Dos poemas (inéditos) de Octavio Armand
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Surtidor
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El agua
y sus preguntas borboteantes:
mil sucesivas, continua una.
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Mi respuesta es Anaxágoras:
domador del caos
y devoto del cielo, su patria.
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O Tales: mitad ciencia, mitad fe.
O aquel niño que nadaba
en burbujas de jabón.
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O Tales: mitad ciencia, mitad fe.
O aquel niño que nadaba
en burbujas de jabón.
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Lo que comprendo
me parece bueno;
y lo que no comprendo, mejor.-
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Cuerpo
me parece bueno;
y lo que no comprendo, mejor.-
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Cuerpo
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Tras rejas de párpado y pestaña,
las imágenes apuestan al despliegue:
un tigre la luz y la oscuridad un pavo real.
La vida sigue y el tiempo se detiene.
Contenido como una cifra
exacta, una versión celeste
de la sombra: el aliento.
El presente pasa y el pasado
nunca acaba de pasar.
Una gota de rocío
desliza su metal gastado
en la yema de los dedos.
El sol sale y se pone en una aguja.
Abanico de palabras sin palabras,
leguas de lenguas calladas,
gime la carne, aúlla, relincha, rota
al son de las esferas;
roza con la noche desnuda;
roza desnuda con su sombra;
y en el aire que la toca toca otra piel.
Los poros, encendidos, titilan.
Cada sensación, una galaxia.
Cada constelación, una caricia.
El tiempo vuelve, se repite.
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