----"UN DIA DE ESOS"
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L. Santiago Méndez Alpizar / Chago
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L. Santiago Méndez Alpizar / Chago
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-------------------------------------Para Moni and Lou.
En la tele la gorda de por las mañanas hacía el milagro de idiotizar al país.
Era un programa donde se iba de la vida de un tal Conde Lequio, a los empujones que le habían dado al ministro del interior.
Me asustó imaginarme sentado en aquella mesa con aquellos marujos y marujas. Comentaristas del dos más dos. Bichos que se cuelan por las ventanas y cañerías y aun sin verlos pinchan el veneno a cuanto imbécil se les detenga delante. O, detrás. Como yo.
II
Pensé que con la pasta que le pagan a los marujos y marujas para se enmarujeen un rato e idioticen a cuanto quisqui se encuentren, me podría alquilar una buena buhardilla y comprar unos cuantos libros. Podría hacerle una visita a esa rara avis que recuerdo de un cuento infantil: el estomatólogo. El dentista de toda la vida… y comprarme un pollo para asar y otros pollos para asarme.
III
Pensé (ahora más seriamente) que no debía continuar pensando tanta mierda y salí por fin, a la calle.
IV
Como casi siempre lo único importante que tenía que hacer era: buscarme la vida. Pero ahora estaba en algo más. Estaba procurándome un trabajo. Los trajines del divorcio y el recuperar el equilibrio eran mis enemigos primeros. Ellos y la falta de disciplina.
V
Por esos días me quedaba en la casa del Pecas y de su Yoyi. El Pecas es un rocker cubano con pintas de escocés y novia con talento. El talento es mucho más importante que el talante.
Trabajaba en el office de un restaurante y su jefe le daba la paliza. Lo ponía a gozar con sus broncas.
Yo estaba esperando a que el Pecas le dejara k.O.
Pero el Pecas tenía que tragar en seco, estaba obligado por los singaos papeles de la residencia.
Casi siempre los políticos y sus gobiernos hacen sufrir y desesperar. Casi siempre los empresarios se aprovechan.
VI
Yo buscaba trabajo en un bar o en algún restaurante. Crucé la Plaza de Callao con la intención de dejarme caer por Malasaña.
Había trabajado hacía unos años por la calle de La Palma y conocía a algunos.
El sol me pegaba en la mollera. No tenía más de 50 céntimos y una larga lista de problemas, todos sin resolver y en plena ebullición.
Era el tipo perfecto para encontrar una mujer que lo esclavizara. Lo menos que tenía eran deseos. Deseos de casi nada.
VII
Corté por la calle del Pez y en San Bernardo entré a ver al encargado de la librería “Fuente taja”
Ellos vendieron un libro de poemas que había publicado, hacía unos 10 años. Sólo me pagaron dos. Ellos lo habían vendido o perdido, es lo mismo.
Entonces, siempre que podía, me pasaba y le pedía el dinero o los libros y él, el encargado, ponía cara de yo no fui y prometía definitivamente buscar los putos libros o pagarme el equivalente, siempre con el descuento del ocho por ciento acordado, diez años atrás.
VIII
Yo caminaba por una ciudad que conocía de memoria, como a un mapa.
Una ciudad donde no tenía más que una Luna inmensa.
Suficiente, como para tirarme bajo un sol que raja las piedras a patear sus callejuelas, consciente de que lo que en realidad conoces es el croquis, el carapacho.
Hay que tener las cosas, sean cuales sean, para amarlas.
IX
Entré en la taberna del ex gordo Colón y no me dio trabajo pero cerramos como a las 3 de la madrugada, que no estaba nada mal para un lunes.
X
En La Paladar, (taberna alborada donde se sirven comidas potentes y tragos felices y donde llevan esperando una foto mía hace mucho, mucho tempo) me encuentro a Chago.
Chago está como siempre. Chago la pasa mal pero Chago la pasa bien.
También la pasa muy bien Chago.
Me cuenta cualquier grosería y rápidamente cambia de tema.
Pero yo sé cómo dejarlo enganchado. Sin ninguna coherencia y mirándole a los ojos, le insinúo que “Fidel puede quedar en la historia como un hombre justo”
XI
Llego y pongo bajito la tele. Llevo tal pedo que soy incapaz de ver un video porno. En la pantalla la vieja gorda de por las mañanas idiotiza…
-------------------------------------Para Moni and Lou.
En la tele la gorda de por las mañanas hacía el milagro de idiotizar al país.
Era un programa donde se iba de la vida de un tal Conde Lequio, a los empujones que le habían dado al ministro del interior.
Me asustó imaginarme sentado en aquella mesa con aquellos marujos y marujas. Comentaristas del dos más dos. Bichos que se cuelan por las ventanas y cañerías y aun sin verlos pinchan el veneno a cuanto imbécil se les detenga delante. O, detrás. Como yo.
II
Pensé que con la pasta que le pagan a los marujos y marujas para se enmarujeen un rato e idioticen a cuanto quisqui se encuentren, me podría alquilar una buena buhardilla y comprar unos cuantos libros. Podría hacerle una visita a esa rara avis que recuerdo de un cuento infantil: el estomatólogo. El dentista de toda la vida… y comprarme un pollo para asar y otros pollos para asarme.
III
Pensé (ahora más seriamente) que no debía continuar pensando tanta mierda y salí por fin, a la calle.
IV
Como casi siempre lo único importante que tenía que hacer era: buscarme la vida. Pero ahora estaba en algo más. Estaba procurándome un trabajo. Los trajines del divorcio y el recuperar el equilibrio eran mis enemigos primeros. Ellos y la falta de disciplina.
V
Por esos días me quedaba en la casa del Pecas y de su Yoyi. El Pecas es un rocker cubano con pintas de escocés y novia con talento. El talento es mucho más importante que el talante.
Trabajaba en el office de un restaurante y su jefe le daba la paliza. Lo ponía a gozar con sus broncas.
Yo estaba esperando a que el Pecas le dejara k.O.
Pero el Pecas tenía que tragar en seco, estaba obligado por los singaos papeles de la residencia.
Casi siempre los políticos y sus gobiernos hacen sufrir y desesperar. Casi siempre los empresarios se aprovechan.
VI
Yo buscaba trabajo en un bar o en algún restaurante. Crucé la Plaza de Callao con la intención de dejarme caer por Malasaña.
Había trabajado hacía unos años por la calle de La Palma y conocía a algunos.
El sol me pegaba en la mollera. No tenía más de 50 céntimos y una larga lista de problemas, todos sin resolver y en plena ebullición.
Era el tipo perfecto para encontrar una mujer que lo esclavizara. Lo menos que tenía eran deseos. Deseos de casi nada.
VII
Corté por la calle del Pez y en San Bernardo entré a ver al encargado de la librería “Fuente taja”
Ellos vendieron un libro de poemas que había publicado, hacía unos 10 años. Sólo me pagaron dos. Ellos lo habían vendido o perdido, es lo mismo.
Entonces, siempre que podía, me pasaba y le pedía el dinero o los libros y él, el encargado, ponía cara de yo no fui y prometía definitivamente buscar los putos libros o pagarme el equivalente, siempre con el descuento del ocho por ciento acordado, diez años atrás.
VIII
Yo caminaba por una ciudad que conocía de memoria, como a un mapa.
Una ciudad donde no tenía más que una Luna inmensa.
Suficiente, como para tirarme bajo un sol que raja las piedras a patear sus callejuelas, consciente de que lo que en realidad conoces es el croquis, el carapacho.
Hay que tener las cosas, sean cuales sean, para amarlas.
IX
Entré en la taberna del ex gordo Colón y no me dio trabajo pero cerramos como a las 3 de la madrugada, que no estaba nada mal para un lunes.
X
En La Paladar, (taberna alborada donde se sirven comidas potentes y tragos felices y donde llevan esperando una foto mía hace mucho, mucho tempo) me encuentro a Chago.
Chago está como siempre. Chago la pasa mal pero Chago la pasa bien.
También la pasa muy bien Chago.
Me cuenta cualquier grosería y rápidamente cambia de tema.
Pero yo sé cómo dejarlo enganchado. Sin ninguna coherencia y mirándole a los ojos, le insinúo que “Fidel puede quedar en la historia como un hombre justo”
XI
Llego y pongo bajito la tele. Llevo tal pedo que soy incapaz de ver un video porno. En la pantalla la vieja gorda de por las mañanas idiotiza…
Con 50ctms tirarse en un bar hasta las 3 de la mañana ya es talento...Espero que le dieran algo de comer. Dentista gratis en Karibu, en cuatro caminos
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