jueves, 8 de enero de 2009

José Martí: Poemas

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Tres poemas de José Martí (1878-1895)

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-----------ÁRABE

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Sin pompa falsa ¡oh árabe! saludo

Tú libertad, tu tienda y tu caballo.

Como se ven desde la mar las cumbres

De la tierra, tal miro en mi memoria

Mis instantes felices: sólo han sido

Aquellos en que, a solas, a caballo

Vi el alba, salvé el riesgo, anduve el monte,

Y al volver, como tú, fiero y dichoso

Solté las bridas, y apuré sediento

Una escudilla de fragante leche.

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Los hombres, moro mío,

Valen menos que el árbol que cobija

Igual a rico y pobre, menos valen

Que el lomo imperial de tu caballo.

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Sombra da el árbol, y el caballo asiento:

El hombre, como el guao,

Pudre a los que se acogen a su sombra.

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Oh, ya no viene el verso cual solía

Como un collar de rosas, o a manera

De caballero de la buena espada

Toda de luz vestida la figura:

Viene ya como un buey, cansado y viejo

De halar de la pértiga en tierra seca.



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------------HASCHISCH

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------Arabia: - tierra altiva

------Sólo del sol y del harén cautiva.


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Cuando la infame Tierra abre su seno

Al árabe, engendrado

De ardiente arena y sol enamorado,

Y el seno, de miserias viles lleno,

Fango sangriento al árabe ha mostrado,

Lo eterno anhela, el árabe suspira,

Los ojos cierra a la verdad, y llora

Dulce llanto de amor a la mentira,

Y el alma ardiente de la tierra mora

Duerme para vivir, pues - viva - la ira

En su pecho más loca se levanta

Que la idea de amor en sus mujeres

Y el canto de pasión en su garganta.

¡Amor de mujer árabe! - La ardiente

Sed del mismo Don Juan se apagaría

En un árabe amor, en una frente

De que el negro cabello se desvía,

¡Como que ansia de amor eterno siente,

Y a saciarnos de amor nos desafía!

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¡Oh! viven en aquellas

Magníficas doncellas,

Las trovas no escuchadas,

Las horas no sentidas,

Y lágrimas de amor aún no lloradas,

Y fuentes de hondo amor aún no sabidas;

En ellas, las huríes,

Por cada rayo de su sol un beso

Con sabor de azahar y de alelíes;

¡Y en ellas, lo imposible

De una hoguera de luz nunca extinguible!

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La vida es el amor - donde la tierra

Por los solares besos fecundada,

Pensiles ha por hijos, en que encierra

La fragancia y la luz de una alborada;

La vida es el amor - donde de amores

Del tibio sol y arábigas arenas,

Hasta el desierto mismo nacen flores

Con palmas leves de murmullo llenas;

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Y allí donde si el sol desapareciera

Del beso de una hurí renacería,

Prendida dejo el alma pasajera

Y la vida es amor: - ¡Oh! ¡quién pudiera

De una mora el amor gozar un día!

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No es estatua de lánguida figura

El alma de un poeta:

Es un sol de dolor: alma sin cura

De universal enfermedad secreta:

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En sí tiene el hervor, en sí esta fiera

Ansia que en beso incomparable invoca

Que, dado en una vez, arda en su boca

Mas allá de las horas en que muera:

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¡Oh! ¡Pobre alma dormida

Sin este beso eterno sacudida!

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Una árabe que besa,

Es labio de mujer, donde nos cumple

La eternidad al fin una promesa:

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¡Oh! si mis labios pálidos rozara

una arábiga boca, donde arde

Cuando se imprime, el fuego del Sahara,

Mientras no es ida, el fuego de la tarde:

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Si esta mejilla sin color,- hundida

Al espantoso beso

Que con los huesos de su boca, impreso

En cara y corazón deja la vida,

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Si este espíritu luce enamorado

Del armónico amor, en mí sintiera

Ese beso de una árabe, engendrado

Al fecundo calor de una quimera;

Si el alma de una mora, al hierro impío

Del tiránico afán encadenada,

Viniera a calentar el pecho mío,

Y dejara en mi boca fatigada

Un beso como el fuego del Estío

Largo como el dolor de esta jornada,

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Yo no sé qué dulcísima ternura

Este árido cerebro llenaría:

Yo no sé qué colores esta oscura

Virgen de mi alma casta vestiría;

Qué luz como esta luz - ¡oh, qué ventura

De una mora el amor gozar un día!

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Chimenea encendida

Al frío corporal vuelve la vida:

¡También de un beso al fuego,

El muerto de vivir, renace luego!

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Nadie sabe el secreto misterioso

De un beso de mujer: yo lo he sabido

En un arrobamiento luminoso

Extra-tierra, extra-humano, extra-vivido.

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Cuando todo lo férvido dormita,

Cuando todo lo imbécil gigantea,

Cuando la languidez sólo se agita

Y por nuestra alma mísera pasea,

Hay algo más hermoso que una noche

De Enero de mi patria en las llanuras;

Más dulce que un dulcísimo reproche

Lleno de confusión y de locuras,

Con que un trémulo labio

Culpa y perdona su amoroso agravio;

¡Hay algo como en sueños

Nos pareció escuchar, algo que ha sido

Verdad, aunque fue sueño, porque deja

Partida la verdad, cierto el sonido.

Un rayo que refleja

Muy suave claridad,- una dulzura

Que todos nuestros átomos orea,

Y una especie de aroma de ternura

Que sobre nuestros labios titubea!

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¡Un beso de mujer! - Pues, ¿cómo ha sido?

Todo lo venturoso ha renacido,

La redención espléndida amanece,

Esénciase el cadáver, y en el punto

Hermano siglo y siglo de un difunto,

¡O me engaño - ¡oh ventura! - o me parece

Que do el difunto fue, la yerba crece!

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¡Un beso de mujer! - Yo lo he sabido

En un muy dulce instante extra-vivido.

El árabe, si llora,

Al fantástico haschisch consuelo implora.

El haschisch es la planta misteriosa,

Fantástica poetisa de la tierra:

Sabe las sombras de una noche hermosa

Y canta y pinta cuanto en ella encierra.

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El ido trovador toma su lira:

El árabe indolente haschisch aspira.

Y el árabe hace bien, porque esta planta

Se aspira, aroma, narcotiza, y canta.

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Y el moro está dormido,

Y el haschisch va cantando,

Y el sueno va dejando,

Armonías celestes en su oído.

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Muchos cielos ha el árabe, y en todos,

En todos hay amor,- pues sin amores,

¿Qué azul diafanidad tuviera un cielo?

¿Qué espléndido color las tristes flores?

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Y el buen haschisch lo sabe,

Y no entona jamás cántico grave.

Fiesta hace en el cerebro,

Despierta en él imágenes galanas;

El pinta de un arroyo el blando quiebro,

El conoce el cantar de las mañanas,

Y esta arábiga planta trovadora

No gime, no entristece, nunca llora;

Sabe el misterio del azul del cielo,

Sabe el murmullo del inquieto río,

Sabe estrellas y luz, sabe consuelo,

¡Sabe la eternidad, corazón mío!

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El árabe es un sabio:

Cobra a la tierra el terrenal agravio.

Y en tanto,- el encendido

Vigor de este mi espíritu potente,

Me quema en mí y esclavo y oprimido

Tormenta rompe en la rebelde frente:

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Y en tanto - de mi espíritu el deseo

De aquello lo invisible se enamora.

Y se abrasa en mí mismo, y ¡me devora

Buitre a la vez que altivo Prometeo!

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¡Amor de mujer árabe! despierta

Esta mi cárcel miserable muerta:

Tu frente por sobre mi frente loca:

¡Oh beso de mujer, llama a mi puerta!

¡Haschisch de mi dolor, ven a mi boca!

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AMOR DE CIUDAD GRANDE

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De gorja son y rapidez los tiempos.

Corre cual luz la voz; en alta aguja,

Cual nave despeñada en sirte horrenda,

Húndese el rayo, y en ligera barca

El hombre, como alado, el aire hiende.

¡Así el amor, sin pompa ni misterio

Muere, apenas nacido, de saciado!

¡Jaula es la villa de palomas muertas

Y ávidos cazadores! Si los pechos

Se rompen de los hombres, y las carnes

Rotas por tierra ruedan, ¡no han de verse

Dentro más que frutillas estrujadas!

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Se ama de pie, en las calles, entre el polvo

De los salones y las plazas; muere

La flor el día en que nace. Aquella virgen

Trémula que antes a la muerte daba

La mano pura que a ignorado mozo;

El goce de temer; aquel salirse

Del pecho el corazón; el inefable

Placer de merecer; el grato susto

De caminar de prisa en derechura

Del hogar de la amada, y a sus puertas

Como un niño feliz romper en llanto;—

Y aquel mirar, de nuestro amor al fuego,

Irse tiñendo de color las rosas,—

Ea, que son patrañas! Pues ¿quién tiene

Tiempo de ser hidalgo? Bien que sienta,

Cual áureo vaso o lienzo suntuoso,

Dama gentil en casa de magnate!

O si se tiene sed, se alarga el brazo

Y a la copa que pasa se la apura!

Luego, la copa turbia al polvo rueda,

¡Y el hábil catador,—manchado el pecho

De una sangre invisible,—sigue alegre,

Coronado de mirtos, su camino!

No son los cuerpos ya sino desechos,

Y fosas, y jirones! Y las almas

No son como en el árbol fruta rica

En cuya blanda piel la almíbar dulce

En su sazón de madurez rebosa,—

Sino fruta de plaza que a brutales

Golpes el rudo labrador madura!

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¡La edad es ésta de los labios secos!

De las noches sin sueño! De la vida

Estrujada en agraz! ¿Qué es lo que falta

Que la ventura falta? Como liebre

Azorada, el espíritu se esconde,

Trémulo huyendo al cazador que ríe,

Cual en soto selvoso, en nuestro pecho;

Y el deseo, de brazo de la fiebre,

Cual rico cazador recorre el soto.

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¡Me espanta la ciudad! ¡Toda está llena

De copas por vaciar, o huecas copas!

¡Tengo miedo ¡ay de mí! de que este vino

Tósigo sea, y en mis venas luego

Cual duende vengador los dientes clave!

¡Tengo sed,—mas de un vino que en la tierra

No se sabe beber! ¡No he padecido

Bastante aún, para romper el muro

Que me aparta ¡oh dolor! de mi viñedo!

¡Tomad vosotros, catadores ruines

De vinillos humanos, esos vasos

Donde el jugo de lirio a grandes sorbos

Sin compasión y sin temor se bebe!

Tomad! Yo soy honrado, y tengo miedo!

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Imagen tomada de Internet.



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