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Tres poemas (inéditos) de Alejandro Fonseca
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PARODIAS Y MULTITUDES
Apenas una conversación
iluminaría el paso del mulo.
Sería recordar góndolas
trópico y zaguanes
ante el odio que se agrupa
en la oratoria del noctámbulo.
Sobre la piel apresurada
bosques, oquedades, aves de rapiña
monosílabos que enmudecen.
Cincuenta años de escuchar
parodias y multitudes
madrugadas que no traen
otras manos aplaudiendo.
Aquel mar imaginable
pudiera tragarse jardines detenidos.
Hemos de regresar al sitio
en que mejor sostuvimos la alegría.
Excavar monumentos
miedo y silencio y gravedad
mármol donde a toda costa
el discurso de los muertos.
Mi carne se niega a recordar.
Sólo la caverna nos involucra
abre furnias y disfraces
que se ajustan al apetito de la selva.
No tengo una efigie ni el río
que huía entre mis piernas.
Sigo pernoctando mis instintos.
Detrás de la puerta las trompetas
anunciando el último culpable.
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UN GOLPE EN
Las mariposas giran
y el inocente no puede revelarse.
El sol se averguenza en mi frente:
estoy olvidando la riqueza del lenguaje.
Ah de la vida, un golpe en la sombra.
Por qué la extrañeza, el espía
que recorre el esplendor ajeno.
Hay música, gatos que huyen:
miseria en los sarcófagos abiertos.
La piel, los bolsillos, los aplausos
es palpable la amenaza que te lleva
y te despierta en habitaciones
que apenas tienen un dueño.
Ah de la tarde en que vinieron
barcos, fotógrafos vomitando.
Siento el olor de los caballos.
Los vecinos ensombrecen la tarde.
La misantropía será la ciencia del futuro.
Qué absurdo ruge el unicornio:
animal que aún quiere bostezar
en una ciudad donde las puertas se derrumban
y un borracho propugna pentagramas.
Sólo el insomnio fabrica la belleza.
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CICATRICES DEL CIELO
Me costaría noches emprender un viaje:
cicatrices del cielo, mi perro asolado
las ventanas y el único paisaje huyendo
siempre adentro, cloaca y asombros.
Mi cuerpo comienza a separarse
por las hendiduras se advierten síndromes.
Al otro lado es el fuego, la noche, los augurios.
Puede que suenen campanas, recogimiento
Y todo haya concluído: cinematógrafo
descubrimiento, la tarde perdiéndose.
De nuevo la fatiga detrás de las puertas.
Imposible seguir mostrando palabras:
hueco donde los loros rasgan instrumentos.
He vaciado mis neuronas, mi bolsillo.
Aprendí a perderme, jardines del sueño.
Mi familia se complacía hurgando deidades
sin embargo ahora ejercito una lengua siniestra
que me devuelve deseos y campos
piel lejana, humo, tierra, masturbaciones.
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Alejandro Fonseca (Holguín, Cuba, 1954). Poeta. Ha publicado los libros de poesía: Bajo un cielo tan amplio (Holguín, 1986), Testigo de los días (Holguín, 1988), Juegos preferidos (Holguín, 1992), Advertencia a francisco de Quevedo y otros poemas (Madrid, 1998), Anotaciones para un archivo (
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Imagen tomadsa de la Web.
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