lunes, 2 de abril de 2007

5 POEMAS DE Al Berto. (1ª Entrega) SELECCION Y TRADUCCION: Pedro Marqués de Armas.

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Al
Berto -Alberto Raposo Pidwell Tavares- es uno de los mejores poetas portugueses de la segunda mitad del siglo XX.

Nacido en Coimbra en 1948, creció en su mítico Sines en una familia de la alta burguesía, de origen británico, contra la que parece marcar su diferencia de artista errante e irreverente.

Exiliado en Bruselas en 1967, donde estudia artes visuales, en lo adelante se dedica a la literatura, pero sin abandonar sus vínculos con la pintura, recurrentes en su obra.

En su primer libro,
Á procura do Vento num Jardim d´Agosto (1977), se aprecia cierto apego surrealista ligado a su propia experiencia vital, de nómada en una Europa nocturna y underground por la que desfilan los fantasmas de Rimbaud, Genet y Bataille, abriéndose paso entre superficies y geometrías desoladas.

La trasgresión sexual (y criminal) y el vértigo de la muerte son los tópicos obsesivos de sus poemas, prosas y "diarios": escritura sin tiempo -y a la vez perfectamente teatral, excesiva- donde los verbos mudan y se está siempre lejos de cualquier suelo estable.

En sus libros asoma el concepto nietzscheano -más que intelectual, delirantemente asumido- del devenir como desierto poblado. Por eso su pathos apunta a una intensidad en permanente deriva por donde pasan vestigios de otras latitudes -India, Yucatán, "
Arabias y Américas"- que vienen a enganchar en un cuerpo sometido al desgaste, las contorsiones de la soledad y las resacas químicas.

Al Berto falleció de Linfoma en 1997.

Entre sus libros más importantes se encuentran:
Trabalhos do Olhar (1982), Salsugem (1984) A Seguir o Deserto (1984), Uma Existência de Papel (1985), A Secreta Vida das Imagens (1991) y Horto de Incêndio (1997).

En
O Medo (1998) quedó reunida toda su obra.

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Selección,Traducción y Presentación de Pedro Marqués de Armas.
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EL MITO DE LA SIRENA EN PLÁSTICO PORTUGUÉS
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yo
la sirena de plástico despedazarse en la roja sal
de las mareas portuguesas
senos tullidos en la sangre de un lápiz de color
en la boca la furia de los viajes: europas américas arabias
mares estrechos donde es posible morir
nuevos países nuevas profundidades delirantes visiones
por entre el coral de tu cuerpo nómada
vestido de neblina y de ríos
breves láminas surcan la memoria de pequeños espectáculos
y tu mano se abre para ofrecernos un huevo
o sería el mundo pintado de blanco y amarillo?
yo vi
la sirena de sueño cansado levantarse luminiscente
caminar incierta por la noche adelante
ojos vibrátiles captando la fragancia preciosa
de los distantes marineros en celo
los dedos por encima de otros sexos lisos
como linos que se deslizan para dentro de los sueños
inocencia calcárea de los días
medusas muertas
el cuerpo hinchándose con los despojos de un mar
yo vi
la sirena en plástico portugués
crecer de las perlas insomnes de una ostra
y encorvar el cuerpo sobre la hoja de papel
fascinada abría los labios húmedos para chupar el sexo
del marinero dibujado
se escondía después en una grieta penumbrosa del muelle
prolongaba la vigilia del cuerpo en la observación de los astros
mientras tú continuaste dibujando
yo vi
su transparencia de saliva pura atravesar cuerpos y estrellas
sin que tu cuerpo sufriese o su transparencia disminuyera
hasta que la noche sedienta abría camino
a las dagas adivinadas y al sexo en placer silencioso
donde peces luminosos trazan en el agua
las líneas de la palma de la mano
yo vi
la sirena de plástico construir un país
y un velero para evadirse en dirección de otras islas
llevando por equipaje los residuos dados en la costa:
botellas blancas de gin nocturno zapatos hinchados paños
preservativos usados pedazos de loza embalajes carcomidos
cartones de cajas al viento velas de inmensa armadía v
estigios de comida rápida peines vidrios filmes maderas
fotografías que el tiempo rehusó morder
y navegó
navegó lentamente conoció la sed y el hambre
el frío la nieve de fluctuantes islas la alucinación
yo vi
la sirena embriagada abrir botellas de cerveza con los dientes
y ofrecer flores envenenadas a los amantes
doblada sobre las flores de la vejez se dejaba caer
en el vértigo fortísimo del aguardiente
roía las uñas y el herrumbre de los juguetes
desenterraba de la memoria collares delirantes
restos de rostros carbonizados
arenas cubiertas de oro y de ponzoña
yo vi
la sirena hender su propio cuerpo a golpe de sílex
y tatuar cerca del antiguo corazón un rostro
un cereal enfermo
en las venas rasgadas por monstruos marinos y por el miedo
el inmenso miedo del fin de la adolescencia
yo vi
la sirena en plástico portugués abrir un surco de soledad
el precipicio
y negar la falsa miel de la tierra inclinada sobre el olvido
rectángulo de monotonía donde zozobra el vómito
todo enloquece en la punta del lancinante lápiz
las lágrimas el grito
yo vi
la sirena soltar de sus manos el último paisaje vivo
la amapola opiácea de la muerte envolviendo cuerpos
antes de sumergirse para siempre en la oscuridad
continua del mar
yo vi
enrojecidas planicies
donde minúsculos animales fluorescentes
asemejan ojos muy abiertos
rasgando el confuso rocío con sus colas peludas
enroscándose en el doloroso pulso
transformándose en pulseras de sangre
la serpiente mineral estrangulando el dedo
y en el hombro del mar el adolescente desnudo
reclina el cuerpo de agua
dentro del enmarañado de libélulas enfurecidas volando
volando volando
yo vi

(1979)
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AUTO-RETRATO CON REVÓLVER

las palabras fueron hilvanadas por los perezosos dedos
el texto se revela en la claridad de las manchas de tinta
tejo la ausencia de un cuerpo que me es absolutamente necesario,
me duelen estos gestos
estas cosas cubiertas de polvo sobre la mesa:
papeles estrujados, fotografías, cartas interrumpidas,
objetos quebrados, señales tenues de aceite, fondos de tazas,
lápices, cigarros aplastados, el revólver

en uno de los bordes inaccesibles de la casa,
las arañas van construyendo nidos diáfanos
segregan sabios laberintos en peligrosa baba
me siento vacío, hoy
la comprensión del mundo se me escapa, poco importa
todo está en calma alrededor de la casa, el jardín quieto
podría pasar el día leyendo, por distracción,
a la manera de los príncipes persas
la noche enrojece las maderas, calienta
los libros parecen de piedra en su orden cauteloso

al alcance está el revólver
cerca de la mano que nunca aprendió a escribir, calienta
al simple contacto de los dedos
la otra mano, la derecha,
declinó un poco cuando supo el silencioso oficio

yo explico: hoy debe ser domingo
y la mano izquierda masturba mientras la derecha escribe con destreza,
sin cesar
más tarde, escribía yo
podrían las manos cambiar de oficio
el revólver se teñiría de tinta permanente, en el papel
el surco terrible de una bala

(1978/79)
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TRUCO DEL VENENO

te ofrezco una naranja
tengo siempre naranjas escondidas en el fondo de las faltriqueras
canicas como ojos asustados de panteras, cordeles encerados
buenos para estrangular
navajas dulces para abrir señales de vida sobre la piel
y un cuchillo quebrado que me ayuda a recordar

algunos nombre de ciudad

lo peor es que en los juegos de naranjas,

incluso en los días más difíciles
quien PIERDE GANA
sabemos que el veneno actúa siempre

desde los pies hacia la cabeza
entontece

espero, atento a la última convulsión

más tarde, desato el cordel
retiro el cuchillo profundamente enterrado,

retrocedo un poco
contemplo la sangre y la obra, vacío las faltriqueras
sustituyo los objetos, me quito los guantes
borro las impresiones digitales, falsifico las fotografías
lavo lentamente la sangre y el esperma de la boca
salgo hacia la calle, clandestino
procuro otro puto tardío por la ciudad
seduzco con la imagen deslavada de una naranja,

recomienzo el inocente juego

(1979/80)
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TRUCO INOXIDABLE

cuchillo
repito cuchillo
escribo cuchillo por el cuerpo, dibujo cuchillo

en el pecho de la noche
me desembarazo del sumo inoxidable de otro cuchillo
cuchillo
sonrío cuchillo en lo oscuro de un callejón

-Hoy no matarás!

(1979/80)
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EL OLVIDO EN YUCATÁN

me contaron que existen cristos
con rostros lívidos modulados en cera
tienen barba y cabellos auténticos
y lágrimas de sangre hechas con rubí
en yucatán.... enciendo fuegos

donde nada consigue arder te inmovilizo
en el inicio de la memoria olvido el magro cuerpo
la enfermedad sin nombre diezmará los órganos escondidos
debajo de la piel y de la sangre... voy de viaje

incluso antes de haber llegado... invado la noche
y las palabras sin ninguno... en yucatán
muero lejos del mundo y no creo
en nada de lo que me contaron

(1982/83)
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En próximos días, nueva entrega de 5 poemas de Al Berto, traducidos por Pedro Marqués de Armas.
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