Tres Poemas (inéditos) de Octavio Armand en Efory Atocha
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QUINTA CARTA DE RELACIÓN*
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Hágase la luz y póngase el color sobre la mesa.
De mantel una naranja, luz ceremoniosamente rebanada.
De arroz más granos que la arena.
De arroz un desierto y subir al mediodía.
Se puede escribir con un palito en el arroz
y decir cosas que el sol nunca olvida.
¿Quién, entre dos gotas de agua, sacia la sed?
La espuma se arrebata y convoca apetitos de acuarela.
¿Quién, entre dos granos de arena, levanta un castillo?
Sale de lento espejo un rojo pintado de rojo.
¿Quién, entre dos números, se aferra a una cifra?
Como si el coral nadara un danzón, nada hasta el comedor
un pargo que nada tiene de pargo que nada,
excepto el mar y la paciencia de minuciosas destrucciones.
¿Quién, entre dos estrellas, recuerda nombre y apellido?
Todo reposo y sabor, listo hasta la desaparición
para el apetito y sus anzuelos, el pargo
se zambulle en las pupilas y llega hasta la sangre.
¿Quién, entre dos labios, se niega al beso?
Allí se oyen escamas y acezante agalla.
Allí cae sobre la memoria una geometría de tarrayas.
La sangre cambia de color hasta quedar
azul bajo la ola y bermellón tras la dorsal y sus tijeras.
Un traje a la medida del lutjanus colorado.
Le queda bien el horno, verano de sol cúbico
y fuego tan redondo que lleva una llama a la mesa.
No cata, rescata el vino secuestrado por el vidrio;
reparte las campanadas de la uva; el tañido
se demora entre arcos de cristal
trazados por compás sobre la luz.
Copa tras copa se rinde el cristal a cada labio,
tiñéndose para visitar el cuerpo.
Mediopunto la parra entre los labios;
mediopunto el sabor que en buen provecho
aprende sombras; cabrilleo de ocasos y auroras
la borrachera del tenedor cruzado con espuma.
Un pargo rojísimo que es cama del gusto.
Un tamal que no está mal.
Nueva York, 27 de enero 1981
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La sombra de tus hilos atrapa
La sombra de tus hilos atrapa
a quien te admira. Solo a quien te admira.
En sombra repites el dibujo de la seda
y no escapa la sombra de tu presa.
Ni siquiera la mirada que pasa como un río
sobre la luz, salpicando lado a lado
la sed impaciente del tinte y el perfil
que se evapora. La mirada se remansa
y lame el tablero como un alfil
perdonado por su reina ensangrentada.
Un cuerpo de repente retratado
poro a poro en llovizna fija y cenizas de cielo.
Si fuera una mosca caería dos veces
en tu trampa. Si fuera una mariposa
entregaría un ala a la seda
y otra a la delicada sombra de la seda.
Tu astucia merece dos muertes
por lo menos. La carne en tu apetito
y en el espejo la imagen desmayada.
Hilar fino, hilar en vano, amarrar nubes
al légamo y al musgo, azorado el paso
por la sombra, sus retículas colgadas
de la luz y lanzadas como tarraya
a través del viento que la mece,
la dibuja, la retoca, confundiendo
la escarcha con la escama que seduce,
hamaca para siestas que en tu abrazo
despiertan como un pulpo, empatando
a ocho patas sus tentáculos
hasta rendirse al jaque minoico.
Peldaño a todas partes, eso dices;
y gracia para remontar el plomo
que nos atraviesa con su flecha.
La Ley de la Gravedad abolida
por un chorro de champaña
que flota si lo pisas.
Un chorro de geometría mansa
Un chorro de geometría mansa
que se vuelve un trapecio y una fiesta.
Un puente a todas partes, el trayecto
de una piedra suspendida mientras cae
su sombra, más pesada y obediente.
La abolición de tus hilos
por la sombra de tus hilos
es el humo de tabaco que asciende
para huir de las cenizas
y recordar hoja y candela,
como si caminaras por tu aliento
para llegar a una burbuja que acaricias.
Así voy de espaldas en el tiempo.
Regreso a haber nacido y crecer
de buenas a primeras.
Regreso en estas líneas como sombras
sin tu seda, sombras de tu sombra.
Te abrazo con pulpo y te descorcho.
Vibren al paso de tus ojos
ocho veces atrapados estas líneas.
Cuelguen de la luz como tus hilos
y tu sombra bajo el cuerpo ajeno
que devoras. Recuerdos bamboleantes
que dibujan sus escaques con los labios
y galopan esos labios como caballos ciegos.
Caracas, 21 de marzo 2007
---------------MANTRA
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Octavio Armand reside exiliado en Venezuela.
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Otros Poemas de Octavio Armand, en Efory Atocha aquí.
Textos publicados el miércoles 26/ 09 / 07
Caracas, 21 de marzo 2007
---------------MANTRA
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La música es de la India y de hace siglos.
La voz de una mujer desconocida.
No entiendo lo que canta
pero yo también lo canto.
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En un patio de Prados del Este
recordamos a los muertos.
Ni dejan morir ni dejan de morir
hoy 30 de mayo del 2007.
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Se hace el silencio como se hace el pan.
Respirar es un horno y soy amasada harina.
Callo y crepito en lo que callo.
Callo y repito lo que callo.
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Callo y respiro lo que callo.
Estoy más muerto que los muertos
y más vivo que al rojo vivo.
No soy la costumbre de ser:
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soy.
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Oigo mi respiración
y la respiración de la mujer
que está a mi lado. No tiene
nombre y se llama Geny.
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Lo digo sin ironía: no tiene nombre Geny.
Yo tampoco. Los nombres pesan más
que el mármol donde pronto -- ¿ya? --
estarán escritos. ¿Acaso podré decir
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estas palabras sin palabras?
Oigo mi respiración y mi silencio.
Y de repente oigo también
otra música que me rodea.
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La realidad es himalaya.
El ladrido de un perro
y el resuello de un carro
aquí y ahora son sagrados.
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Soy.
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A mi izquierda, tres veces,
ladra el perro. ¿Miedo?
¿Soledad? ¿Acaso la luna
despierta su lejano lobo?
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En la distancia se borra
la distancia y crece.
El tiempo atraviesa al espacio.
La velocidad es un zumbido,
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miel que se aleja,
el destino de alquien como tú
o como yo que rueda
en cuatro ruedas sin destino.
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¿Adónde va? ¿Para qué?
¿Quién lo espera? ¿O quién la espera?
¿Su propia soledad? ¿O la del cuerpo
que en espasmos entrega su limosna?
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Soy
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mendigo de ese cuerpo
y soy el cuerpo que mendiga.
Dame aunque sea tu sombra,
si es lo único que tienes.
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Yo te daré la mía.
------------------------------------------------------***Octavio Armand reside exiliado en Venezuela.
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