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Manuel Sosa y Una doctrina de la invisibilidad
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-Por Ana Mireles
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Léase Una Doctrina de la Invisibilidad* como un viaje que empezó en Alejandría. Tiene forma de cuaderno ligero, con portada de George Riverón, que edita junto a Heriberto Hernández, factura con sello BlueBird Editions. Monólogo reflexivo, de bardo filosófico, el punto en que lo narrativo se hace lírico. Habla el que le “duele olvidar las propias estaciones”, consciente de una mirada que se pierde entre la gente común pero se encuentra cuando saca a relucir sus símbolos y gradaciones, cada poema un acto de expresión extracotidiana que acaba seduciendo, porque lo que nos dice es familiar aunque el cuadro reboce color insólito, y tenga una cadencia casi matemática, de escriba que reconoce que “Proporción Divina se equipara al misterio”.
Este invita a mirar un cuadro con reglas propias. Saluda con poesía para romper en la cabeza del lector el mismo discurso que produce una y otra vez la exacta realidad inquietante, idéntica pauta de conducta. Y mientras hace la pirueta extraña de lenguaje perfecto te clava una revelación, un darse cuenta.
Si, “nos forzamos a amar paradigmas”. A Sosa, como a otros poetas cubanos nacidos en los 60, lo mordió el mismo logos que a Lezama y lo convirtió a la andadura metafórica de la alucinación y el encubrimiento sarcástico. Los de estas huestes son poetas que escriben con un gesto similar a guardar en una bella caja hermética, un truco de magia, un mensaje iluminado, un dardo, una figura deslumbrante, cualquier juego de palabras que te lleve de viaje al centro. Sosa paga feliz “el precio de las palabras”, paga por “describir un quebranto” el precio de una marca que se fijó en Orígenes, y que él se esmera en cultivar vibrante en su propio vergel. Véase La Finca de Sosa.
“Lo que se refiere al ser requiere un largo discurso y no fácilmente comprensible, particularmente lo que se refiere al Ser en su pleno sentido, que es inmóvil e incorpóreo”. Esto que fue máxima de Orígenes, el de Alejandría, hizo eco en los de Orígenes, la revista cubana que recreó su nombre, todos se dieron a la poiesis como vía de expansión del conocimiento. Verdad, realidad, misterio, varias generaciones después son los mismos retos de Sosa, quizás menos evidentemente místico y utópico, pero igualmente dueño de la "raíz ética", percibir, fijar, trascender.
Léase una Doctrina de la Invisibilidad como un viaje que empezó en Alejandría y no termina hasta que cae “la venda sobre nuestros ojos”.
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Tres poemas de "Una Doctrina de la Invisibilidad" de Manuel Sosa.
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OTRAS ATADURAS Y APARIENCIAS
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El hielo sólo enseña destrezas,
maneras de ensimismarse ante el legajo manchado
donde han descrito esos síntomas
que pretenden retratarte: siluetas, pespuntes,
caligrafía temblorosa de los cuidadores,
recetas tenues.
Ellos describen su frialdad
sin enfatizar el argumento
de los espacios donde nada germina:
más allá ha de nublarse la visión, un espejo blanco
que devora a quien le interrogue, una capa
de nieve sucia que se extiende hacia el vacío.
Ciertas palabras, ciertas figuras conservan su eficacia
y me hacen flaquear, me rinden por fin.
Los miras asentir, apuntar el hallazgo con una sonrisa.
No admiten el temor de perderte, dibujo contra el cristal,
mirada que escruta sólo las huellas
que no parecen haber regresado.
Ven en tu calma su triunfo: eres una predicción
que vino a confirmarles
aunque afuera el hielo insista, mudo,
casi palpable.
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EL PRECIO DE LAS PALABRAS
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Yo vengo desde lejos a correr los cerrojos,
a mirar cómo se apagan los rescoldos
en la sala desierta
donde una vez centellearon, ilusivas,
mis palabras.
Siempre encubierto,
creí haber recreado estados espirituales
y era sólo el vicio de los ecos.
Y tardé tanto en comprender
que se puede acceder a la imagen,
pero el sentimiento ha de quedar velado al hombre.
Para decirlo mejor: una noche de angustia,
el escozor que nos hiende, el sollozo virginal,
el júbilo trepidante
no pueden ser enmarcados
en combinación alguna.
No se revisita la noche,
ni el escozor, ni el júbilo
a no ser que cerremos los ojos,
y resistamos la tentación de la página.
Describir un quebranto es medirnos
contra el arco de un dios
y requerir un efecto.
No se revisita ese quebranto
para descubrir toda la vaciedad que allí se enmascara.
Descuidar así los pálpitos, y sustituirlos
por las imbricaciones de la naturaleza:
sutiles lazos, halos que no oscurecieron jamás
por ser las fachadas una obsesión
de quien sólo descubre en los reflejos
el rostro que le enaltece y le miente.
Como quien sobrelleva todo el desprecio de una estirpe
que se aísla entre escombros,
preso de las simulaciones,
así he pagado el precio de las palabras.
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LUJO DE UN DÍA
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Tuvimos que buscar en otra parte
porque no estaba en nosotros.
Se deslizaba el manto incorpóreo,
estructura de la insistencia
nunca torneada por quien vino a perpetuarnos.
Y resultaban así la intemperie, las estatuillas fáciles,
los ojos escrutando, midiéndolo todo.
Quien sabe de rasgos mansos
no sabe ser dios.
La criatura tiembla bajo el cincel
como antes temblara el dispensador de almas.
Todo parte del objeto deforme, vaciado aprisa,
el ejercicio ridículo, la masa que acecha.
Lo que nos fue entregado hemos ido devolviendo
en ejercicios de intelección
que visten, como pueden, el temblor de criatura
develado al fin, cuando acuden a vernos
y somos la mueca tras el cristal:
cuerpos como fábula negociada en pericia.
Fuimos armando el personaje con trozos robados
que ya no sabremos disimular, ídolos marchitos
en la vitrina, de un día, de una calle borrosa,
de una ficción que ya resulta inservible.
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*UNA DOCTRINA DE LA INVISIVILIDAD / Manuel Sosa
Miami - Bluebird Editions 2008
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Manuel Sosa, Meneses, 1967. Poeta y ensayista. Tiene publicados, "Utopías del Reino" (Premio David 1991, Premio de la Crítica 1993), "Saga del tiempo inasible" (Premio Pinos Nuevos 1995), "Canon" (2000) y "Todo eco fue voz" (antología, 2007). En la actualidad reside en Atlanta, Georgia, donde se desempeña como trabajador social. Coordina el blog, La Finnca de Sosa.
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Una vez más, gracias Ana y Chago.
ResponderEliminarFelicitaciones para Sosa por su poemario. De vez en cuando me doy una vuelta por su Finca. Siempre descubro cosas que me gustan. Gracias.
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