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Tres poemas (inéditos) de Camilo Venegas
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Canción funesta
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¿Es posible quitarle al ruido
lo que no queremos
que se pierda en sus adentros?
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¿Tenemos alguna forma
de salvar la melodía,
ese silbido
que ha dibujado en el agua
y acompaña,
por desgracia,
a una canción funesta?
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¿Cómo hacer para que el trovador se calle,
para que no diga ni una palabra más
y nos permita
disfrutar sin remordimientos
la fortuna de haber sido testigos
de los años más felices de una generación?
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¿Habría alguna manera
de trasplantar todas las flores
que él sembró en aquellos días de rabia,
para que sobrevivan en paz,
sin tener que alimentarse
de todo ese estiércol en que él se ha convertido?
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Alpinista
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Subo por el hielo después del desayuno.
Comienzo a escalar
la fría pared donde las arañas,
vertiginosas,
tejen una densa tela sobre las horas
que se nos vienen encima.
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Visto desde aquí arriba,
el horizonte
es una unidad de medida,
la noción más austera
que podemos tener
del país que siempre deseamos.
Casi nunca logro llegar hasta la cima,
pero subo bastante,
al menos alcanzo el punto
en que nada puede detener mi caída.
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Aquí,
donde el hielo siempre es invisible,
soy alpinista.
Me arrastro por el espejo de rocas
hasta quedar exhausto.
Una vez allá arriba,
desciendo sin esfuerzo
al fondo minucioso
de las cosas más simples.
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Trepo con la única excusa de bajar.
Aprovecho la luz de día
para coronar
una montaña desconocida.
Luego,
me valgo de la noche
para descender hasta lo más cotidiano:
la llovizna, tu voz, alguna música.
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Aquí,
donde el hielo siempre es invisible,
cumplo la condena
de tener un sueño
y el espacio suficiente para reflejarlo.
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Lugares comunes
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El parque de Ranchuelo es un verso
del mejor poeta de tu generación.
La iglesia de Manicaragua
es el capítulo final de una historia
donde no se distinguen
los buenos de los malos.
El cine de Cienfuegos
es una selva tropical
donde Sandokan vence,
uno por uno,
a todos los villanos de tu infancia.
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No dejes que se te olviden
los nombres de esos lugares
que perderás de vista
cuando alguien apague
la luz impredecible del sueño.
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CVenedas en Efory Atocha, Aquí
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Qué alegria encontrar aqui los poemas del amigo Camilo Venegas. Cuantos recuerdos me traen sus magníficos poemas. Gracias, Chago, otra vez. Y a Camilo. Lauroi.
ResponderEliminarAbrazo, Albertico: todos los méritos del poeta.
ResponderEliminarExcelente leer al compadre, muy bueno, y la oportunidad que brinda Efory, un gran abrazo
ResponderEliminarMe gusta la poesía de Camilo, sus textos y su blog.
ResponderEliminarGracias por compartirlo.