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Tres poemas de Manuel Vazquez Portal
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La prisionera del Quibú
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---------- Para Raúl Luis, que ama lo antiguo.
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Si yo pudiera ser un caballero:
El Amadís de Gaula,
Percival
-------o
Roldán
quizás te liberara.
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Te escucho por las noches
gemir desde la torre del palacio
---alta torre de cultos y rituales-
y mírote de día pasar escurridiza
asustada,
febril,
enferma,
cuchicheante
en los labios apáticos del miedo.
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No alcanzas a ser tú,
no significas nada,
cuenco vacío en la memoria,
sólo en la voz del Príncipe
tu cuerpo llega a estatua
pero estás travestida,
casi irreconocible,
eres una mixtura de dama y meretriz.
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Si yo pudiera ser El Amadís de Gaula,
rescatarte a la grupa,
liberarte en el ágora
y verte reventar
brillante y clamorosa cual fuegos de artificios,
pero, pobre de mí, soy
el torpe felibre amordazado
que en mitad del otoño
me he quedado sin ti.
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Campo de batalla
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No quiero ver el ceño vanamente severo
de quien la sangre ensalza…
Fray Luis de León.
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Para Waldo Leiva Portal, por Santiago de Cuba,
por la piedra que no ha sido lanzada.
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Llevo un zurrón de próceres al hombro.
Tanto hueso cloqueante me atolondra.
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Esa terca manía
-noria de mil demonios-
no deja que los muertos reposen un instante.
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Indóciles,
------frenéticos,
----------------adustos
--------------------------sentenciosos
vienen de los albores a nublarme el presente.
Inundan las paredes,
-----el techo,
----------------las fronteras
sus salmos partisanos;
suya es la escaramuza,
mía
la retahíla de los trenos gloriosos;
suya
es la bizarría,
mía
la mimesis a ciegas.
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¿Qué remedio?
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Cargo con el jolongo.
No sé si soy de ayer
o de ahora mismo.
Tanto cadáver vivo me acompaña
que debo ser un vivo cadavérico
perdido en el estruendo de un campo de batalla.
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Hora en punto
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----------Para Abel Prieto, que lo sabe,
----------pero prefiere ser ministro.
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Es un tiempo vacío,
reloj ensimismado
con su haz de amenazas,
la hora en que transcurro.
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Con solo abrir la puerta
corro el riesgo
de morir abrasado por las llamas
de sádicos minutos,
idus agonizantes,
calendas sin destino.
-El geriátrico príncipe
cabalga un esqueleto
de lo que otrora fuera su brioso alazán
pero en puño de hierro
conserva
su cetro y sus pendones.
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Es sobre un precipicio
que erigen su gobierno las tinieblas
de un tiempo cancelado.
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Estos poemas forman parte del reciente libro El velo de cristal de Manuel Vazquez Portal.
Texto de Alvaro Alba y abundantes imágenes de la presentación de El velo de Cristal, Aquí.
Muy buenos textos, un abrazo desde españa de Alexander Doblado, desde el recuerdo que nos une, mi afecto y mi fuerza están contigo.
ResponderEliminarEl bizco Manuel siempre ha sido un oportunista aquí en Miami o en Cuba y un poeta de los mediocres de verdad; todavía anda con ese viejo asunto del tojosismo y tiene el cinismo de dedicarle sus poemas a Abel Prieto, a Waldo Leiva… ¿Se puede creer en un poeta que le besa las nalgas a los alcaldes de Miami? Por favor, un poco más de respeto.
ResponderEliminarAl que usted ofende yo le conozco. Le vi cuando mis primeros versos buscaban comprensión, y luego de hombre, cuando nos buscábamos la vida despojándonos de los mejores amigos, que son los libros, por supuesto. Luego sentí mucho dolor cuándo supe que no había escuchado consejos y por su valor y honradez estaba preso. Digamos que le vi entonces, jugársela por mí, por todos.
ResponderEliminarPuede usted decir, así, tan escondido, lo que quiera; yo conozco al hombre, pone el nombre y su apellido cuando opina. No está mal que de cuando en vez algún Alcalde hable sobre un poeta, sin que estuviera en otra vida, claro. Manolo: ya te lo has ganao to: ahora to lo que te den, que será bien poco, cógelo!!!
Qué gusto volver a leer a Manolito, que suerte que reiniciden, perseveran en la visión poética. Abrazo a los dos
ResponderEliminarMuchas gracias para Alex, Chago y Ana Margarita, y para "El Monguito" de Rusia un poquito de lástima, la envidia tiene muchos colores
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