viernes, 20 de febrero de 2009

LA TABLA O LO TERRIBLE DE LA IDENTIDAD: Armando Álvarez Bravo

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LA TABLA O LO TERRIBLE DE LA IDENTIDAD



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Por Armando Álvarez Bravo

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Las tareas que esperan a los cubanos cuando desaparezca el totalitarismo castrista son tan complejas como esteparias. Será preciso reconstruir un país, una nación tanto material como espiritualmente. Ese renacimiento que pasa por el rescate y reconstrucción de una tierra arrasada sólo será efectivo cuando el cubano recupere algo esencial que le arrancó el ya geriátrico régimen. Y no hablo ni de techo, ni de cultivos, ni de fábricas, ni de escuelas, ni de hospitales, ni de infraestructura, todo aquello que es imprescindible para vivir, sobrevivir y desarrollarse. Hablo de su identidad. Porque el sistema, desde la toma del poder el funesto año de 1959, se empeñó, y no cesa de hacerlo, en despojar al ser nacional de su identidad más allá del tan constante como irreversible saqueo patrimonial. Así fraguó, y fragua a los impulsos de sus necesidades y caprichos, una nueva historia a la medida de sus intereses políticos y propagandísticos; adulteró nuestras más que centenarias tradiciones; hizo de la cultura un instrumento al servicio de la propaganda, el proselitismo y la represión y desgarró el tejido espiritual del cubano buscando destruir sus valores fundamentales. Así, la creciente metástasis del régimen de La Habana le ha asegurado un lugar de excepción en los anales del horror histórico-político contemporáneo.

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Llegado el ansiado momento en que los cubanos accedan a la libertad, la democracia y la justicia, será imprescindible rescatar nuestra verdadera historia, cultura y tradiciones. Estas han de servir para, desde el cabal rencuentro de nuestra identidad, entregarnos de forma fructífera a hacer encarnar de una vez la pendiente posibilidad cubana. En ese proceso jugará un papel fundamental la literatura. Es sabido que siempre se encuentra en los libros el más y los matices que a veces faltan a las páginas de la historia. Va de suyo que esto no será tarea fácil. Por una parte, la literatura cubana ha padecido tanto de censura como de la inevitable autocensura que se gesta en los regímenes totalitarios. De igual suerte, se ha perdido mucha obra legítima, mucha obra valiosa. También hay una amazónica literatura oficial de ínfima calidad y ninguna veracidad, que es lo único que a derechas llega a manos del lector en la Isla. Por otra parte, está la literatura que se ha hecho en el exilio, y la que escrita en la Isla ha logrado publicarse en el exilio. Una obra que no se caracteriza precisamente por la complacencia con el totalitarismo castrista. En ese conjunto habrá que buscar, desechando demasiada obra mala y mediocre escrita en las dos orillas, lo esencial al rescate de nuestra identidad y también lo que es eslabón fundamental de la continuidad de nuestra legítima tradición literaria.

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Armando de Armas es un narrador y ensayista que ha publicado dos libros de relatos: Mala jugada y Carga de la caballería y un ensayo: Mitos del antiexilio. Acaba de publicar en la Editorial Hispano Cubana la novela La tabla. Obra que aclara concluyó en la ciudad de Cienfuegos el 4 de mayo de 1990 y terminó de revisar de nuevo en Miami el 8 de marzo del 2008. En la nota de la contraportada se dice al lector: “El tema medular de su obra escrita pudiera definirse como la defensa de la identidad del individuo frente a las fuerzas del espíritu colectivista”. ¿Tengo que decir lo que es tratar de defender la propia identidad sumido en el horror del totalitarismo? Pienso que no. No somos pocos los que, fieles a nuestros principios, desde siempre encajamos ese certidumbre y deber en nuestra triste tierra tiranizada, como dijera el Padre Velásquez en los albores de la conquista y colonización.

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Sin lugar a dudas, La Tabla es un adentramiento en la identidad de un protagonista que conocemos en su niñez y abandonamos en su juventud. Una criatura que es presa de una angustia existencial porque se rebela contra la realidad totalitaria que determina sus jornadas y que, por otra parte, debe establecer para esa rebeldía y para sobrevivir un código de valores continuamente comprometidos por los embates hostiles de la realidad y por la ausencia misma de aquello que simboliza y comunica la esencia y sentido de los valores que deben regir la existencia. Es decir, estamos ante un ser humano despojado de asidero pero que sabe existe algo fuera de su alcance en su paisaje en que su vida puede tener un sentido distinto, otro tipo de gratificaciones que van más allá de las que logra atrapar precariamente desde su marginalidad.

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¿Podemos designar la vida del protagonista como un ejercicio del delirio en el delirio? Vayamos por partes. Si nos atenemos a la redacción del texto, el hecho de que La tabla, dividida en dos partes, pueda ser vista como dos únicos e inmensos párrafos, por una parte, y por otra, el constante salto en la escritura entre realidad y pensamiento, pasado y presente, inmediatez y referencias, voces desesperadas y alaridos, y tanto una sensualidad en que la satisfacción de los instintos más primarios es suprema justificación, aunque al cabo se inmense el vacío, son suficientes para establecer que Amadís es un condenado que aspira constantemente a su redención aunque hay etapas de su existencia en que sabe que alcanzarla es imposible.

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La tabla ─en que de Armas vuelca elementos de lo popular y de lo vernáculo, referencias muy elaboradas y no deja de mostrar que el humor y el placer clandestinos que participan de lo delincuencial son la única salida al alcance de los que como Amadís están atrapados por la maquinaria totalitaria─ es un discurso que se vuelca sobre sí mismo. Es decir, la cronología de la novela que es establecida por la vida de Amadís, por la misma concepción narrativa y verbal que le da el autor hace que ella se convierta en un texto caleidoscópico en que cada imagen se constituye en absoluto aunque un breve giro haga que los cristales del relato nos entreguen otra imagen bien distinta pero igualmente definitiva. No ha tenido miedo el escritor en usar este modelo narrativo, que no es exactamente un monólogo interior, para plasmar la existencia de un condenado por su circunstancia pero que, sin embargo, tiene la capacidad de soñar y desear, aunque todo lo mejor que pueda querer devenga frustración.

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La primera novela de Armando de Armas tiene la singular condición de que a pesar de no ser de fácil lectura por su estructura y por la configuración de su discurso, resulta efectiva y legible. Lo es precisamente porque establece que en una criatura de identidad comprometida, todo elemento, real o irreal, súbito o producto de la causalidad, delirante o elegíaco ─y hay en estas páginas una dosis de elegía de Amadís por sí mismo─, violento o menos violento ─y tengo plena conciencia del matiz que establezco─ podemos hallar elementos en que reconocemos al otro o a nosotros mismos, si hemos estados expuestos a un ámbito y circunstancias similares. Un espacio de horror y sordidez. Así, esta obra escrita por de Armas desde el cabal conocimiento del totalitarismo castrista por haberlo padecido, es más que un hecho literario. Estamos, desde la literatura sin peros, en el campo del testimonio singular, minucioso y aterrador de la tragedia cubana.

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Creo que La tabla es uno de los libros que servirán en ese futuro de libertad, democracia y justicia que no acaban de llegar a Cuba, para la tarea que señalé el principio de estas páginas: rescatar y redactar actualizada nuestra verdadera historia para que fragüe la pendiente posibilidad cubana desde el dominio de nuestra identidad personal y nacional. De igual suerte, creo que ilustra como para la voluntad creativa del cubano, y recuerdo que esta novela se escribió en la Isla, no hay ni terror ni represión que valgan, sean cuales fueran los riesgos y las consecuencias. Por eso La tabla es un libro que recomiendo al curioso lector.

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Texto leído en la presentación de la novela en el Centro Cultural Español de Miami, el 17 de febrero a las 8 de la noche.

11 comentarios:

  1. Llegado el ansiado momento en que los cubanos accedan a la libertad, la democracia y la justicia, será imprescindible rescatar nuestra verdadera historia, cultura y tradiciones...
    jeje, qué curioso, este es el mismo lenguaje, el mismo discurso de la revolución en sus inicios, aquella también postuló libertad, justicia y democracia...Triste futuro el de la isla...

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  2. Y usted; se leyó la novela, tiene nombre?

    Yo pienso en Cuba y sin embargo lo único que veo es futuro.

    SM/ Ch.

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  3. De Armas es al mismo tiempo un aristócrata y un fascineroso. No tiene nada que decir al pueblo trabajor en Cuba.

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  4. Usted falta al respeto, y es poco valiente, honesto, atacando a mi invitado desde el anonimato.

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  5. alvarez bravo ha escrito el mejor estudio sobre lezama lima, orbita de lezama, por lo que fue acosado por los que ahora quieren adueñarse de lezama,como de cabrera infante.

    Evelito Ancheta

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  6. Totalmente de acuerdo con AAB sobre todo en los dos primeros párrafos. Olvida referirse a toda la literatura sumergida, la no publicada ni aquí ni allá, pues oportunidades editoriales no son precisamente las que sobran. Sobre los efectos reparadores de la literatura para la reconstrucción de "el alma cubana" lo pongo un poco en duda. Desgraciadamente toda la "amazónica" literatura VOLUNTARIAMENTE y oportunistamente oficial ha sido ya aceptada como una parte "valiosa" del curriculum del artista, aunque en sentido general se diga lo contrario pero nadie entra a identificar la generalidad, no sé si por falsa "corrección" en los buenos modales que hace más daño que beneficio a la literatura en sí.

    Nada puedo decir de la novela de AA porque todavía no la he leído, aunque fui uno de los pocos que la compré en su presentación en Madrid.

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  7. La presentación de este libro es genial, ha capturado mi atención, que vuela a la velocidad de la luz...Y la tematica desde mi modesta opinión no sólo retrata la realidad cubana, también puede ser una alerta o reflexión para otros paises de Latinoamerica encaminados a copiar modelos totalitarios, en el caso de este libro, el autor plantea el rescate de la identidad habatida,reprimida o arrasada por el horror del totalitarismo, Amadís (protagonista de la novela) es el reflejo de la infelicidad del hombre cuando no es libre en pensamiento y acción, cuando siente que su vida esta determinada por otros o por ideologías impuestas...Yo pienso que reflexionar sobre lo que somos y hacia donde vamos es tarea de todos...Queremos sentirnos como Amadís -atrapados por la maquinaria totalitaria- o ser libres y conscientes de nuestra historia y de la construcción de nuestro futuro...es una reflexión...

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  8. Muy de acuerdo con Sol Maldonado, La tabla es un libro como para imprimirlo en grandes tiradas y repartirlo gratis en las Universidades de America Latina y hacer presentaciones en esos lugares, para que sepan a lo que se exponen con elegir a tipos como Chavez y demas ralea izquierdista.

    Anais Acuna

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  9. Muchas gracias, especiales, con perdón, para la bella Sol; y bienvenida.

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  10. YA SALEN LAS MUJERES A DEFENDER A DE ARMAS. NI QUE ESTUVIERA LINDO NI LA CABEZA DE UN CABALLO

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  11. Efory, parece mentira que un hombre como tú tolerante y aperturista, se preste para darle cabida a un personaje como el de Armas que de Posada Carriles a Lincoln Díaz Balart se codea con lo más retardatario del sur de la Florida en USA.

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