viernes, 21 de septiembre de 2007

"Pequeña Nota Sobre Eliseo Diego"

Pequeña Nota sobre Eliseo Diego.

Por L. Santiago Méndez Apízar / Chago.


Yo estaba recién llegado, por segunda vez, a La Habana. Dormía por entonces, en una casona colonial devenida sub-utilizadamente, Casa del Estudiante, en la calle Mercaderes, a sólo una cuadra de La Casa del Té.

El velador del antiguo caserón colonial era un amigo escritor de poemas y con infulas de noble, le llamaban: El Conde, pues de Conde se disfrazaba. Con luengos cabellos y zapatos de tacón alto fileteados con pasta dental, rigurosa chaqueta cortada a estilo de época, y alhajas y pendientes...
Pero esta es otra historia, que será contada, también, pero a su tiempo.

Por esos días visitaba muy a menudo a "amigos y amigas" que me procuraban libros para venderlos. Mi amistad con algunos de los que trabajaban en el ICL., era a más y eso producía sus ganancias. Compraba y vendía libros.

Una de aquellas tardes me llegó "a la casa" una invitación para asistir a la entrega de un premio de la critica. Me la llevó una amiga que se confesaba una fan de la poesía y de Eliseo Diego, a quien le concedían el premio.

En realidad mi amiga había estado bastante cerca del viejo poeta, y me hablaba de él con naturalidad, con mucha intimidad. ¡Mira por donde el viejo las mata call
ao! Me dije para mis adentro.

Habían dispuesto una mesa con mantel blanco y unos micrófonos. El amplio salón cercano a los balcones que dan a la Plaza de Armas en el Palacio del Segundo Cabo, ICL, estaba lleno de escritores y burócratas. Escritores burócratas. Algunos conocidos.

Mi amiga, por fin, se acercó y de la mano traía a el viejo poeta laureado.Me lo estaba presentando, pero él acariciaba la mano de J., nuestra amiga, y apenas me daba bola, que se dice.

Tenía una gran legaña en uno de los ojos, pero nadie se lo había dicho y él se paseaba y conversaba ajeno a lo desagradable que era verle aquella masa pegajosa en el ojo. Por alguna razón, "o Demo" sabrá el porqué, recordé un cuento de Dalí, uno en que se cortaba una verruga que le pareció una garrapata. Fue algo que no
tenía nada en común con aquella masa gelatinosa que el poeta premiado exhibía, ajeno.

Al finalizar la presentación y la entrega del premio, mi amiga me haló por un brazo y me llevó frente al poeta. Insistió en que le pidiera una cita, que le hiciera ver lo que escribía. Mis poemas.

--tiene usted una pizza en el ojo izquierdo, maestro
--¿una pizza?
--por lo menos

Sacó un pañuelo del bolsillo y se limpió aquello.

---Gracias, seguramente la tenía desde hacia rato
---Sí, desde hace rato

Hablamos algo de Remedios, de Caturla. Lo de siempre, y le hablé de ir a visitarlo, a mostrarle mis poemas. Todo fue mejor cuando le dije que llevaría una botella de Ron Villa Clara.

---Si vas con una botella, vamos hoy mismo a leer tus versos... o algo así me contestó.

Luego supe que ciertamente a Eliseo le gustaba
"chuparle el rabo a la jutía". Algo extendido a lo largo, ancho, y fuera del país. Luego mi amiga, la suya, me contaría de sus tristezas y él mismo me leería algunas de ellas.

Puede que Eliseo Diego no fuera un hombre comprometido con la libertad de Cuba. Puede, incluso, su miedo a alzar la voz contra la dictadura le demerite a su persona. Tal vez.

Pero sigue s
iendo un gran poeta menor. De aquellos poetas menores, inmensos, que hablaba Borges.

No recuerdo, no conozco, sus hechos en los que se prueban sus faltas. No sé de personas presas, exiliadas, fusiladas por informes entregados por el poeta a la policía secreta del régimen castrista.

Excepto el de haber vivido un periodo que no le mereció, no veo sus graves culpas. Un periodo que le llevó desde el 59 y hasta su muerte, 1994, cuando le conceden el premio Juan Rulfo a toda su obra en México, y que a día de hoy continúa, pese a todos y a todo. Los más valientes y los más cobardes.

No por haberse quedado en la isla, tampoco, es peor escritor que otros que partieron de ella.La obra de Eliseo Diego, es alta y cercana a muchos escritores de varias generaciones.


El irse o quedarse no define ni la calidad, ni nada en la poesía. Son caminos, vías que sólo sirven para llegar a ella, a la poesía.
La falta de libertad engendró grandes obras, al igual que otros las realizaron en la más absoluta libertad, que casi siempre se encuentra en uno mismo. En ambos lados hay ejemplos de escritores mediocres, lo que confirma que largarte o seguir en Cuba no define nada. Conozco escritores que siguen en sus casas de origen y son tan libres y mejores escritores que otros muchos que están desperdigados por ahí.

Con respecto al maestro Eliseo Diego, poco más.

Atender sino a Lezama cuando decía:
"El humo diviniza la imagen de Eliseo en su discurso inaugural de En la Calzada de Jesús del Monte, cuando el incienso opulento y sobrio hace escaladas y la espiral definitiva de esa lectura queda adherida a la hidra matriz de la poesía."

A María Zambrano:
"Adentrándose en las cosas más humildes, en el polvo, en la pobreza misma, la poesía de Eliseo Diego llega a erigirlas. Mas el alma no erige, sino que recoge; no construye, sino que abraza; no fabrica, sino que sueña. Poesía la de Diego, que resulta tan sólo de una simple acción: prestar el alma, la propia y única alma, a las cosas para que en ellas se mantengan en un claro orden, para que encuentren la anchura del espacio y el tiempo, todo el tiempo" que necesitan para ser y que en la vida no se les concede."

A el maestro Octavio Paz: "
La muerte era lo único que faltaba a Eliseo Diego para convertirse en leyenda de la poesía latinoamericana."

No fui su amigo, un amigo es otra cosa.

Pero las varias veces que le vi, luego de esa tarde en La Habana Vieja, siempre me trató amablemente. Él prefería las visitas de J., nuestra amiga. Yo, también, y le
er sus versos. Escucharle hablar sobre Lezama, sobre Origenes, que estaba tan de moda en esos días de principios de los 90, dejarle toda la atención a su lectura, serena, carrasposa, de respiración profunda y pausada, a ritmo de verso fundador, pues Eliseo Diego es eso, fundador de la poesía cubana. Apisonador de su canon. Nadie puede desmejorar la poesía de Eliseo Diego, menos a golpe de razonamientos políticos. Yo le creí cuando decía:
"Mi nombre es Eliseo Diego. Soy, de oficio, poeta, es decir: un pobre diablo a quien no le queda más remedio que escribir en renglones cortos que se llaman versos. Y lo hago no por vanidad o por el deseo de brillar, o qué sé yo, sino por necesidad, porque no me queda más remedio que escribir estas cosas que se llaman poemas".
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Tres Poemas de Eliseo Diego en Efory Atocha




-----------EL VIEJO PAYASO A SU HIJO (4)

---------------------Pero mañana
cuando las viejas barran a conciencia,
el poco de hoy que queda en las colillas
por todo el ancho espacio desolado
donde no hay nadie nunca: ¿importará
el trueno de la gloria o el silencio
del papel arrugado en una esquina
bajo el polvo de ayer? Nadie lo sabe.
----------------------Y sin embargo,
es necesario hacerlo bien.

------------------TESTAMENTO

Habiendo llegado al tiempo en que
la penumbra ya no me consuela más
y me apocan los presagios pequeños,

habiendo llegado a este tiempo;

y como las heces del café
abren de pronto ahora para mí
sus redondas bocas amargas;

habiendo llegado a este tiempo,

y perdida ya toda esperanza de
algún merecido ascenso , de ver
el mar sereno de la sombra,

y no poseyendo más que este tiempo;

no poseyendo más, en fin,
que mi memoria de las noches y
su vibrante delicadeza enorme;

no poseyendo más
entre cielo y tierra que
mi memoria, que este tiempo;

decido hacer mi testamento.
Es
éste: les dejo

el tiempo, todo el tiempo.


NOSTALGIA DE POR LA TARDE

------------------------a Bella

El que tenía costumbres de poner las manos
sobre la mesa blanca junta al pan y el agua,
traje rugoso de fervor y alpaca,
y aquella su esperanza filial en los domingos,

ya no conmueve nunca el suave pensamiento de la fronda
con el doblado consejo de su paso
Y el taciturno banco entre los álamos dormido
y aquel campito hirsuto a quien las lluvias respetaban.

Qué tedio los sepulta como la muerte a los ojos
que no los cruza nunca la bendición de unas palomas
que tengo que soñarlos, mi amiga, tan despacio
como quien sueña un grave color que nunca viera,
como quien sueña un sueño y eso es todo


Porque quién vio jamás
pasar al viejecillo
de cándido sombrero bajo el puente
ni al orador sagrado en la colina

Yo vi al lagarto de liviana sombra
distraerse de pronto entre su sangre,
quedar inmovil, sí, tumbado,
pesando e incapaz de confundirse ya nunca con la tierra.

(El que tenía costumbre de cruzar las manos
sobre la mesa blanca para mejor mirarnos,
su mueca de morir cuando la he visto,
su mueca parda.)

He visto al pez de indestructible purpura,
en la mañana arde como criatura perpetua de la llama,
olvida los trabajos mugrientos de sus sangre,
yace perfecto y la madera sagrada lo levanta.

Pero quién vio jamás
el ruedo misterioso de tu falda
mientras cortas las rosas en la tarde
ni el roce y la tristeza de la lluvia
como un ajeno llanto por mi cara

Porque quien vio jamás las cosas que yo amo
................................................
.............................
----------------------Otros poemas de Eliseo Diego aquí

1 comentario:

  1. Usted ha debido dejar el alcohol y las drogas porque, de repente, escribe muy bien...Antes mezclaba el capricho con el trozo de frase y de pronto parece que si domina la gramática y el tempo. Siga desintoxicándose

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