martes, 16 de febrero de 2010

Tres poemas de Alejandro Fonseca

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Tres poemas (inéditos) de Alejandro Fonseca
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OTRA FARSA DE LA HISTORIA
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Ya no hay caminos para adentrase:
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serán las mismas manos del orden
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que registren y dispongan de la oscuridad
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y sin anunciarse se traguen los rincones.
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Una poética se aletarga en crucigramas.
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Se dibujan clarividencias, el odio
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la sutileza de la carne que confunde.
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Anoche los mismos pasos anduvieron.
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A qué se debe el rostro intrincado
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que respira y trasuda vehemencia ajena.
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Los lunes comienzan a asesinar mis ojos.
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Difícil ha sido encontrar manos que te palpen.
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Hay una ventana, un territorio, musgo
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tapias que van hasta el último rincón.
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Todavía me perturba este reino de manchas
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que se abre y se cierra: otra farsa de la historia.
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- CREDENCIALES
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Para recordar a Gilberto Seik
y a Rodolfo de la Fuente.

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Vuelvo a sosobrar conspiraciones:
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todavía el agua se oye en la inquietud.
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Escribí cartas, estuve sobre el hielo:
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música del vecino, estruendos, el verano
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relojes que huían del cielo y de la tierra.
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Cada cual tuvo su perro, un atuendo
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creencias que iban y se extasiaban.
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Expusimos el cuerpo, agujas del cielo caín
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y la urgencia contraria a las maduraciones.
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Han venido los años, se restauran los cristales
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una boca se traga el amanecer en que nací.
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Dónde pudimos estar cuando el asombro.
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La manigua cruza abrazando nombres.
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Ninguna balanza puede sopesar fronteras.
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En los archivos credenciales se apresuran.
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Volverán los peregrinos, los arcabuses tronantes.

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PERSONAS QUE SUFREN BALCONES

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Escucho adjetivos aburriéndose:

personas ajenas que sufren balcones

islas que comienzan, amaneceres

especímenes, muros lamentables.

Pero no han podido hacer su reino

sino frotar la lámpara, adivinaciones

mujeres en los mataderos de aves.

Me mantengo estático, soluciones

el agua que quiso fluir en una ciudad.

De qué manera reconstruir el pozo

los pedazos de un rostro dispersos.

De pronto exclamaciones, calles que huyen.

A la hora del desayuno Vallejo sin reloj.

El ómnibus y la esperanza según el brasilero.

Cómo arrepentirnos, la noche y sus gritos

y aquella esposa tropical perdida en la nieve.

En el comienzo desajustes, hormonas

dilataciones, trenes en los campos de caña.

Vengo de todas partes, la pacotilla no escucha.

Puedo saborear tranvías, canciones

que sobreviven a la parálisis y al temor.

Todavía mi cuerpo entre alambres de púas.

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Otras colaboraciones de AFonseca en Efory Atocha, Aquí.

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