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"Utam y la magia de la música"
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Por José Antequera
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Trasparentada por las pulsaciones rítmicas y sonoras del tiempo y el espacio, la obra musical de Utam desde hace más de veinte años, prefigura un retorno a lo que consideramos es el valor primordial de la música: su carácter ritual, exorcizante y festivo, integrado, en nuestra caótica actualidad, al lado más luminoso y directo de la experiencia. Es, en el caso de Utam, esa experiencia de la música la que revalida y proyecta una propuesta que ubica su trabajo en el ámbito de la Estética de Arte Primordial, concepto que resume los valores de una expresión artística que ilumina o sirve de vía de acceso a planos de la conciencia cercanos a la disolución del ego, a la convivencia oceánica con el absoluto, a la permanencia en el estado único e indisoluble del no ser.
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La obra musical de Utam, entonces, lejos de los parámetros consensuados de la retórica musical de nuestros días, se presenta como una curiosa novedad que sintetiza —en la circularidad de una expresión bien lograda desde la técnica musical— formas y contenidos, tiempo y espacio, música y letras, ejecutante y espectador, es decir, sintetiza todas las dicotomías fundamentales difíciles de concretar en la creación artística.
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Podríamos catalogarlo de experimental el trabajo musical de Utam, aun cuando reconozcamos en el sustrato, en el magma volcánico que lo sostiene, reminiscencias y maneras de expresión del folk y la psicodelia. Simplemente, la condición sui generis de este artista lo ubican en un lugar hiperuránico dentro de la escena de la música venezolana actual. Y es mágica su música porque reconstruye rituales cosmogónicos de una humanidad que canta y danza alrededor del fuego, elemento que da a su obra, un brillo ancestral de mantram, de oración, de canto a la divinidad.
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Buena entrega, gracias a José A Parra, no sabía nada de Utam. Un abrazo, Chago
ResponderEliminarGracias tambiém a ti, JC., abrazo.
ResponderEliminarPido disculpas, el texto es de otro Pepe: José Antequera, no Parra. Saludos
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