martes, 5 de mayo de 2009

Luis Cino: Los nuevos malos

-
-

-
-Los nuevos malos
.

-
Por Luis Cino
-
-
-

En el filme El Cuerno de la Abundancia, el malo de la película de Juan Carlos Tabío resulta ser el más viejo de los Castiñeira. Por culpa de su “intransigencia revolucionaria”, su familia pasa hambre, la casa se les cae encima y los nietos andan con los zapatos rotos. El viejo, encarnado por el actor Enrique Molina, se niega de plano a tolerar que sus parientes incurran en ilegalidades y culpa de todas las dificultades al “imperialismo yanqui y la mafia de Miami”. En los cines, el público se burla, lo abuchea y se regocija con sus desgracias.
-

El viejo Castiñeira es el más reciente villano de las telenovelas y las películas cubanas. Reinier, Julito el pescador y El hombre de Maisinicú, es probable que luego del desmerengamiento, resultaran personajes antipáticamente grotescos en estos tiempos de desilusión y estupor.

Antes del Período Especial, hubiera sido impensable que se convirtieran en el hazmerreír popular. Durante décadas, los malos de hoy, con varios años de menos y mucho fervor de más, fueron los idealizados héroes del realismo socialista. Los reflejaban en filmes y seriales televisivos en temeraria lucha contra los agentes de la CIA, los alzados del Escambray o los semi-caníbales “wachas” angolanos. En piezas teatrales, acometían obras de choque y planes quinquenales, sobre cumplían las metas y construían la nueva sociedad, enfrentados a los rezagos del pasado y los vestigios de la moral burguesa.

A los atorrantes de carne y hueso, los sufrimos casi sin chistar durante demasiado tiempo. En el caso de los menores de 50 años, desde que nacimos. Los hemos tenido que soportar en la escuela, el servicio militar, los trabajos, el barrio, en la propia casa. Nos organizaron la vida de un modo perfectamente insoportable desde sus oficinas con retratos del Máximo Líder y murales con consignas que hablan de muerte.

Hoy nos acechan parapetados en los Comités de Defensa de la Revolución, la Asociación de Combatientes y las brigadas de respuesta rápida. Nos vigilan, prestos a chivatear, desde su banqueta de custodios, al lado del portón de la fábrica o el almacén.

-


-

Guardan diplomas y medallas de las zafras del pueblo y la emulación socialista. Pelearon en Girón o las guerras africanas. Vistieron de milicianos y juraron estar dispuestos a morir si se producía el holocausto nuclear en octubre de 1962. Sirvieron como guarapitos auxiliares de la PNR. Todavía visten con orgullo las ajadas piezas que conservan del uniforme verde olivo. O algún pulóver rojo con la leyenda Comandante en Jefe, ¡ordene!

Con aires de conspiradores reciben orientaciones ultra secretas del núcleo del Partido, la Seguridad del Estado o el jefe del sector de la policía. Sus armas son el teléfono, papel y lápiz o un palo. Sus misiones son evitar que le roben al Estado, espiar a los desafectos, participar en mítines de repudio y salir al paso a los rumores propalados por los enemigos, que son todos los que no acatan a pie juntillas el pensamiento único tal como aparece en las páginas del periódico Granma.

Son lastimosos ancianos, que a pesar de sus sueños agrietados, como último servicio a los jefes, velan celosos por la legalidad socialista a costa de negarnos el futuro, matarnos de hambre y condenarnos a vivir como las cucarachas. Los patéticos viejos guardianes de la revolución, como la noche de ronda Agustín Lara, hacen daño, dan pena. Sólo que en su caso, acabamos por reír.

--

Publicado en Cubanet

No hay comentarios:

Publicar un comentario