miércoles, 18 de abril de 2007

PASAJES DEL AJENO EN LA VIA PUBLICA *,Qu'esT moNn néant, aupeurAque vous attend, A. R., viesNT, AUPRÈS DE LA STUPEUR QUE VOUS ATTEND, A. R., VIES (3)

PASAJES DEL AJENO EN LA VIA PUBLICA *,Qu'est mon néant, auprès de la stupeur que vous attend, A. R., Vies, CON CITA, AQUí MÁS DE UNA, FRAGMENTOS PARA ÁNGEL ESCOBAR.
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----------------------------------(Tercera Entrega)

Por Andrés Ajens

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Tiempo ha, no mucho, escribí, dediqué a otro, otros ("a Felipe, al andaluz") lo que viene, pues cuestión fraternal, fraternelle aussi, y mudança. Mudanza hoy, pues dedicación desplazada, traslación y mudez, al Ángel, a la memoria de Ángel Escobar:

PARABÓLICA DEL HIJO PRÓDIGO, pantalla o, variations sur un sujet, y/o: crise, oui, du verre télévident, versant — salto alto, mi hermano en Praga — détour. O, quito, libro, tal lenguage proprio: sermo vernaculus, Nebrija — el santero de la islarchipiélago, vezado en Ars enalágenas, giros me echó, prodigios, sí, malarmado, un arsenal ajeno mas versado, diabólica, de caleta, un lenguaje. Me echó y no me echó, entrambasaguas, fecho el hechizo materno, pater

et filiusdata emprestada, de vuelta
en vuelta, fuera,

telémaco, codata.

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Un meridiano, real, ¡real y fabuloso!, cruza medio a medio a Cuba y a Chile, al archipiélago de Cuba y a Chile en archipiélago — clarísimo. A Cuba, sin ir más lejos, la cala a la altura de Santa Clara y Trinidad; a Chile (Chilli, "lo más hondo del suelo"; "los confines del mundo"; L. Bertonio, Vocabulario de la lengua aymara, Juli, 1612), en el Archipiélago de Juan Fernández, entre las islas Alexander Selkirk y Robinson Crusoe. Entre, digamos, digo, la historia y la ficción. [Alteración del nombre, otra vez, del nombre afuerino, foráneo (foreigner), paterno o patrio ésta vez, al comienzo de The Life and Strange Surprising Adventures of Robinson Crusoe: "I was born in..., of a good family, though not of that country, my father being a foreigner of..., named Kreutznaer...; from whence he had married my mother, whose relations were named Robinson, a very good family in that country, and after whom I was called, that is to say, Robinson Kreutznaer; but by the usual corruption of words..., we are now called, nay, we call ourselves, and write our name, Crusoe..." Hasta aquí, pues, este pasaje, este crucero familiar, cierto, a very good family, de Kreuznear a Crusoe, the usual coirruption of worlds] ¿Un meridiano?: "— algo ­como el lenguaje — inmaterial pero terreno, terrestre, que vuelve sobre sí a través de ambos polos, y — de modo más jovial — que al hacerlo, cruza incluso los trópicos tropos" (El Meridiano, traducción de Pablo Oyarzun R.), Intemperie Ediciones, Santiago, Chile, 1997, p. 28 — las itálicas y lo retrazado en ellas es, a la intemperie, de cosecha de la casa).

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[Escrito, comenzado a escribirse, en La Habana, a bordo, navío de turismo (y acaso habría que comenzar por "Mapa turístico del país", de María Elena Hernández, todo un poema, o, sin más dilación, Paradiso), Mar del Sur, caleta de Tongoy, aún hoy, repercutiendo:

Ajeno, el ajeno, su mote, alterado, del latín alienus (humani nihil a me alienum puto, etc.), primer destello en romance castellano, Poema de Mio Çid: "ageno". Retorno, pues, al cantar, o gesta: de entrada, primeros versos, su partida, ahora sí, las puertas abiertas: De los ojos tan fuertemente llorando / tornava la cabeça i estavalos catando [sus castillos y palacios]. / Vio puertas abiertas e uços sin cañados, / alcándaras vázias sin pielles e sin mantos... (Edición paleográfica al cuidado de R. Menéndez Pidal, Madrid, Bailly-Baillière, 1911, vv. 1-4).
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Tres veces su agenía, en el manuscrito de Per Abbat o códice de Vivar, "delo ageno" en primer lugar: lo prestado, y por pagar, de veras impagable (incobrable), pagos de la lengua, también, no materna, de infantes. Contexto a rehacer: Pagaron los yfantes al que en buen ora nasçio; / en prestan les delo ageno, que non les cumple lo so. (vv. 3247-48). Lo "so", lo que les corresponde en justicia, a infantes no les alcanza, y han de echar mano, no a contraley ni a contrajusticia sino allende tal y cual, a la fianza, por la libre, entonces, prestancia de averes, texto a texto, allende el propio texto: delo ageno (yuspajará). Luego, dos veces, lo ajeno, de veras ageno, marcando la tierra, las tierras, comarcas del destierro, del Cid, tal mojón. Primeramente en un discurso de Minaya Alvar Fáñez, primo germano, cormano, y "cavallero de prestar" (v. 671), enviado (¡tal ángel!) del Cid ante el rey, el castellano, otra vez lo so: Echastes le de tierra, non ha la uuestra amor; / mager en tierra agena, el bien faze lo so (vv. 1325-26); después, en boca del Cid mismo, señor ya de Valencia, y ya en familia, en los aprestos de la batalla contra el rey moro y sus moradas: Mis fijas e mi mugier verme an lidiar, / en estas tierras agenas veran las moradas conmo se faz, / afesto veran por los oios conmo se gana el pan. (vv. 1641-43). Lo ageno: de lo pedido en préstamo (por los infantes) a lo tomado prestado (por el Cid, pues él: amigo de lo ageno; Valencia, etc.), tierras del destierro. De la tierra a la lengua, la propiamente agena, no más un paso, o pasaje y, fortuna, otra vez, ex-pre-facto, dado. Así, en El diálogo de la lengua, Juan de Valdés, tras fundar no en el uso ni en regla alguna sino en el simple "dever" — su eventual autoría, y no más — el uso de la ge y no de la jota en lo ageno, a un punto de sacar a la lengua, también él, y no escarnio sino adorno o figura, de sus quicios:

Pacheco.— (...) Pero, ¿por qué vos algunas vezes ponéis gi en lugar de j larga?
Valdés.– Porque essas vezes será escriviendo a algún italiano, por acomodarme a su lengua por ser mejor entendido.
Marcio.— No me parece bien que, por acomodaros a la lengua agena, saquéis la vuestra de sus quicios.
Valdés.— Vos tenéis razón quando de tal manera la sacasse de sus quicios o quiciales que el natural de mi lengua no me entendiesse, pero, si me entiende, tanto escriviendo megior como mejor, no me parece que es sacar de quicios mi lengua, antes adornarla con el agena, mostrando que es tan general, que no solamente es entendida de los naturales, pero aun de los extraños. [Ed. Porrúa, México, 1989]

En plena expansión, en plena mundialización (imperaba entonces Carlos V, en cuyo reino, decir canónico, no se ponía el sol), la castellana, lengua en "diálogo": desquiciante deseo, género o carácter — "general". Todo esto lo escrivía Juan de Valdés en Nápoles, bajo poder español desde hacía tres décadas, en los mismos instantes en que el adelantado don Diego de Almagro partía, cruzaba, del Qullasuyo, actual (aprox.) occidente de Bolivia, al valle de Chili — o Chilli, o Chile –, y una decena de años antes de que François Rabelais publicara las primeras noticias de la isla de Cheli.

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Valdivia, don Pedro, intentaría suplantar, y de raíz, el nombre de Chile, su apellido, y vanamente apostó por el olvido: "partí del Cuzco por el mes de enero de 540, caminé hasta el valle de Copayapo, que es el principio desta tierra, pasado el gran despoblado de Atacama, y cien leguas mas adelante hasta el valle que se dice de Chili, donde llegó Almagro y dió la vuelta, por la cual quedó tan mal infamada esta tierra; y a esta causa, e porque se olvidase este apellido, nombré a lo que habia descubierto, e a lo que yo podia descubrir hasta el estrecho de Magallanes, la Nueva Extremadura" (carta a Carlos V, de “La Concepción del Nuevo Extremo", 15 de octubre de 1550; itálicas mías). Esto, hasta que otro acaballado Felipe (Leftraru) lo atajara, en Tucapel, e hiciéranse, fragosas, trompetas de las canillas de sus piernas. Memoria del olvido, Nueva Extremadura, su nombre novedoso, memorioso — impuesto.

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Lenz descreía de la filiación histórica de Chile, del nombre de Chile, y, de entrada, la del aymara aru. Lenz, no el Lenz de Büchner, claro, no el artista ni el ocupado en cuestiones de arte, pero tampoco, meridiano, “la persona” sin más, el poeta y pensador “romántico” en persona, Jakob Michael Reinhold Lenz (1751-1792), sino, parentezco improbable, no imposible, otra, o caleuche, Lenz, primaveral o achicando aguas, lingüista migrante, Rodolfo Lenz, autor de Zur spanisch-amerikanischen Formenlehre (1891), Chilcatun: Chile dognu (1899), Uber die Gedruckte Volkpoesie von Santiago de Chile (1933) y de "El Papiamento" (primera lengua romance, o ‘neolatina’ de Latinoamérica: i ku dia menos pensar / lo bo saka bo lotería), entre otros textos de nota. Lenz, pues, descreía, o creía o pispaba otra cosa, hipótesis, tinca o apuesta, históricamente. En su Diccionario Etimolójico de las voces chilenas derivadas de lenguas indíjenas americanas (Santiago, imp. Cervantes, 1905-1910) anota que la filiación aymara de Chile o, incluso, quechua ("chili = frío, la forma moderna es chiri", op. cit.), eran "meros juegos de palabras". Acento en el meros: ficciones, errores, infundadas conjeturas — delirios. Creía, más probable, que Chile, su nombre — que a la llegada de Almagro, sólo mentaba un valle, preciso, el de Aconcagua y Quillota —, más probable, olfateaba Lenz, fonólogo versado pues en "pajarístico" (Martínez), filiación mapuche vía el nombre de la gaviota chille (larus marculipennis), cuyo habitat, empero, se extendía, se extiende, en Chile, se entiende, de Arica al Estrecho de Magallanes. Creencia y/o olfato, pese a que, también, de norte a sur, nombre de los valles: Copiapó (aymara), Coquimbo (quecha/aymara), Limarí (quechua) y que el mismo Quillota, en el valle de Chile, Chili o Chilli, es, con toda probabilidad también aymara (qulla — o qolla) [Moesbach]; el mismo Michimalonco, cacique del valle de Chile que asolara Santiago el 11 de septiembre de 1541, su nombre, título más bien, engrendro quechua-mapuche (michima-, de mitimae, población transplantada, por los incas; -lonco, jefe...). Si, históricamente, el valle de Chile estaba poblado a la llegada de los europeos por colonos qullas (aymara-parlantes), transladados por los incas en su expansión al sur en los tiempos de Inca Yupanqui, hijo del sin par Pachakutij Inca, como es más que probable, entonces, etc. y etc. (Aunque, Rosales, s.j., Historia General..., atribuye el nombre de Chile a un cacique del valle de Aconcagua al momento de la conquista incaica: "El qual cacique se llamaba Tili, y corrompiendo el vocablo los del Peru, que son faciles de corromper algunos, le llamaban Chilli, o Chili, tomando toda la tierra el nombre de este cacique"). Sin embargo: la historia (es) improbable, más que improbable, del origen, del origen de la historia también, del nombre, tal co-ficción de origen. Allende la prueba, allende la historia y la pura ficción, Chili, Chilli, Cheli, Chile, nomás fragmentos y/o archipiélago: su prometido, a préstamo prometido, tal p. m., por venir, nombre.

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“Judío – N. esp. n. – Pájaro comunísimo de esta Isla; aunque se encuentra en otras partes de América (...) Los Judíos andas en bandadas cerca de las habitaciones y por donde quiera, pasando por sobre los arbustos y matorrales; algunas vezes dan un vuelo a los inmediatos o a la tierra (...); son mui familiares (...) Su canto es hu-i-o, de donde le vino el nombre corrompido de judío.” (E. Pichardo, Diccionario Provincial casi-razonado de Vozes Cubanas, tercera edición, “notablemente aumentado y corregido”, La Habana, Imp. del Gobierno, 1861, p. 153; subrayo).

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Insistencia, oscilación de un homónimo, presta: "En cuanto a si deba decirse sincero o síncero, hay sus dudas" (A. Bello, El Araucano, Santiago, 17 de enero de 1833).

Escrito, terminado de escribirse, y transcribirse, en casa, de Concepción migrante también, ajena, nunca tanto, cormano a la Intemperie, Carlos Cociña & wife & childrena very good family, too —, Ñuñoa, (calle) República de Cuba... ]

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Je traversais les troupeaux d’Eumée; il découvrit sa tête devenue grise au service des moutons. Il avait achevé sa journée; il rentrait pour someiller avec ses brebis, tandis qu’Ulysse allait continuer ses erreurs. (Chateaubriand, François-Ò, vers Prague; Mémoires d’outre-tombe, IV, III, 14, Flammarion, Paris, 1948, «

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¿"N'y va pas / Tout est combiné d'avance"? Esto podría dar, de lengua en lengua, "persona por persona y mano a mano", aquí, de partida: "[...], entrad que todo es nada" o, in extenso, meridiano: "Lo más dudoso y de más riesgo emprende, y poco lo posible le parece: / que el pecho amplio y ánimo invencible / le allana y facilita lo imposible" (A. de Ercilla, La Araucana, cantos XVI y XV). Errar anejo, entonces, apéndice de Valdivia, pagos de mi padre, p. a. g. a., en carta a Carlos V, La Serena, 1545; no diferiencia, mas acaso, ya cura de espanto, difheriencia: "También [el gobernador de Nueva Castilla, Vaca de Castro] me envió el pregón real de la guerra contra Francia, de que me holgué por estar avisado, aunque podemos vivir bien seguros en estas partes de franceses, porque miéntras mas vinieren mas se perderán". Franceses, empero, galimatías, los francos: esos, también, inventores de revoluciones, y aquí, de vuelta, Art Praha Handmade, devoluciones acaso, allende los Pirineos, solar materno (Neruda's postcards): "Hola AAjens... Espero que te hayas asoleado partout en Cuba. Sta logo. Felip", etc., etc., etc., Praga, 10.02.98.

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Otro, en fin (casi): "Yo vi a Rimbaud escupiendo / en una cesta de ojos bien templados, / y sanos como agujas. Lo vi. «No me arrepiento»"; Á. Escobar, "Hospitales".

[Citar al ángel, convocarlo; luchar con el ángel, en la mudança, hasta rayar el alba; darle adiós: "es un castellano desfigurado, chapurreado, sin concordancia, número, declinación ni conjugación...: yo mi ñama Fráncico Mandinga, neglito reburujaoro, crabo musuamu ño , de la Cribanerí, branco como carabón, cribi papele toro ri toro ri, e bebe guariente de Origines apelasión controlé (Pichardo, E. (et al.), op. cit., p. VII): "Cuando ustedes lo llaman Arcángel, se acuerdan de Miguel y su espada pinchadora del dragón; pero él contiene también a Rafael, arcángel transeúnte, que caminando con Tobías le escondió hasta el final su condición alada... Él es para nosotros, los ansiosos, uno de esos raros refugios que se halla en el bajío pantanoso y al que se entra por comer y dormir allí, sin tocar pringue o lama", G. Mistral, "La lengua de Martí", La Habana, 1934, Petrópolis, 1941 (las itálicas, nuestras].
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--------------------Fin de la Tercera entrega

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