos desbordaron

el arca

y cubrieron los días,

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más allá de las doce.

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---------Relámpagos felices

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Les persigo en el momento exacto en que residen

en las ciegas regiones de estas líneas

con la voluble fealdad de mi ternura y el festejo tornasol del melodrama.

Viene conmigo el Capitán Capricho, con su salud mestiza,

tomamos la ruta segregada por el recto perfil de los normales.

Les cuento de mi humor atenazado al rumiar taciturno de gatos escarlatas.

He concebido un brindis de medicamentos, evitando los blasones del triunfo,

las espinas del germen y la boca soez del testimonio.

En los hoyos que añoran mis teces infecundas,

tañe la voz de cartas inhumadas por el diablillo de un viejo cementerio,

El repique de sílabas espanta la profusión de ausencias.

A veces me despierto y les recibo

en el momento exacto en que residen,

en las ciegas regiones de estas líneas.

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Otras colaboraciones de Ivette Guevara, Aquí, Aquí.

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Yvette Guevara (Remedios, Cuba, 1968)

Poeta. Fundadora del Estudio Teatral de Santa Clara y coordinadora

del proyecto El Aula, escuela de arte y cultura cubana, en Lyon,

ciudad donde reside desde hace un
a década.

Su poemario La Ínsula de Elpis saldrá en España en la primavera de este año.

viernes, 23 de enero de 2009

Julio Fowler sobre Gema & Pavel

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Desnudos: el arte de trovar con filin*

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Por Julio Fowler

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--------------Para Gema Corredera

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Si con Art Bembé, el disco anterior de Pavel y Gema (Peer-Bangan, 2003), su música llegaba a conquistar el máximo de posibilidades orquestales, alcanzaba la plenitud de ese barroco mestizaje que les caracteriza mediante una lógica de agregaciones sonoras y un modus operandi que pasaba por un considerable volumen de colaboraciones y de tracks recordings; con su nuevo CD titulado DESNUDOS, ambos vuelven a conseguir el mismo prodigio, la misma contundencia, la misma e impactante totalidad recorriendo esta vez el camino inverso, sustrayéndose más bien a toda agitación orquestal y al andamiaje polifónico que lucen sus propuestas anteriores para reencontrarse a corta distancia con su canción. Para quienes hemos seguido el itinerario de cada disco suyo, si bien observamos que algunas canciones han sido grabadas tal y como fueron compuestas, con el único acompañamiento de la guitarra, buena parte de aquellas han sido producidas y orquestadas en un cuidadoso juego de sonoridades acústicas y electrónicas, buscando tal vez el equilibrio perfecto entre el arte de trovar y el arte de orquestar. Sin embargo DESNUDOS es un punto de giro en su recorrido discográfico. Con esta nueva entrega es evidente que el dúo vuelve de manera radical a su matriz primigenia, a los fundamentos iniciáticos y básicos del trovar, a su arquitectura mínima y más íntima; sin atrezzos, sin más protagonistas que sus voces, la guitarra y la canción como epicentro de una actitud que encuentra en el Fílin su potens. Uno recuerda la metamorfosis del toro que realiza Picasso en el que todo el espesor de su morfología termina en una sencilla armazón de líneas, curvas y punto. Es precisamente ese efecto de simplificación el que consiguen Gema y Pavel con este disco, mostrarnos el summum de sus sentimientos y de su arte poética, confirmar lo que mi querido Eliseo Cardona dice sobre lo aprendido del arte de Gerry Mulligan: “la riqueza de las formas está en la sencillez”. En ese sentido este nuevo trabajo es más una catarsis que otra conjetura orquestal; tiene más de exorcismo que de ensayo, es más una rotunda sacudida del alma que otra tentativa de especulación sonora pues, aunque despliega un mínimo de recursos garantiza eso sí, un máximo de emociones; de ahí que más que provocar asombro, este disco conmueva y vaya strike y directo al pecho.

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Filin Progresivo

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Puede que además de un brillante capítulo de síntesis, DESNUDOS sea también una suerte de master class que ambos nos ofrecen sobre el arte de trovar con Fílin es decir, con sentimiento o lo que es lo mismo, con libertad para que la pasión fluya sin límites y se exprese sin fórmulas preconcebidas, patrones rígidos o calculadas estrategias de marketing; si de algo puede presumir su música es precisamente de su íntegra y apasionada libertad expresiva. De ahí que estemos hablando de un Filin que se oxigena y robustece con las influencias diversas que han asimilado en estos años de andaduras y reflexiones, de vivencias y encuentros culturales múltiples que han ido alimentando y dando forma al corpus de su canción e innovando así esta particular manera de entender el arte de trovar criollo. A mi modo de ver, este carácter progresivo que actualiza el sonido Filin_ entendido como un acto de fecundidad y enriquecimiento del mismo_ es el resultado de una actitud abierta y receptiva a los cantos y ritmos del mundo, un proceso orgánico de convergencias y atracciones que encuentra en el flamenco, en la bossa nova, en el jazz, el soul, el hip hop así como en las cadencias, ritmos criollos y afrocubanos sobre todo, las fuentes que lo vertebran y lo hacen original, único. No es ocioso observar cómo, en pleno apogeo del a veces doctrinario e ideologizante sonido Nueva Trova, ambos consiguieron conectar con la estética de una corriente que, convenientemente había sido reemplazada por el sonido y la lírica que ofrecía aquel movimiento. Ellos dirigieron su atención, focalizaron su escucha en un momento singular de la canción insular que _ a diferencia del sonido que caracterizaba al movimiento nueva trova_ contenía la cadencia y la plasticidad melódica de la trova tradicional, la riqueza armónica y sentido de las variaciones e improvisación del jazz así como un gran influjo impresionista. De este modo asumieron una manera de tocar la guitarra, de cantar, armonizar y tratar los versos que encontró en Marta Valdés su modelo más inspirador y principal referencia.

En un gesto de madurez creativa y conceptual, DESNUDOS nos propone la quinta esencia de su arte, la piedra filosofal portadora de sus claves estéticas. Quién conozca y entienda el espíritu del Filin podrá distinguir claramente las aportaciones significativas del dúo a esta corriente y por tanto podrá comprender el significado del adjetivo progresivo; un adjetivo que al mismo tiempo que devela una apertura de sus horizontes, devela asimismo autoconciencia en torno al hecho artístico, voluntad por pensar la obra y caracterizarla en un gesto que se me antoja didáctico es decir, que busca hacer inteligibles y descifrables los “misterios” del quehacer de dos virtuosos en pleno dominio de su arte, en la cumbre de su goce creativo.

Aunque la estética del dúo es un continuum que cristaliza en cada CD y atraviesa toda su obra, es con el desafío que representa DESNUDOS donde conquista su categoría definitiva, donde certifica su monumental clase; justo un disco sin más alarde que la habitual sinceridad y excelencia de ambos y por eso mismo, un disco artesanal y delirante, sin fisuras. Pocos pueden hacer un strip tease así y salir airosos, muy pocos pueden convertir una canción en una sinfonía, unos versos en todo un tratado poético.

No exagero si afirmo que el Filin se reencuentra a sí mismo, reconoce sus pulsaciones más hondas y vitales con este disco, tampoco me excedo si afirmo que con la obra de Pavel y Gema el Filin recupera todo su esplendor y encanto más allá de la clásica colección de canciones cincuentenarias que un día ubicaron a este movimiento en el mapa de la música universal. En tiempos de eufemismos globales, en que al fraude, la estafa le llaman “crisis”, nada mejor que este disco para encontrarse con un sorbo de lo más sorprendente y fascinante de la vida, su rostro más iluminado y esperanzador, nada mejor que paladear alguno de los mejores boleros contemporáneos y de las mejores canciones compuestas en nuestro idioma, interpretadas por dos de los grandes creadores de nuestro tiempo. Cuando se examine el mapa de la música cubana y universal, posiblemente uno de los capítulos más apasionantes, una de las páginas más fecundas e intensas las habrá escrito sin ninguna duda este excelente dúo que, al desnudarse no han hecho más que abrigarnos, atraparnos en las redes de su amor y su propia redención.

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Maferefún Egguns

Maferefún Osha

Ashé

ORE

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Otras colaboraciones de Julio Fowler, Aquí, Aquí, Aquí, Aquí



*Texto publicado originalmente aquí.

jueves, 22 de enero de 2009

Tres poemas (inéditos) de Norge Espinosa

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Tres poemas (inéditos) de Norge Espinosa

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MI VIDA CON JEFF STRYKER

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En las siniestras madrugadas de la Noche Nacional,

cuando nada es el invierno y menos puede la nostalgia,

vuelvo a ti, me escudo en ti, entre tus piernas me cobijo

tratando de encontrar el otro rostro que me hablas.

Mientras los hospitales celebran la ocasión

de otras muertes predispuestas, solo tu cuerpo me acompaña

en las casas tan desiertas que el amor abandonó

olvidando el esplendor de las antiguas fechas patrias.

Qué extraño conversar

con el último fantasma que nos visitara nunca

mientras rompe el mundo afuera, en una guerra acuosa;

y ver, en las mañanas, en el rostro de los niños

la angustia de un deseo que tú has hecho para mí:

el regalo más ambiguo y que es la Paternidad.

Mirándote, sirviéndote, curando tus heridas:

las llagas que el amor santificar apenas puede,

escucho a los vecinos de pared a pared

que entran a sus camas con la solemnidad de un perro.

Yo, que he sido el perro ladrando para ti,

robando para ti, no tengo ya una sola lágrima.

Y si me voy al mar, y si te traigo el mar

a la puerta es porque sé cuánto te alivia esta resaca.

Mi vida contigo, con el cuerpo que en las fotos

que alguien dispersó, es tal vez menos amarga

porque bebemos té cuando los otros se despiden,

y no envejecerás mientras yo diga tu nombre.

Y porque sólo en mí tiene tu inmensa enfermedad

el púrpura y el oro de las más altas ceremonias.

Ardes, y es espléndido

saber que en esta tarde

existes en un modo que anula mi soledad

y me hace también de algún modo tan hermoso

como lo habrás sido tú, contra la cal de negros muros.

Contra las cárceles que ahora recordarían nuestros gestos

y las fotos de una boda que no fue, pero es posible.

Lo digo para mí, aunque falte alguna luz,

y tú ya no me mires, ni me oigas, ni levantes

falsos testimonios contra mi adoración

hacia los muslos perfectos que a los diez años me enseñaste.

Larga es la madrugada, la Noche Nacional.

Y aún te amo. Y sé mi triunfo.

Yo estoy vivo y tú estás muerto.

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De LAS CANCIONES TERMINALES



----------------Marlene Dietrich: Peter

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Noemí Bonet, actriz –un fanático la recordará en El Arca, Teatro del

Obstáculo, interpretando el rol de la Pionera- nos hacía escuchar esta

canción en las tardes y noches del año noventa y seis.

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En ese entonces frecuentaba yo la casa.

Una casa amenazada, como todas las

que he conocido. Y vivían allí Ramón, y Noemí, y Vladimir.

Especialmente Vladimir.

Y de vez en vez, Giorgio. Y a todos, irremediablemente, se nos

hacía escuchar a Marlene Dietrich.

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No saber alemán. No poder descifrar el ruego de la Diva

mientras nuestros cuerpos acababan confundiéndose.

Porque el calor nos empujaba a dormir

sobre el duro suelo, con las ventanas abiertas y en la sala.

Desnudos o casi desnudos. Marlene Dietrich imploraba un

cigarrillo a los escasos transeúntes.

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Años más tarde, vería un álbum de fotos firmadas por Giorgio:

ángeles de piedra en el Cementerio de Colón.

Me extrañó no hallar en ese álbum nuestros rostros.

Qué tumba del país velábamos entonces.

Yo abrazaba a Vladimir. También, es cierto, lo engañaba.

El jugaba el mismo juego. Como ángeles de piedra,

sentíamos la felicidad.

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Noemí Bonet recordaba sus días de actriz, el escándalo especial

de uno de sus parlamentos. Y preparaba su viaje a una Suecia

imposible. Y Vladimir saldría tras ella. Dejó inconcluso un dibujo

en el cual él y yo nos uníamos sobre un piano.

El piano es real. Existe. Marlene Dietrich se

apoya en él y canta Peter para unos cuantos pájaros en el Berlín

de los años 30. A mi lado la escucha Christopher Isherwood.

¿O es algo que soñé?

Suecia. 1996.

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En ese tiempo, creo, todos nos amábamos. Sin rozarnos siquiera.

Ramón. Noemí y Giorgio. Vladimir y yo.

Una casa en La Habana, destruyéndose.

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No aprendí a fumar. No aprendí alemán. Aprendí a despedirme.

La casa quedaría en las manos de un pariente que jamás nos cruzó

la palabra. Vladimir me engañó una vez impunemente.

Recuerdo su rostro esa noche, cuando fue descubierto.

Una mancha de humedad en la pared. El dibujo inconcluso.

La canción interrumpida.

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Se fue Noemí. Vladimir más tarde. Ramón, meses después,

me mostró imágenes de una exposición suya.

Que no en Berlín, sino en Suecia. Vende bien. Eso me dijo.

Y yo me alegré, y recordé el uniforme de una pionera

insolente. No volví a la casa. No he vuelto a ver a Giorgio.

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Marlene Dietrich me hablaba con la voz de Ramón. Le pagué unos cigarrillos.

No quería oírla cantar.

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Abracé a Ramón en La Habana, la última vez, hace ya unos cuatro años.

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BREVÍSIMA APARICIÓN DE JOSÉ MARTÍ EN LA LLOVIZNA

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Debieran pesar menos tus párpados, y el limo

de tanto verbo cívico ampararte en mejor modo.

Es larga la llovizna, y el paisaje que la mide

hierve ante tu nombre, que sabíamos Amado.

Estás

y no te vemos más que en el espasmo

que lo humedece todo, en su Constitución

que tantos generales firmaron muy de prisa,

urdiendo otra batalla, otro país,

-------------------- Papel Moneda.

Cárdenas. Bayamo. Ciudades que no viste

se empapan de tu nombre como de extremaunción

y ni los niños pueden, borrando la llovizna

marcar un tiempo apenas en que no estemos habitándote.

Un parque, un mausoleo, repetidos como bustos

que doblan tu visión: eso devora la llovizna,

y los mapas siniestros que con ninguna brújula

desmentirán al mar, la soledad que nos rodea.

Llovizna, talismán, aparición, huida, encanto.

El mármol de un portal ya casi hundido te pregunta

por los antiguos fríos que te ofreció otra capital

que recorrías cegato, bizambo, desorejado

en pos de islas inciertas, casi humano temporal.

No se esfuma el olor tremendo de tu anécdota.

--------------------No cesa la llovizna

sino el mezquino tiempo que duró tu aparición.

Te vas antes de que abran sus mesas y sus manos

los húmedos civiles que supieron invocarte.

Te vas como se esfuma la silente Navidad,

y la fe cenizada sobre la cual sobrevivimos.

El día también canta, a su manera, los milagros.

Hoy, cuando quiero cerrarme en la llovizna

como un libro.

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Sobre Norge Espinosa, Aquí.

Estos poemas fueron publicados en mi antiguo blog alojado en el portal del Diario Cuabaencuentro.

lunes, 19 de enero de 2009

Octavio Armand: poemas inéditos

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Dos poemas (inéditos) de Octavio Armand

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Surtidor

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El agua
y sus preguntas borboteantes:
mil sucesivas, continua una.

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Mi respuesta es Anaxágoras:
domador del caos
y devoto del cielo, su patria.

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O Tales: mitad ciencia, mitad fe.

O aquel niño que nadaba

en burbujas de jabón.

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Lo que comprendo

me parece bueno;

y lo que no comprendo, mejor.
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Cuerpo

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Tras rejas de párpado y pestaña,

las imágenes apuestan al despliegue:

un tigre la luz y la oscuridad un pavo real.

La vida sigue y el tiempo se detiene.

Contenido como una cifra

exacta, una versión celeste

de la sombra: el aliento.

El presente pasa y el pasado

nunca acaba de pasar.

Una gota de rocío

desliza su metal gastado

en la yema de los dedos.

El sol sale y se pone en una aguja.

Abanico de palabras sin palabras,

leguas de lenguas calladas,

gime la carne, aúlla, relincha, rota

al son de las esferas;

roza con la noche desnuda;

roza desnuda con su sombra;

y en el aire que la toca toca otra piel.

Los poros, encendidos, titilan.

Cada sensación, una galaxia.

Cada constelación, una caricia.

El tiempo vuelve, se repite.

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Otras colaboraciones de Octavio Armand en Efory Atocha, Aquí, Aquí, Aquí, Aquí

martes, 13 de enero de 2009

María Elena Cruz Varela: poemas

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Dos poemas (inéditos) de María Elena Cruz Varela
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Negociación estéril

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-----------------------Para Arnaldo Ramírez

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Puede que aún quede alguien sobre quien no haya escrito.

Puede que exista algo sin nombrar, enorme o diminuto.

Puede que se me escurra su esencia entre los sueños y las palabras todas,

vencidas y enlodadas, se resisten a entrar en la botella.

No quieren ser bebidas las palabras. No quieren ser mascadas, ni escupidas

Ni entrar en digestión, ni ser purificadas.

No obedecen al orden locuaz de mis tijeras. No quieren ser cortadas. No quieren ser cosidas. Rebeldes, las palabras no obedecen a nadie. No responden a nada.

Las seduzco mostrándoles la aureola de mis pechos, el fervoroso anhelo de albergarlas. Pero ellas quieren más. Negociadoras, hábiles, calibran el tesón de mis orejas, la nariz enjaulada, la zanja de mi boca, las grietas de mi abdomen. La punta de una lanza vulnerando el costado. El clítoris. La vulva palpitante y el cráter solitario que expulsara a los hijos y también a sus hijos. Los hijos de los hijos.

Pongo sobre la mesa las copas de mal vino, la cebolla, el cordero y el curri del árabe vecino que golpea a su mujer. Les muestro la cabeza del casero iracundo, su martillo infectado por la testosterona. Las manchas de humedad en las paredes. El polvo que atenúa todas las estaciones. Los dedos pastoreando las letras saltarinas.

El nombre de mi amigo. El ¿ de mis enemigos. Las fechas olvidadas. Los castigos. Entrego con pudor el óxido que aflige los sórdidos barrotes de mi cárcel y esta oración oculta:

-No apartes todavía mis pasos del camino. Ni dejes de pasearte, mi cuerpo en bandolera.

Te regalo los clavos. La corona de espinas. La huella del testigo. Los granitos de arroz para engañar al pájaro. La llave de la luz.

Los códigos secretos de mi sangre. El vacío cifrado más allá de mi frente y el mortal esplendor de las coronas.

Hieráticas. Difíciles. Las palabras planean sobre mi exhausto mundo. No quieren ser nombradas. No quieren ser oídas. No quieren trepidar en los fosforescentes hipocampos. Ni ser piedras abultando bolsillos. Ni zapatos vacíos meciéndose en las olas.

Difíciles. Hieráticas. Totales. Las palabras se esfuman temblorosas

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Nocturno con premeditación y alevosía

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-----------------------A Pascual Cruz Varela

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Señoras y señores:

Ahora que en el reloj se acaba de ausentar la medianoche, he de hacer un discurso.

Debo hablar de mi padre.

Sí, trazar un argumento y posponer un brindis por su melancolía.

Por su fea costumbre de andárseme escondiendo, sentándose a llorar en los aguacateros,

madurando los frutos con los hilillos acres de su llanto de pobre niño huérfano. Calándome la rabia entre los huesos y este sabor a sal y esta impotencia.

No. No digas nada. Soy yo quien voy a hablar. Éste es mi turno. No mires a otro lado ni vuelvas a ponerles dogal a las palomas.

Te fuiste tú primero. Abandonaste el juego dejándome en el patio, con los ojos vendados y un rosario de cuentas malamente ensartadas.

Te pedí que esperaras y no me hiciste caso.

Así es que, ahora te callas tú y escucha simplemente mi alarido, porque estoy muy cansada, sabes, de soportar tu ausencia tan igual a un reproche. Te pedí que esperaras y era partir las culpas en todas las porciones necesarias.

Yo sola no podía atravesar el limbo, decorar las estancias y cargar con el peso de las constelaciones. Te pedí que esperaras.

Pero era demasiado. Nunca llegué. Y si llegué, no estabas Permanecí en silencio dando la otra mejilla, pero era demasiado.

Ahora lo digo todo. Ven. Apoya la certeza sobre la blanda nube de mi almohada.

Se acabó. Sí. Con la punta del dedo trazo un leve dibujo sobre las duras líneas de todas las espaldas.

Se acabó. Ya se han marchado todos. No hay más voces, ni ruidos.

A tu esfera celeste no hay música que valga. No hay cuerpos derramando su jugo en los jardines. Todos se han ido ya.

Se los tragó la noche por esa mueca abierta de su boca macabra. Ya todo terminó. Deja de revolcarte en la ceniza. Deja de hacer el tonto. Es el final. Contra la indiferencia no hay discursos que valgan. Inútil transferir los argumentos.

Los que no se despiden sólo quieren dejarnos girones de memoria y un gusto a salazón, a alevosía. A deshechos nocturnos. A superficie ingrávida. Quise hablar de mi padre. De su ausencia perpetua. De su nariz ganchuda, su pálida sonrisa y el corazón tan gris de su retrato.

La mano tiernamente metida en el bolsillo de ese señor extraño es un aviso. Una cita pospuesta. Otra calamidad.

Deja ya de mecerte en la cuerda del ahorcado. Deja de maquillarte. Pórtate bien. Cuida las apariencias.

Pero ese no eres tú. Ni esas son tus palabras. No sé dónde escondimos el cinturón de cuero, ni el ciruelo del patio, ni el cantero de adelfas está para llorarnos. Deja ya de joder con acertijos y deja de burlarte de mi espanto.

Yo no tengo la culpa de que tan sólo fueras el padre mi carne tan igual a la carne que algún día marchará tras la tuya. Ven. Dejaré que mis muertos entierren a tus muertos mientras salvo la vida. ¿No ves que se acabó? No puedo acompañarte en este largo oficio de difuntos. Óyeme bien: es demasiado tarde y no puedo volver.

Es hora que renuncies a las escaramuzas.

Pasó la medianoche de este tiempo de brujas. ¿Es que no te das cuenta de que he crecido tanto, que hasta puedo soltarle un dulce parlamento a las estrellas?

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