jueves, 19 de abril de 2007

3 POEMAS DEL LIBRO "Duro de Roer" de Damaris Calderón.

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3 poemas inéditos del libro DURO DE ROER de Damaris Calderón



-------- DURO DE ROER

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Hasta la quebradura de las rodillas sus huesos

habían sido siempre domésticos. Como los

huesos de pollo que había visto en el caldo,

en la sopa, cloqueando en el corral, antes

de terminar triturados en los dientes del

padre..----Guárdame este hueso como hueso santo.

Y se sentaba en el portal, a chuparlos, comparándolos

con las propias falanges. Y si le salía un orzuelo,

el tío milagrero lo curaba con una peseta caliente

o con un mate, y si una verruga, con la cruz de

un hueso, que había que enterrar en el patio, para

que se pudiera. Como los otros.

La abuela se pudrió y quiso verlos a todos. Un racimo

de plátanos para consuelo de una vieja: una familia.

Hasta que las rodillas se volvieron locas o se enfermaron

de rabia y empezaron a morder lo que se les pusiera por

delante. Y hubo que quitarle el bozal al perro y ponérselo

en las piernas.

Luego los huesos escaparon de casa, cogieron su propio

rumbo. Y su vida fue simple, descarnada. Como una articulación.

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---------- LENGUA Y VERDUGO

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Entre el verdugo y la lengua hay una serie

de relaciones. Entre la lengua, natural, y

el verdugo, antinatural, existe, como en la

sangre, un sistema de vasos comunicantes.

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La lengua, como el verdugo, no es homogénea

ni unitaria (un verdugo está hecho de todos

los pedazos de sus víctimas, además de

los suyos). En ambos, fatalmente, no hay

solución de continuidad. Por razones obvias,

el verdugo prefiere siempre las lenguas muertas,

aunque en los restos de las lenguas habladas

( y las reconstruidas) es posible encontrar

la misma ceniza que en la ropa del verdugo.

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En lo que se refiere a su brutalidad, el verdugo

no es un sistema, sino un conjunto de sistemas,

opera siempre por selección, prefiriendo

la expresividad a la comunicación, y es anónimo,

como la mejor literatura.

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El hecho (la hipótesis) de la existencia de una

lengua madre, de cuyas ramas se derivaría

un tronco común, sólo facilita, (qué duda cabe),

la tarea del verdugo.

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-------------- VOCABLOS

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Yo no era un médico rural y habían venido abuscarme.

No sé si habían venido para que

sanara o para que fuese sanado. Las sílabas

levantaban las patas sobre la mesa y no

se avanzaba un centímetro. No importaba

tampoco avanzar. “Hubo un tiempo en que

las palabras y las cosas..”, “Hubo un tiempo

en que el hombre y la naturaleza...” El

médico que había en mí, tomaba el bisturí y

cortaba; el paciente que había en mi, se sometía
con la docilidad de un guante doblado. Arrojaba

el guante a la espera del reto y sólo aparecían

vocablos. Los vocablos no daban en el blanco

y se alejaban como venablos cabizbajos.

Las sílabas doblaron las patas, sujetas a la

caballeriza, pues no había herida que sanar

ni viaje alguno que emprender.

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