
Poesía (inédita) de Pedro Marqués de Armas
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Sitiocampo
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Aunque te empujara con mano maestra, aunque te empujara por los derriscaderos, esos huequitos no te los abrió la historia.
Se dice fácil pero a veces es necesario abrir la calota y, a ras de la duramadre, tirar hasta el fondo.
Como si se tratara de sostenerse al filo de lo que no es lenguaje: el velo del amnios, el muladar con las momias y lo que llaman “parte trasera” en una escuela rural.
Sólo allí comienza lo narrado: nacimiento y muerte en setos de Campeche, no en camas de hospitales suizos.
Oh tú ajeno hasta el extrañamiento, como el Woyzeck, antes de salir a escena.
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Para nosotros, la poesía fue ejercicio.
Para ustedes, tal vez, un don.
Nosostros, la hicimos con las piernas
cuando podíamos haber ido en coche.
Pueblos, pasos de nivel --escapados del progreso
para nuestro ejercicio, a gachas.
O si prefieres, de soslayo.
Como aquel Pampilhosa con su disco de carbón,
sus torres insufribles
y su falta de señales.
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Nociones de paternidad
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Ya está bien que no quieras opinar, ni permanecer en la cerca, ni mucho menos subir con la circunstancia. Pero que no veas ese aspecto sombrío que han cobrado las cosas, y a todo digas sí sin sombra de entusiasmo…
Te lo dijo el encargado antes de marcharse, y esos pobres decentes, ahora ancianos de mandíbulas giratorias. Por cierto, ninguno acampa ya en Las Maravillas. Uno tras otro fueron llamados, y resulta que no hay sobrevivientes.
Primero retiraron los camiones de mudanzas; luego las máquinas de hacer música, aun cuando no habían dejado de sonar; hasta que se vino pedazos el Hotel Roma.
Pero eso es ya el derrumbe y podría devenir Métafora de Todo.
En realidad, hablo de otra cosa; por ejemplo del padre de Kafka, tendido sobre un mapa, intentando sofocar las naciones.
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PMdArmas en Efory Atocha, Aquí
Imagen tomada de la Web
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