jueves, 22 de enero de 2009

Tres poemas (inéditos) de Norge Espinosa

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Tres poemas (inéditos) de Norge Espinosa

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MI VIDA CON JEFF STRYKER

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En las siniestras madrugadas de la Noche Nacional,

cuando nada es el invierno y menos puede la nostalgia,

vuelvo a ti, me escudo en ti, entre tus piernas me cobijo

tratando de encontrar el otro rostro que me hablas.

Mientras los hospitales celebran la ocasión

de otras muertes predispuestas, solo tu cuerpo me acompaña

en las casas tan desiertas que el amor abandonó

olvidando el esplendor de las antiguas fechas patrias.

Qué extraño conversar

con el último fantasma que nos visitara nunca

mientras rompe el mundo afuera, en una guerra acuosa;

y ver, en las mañanas, en el rostro de los niños

la angustia de un deseo que tú has hecho para mí:

el regalo más ambiguo y que es la Paternidad.

Mirándote, sirviéndote, curando tus heridas:

las llagas que el amor santificar apenas puede,

escucho a los vecinos de pared a pared

que entran a sus camas con la solemnidad de un perro.

Yo, que he sido el perro ladrando para ti,

robando para ti, no tengo ya una sola lágrima.

Y si me voy al mar, y si te traigo el mar

a la puerta es porque sé cuánto te alivia esta resaca.

Mi vida contigo, con el cuerpo que en las fotos

que alguien dispersó, es tal vez menos amarga

porque bebemos té cuando los otros se despiden,

y no envejecerás mientras yo diga tu nombre.

Y porque sólo en mí tiene tu inmensa enfermedad

el púrpura y el oro de las más altas ceremonias.

Ardes, y es espléndido

saber que en esta tarde

existes en un modo que anula mi soledad

y me hace también de algún modo tan hermoso

como lo habrás sido tú, contra la cal de negros muros.

Contra las cárceles que ahora recordarían nuestros gestos

y las fotos de una boda que no fue, pero es posible.

Lo digo para mí, aunque falte alguna luz,

y tú ya no me mires, ni me oigas, ni levantes

falsos testimonios contra mi adoración

hacia los muslos perfectos que a los diez años me enseñaste.

Larga es la madrugada, la Noche Nacional.

Y aún te amo. Y sé mi triunfo.

Yo estoy vivo y tú estás muerto.

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De LAS CANCIONES TERMINALES



----------------Marlene Dietrich: Peter

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Noemí Bonet, actriz –un fanático la recordará en El Arca, Teatro del

Obstáculo, interpretando el rol de la Pionera- nos hacía escuchar esta

canción en las tardes y noches del año noventa y seis.

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En ese entonces frecuentaba yo la casa.

Una casa amenazada, como todas las

que he conocido. Y vivían allí Ramón, y Noemí, y Vladimir.

Especialmente Vladimir.

Y de vez en vez, Giorgio. Y a todos, irremediablemente, se nos

hacía escuchar a Marlene Dietrich.

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No saber alemán. No poder descifrar el ruego de la Diva

mientras nuestros cuerpos acababan confundiéndose.

Porque el calor nos empujaba a dormir

sobre el duro suelo, con las ventanas abiertas y en la sala.

Desnudos o casi desnudos. Marlene Dietrich imploraba un

cigarrillo a los escasos transeúntes.

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Años más tarde, vería un álbum de fotos firmadas por Giorgio:

ángeles de piedra en el Cementerio de Colón.

Me extrañó no hallar en ese álbum nuestros rostros.

Qué tumba del país velábamos entonces.

Yo abrazaba a Vladimir. También, es cierto, lo engañaba.

El jugaba el mismo juego. Como ángeles de piedra,

sentíamos la felicidad.

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Noemí Bonet recordaba sus días de actriz, el escándalo especial

de uno de sus parlamentos. Y preparaba su viaje a una Suecia

imposible. Y Vladimir saldría tras ella. Dejó inconcluso un dibujo

en el cual él y yo nos uníamos sobre un piano.

El piano es real. Existe. Marlene Dietrich se

apoya en él y canta Peter para unos cuantos pájaros en el Berlín

de los años 30. A mi lado la escucha Christopher Isherwood.

¿O es algo que soñé?

Suecia. 1996.

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En ese tiempo, creo, todos nos amábamos. Sin rozarnos siquiera.

Ramón. Noemí y Giorgio. Vladimir y yo.

Una casa en La Habana, destruyéndose.

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No aprendí a fumar. No aprendí alemán. Aprendí a despedirme.

La casa quedaría en las manos de un pariente que jamás nos cruzó

la palabra. Vladimir me engañó una vez impunemente.

Recuerdo su rostro esa noche, cuando fue descubierto.

Una mancha de humedad en la pared. El dibujo inconcluso.

La canción interrumpida.

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Se fue Noemí. Vladimir más tarde. Ramón, meses después,

me mostró imágenes de una exposición suya.

Que no en Berlín, sino en Suecia. Vende bien. Eso me dijo.

Y yo me alegré, y recordé el uniforme de una pionera

insolente. No volví a la casa. No he vuelto a ver a Giorgio.

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Marlene Dietrich me hablaba con la voz de Ramón. Le pagué unos cigarrillos.

No quería oírla cantar.

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Abracé a Ramón en La Habana, la última vez, hace ya unos cuatro años.

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BREVÍSIMA APARICIÓN DE JOSÉ MARTÍ EN LA LLOVIZNA

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Debieran pesar menos tus párpados, y el limo

de tanto verbo cívico ampararte en mejor modo.

Es larga la llovizna, y el paisaje que la mide

hierve ante tu nombre, que sabíamos Amado.

Estás

y no te vemos más que en el espasmo

que lo humedece todo, en su Constitución

que tantos generales firmaron muy de prisa,

urdiendo otra batalla, otro país,

-------------------- Papel Moneda.

Cárdenas. Bayamo. Ciudades que no viste

se empapan de tu nombre como de extremaunción

y ni los niños pueden, borrando la llovizna

marcar un tiempo apenas en que no estemos habitándote.

Un parque, un mausoleo, repetidos como bustos

que doblan tu visión: eso devora la llovizna,

y los mapas siniestros que con ninguna brújula

desmentirán al mar, la soledad que nos rodea.

Llovizna, talismán, aparición, huida, encanto.

El mármol de un portal ya casi hundido te pregunta

por los antiguos fríos que te ofreció otra capital

que recorrías cegato, bizambo, desorejado

en pos de islas inciertas, casi humano temporal.

No se esfuma el olor tremendo de tu anécdota.

--------------------No cesa la llovizna

sino el mezquino tiempo que duró tu aparición.

Te vas antes de que abran sus mesas y sus manos

los húmedos civiles que supieron invocarte.

Te vas como se esfuma la silente Navidad,

y la fe cenizada sobre la cual sobrevivimos.

El día también canta, a su manera, los milagros.

Hoy, cuando quiero cerrarme en la llovizna

como un libro.

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Sobre Norge Espinosa, Aquí.

Estos poemas fueron publicados en mi antiguo blog alojado en el portal del Diario Cuabaencuentro.

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