Tres Poemas Inéditos de Jorge Luis Arcos
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Sombras chinescas o el imperio de terracota
Los aposentos púrpuras de la geisha Apolonia
Sombras chinescas en imperio de terracota
Como flecos, lencería, medusas
(mezcla de art noveau y cachivaches orientales)
entre lacas y sedas, entre biombos y espejos
y es la hora de tomar el te con displicencia
para esperar a Sidonia
(Suicide girl y
flaca, secreta y rocallosa
o núbil, delicada y puerca
apuntaría el nicaragüense)
la piel de nácar de la oblicua Apolonia
quien se orina muy rápido para humillar a Sidonia
Sidonia, cual chinita sonámbula
enciende un cigarrillo con una vela
mientras recuerda su ínsula perdida
y escucha una canción de María Teresa Vera
La escena aburre un poco hasta que llega Pancrátor
con su cuerpo tatuado y su pene furioso
mientras Sidonia danza desvaído bolero
y Pancrátor eyacula en el rostro de Apolonia
¿Qué puede hacer Pancrátor con su fláccido estigma
sino inclinarse roto, melancólicamente
para que Sidonia hurgue con sus dedos tan finos
en la gruta rosada en busca de su almendra?
¿Qué puede hacer Pancrátor sino erguirse de nuevo
y ofrecer a Apolonia su pene tumefacto
que ella esconde con perversa avidez en su boca manchada
mientras Sidonia abreva en su vulva morada, en su clítoris ámbar
sus labios soñadores en concha nacarada su rostro angelical
y separa sus dunas, sus pétalos caníbales
y disuelve su rostro en su pozo profundo
y recuerda y olvida la imposible canción:
y en el bosque de la China una china se perdió
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Son de Malasaña
¿bailan las llamitas frías
los bobos, las damitas cluecas?
con los espejuelos astillados
tocar un culo (de soslayo)
y venirme de melancolía
Yo quiero entrar al baile
o a la fiesta japonesa
y después (ya cansado)
perseguir un mulata china
por el barrio de Lavapiés
donde oficia Tinito
un guaguancó subsahariano
Pero en la isla sin nombre
quiero perderme para siempre
donde no me puedas ver
la mano suicida
la almita caníbal
donde no me puedas ver
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Memoria (o canon) del perdedor
Menos limpia, más interesante
Turbia y caótica como una nube cósmica
Con un remordimiento inconfesable
Y un camino desconocido y casi imprevisible
Siempre umbral
De guerreros invencibles o pueblos predestinados
Después de la nieve, el barro
El sol ilumina y a la vez corrompe
Que todo dios es ambiguo
Patético como rey
Y como tirano, histrión
En cierto modo envejecer ya es perder
De repente todo lo joven es hermoso
La esperanza sólo existe en el pasado
No en el presente huidizo y agónico
Que recordar (como diría un bolero)
Es olvidar también
En la víspera de la muerte
En el umbral del viaje sin nombre
El paraíso quedó atrás como la lluvia de Borges
Por eso te apresuraste sobre el fruto prohibido
Para que todo quedara siempre atrás
Y el éxodo no fuera hacia el porvenir
Sino hacia ese principio irrepetible
Donde fuiste vencido por una vocación salvaje
Un oscuro deseo y un arte (toscano) de melancolía
Quisiste que tu futuro fuera Shakespeare
Todo intensidad y pasión y sueño y locura
Mirar con tus ojos tan jóvenes y un cuerpo putrefacto
Los animales de furiosa belleza
En verdad ya desde siempre inalcanzables
Todo poder deleznable
Y solo en la derrota hay plenitud
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J. L. Arcos en Efory Atocha, Aquí
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extraordinario
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