martes, 22 de enero de 2008

Unas Palabras de Jorge Luis Arcos

Estas palabras aparecen en la contracubierta de, ¿Entonces, qué?, antología de algunos versos herrumbrosos de Chago. Otra vez, gracias al Yoyi.

Por, Jorge Luis Arcos.

Como alrededor de un escueto, casi indiferente, pero nunca olvidado –por inquietante- punto negro, se desenvuelven las piruetas de Chago: visiones rapidísimas, como de otro Casal, el que sí realiza un exotismo cotidiano, visceral, imantado, con un olfato infalible, por lo raro, que es siempre la entraña de lo real. Un barroquismo de lo visceral, entonces. La marginalia de la realidad. Todos los alrededores de una ciudad casi mítica, por ubicua, que está y no está. Un leve guiño a la realidad para que nunca falte el pasaje hacia el país de al lado. Entonces hay que fumar, hay que comer, hay que singar, hay que vivir la música, las imágenes insaciables, hay que coger la realidad, manosearla, como si fuera una mezcla de todos los sentidos: los alimentos terrestres. El mundo vital confundido, mestizo, de lo sagrado Hay que emborracharse, anegarse, inundarse con todas las imágenes. Imágenes liberadas de toda tradición, de toda jerarquía. Como un conjuro, un tributo a dioses desconocidos, para permanecer siempre en la noche, para que no termine nunca esa extraña intensidad. De esa alquimia insular, se destilan sus poemas, como un polen náufrago, un residuo, un don oculto. Tienen que ser cantados, dichos, susurrados. Su oralidad es innata. Chago siempre es el pre o el pos, la víspera o la postrimería, de ese Hombre Nuevo que le profetizaron a su generación. Un más allá o un más acá. El se ocultó en la fiesta, en la noche, en una alegría natural, casi infantil. Con una delicadeza en la obscenidad, hizo de los márgenes un reino incorruptible. Siempre exiliado del centro, en una isla a la deriva, en la resaca, como un clown. Ante esa imagen bárbara, goyesca, el Hombre Nuevo es como un hombrecito patético, kitsch estéril. Poesía, pues, la de Chago, auténtica, rota, inacabada, con un ritmo interior antiguo, casi salvaje, que escapa siempre hacia la oscura pradera, hacia la otra noche, hacia la otra ciudad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario